Capítulo 26
"La ceremonia"
Han pasado dos días. En total setenta y dos horas sin dormir bien, leyendo sin parar los diarios de mi abuelo. Intentando entenderlo y aceptar que yo soy igual a él, ambos incapaces de sentir empatía, perdiéndonos a nosotros mismos con el pasar del tiempo. Buscando personas salvadoras, corriendo en un círculos por la mismísima destrucción.
En estos días decidí permanecer sola, evitaba a Octavian a toda costa, solo me visitaba Clara a la biblioteca para ver los detalles del plan, luego todo volvía a lo mismo... Soledad y melancolía, necesitaba asimilar todas éstas verdades que se me vinieron encima.
De tan solo imaginar los "te amo" falsos de mi madre me da náuseas, estoy enojada, quiero ir y exigirle explicaciones, que se arrepienta de haber arruinado nuestras vidas... Haber sido responsable del asesinato de mi mundo.
Ahora mismo me encontraba en el sofá de la biblioteca, sobre mi regazo reposaba uno de los diarios de Hades. Sus estudios de la mente eran fascinantes, crueles y maravillosos, ya no me engañaría juzgándolo con falsa moral, yo haría peores cosas si se tratara de conseguir mis objetivos. Alzaría mi voz por encima de todos, caería de rodillas y me levantaría sangrando.
En este último diario había entendido que el libro que leí hace ya varios días junto a Octavian, fue escrito por mi abuelo. Una mente demasiado brillante.
La puerta se abrió y rápidamente me incorporé ocultando el diario, Persephone no debía enterarse que había estado estudiando a Hades, para así entenderme a mí misma.
—Lo siento... No quería asustarte —Octavian susurró cerrando la puerta detrás de él, yo suspiré aliviada.
—¿Qué sucede? —pregunté caminando hacia él.
—Ya es hora... Deben prepararte para la ceremonia.
Se lo veía realmente preocupado, estos dos días habían pasado en cámara lenta, todos deseábamos convertirlos en una eternidad. Ya que, llegada la ceremonia, tendríamos que ser valientes, más fuertes que nunca para poder escapar con éxito. Tenemos aliados muy fuertes que nos ayudarán en nuestro escape.
Luciel desea vengar la muerte de su esposo Regulus, quien me enteré que quiso ayudarme y por esa razón fue asesinado. Bellamy quiere que Wren escape de aquí.
Teniendo a dos generales, más sus jinetes, se nos presenta una gran oportunidad que no debemos desperdiciar.
Soltando un suspiro asentí y seguí a Octavian hacía mi habitación, al entrar me encontré con tres mujeres que se encargarían de prepararme. Pero no me sentí cómoda en ningún momento, a quien deseaba ver allí era Eira, pero no teníamos noticias de la agradable enfermera.
Las mujeres me bañaron, peinaron y maquillaron, se movían con rapidez por la habitación. Finalmente trajeron el vestido que llevaría, se trataba de una hermosa pieza de ceda roja con un escote pronunciado y un corte en la pierna que dejaba ver los arneses que sostenían las cuchillas.
Lo que vi en el espejo fue extraño, completamente lejano a la versión de mi misma. En el reflejo se encontraba una chica completamente diferente, con el cabello mejor peinado, el piercing en mi nariz, pero todo lo que me hacía sentir una extraña era mi nueva visión de este mundo. Siendo incapaz de controlarme a mis impulsos, lastimar a las personas sin sentir remordimiento. Y por un segundo, en mis ojos lo vi reflejado, el rostro de Hades sobre el mío, recordándome que solo había un final para esta historia.
Las mujeres abandonaron la habitación en cuanto Octavian vino por mí, el camino hasta las cortinas que nos mantenían fuera del salón fue silencioso. Algo había cambiado entre los dos, demasiado extraño para explicar... Encerrados en nuestra propia alexitimia.
La música comenzó a sonar, como una orquesta armónica de gloria y destrucción. El chico de ojos azules se marchó con los demás jinetes, al elevarse el sonido de los violines las cortinas delante de mí se abrieron. Mis ojos se encontraron con el precioso salón decorado con telas y candelabros, Luciel apareció delante de mí sosteniendo la correa de tres perros doberman negros, con una sonrisa ladeada me la entregó y los animales me observaron con desconfianza, al levantar mi cabeza ellos bajaron las suyas en signo de respeto.
Caminé por la alfombra blanca siendo escoltada por los tres sabuesos mientras los jinetes me observaban y llevaban su mano derecha al pecho. Lo había visto antes, se trata de un símbolo de respeto, posicionan su mano al lado contrario de su corazón, así lo dejan al descubierto de sus superiores.
Persephone aguardaba por mí de pie en la tarima, vistiendo un precioso vestido plateado. Al llegar, un jinete se llevó a los perros y la mujer de cabello rubio me ofreció su mano ayudando a posicionarme a su lado.
—Esta noche, estamos reunidos para ser testigos del ascenso de la promesa de Hades. Por fin nuestra heredera ha llegado, quien nos guiará por las sendas rocosas de la vida. —Todos observaron con atención a Persephone. Mi vista viajó por todo el salón encontrándome el lugar de Bellamy vacío —. Para sellar su corona deberá entregar la vida de uno de sus enemigos. Traigan a la presa. —Las puertas se abrieron de par en par, dos jinetes arrastraban a Caleb.
Sentí mi corazón detenerse, instantáneamente me giré hacía Octavian quién me miró aterrorizado, no reaccionaría, no pondría en peligro el plan, pero si me rogaba en silencio que no lo haga.
Persephone me obligó a descender hasta una vasija donde Caleb fue arrodillado y su cuello quedó expuesto. Temblando saqué mi daga.
El salón se vio sumido en un silencio sepulcral, mi mirada viajo de Octavian hasta la de Caleb, quien ya se veía resignado.
Ni una gota de arrepentimiento, no rogaría por su vida o se disculparía por asesinar a mi padre. Tenía ante mí la venganza que esperé por tanto tiempo, todo desapareció, solo quedó el familiar sonido agudo que me llevaba al borde de la locura.
—¿Te arrepientes? —susurré con furia, observando al hombre arrodillado ante mí.
Por un segundo todos aguardaron expectantes una respuesta, apreté con fuerza el mango de mi daga y sentí algo acumularse en mi garganta, el más puro enojo.
Una sonrisa se formó en su rostro y finalmente dictó su condena: —Me arrepiento de no haberlo hecho antes...
Sentí que me rompería los dientes, que explotaría en millones de emociones, pero mi reacción fue la menos esperada. Una sonrisa se asomó en mi rostro, incliné la cabeza y lo observé.
—Aprenderás a respetar a tus superiores... —En ese instante abrí su cuello con mi daga, la sangre bañó el suelo y los zapatos del jinete que lo sostenía.
Mi sonrisa se mantuvo hasta el momento en que levanté mi rostro y me encontré con la mirada de Octavian, esa frialdad me movió el piso. Sin dejar de mirarme, de su abrigo sacó un revólver que apuntó hacía mí. Esperé el impacto de la bala, pero esta le dió al jinete a mi lado.
Desenfunde mi otra daga mientras el estruendo de las puertas llamó la atención de todos, Bellamy encabezaba el grupo de Wren, Waylan, Graycee y Clara. Consigo llevaban bates de béisbol, cuchillos y más armas blancas.
El plan había comenzado.
A mi lado vi correr un jinete listo para asesinarme, pero fui más rápida y me hice a un lado extendiendo mis dagas. Él era más fuerte, pero yo más ágil.
—Disfrutaré terminar mi trabajo... —su tono de voz me dio náuseas.
Los recuerdos de Brutus inundaron mi mente formándome un nudo en la garganta que se convirtió en el sonido agudo en mis oídos.
Ese mismo que detonaría la furia que me movía, que me hacía sentir en casa, con la necesidad de lastimar y librarme del dolor que torturaba mi mente.
Brutus desenfundó un gran machete sonriendo, dejándome ver sus dientes que estaban en punta, él los había alterado y la gran cicatriz que cruzaba su rostro lo hacía ver más aterrador.
"Has lo que debas hacer."
La voz en mi mente susurró.
Sin pensarlo, lancé el primer ataque hacía su estómago, provocando un corte superficial que hizo al hombre retroceder y luego soltar una gran carcajada. Se lanzó hacía mí dispuesto a clavarme el machete en la cabeza, pero fui más rápida y me escabullí por debajo de sus grandes brazos.
Brutus era demasiado grande y torpe, yo muy pequeña y ágil. Eso serviría.
Me moví lanzando y esquivando cortes como la perfecta rata escurridiza que soy. Sentí un fuerte agarre en mi hombro que me detuvo, el jinete me lanzó contra la pared. Vi en cámara lenta el machete venir directamente a mi rostro, levanté la daga que me quedaba y Brutus se frenó en seco antes de impactar contra mí. Abrí los ojos encontrándome con mi daga clavada en su estómago, pero eso no era lo que había detenido al jinete, al ver su rostro, el desayuno se subió hasta mi garganta. Tenía un tubo de metal clavado en la frente y cuándo este se deslizó, la sangre me salpicó en el rostro dejando un hueco en el cráneo de Brutus . Su cuerpo cayó inerte dejando ver a la pequeña Clara que sostenía el tubo de metal manchado de sangre.
Ella me hizo señas apresuradas mientras me tomaba del brazo y arrastraba hacía una de las puertas del salón.
Ambas corrimos por los pasillos mientras los jinetes no tardaron en comenzar a perseguirnos. Bajamos por unas escaleras de metal y el olor a humedad junto con el frío penetrador descubrí donde nos dirigíamos... Los túneles.
Este lugar era aún más aterrador, de las paredes colgaban cadáveres en descomposición, como si se tratara de una sala de trofeos. Saltamos sobre las aguas cloacales escuchando a los jinetes correr detrás de nosotras.
Estábamos en una sección completamente diferente a los túneles que ya conocíamos, Clara me condujo hasta una escotilla que se encontraba abierta
Nos apresuramos a subir cerrándola en el momento justo en que los jinetes corrieron hacía nosotras.
El helado viento de la playa golpeó mi piel expuesta por el vestido, Clara no soltó mi mano en ningún momento hasta que corrimos hasta el muelle. Allí aguardaba un barco, y los jinetes ya corrían por la playa. Todo eso me trajo un horrible deja vú.
—¡Ve, adelántate, yo los distraigo! —Solté la mano de mi prima y con duda ella aceptó comenzando a correr hasta el barco.
Saqué mis cuchillas arrojándolas mientras corría en dirección al barco, una de ellas quedó clavada en la arena, las otras les dieron a dos jinetes que estaban demasiado cerca.
Corrí con toda mis fuerzas, como si fuera el último día de mi vida. Alcancé a ver como Wren salía de uno de los túneles y también corría hasta el barco, alcanzó la escalera colgante en el instante que yo lo vi...
—¡WREEEN! —Grité al ver como la serpiente de Persephone se precipitó hasta ella y mordiéndole el pie, la hizo caer. Quise correr hasta ella, pero fue demasiado tarde cuando Judas, de un mordisco, le arrancó el rostro a mi mejor amiga.
Quedé paralizada ante aquélla escena, solo desperté cuando un zumbido me rozó la oreja. Los jinetes tenían ballestas...
Volví a correr intentando no ver a Judas devorarse el cuerpo sin vida de Wren. Al llegar hasta el barco. Octavian me ayudó a subir y dando un suspiro caí al suelo, lo habíamos logrado... Escapamos.
♠♠♠
El alba nos daba la bienvenida, no había pegado un ojo en toda la noche, la imagen de mi mejor amiga muerta me torturó durante horas y lo haría por muchas noches. Me encontraba sentada en la cubierta mientras una manta me cubría los hombros.
Fui hasta la zona donde el novio de Clara conducía el barco, al pararme a su lado y observarlo me quedé paralizada. La cuenca de su ojo izquierdo estaba completamente vacía.
—Fue Persephone, Clara evitó que me asesinara, pero no que me quitara un ojo... —El chico ni siquiera se giró a verme.
—¿Por qué lo hizo?
—Se enteró de nuestro romance una noche antes de la ceremonia, le cortó la lengua a su propia hija.
Tuve que reprimir un grito al oír aquello, durante la huida no me pude detener a ver que Clara no podía hablar. Me giré para buscarla, pero Abel me detuvo.
—Octavian está atrás, creo que se deben una charla.
Él tenía razón, había asesinado a su padre delante de él y debía enfrentarlo. Con las manos temblando fui hasta la zona trasera del barco donde lo pude ver, vistiendo su perfecto traje, su cabello castaño se movía con el viento mientras apoyaba sus antebrazos en la baranda.
Temerosa me paré a su lado, sin saber qué decir.
—Lo logramos... —dijo con voz ronca sin dejar de ver el horizonte.
—Tuvimos que pagar un precio por la libertad. —Recordé la muerte de Caín y Wren, tan vívidas en mi piel.
—Al menos obtuviste tu venganza. —Sus palabras me apuñalaron.
—Así es... —puse la frente en alto, no me arrepentía para nada —. Supongo que esto lo cambia todo entre nosotros.
—Sí, cambia muchas cosas —se giró a verme fijamente —. Pudimos haberlo sido todo Arcane, has matado a mi padre en mi cara y eso ni siquiera me hace odiarte. Podría mandarte al infierno, pero al final sé, que también iría a buscarte allí.
Sus palabras volvieron a dejarme en completo silencio. Ambos habíamos hecho cosas muy malas para ser perdonadas, pero nosotros no nos basábamos en la ética ya establecida. Nos guiábamos por nuestros propios ideales.
En ese instante que el tiempo pareció pertenecernos entendí lo que sentía hacía Octavian, algo tan inexplicable como improbable. No podía demostrarlo con palabras, solo con acciones.
Tomé su mano y tu tacto cálido me inundó, ambos nos miramos fijamente. Una sonrisa apareció en nuestros rostros mientras volvíamos a ver el horizonte, donde se perdía la isla y hasta la mismísima Arcland. Nos dirigíamos a un lugar muy lejano, donde podamos comenzar de cero y hacer las paces con nuestros traumas.
Aunque en el fondo sabía que una parte de la isla continuaría muy dentro de nosotros, porque una vez que te vuelves un jinete, nunca dejas de serlo.
♠️♠️♠️
Holi caracolis... Hemos llegado al final.
Primero que nada, quiero agradecerles por leer esta historia y ser parte de un mundo tan fantástico como lo es el de los jinetes.
No me gusta poner puntos finales, tampoco decir certezas que quizás no pueda cumplir. Por lo tanto, solo me queda algo que decirles:
"Siempre habrá un Jinete observando"
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