Capítulo 8
"Ni buenos, ni malos. Sobrevivir"
Al llegar la cuarta prueba todos nos miramos como si repasáramos el plan por telepatía, la puerta por la que entramos luego del desayuno tenía unos labios neón, en su interior se encontraba un banquete.
Una gran mesa en el centro estaba llena de todo tipo de comida y para habernos estado alimentando con manzanas, tostadas y comida enlatada, se me hacía agua en la boca al ver todo eso. Alrededor de la mesa había cinco sillas con nuestras iniciales talladas en plata.
―Tomen asiento. ―La voz del padre de Octavian me heló la sangre e intenté mostrarme tranquila, pero ahora que sabía la verdad, me era imposible.
Tomé mi lugar entre Wren y Graycee, en frente de nosotras se ubicaba Caín y Waylan.
―Se les servirá tres opciones de comida, adivinen por su sabor cuál es la que tiene el veneno, este tarda en actuar diez segundos así que ese es su tiempo para decidir y beber del antídoto. Si toman el antídoto antes de decir cuál tiene el veneno, les dispararemos.
Miré con los ojos abiertos de par en par a mis compañeros que estaban igual de asustados que yo, a excepción de Caín, quien parecía no importarle estar a punto de morir.
El banquete se redujo a tres platos en frente de mí, el primero era una sopa de vegetales muy apetitosa, el segundo un pollo frito con salsa y el tercero parecía ser una tarta.
Una vez los tres tuvimos nuestros platos, uno de los jinetes dejó en el centro de la mesa tres pequeños frascos... Los antídotos.
―Pueden comenzar.
Me volteé a ver a Wren quién estaba esperando mi aprobación, soltando un sonoro suspiro, volví la vista al primer plato para llevarme a la boca una cucharada de sopa.
Uno... No parecía tener nada extraño.
Dos...Tres...
Cuatro... A mi derecha Graycee masticaba su hamburguesa.
Cinco... Seis... Siete...
No pude terminar de contar ya que Graycee comenzó a toser.
― ¡La hamburguesa! ―gritó prácticamente lanzándose sobre el pequeño frasco que vació en una milésima de segundo. ―Mierda... ―Susurró desplomándose en la silla.
―Pasa a la siguiente prueba, ustedes continúen. ―Dos jinetes vinieron y se llevaron a Graycee a punto de desmayarse.
Los cuatro nos vimos entre todos, solo quedaban dos antídotos y la tensión abundaba en el lugar.
Con las manos temblorosas me llevé una pieza de pollo a la boca y la mastiqué intentando encontrar algún sabor extraño o que no concuerde con el sabor tradicional del pollo frito.
Estaba a punto de comenzar a contar cuando Caín, en frente de mí, comenzó a toser y tomarse la garganta, pero cuando quiso agarrar el antídoto, Wren ya había descubierto el veneno antes de que le provoque tos. Ella lo vio aterrada y le extendió el pequeño frasco.
― ¡Bébelo! ―Caín gritó cayendo al piso y mi mejor amiga no tardó mucho en comenzar a toser y beberse todo el frasco.
Amague a levantarme de la silla, pero el sonido de un arma cargándose a mi espalda me obligó a volver a sentarme. Caín estaba agonizando en el suelo y de un momento al otro, los diez segundos pasaron y la habitación quedó en un completo silencio.
―Llévenselo. ―El general ordenó y Octavian fue el primero en acercarse.
Las lágrimas caían sin parar por mis mejillas y lo miré con desesperación, pero él se limitó a llevarse el cuerpo sin vida del pelinegro.
―Ha pasado a la siguiente prueba, llévensela.
Ni siquiera tuve tiempo de despedirme, ya que unos jinetes arrastraron a Wren de la habitación dejándome sola con Waylan y entre nosotros, el último antídoto.
―Coman...
Ambos sabíamos cómo esto acabaría, uno de los dos pasaría a la quinta prueba y el otro moriría. Los segundos parecieron una eternidad, mientras me llevaba la porción de tarta a la boca, pensé en el chico agradable de cabello rubio que tenía en frente, él merecía vivir mucho más que yo.
Al sentir como la tarta pasaba por mi garganta pude notarlo rápidamente, un sabor amargo, como si estuviera bebiéndome un trago de jugo de limón puro. Sintiendo como el veneno se dispersaba por mi organismo permanecí allí sentada, esperando que Waylan tome el antídoto, pero no lo hizo... Incluso cuando comenzó a quedarse sin aire, estaba sacrificándose por mí.
De un salto tomé el antídoto, rodeé la mesa llegando en el momento justo que él cayó al suelo agonizando.
―¡Abre la boca! ―Exclamé sintiendo mi garganta cerrarse.
Waylan se negaba a abrir la boca así que antes de que su vida acabe, de una bofetada logre que la abra y volqué todo el antídoto en su garganta.
Mis manos perdieron fuerza y ya me era imposible respirar, antes de caer al suelo lo único que vi fue una gran figura corriendo hacia mí tomándome en brazos.
■□■□
¿Qué es lo que sientes al morir?
Una pregunta que nunca nadie ha podido contestar ya que hasta ahora la teoría de hablar con los muertos es desarmada por aquellas mentes escépticas.
Bueno... Yo puedo decir lo que sientes cuando estás a punto de morir, como tu corazón se detiene por microsegundos y sientes como tu vida se te escapa del cuerpo.
La última imagen que recuerdo fue la del general tomándome en brazos, luego todo se volvió oscuridad y el último suspiro dejó mis labios. El tictac que antes me torturaba y recordaba que estaba viva se detuvo, todo padeció en la más profunda oscuridad.
No vi pasar toda mi vida por delante, ni imágenes o ese cliché que enseñan en películas. Estaba muriendo en paz, no sentía dolor ya que el veneno fue una anestesia para mi sistema. Dejé de luchar por mantenerme con vida, me entregué a las manos de esa vieja amiga llamada muerte.
Los que en la vida real fueron segundos, para mi fueron décadas, en las que sentía mi alma desprenderse de mi cuerpo y totalmente cegada por aquella oscuridad ascendía a otro lugar.
Mi ascenso fue interrumpido y esas décadas se redujeron a un fuerte golpe en el pecho, la oscuridad dejó de ser penumbra, para ahora ser una luz blanca dándome directamente en los ojos.
Mi alma fue arrastrada de nuevo a mi cuerpo, encendió mi sistema, ahora mis pulmones funcionaban de nuevo, mi corazón volvía a bombear sangre.
Al abrir los ojos, no estaba en la enfermería, ni en mi celda. Pude sentir el frío cuero de un sofá debajo de mí, al ver a mi alrededor era una amplia habitación sumida en la oscuridad. Había gigantescas bibliotecas y más sofás, detrás de una puerta abierta se podía observar un baño, a su costado otra habitación.
Lo que llamó mi atención fue la mesa redonda a unos metros de mí, sobre esta había papeles desparramados, entre otras cosas.
Como pude, me levanté del sofá y caminé hasta allí sujetándome de los muebles. Sin entender mucho revisé por encima los papeles, pero debajo de estos algo llamó mi atención... Un mapa.
Lo tomé y era una copia exacta del que nos mostró Octavian, solo que este si tenía más colores que los diferentes tonos de azul.
―Mi hijo también intentó robarlo... ―Una voz grave me asustó haciendo que de un salto suelte el papel.
Al levantar la vista pude ver al padre de Octavian, ya no se veía tan formal y pulcro, no llevaba su saco, los primeros botones de su camisa estaban desabrochados. Su cabello castaño corto estaba despeinado, con esa ligera barba en su rostro, en esa perspectiva se veía más joven e informal. Algo en él me resultaba muy familiar.
―No quería robarlo... ―dije dando un paso hacia atrás.
"Porque tu hijo ya lo había robado e incluso tiene una copia" pensé.
―Hay una gran diferencia entre lo que queremos y lo que decimos querer... ―El hombre comenzó a acercarse a la gran mesa que nos separaba. ―Me dices no querer robarlo, pero yo puedo ver ese deseo de tenerlo para así poder escapar ¿O me equivoco?
No, no se equivoca.
― ¿Y qué si quería robarlo? ―sentí como empezaba a hervirme la sangre. ― ¿Vas a matarme?
En su rostro firme, como una roca, se pudo ver como aquello lo tomaba con la guardia baja, como una oleada de emociones se apoderaba de él, en una lucha interna logró tomar aire y volver a su postura.
―No mato a personas inocentes y mucho menos a quienes puedo tener de mi lado.
― ¿Tu lado? Bueno, búscate a otra porque yo no soy una asesina.
―No, eres mejor que eso y por eso estás aquí, estabas dispuesta a morir por ese chico que apenas conoces. ―Comenzó a acercarse a mí.
― ¿Y tú qué sabes de hace cuanto lo conozco?
Una sonrisa burlona se formó en su rostro.
―Yo sé muchas cosas que tú no y eso me hace el conductor de la situación. ―No me había dado cuenta que se había acercado tanto, ahora me sentía una niña pequeña ―. No soy el malo de esta historia, soy el que impidió que mueras y te dio un frasco de antídoto que tenía oculto.
―Eso no te hace el bueno, solo manipulas la verdad a tu conveniencia. ―saqué la suficiente valentía para enfrentarlo.
Lo estaba mirando fijo y su expresión de superioridad me recordaba a Octavian.
―Tampoco busco ser el bueno, pronto te darás cuenta que en esta historia no hay ni buenos ni malos, solo gente que ha hecho lo imposible para sobrevivir.
―Ustedes no son personas, son monstruos. ―Escupí con furia.
Su expresión me hizo temblar y en el momento en que me sostuvo con fuerza del brazo casi me muero allí mismo.
Mierda...
―A mí no me faltaras el respeto Arcane, soy quién te marcó y te enseñaré a no desafiar a tus superiores.
Mi rostro ardía en ira y de puntillas me acerqué al suyo desafiándolo.
―Yo no tengo dueño, y respeto a los que se lo merecen. ―Un golpe impacto contra mi mejilla, provocando que caiga al suelo sintiendo como si me hubiera arrancado la mandíbula.
Antes de poder reaccionar, él vino hacía mí y del cabello me arrastró a la habitación mientras yo gritaba toda clase de groserías, mis gritos hacían eco en todo el lugar, al final fueron silenciados cuando de un portazo me encerró en la habitación.
Comencé a llorar, a gritar y pedir ayuda. No era fuerte como mi madre, no podía hacerlo sola, necesitaba alguien que me ayudara a ser valiente, ahora mismo había perdido todas mis fuerzas, sentía como la situación se me escapaba de las manos y me llevaba por delante.
Después de tanto tiempo sentía la verdadera soledad y perdí todas mis fuerzas. Tirada en el suelo lloré hasta quedarme dormida. Esto era peor que sentir como tu vida se te escapa de las manos, ya que no pierdes la vida, es una lucha para no perder tu alma y yo sentía como esta me era arrancada del pecho.
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Holi caracoli, wowow estan pasando muchas cosas. ¿Qué les pareció la prueba del gusto? Esta también pone en tela de juicio qué estás dispuesto a sacrificar. ¿Tú vida o la del otro?
Bueno, debido a la nueva incorporación de un personaje, el general Caleb, padre de Octavian. Pronto estaré subiendo a mis historias algún que otro edit de él.
No olviden pasarse por allí: Alextimia_H.
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