Capítulo 21
"Mentiras de patas cortas"
El calor de unos brazos fuertes rodeando mi cintura me despertó, debajo de todas esas mantas, recostada sobre el suave colchón, sentía que no quería despertar. Hasta que la pequeña Arcane de mi mente gritó:
"¡Levántate idiota! ¡Código rojo! ¡Código rojo!"
No comprendí lo que era un código rojo hasta que abrí los ojos y me volteé encontrándome con Octavian desnudo durmiendo plácidamente. En cuanto salté de la cama, el aire frío me hizo estremecer ya que estaba en ropa interior... Estaba en ropa interior y Octavian estaba solo con sus calzoncillos.
Mi pronta reacción fue tirar las mantas de la cama y cubrirme, eso hizo que él se despertara confundido, al entender lo que sucedía una sonrisa se formó en su perfectamente estúpido rostro.
—Buenos días preciosa... —dijo con voz ronca estirándose.
—¿Acaso tú y yo? —apreté las mantas contra mi cuerpo.
—Vaya... Eres una pervertida Arcane y te tienes demasiada confianza, está claro que no hicimos nada. —Se levantó y tuve que hacer un esfuerzo por apartar la vista de "ahí", el efecto matutino había despertado a otra cosa.
—Solo me aseguraba... —comenté viendo las paredes, —¿te puedes poner algo?
Su risa hizo eco en toda la habitación, me volteé a verlo molesta, él disfrutaba ponerme incómoda y llevarme a los límites del enojo.
—Tus deseos son órdenes, preciosa. —Dijo con una falsa reverencia y caminó hasta el baño cerrando la puerta detrás de él — ¡Pide a Eira el desayuno! —gritó por encima del ruido de la ducha.
—Recuerda que aún soy un susurro. —Puse los ojos en blancos.
—¡Eres mi susurro, así que obedece! —hizo énfasis en el posesivo.
Sin más busqué las piezas de mi traje, una vez vestida me dirigí al estudio donde tomé el teléfono y llamé a Eira, quien al principio me dijo que no hable, pero luego entendió que se trataba de una orden de mi jinete y cortó para traer el desayuno.
Observé toda la habitación aburrida comenzando a ver la casi nula decoración y los cajones. Esto se veía tan aburridamente desordenado, muchos papeles sobre el escritorio, libros apilados en las esquinas, botellas de whisky y algunos cuadros de gatos. No me imaginaba a un Octavian fanático de los gatos, ni siquiera me entraba en la cabeza verlo con una mascota en general.
Me arroje sobre la silla detrás del escritorio y me sentí poderosa, como si fuera la jefa de esa pocilga con olor a perfume masculino, café y cigarrillos. Los cajones del escritorio estaban cerrados con llave, excepto el último del que solo rodó una pelotita de goma.
Soltando un sonoro suspiro me recline sobre la silla apoyando los pies sobre el escritorio y comencé a arrojar y atrapar la pelotita.
—Mírenme, soy Octavian Carey, el jefe de los egocéntricos —hice mi mejor imitación de su voz grave mientras movía la cabeza entrando en personaje —. Tú vas a traerme un whisky, —lance una orden al aire —, y tú vas a limpiar mi trasero, porque soy perfecto y puedo destruirte con mi rayo mojador de tangas.
—Vaya imitación... —Una voz salió de alguna parte de la habitación provocando que caiga de la silla reclinada y al asomar la cabeza por el borde del escritorio me encontré a Eira sonriendo mientras empujaba un carrito con el desayuno —. Si te escuchara quizás podrías tocarle el ego. —La observé acercarse mientras yo apoyaba los brazos sobre el escritorio y me quedé arrodillada en el suelo.
—Esa cosa es indestructible, seguro hasta tiene una personificación aparte —sople un mechón de pelo que caía sobre mi frente.
—¿Dónde está Octavian y su ego? —comenzó a dejar todo sobre el escritorio con una paz envidiable.
—Se está bañando y repitiéndose lo grandioso que es —finalmente me levanté del suelo para volver a mi trono.
—A él le agradas Arcane —dijo sin levantar la vista de las tostadas.
—Para ser su tía lo conoces muy poco... —Y en ese instante quise morderme la lengua, juro que se me había escapado, yo no quería que ella sepa que yo sabía.
—¿Cómo sabes eso? —su expresión se endureció y sus ojos azules se plantaron en mí, me sentí pequeña en la silla.
—Él me lo dijo...
Prácticamente lo obligue a que lo haga, pero ese no es el punto.
—Lo único que me une a Octavian es el amor que le teníamos a mi hermana y ni se te ocurra divulgarlo por ahí. —Si había algo que más odiaba en esta vida, era que me amenacen y Eira estaba jugando con fuego.
—¿Qué me harás Eira? —retomé mi postura en la silla —. Hasta dónde yo sé, nosotras somos amigas y las amigas guardan muy bien lo secretos, me ofendes —me lleve una mano al pecho fingiendo aflicción.
—Ese no es el punto Arcane, no hay que desenterrar a los muertos o los vivos te enterraran a ti y lo que sucedió hace mucho tiempo, por el bien de todos, tiene que quedar en el pasado.
A la pequeña Arcane en mi cabeza se le prendió la lamparita y con una expresión inocente levanté las manos en señal de rendición.
—Está bien, yo no desenterrare ningún secreto de los Carey, pero antes quiero hacerte una pregunta... ¿Qué sabes de Caín? —mi expresión se endureció.
—¿Acaso me estas extorsionando?
—¿Yo? Claro que no, pero si logré que Octavian me diga sus oscuros secretos... Imagínate lo que puedo hacer con ellos. Solo quiero ayudar a una amiga —ambas nos observamos con seriedad enfrentándonos por encima del escritorio.
Pasaron solo unos segundos hasta que Eira sonrió: —Definitivamente no hay que subestimarte... ¿Qué quieres saber del psicópata?
—¿Cómo está? ¿Dónde está? Quiero que me cuentes todo lo que sepas de él y el futuro que le depara. —Ignore completamente como lo llamó.
—Físicamente está bien, psicológicamente necesita un especialista como todos los de la isla. Y lo único que sé de tu amante es que ya no se encuentra en los calabozos, está calentito en su habitación, se acerca el baile.
Mi corazón se aceleró en cuanto escuché que Caín ya no estaba encerrado, me atreví a tener esperanzas y a idear un plan para verlo antes del baile.
—Necesito que me ayudes a verlo, quiero hablar con él. —Aquello salió más como una súplica que como una orden.
—Estás loca si crees que te ayudaré a encontrarte ilegalmente con el psicópata. —Continuó con su trabajo y yo me levanté rápidamente de la silla.
—Por favor Eira, es muy importante que lo vea antes del baile, —rodeé el escritorio parándome en frente de ella —. Si haces esto te deberé un gran favor.
Ella levantó la vista hacía mí y se me quedó viendo con cara de pocos amigos, yo intenté poner mi expresión más angelical que tenía, solo faltaba que me arrodille a rogarle.
—Está bien, solo espera mi señal... —cedió y tuve que contenerme para no saltar de felicidad.
—Esa fue la mejor ducha de toda mi vida. —Octavian salió con una toalla enrollada en la cintura secándose el cabello con otra, mientras varias gotas se deslizaban por su abdomen, al vernos su sonrisa se ensanchó —¿Acaso te oí hablar preciosa? —Se acercó a mí envolviéndome con su olor a jabón y solo pude negar con la cabeza —. Buena chica, Eira ya puedes retirarte.
Antes de irse, la mujer me dedicó una mirada cómplice y nos dejó solos. Sin decir nada más, Octavian se fue a vestir y luego salió para que por fin podamos desayunar, el estómago me rugía desesperado de alimento.
—Hoy debo resolver algunos asuntos del baile, así que tienes la autorización para entrenar o andar por ahí, pero no te metas en problemas. —Dijo devorando una tostada cubierta de mantequilla.
Asentí intentando reprimir la alegría que me provocaba recibir esa noticia, así sería más fácil hablar con Caín y contarle sobre mis planes. Hasta ahora es el único en que siento que puedo confiar.
El desayuno fue más silencioso de lo esperado, pude notar como Octavian se encontraba bastante estresado. Mañana ya sería el baile oscuro.
En cuánto él se fue aproveché la oportunidad para prepararme y aguarde durante casi dos horas a Eira. Incluso pensé que no llegaría, pero lo hizo, con su traje de doctora y una insignia para mí que decía: "Permiso especial". Ella me advirtió que guardara silencio en todo momento, mantuviera la mirada en mis pies y que solo tendría menos de una hora para hablar con Caín.
Todo el camino hasta una habitación al final de la enfermería las manos me temblaban, comenzaba a sudar y me encontraba demasiado nerviosa como para pensar con claridad. Todos esos sentimientos se disolvieron en cuanto lo tuve en frente.
Observaba por una pequeña ventana, su traje negro le quedaba a la perfección y toda su aura oscura hacía mis piernas flaquear. Caín era capaz de provocar tanto en mí y ni siquiera me veía.
El mundo se me vino abajo cuando se giró, me llevé una mano a la boca reprimiendo un grito. Una horrible cicatriz comenzaba por encima de su ceja y acababa en su mejilla, su ojo se encontraba cubierto por un parche negro. Caín clavó su oscura mirada en mí, fueron segundos de silencio sepulcral que parecieron horas, hasta que una sonrisa torcida se formó en su rostro.
—Tu tampoco te ves muy bien que digamos. —Se acercó hasta que estuvo parado en frente de mí.
—¿Qué te hicieron? —levanté mi mano hasta su mejilla con sumo cuidado por la cicatriz que aún no parecía sanar.
—El otro quedó peor... —quiso tranquilizarme, pero eso era inútil.
—¿Quién fue? —mi voz salió dura y cargada de frialdad, mataría al desgraciado.
—Ha sido Bellamy, se enojó luego de que asesinara a dos de sus jinetes.
Mi boca se abrió con sorpresa: —Tú... ¿tú has asesinado a alguien?
—No es la gran cosa, esos idiotas se lo buscaron, aquí es matar o morir. —Su mano se posó en mi mejilla y esa gélida sensación tan familiar me inundó, lo extrañaba.
—No es eso, es que...
—Has silencio Arcane, solo deja de hablar y bésame ¿quieres? —Su otra mano se posó en mi cintura y sentí como una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo.
No necesité más, solo esas milésimas de segundos en las que lo sentí más cerca que nunca y me incliné haciendo puntillas para besarlo. Sus fuertes brazos me atraparon rodeándome con actitud posesiva, cargada de deseo.
Caín me codujo hasta una de las paredes encerrándome con su cuerpo y continuamos basándonos, no me resistí cuando se deshizo de mi saco y luego comenzó a desabrochar los botones de mí camisa. Solo existíamos nosotros dos en aquél infierno de placer, destrucción y deseo. No me importaba que haya asesinado a alguien, lo admitía, aquello no me generaba absolutamente nada.
—¿Arcane? —Una voz rompió el momento, esa voz a la que temía enfrentarme. Caín se apartó de mí dejándome ver a Wren parada en la puerta, sosteniendo una bandeja con medicamentos que pronto cayó al suelo resonando en todos lados.
—Wren, yo... —me apresure a abrocharme los botones de la camisa y correr hacía ella.
—¡No! No te me acerques —se apartó de mí levantando las manos —. ¡Me mentiste, tú sabías que él me gustaba!
—Esto pasó demasiado rápido Wren, no supe cómo decirte, Caín y yo nos conocemos de niños... —sentí las lágrimas acumularse en mi ojos, no había nada que pueda decir para remendar esto, aun sabiendo que Caín era el chico que le gustaba yo no me aparté. Era la peor amiga del mundo y ahora había lastimado a la única persona que me juré proteger.
—¡Siempre tienes que ser tú Arcane! —explotó comenzando a llorar —. Siempre has sido el centro de atención y no te bastó con eso, te metes donde no debes y luego pretendes que se te perdone como si nada. Así no funcionan las cosas, porque eso... —nos señaló a ambos —, lastimaron a mucha gente por pensar solo en ustedes... Waylan está intentando sanar y lo traicionan de esta manera.
—¿Waylan? —por fin Caín habló.
—¡Si idiota! —Wren caminó enojada hasta él —¡Pon los pies sobre la tierra! Tu mejor amigo ha estado enamorado de ti todo este tiempo y lo único que has hecho fue acostarte con Arcane en sus narices, sin darle la oportunidad de ser sincero contigo.
Aquello nos hizo callar a todos, fue tan inesperado que ni siquiera notamos a Waylan parado en la puerta, con los ojos llenos de lágrimas observando a su mejor amigo. Cuándo sus miradas se encontraron pude ver como a Caín se le venía el mundo abajo, nunca lo había visto llorar, pero en ese momento su expresión fría se rompió en miles de cristales dejando ver a un chico que también tiene sentimientos y que eso lo había tomado por sorpresa. No conocía su relación de amistad con Waylan, pero en ese instante puse los pies sobre la tierra y entendí que debía apartarme, por más que amara con todo mí ser a Caín, yo era la responsable de destruir el amor que se tenían ellos.
Waylan no tardó en reaccionar y salió corriendo, Caín lo siguió gritando su nombre hasta que sus voces se perdieron por el pasillo. Quedé a solas con Wren, debía enfrentar las consecuencias de mis mentiras.
—¿Qué más me ocultaste? —su voz se escuchó apagada, ni siquiera podía verme a los ojos.
—Yo... —observé mis manos, pero tenía que ser fuerte, levantar la cabeza y enfrentar esto, así que lo hice —. Me enteré que Caleb asesinó a mi padre y he estado ideando una venganza todo este tiempo, ni siquiera estoy segura si me iré con ustedes luego del baile.
—No vengas con nosotros. —Ahora su mirada estaba cargada del más puro odio —. Este lugar te ha convertido en tu peor versión Arcane, quédate, has justicia por la muerte de tu padre y púdrete en este nido de asesinos, veo que no eres muy diferente a ellos —me esquivó y se marchó por el pasillo dejándome completamente sola.
Estando allí sola, pude llorar, las lágrimas acumuladas salieron como un río por mis mejillas y caí al suelo soltando sonoros sollozos. Sus palabras me dolían porque eran ciertas, algo en mí había salido a la luz en este lugar y no me arrepentía, me sentía a mí misma más cerca que nunca, pero ¿a qué precio? ¿A cuántos más debía lastimar para encontrarme?
Lastimaba a las personas cercanas a mí, les mentía y engañaba para conseguir mis objetivos.
Como pude me levanté, me puse mi saco y salí de aquélla habitación. Desesperada por entrar a algún lugar donde pueda estar sola, corrí lejos de la enfermería hacía el ala de entrenamiento, me metí en la primer puerta que vi y no se oía ni un ruido.
Cerré la puerta detrás de mí y los ojos se me abrieron de par en par al ver dos personas besándose. Se trataba de Clara y un chico de cabello negro con las puntas celestes, cuando notaron mi presencia, se separaron.
—Arcane ¿qué ha pasado? —Clara se acercó rápidamente a mí.
—Nada, no quería interrumpirlos... —quise darme la vuelta para irme, pero ella me detuvo sosteniendo mi brazo, yo no me resistí.
—¿Qué te ha pasado? ¿Alguien te lastimó? —Se la veía realmente preocupada.
—¿Octavian te hizo algo? —el chico se acercó, desde mi posición pude ver que los iris de sus ojos eran blancos, llevaba unas lentillas.
—No...No —negué rápidamente —. Él está preparando todo para el baile oscuro, es solo que tuve una discusión con Wren.
—Oh... —Clara pareció entender —¿Se ha enterado?
—Nos encontró con Caín.
—Ven aquí —me abrazó y no me resistí, realmente necesitaba uno.
Algo en ella me hacía sentir bien, me daba un buen presentimiento la forma en la que se desenvolvía dentro del lugar y lo madura que era. Su abrazo fue de gran ayuda, luego de separarnos nos sentamos y volví a romper en llanto, le conté todo lo que pasó mientras ella acariciaba mi mano en un gesto reconfortante y su novio o lo que sea, se mantuvo en silencio, pero no se marchó, eso también significó mucho para mí.
El tiempo se me pasó volando hablando con ellos, que me contaron lo suyo y que si podía guardar el secreto, soy bastante buena mintiendo así que no sería un problema. También me enteré que quieren escapar juntos, así que en el baile vendrán con nosotros y que Abel, el chico de ojos blancos, será nuestro marinero.
Al final se hizo demasiado tarde y ellos me acompañaron hasta la habitación de Octavian, debía tener los ojos hinchados y una gran expresión de cansancio así que mi primera para sería una ducha de agua bien caliente.
—Hasta que al fin apareces. —La voz de Octavian me hizo pararme en seco antes de entrar a la habitación —. Pensé que estaría por ahí buscando problemas y al volver me enteraría que los generales decidieron asesinarte.
No tenía ánimo para lidiar con él, quise continuar mi camino, pero tampoco noté que se había acercado tomándome del brazo.
—Arcane ¿no tienes nada que decir? —su voz se escuchó seria mientras yo continuaba dándole la espalda, ocultando mi rostro entre mi cabello.
Me limité a negar con la cabeza, pero hizo caso omiso acercándome hacía él y con su mano derecha me obligó a verlo, se sorprendió al encontrarse con mis ojos hinchados.
—¿Estuviste llorando? —preguntó endureciendo su expresión.
—No... ¿Qué te parece que estuve haciendo? —Respondí con un notable sarcasmo.
—¿Quién ha sido?
—¿Qué? —fruncí el ceño confundida.
—Eres tan testaruda que te niegas a llorar, así que solo lo haces cuando alguien te hace algo feo... —acercó su rostro al mío — Ahora dime: ¿Quién fue?
—Nadie, lloré porque eso hacen las chicas de diecisiete años, supéralo. —Intenté zafarme, pero Octavian apretó su agarre.
—Sabes que lo averiguare de todas formas, te estoy dando la oportunidad que tú me lo digas.
—¿Y qué harás? ¿Vas a golpearlo hasta darle una lección? —no quería discutir, solo deseaba estar tranquila al menos por unos minutos.
—Ha sido Caín...
—Yo no dije eso.
—Pero es el único que te haría llorar, —me soltó y fue hasta el sillón donde tomó su saco —. Le dije a ese idiota que si lo sacaba del calabozo era para que no se te vuelva a acercar. —Fue enojado hasta la puerta, pero yo fui más rápida y me interpuse en su camino quedando encerrada contra la fría madera y su cuerpo enfurecido.
—No quiero más problemas Octavian, no ha sido Caín, yo misma me busqué toda la mierda que me pasó. Le mentí a Wren, me metí en una relación y lo único que quiero es una ducha —llevé mis manos a su pecho intentando hacer que retroceda, pero no se movió —. Por favor, ya ha sido demasiado por un día.
Poco a poco pude ver como su mandíbula se relajaba y finalmente se apartó volviendo a dejar el saco en el sofá.
—Está bien, no haré nada.
Suspiré aliviada y por fin me fui hacía la habitación para meterme a bañar. En cuanto el agua caliente hizo contacto con mi piel, me relajé.
Me permitiría llorar en la ducha, pero las lágrimas no salieron, ya había sido demasiado llanto por un día y ahora podía pensar con claridad.
Había perdido a mi mejor amiga, también a Waylan y con Caín las cosas cambiaron. El amor no me llevaría a ningún lugar, este es igual a un momento de placer por toda una vida de sufrimiento. Era hora de concentrarme en mi objetivo, dejar el sentimentalismo de lado y volver a ser la Arcane fría y calculadora que me había traído hasta aquí.
Como una vez me habían dicho... Soy una tormenta, soy despiadada.
♠️♠️♠️
¿Qué aprendimos hoy? Que las mentiras tienen patas muy cortas y que Clara tiene muy buen gusto jsjsjsjs okay no, pero Abel... Abel es un papucho de ojos.
En fin, espero les haya gustado el capítulo ♡.
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