Capítulo 2
"La presa y el carcelero"
Nunca creí que mi primer viaje en barco sería así, estando esposada a una tubería sin poder ver nada, con dos extrañas que por fin me hacían caso y no emitían ninguna clase de sonido. Y, sobre todo, siendo secuestrada por el grupo terrorista que lleva años atormentando nuestra pequeña ciudad. La idea de ser secuestrada por los jinetes terminó de darme miedo cuando cumplí dieciséis y vi ser secuestradas a muchas personas menos a mí, que siempre me manejé en la noche como si fuera la dueña de esta, incluso en el mes de abril me daban más ganas de salir, pero aquí me tienen.
El viaje en barco no fue la gran cosa, más que nada porque iba en total silencio y no había nada que analizar, simplemente entregarme a mi destino. Al llegar a tierra firme no sabíamos si ya deberíamos despertar, pero por las dudas continuamos fingiendo estar dormidas por lo que me cargaron hasta que la venda en mis ojos fue retirada. Esperé que la persona que me cargó se fuera para así poder abrir lentamente mis ojos y acostumbrarme a la débil luz del amanecer que se asomaba por una pequeña ventana. Estaba en una celda, con solo dos camas, un retrete en una esquina, un lavamanos y una pequeña mesa. En la pared sobre la mesa había un papel pegado que al acercarme pude identificarlo como un horario:
06:00am = todos fuera de la celda.
06:30am = Aseo.
07:00am = Desayuno.
Y así sucesivamente, ¿acaso estábamos presos como criminales? No tuve oportunidad de indagar demasiado en aquélla pregunta ya que sobre la cama había ropa.
Un jardinero largo color mostaza con una camiseta blanca y pequeñas zapatillas blancas. Comencé a desvestirme y me encontré que todo era solo una talla más grande que la mía. No soy la persona más alta del mundo, mi cuerpo esquelético de 1.70 esconde algunas curvas, pero es cierto que soy muy delgada.
Me senté en la cama viendo mis zapatos intentando asimilar todo lo que estaba sucediendo, intentaba no pensar en mi madre ya que eso sólo llevaría a que acabará golpeando mi cabeza contra la pared con la intención de callar mis pensamientos.
La celda abriéndose me hizo girar hacía allí, un hombre de mediana edad entró sujetando unas esposas, él vestía un elegante traje totalmente negro con un pañuelo del mismo color que mi mono, en el bolsillo de su saco.
Se acercó a mí impartiendo terror mientras tomaba mis manos y las sujetaba con aquellas esposas. En ningún momento habló, simplemente me obligó a salir de la celda y caminar por extensos pasillos con otras celdas, algunas vacías y otras de las que salían los demás secuestrados. Bajamos por unas escaleras de metal y acabamos en lo que pareciera ser el comedor principal, ya que se extendían tres hileras de mesas con cuatro colores diferentes, una de ellas era mostaza así que allí tomé mi lugar. Era la única en esa mesa hasta que otra persona bajó por las mismas escaleras y llevaba un mono de mí mismo color, me levanté con brusquedad al ver de quién se trataba. Ese cabello rojo fuego lo reconocería en cualquier lado.
- ¡Wren! -grité corriendo hacia ella.
- ¡Arcane!
Ambas intentamos acercarnos, pero las esposas en nuestras manos soltaron una descarga eléctrica que nos hizo caer al suelo sintiendo como todo ese voltaje se apoderaba de mis músculos.
El hombre del principio me tomó con brusquedad y me obligó a sentarme en mi lugar y a Wren a unos metros de mí.
Por mis mejillas se deslizaban lágrimas cargadas de dolor. Allí estaba mi única amiga, la que me conoce desde que llegué a la ciudad y luego de la muerte de mi padre, siempre estuvo ahí.
Wren es una chica llena de luz y energía, verla con los ojos hinchados y apagados me causó un dolor agudo en el pecho. Tenía la esperanza de que ella estuviera en casa y pudiera consolar a mi madre, pero no es así, ahora sus padres y hermano se encuentran en la misma situación.
Desde mi lugar pude ver como las mesas se fueron llenando, adolescentes llegaban llorando, gritando desesperados y otros simplemente en silencio entregándose a sus destinos. Todos estaban clasificados por tres colores y en cada mesa había cinco. En la mía conocía a la mayoría de los que se sentaron, ya que trabajar en la cafetería tenía ventajas.
Frente a mí estaba Wren, que solo me miraba desesperada pidiéndome ayuda, a su lado otra chica que pude identificar como Graycee, la realeza en persona. Me preguntaba cómo se habrán puesto sus padres al saber que la princesa también fue secuestrada, es imposible no conocer a esta chica de cabello castaño y piel tostada, ella va al mismo colegio que nosotras, es popular, inteligente, capitana del equipo de volleyball, entre otras cosas. Como, por ejemplo: una perra.
A mi lado se ubicaba un chico tembloroso de rizos rubios cayendo totalmente despeinados, no lo conocía de ningún lado, ni siquiera recordaba haberlo visto.
Pero hasta ahora éramos solo cuatro en la mesa y el quinto integrante no tardó en bajar las escaleras, con cadenas en los pies que se unían a las esposas en sus manos y siendo escoltado por tres guardias que dos de ellos lo apuntaban con armas. El tiempo se detuvo por un segundo y sentí como un escalofrió subió por mi espalda, su mirada grisácea se plantó encima de mi haciéndome temblar, como si estuviera viendo directamente a los ojos del diablo, pero la gelidez que transmitía me transportaba a los límites de la curiosidad y piscas del deseo. Su cabello negro caía despeinado sobre su frente, ocultando parte de su mirada portadora de oscuridad. Cada una de sus facciones era varoniles y entonces reconocí al chico delante de mí.
Caín Foster, mi compañero de kinder, juegos y mejor amigo de la infancia, después de la muerte de sus dos padres, se volvió un misterio. Cuando regreso a la ciudad nadie se atrevió a acercarse al menos cinco metros de él, me incluyo en esa lista.
Su mirada me abandonó en cuanto lo obligaron a sentarse junto a Graycee y en ningún momento levantó la vista de sus manos. Ni siquiera cuando un hombre se paró en frente de todos y habló:
-Como ya saben, nosotros somos los jinetes y ustedes los prisioneros, - comenzó diciendo - su estadía aquí no será un hotel cinco estrellas, tienen horarios fijos y siempre deben usar el mono correspondiente a su división. Habrá pruebas que solo los más fuertes podrán pasar...
Mierda.
-Está completamente prohibido hablar o relacionarse con alguien que no sea de su división, pueden formar amistades que claramente no durarán, - en su rostro se formó una sonrisa perturbadora, - pero nada de relaciones físicas, esas serán penadas con la muerte. Se moverán por este pabellón en los momentos libres y ahora coman... Lo van a necesitar.
Luego de ese discurso poco esperanzador estaba temblando al igual que el chico a mi lado, ¿Cómo que pruebas? Físicamente soy inútil, no tengo demasiada fuerza, para lo único que podría servir sería para pruebas de agilidad y rapidez, al ser pequeña me muevo con facilidad, pero no más que eso.
Estaba tan ensimismada que ni noté cuando trajeron un plato con una manzana, dos tostadas con mermelada, un panecillo y luego una cajetilla de jugo y un café. Al menos nos alimentamos bien, observé a todos a mi alrededor y noté como dudaban si era seguro.
Si querían matarnos lo hubieran hecho antes y yo moría de hambre, así que sin más le di un bocado al panecillo ganándome muchas miradas que esperaron que suceda algo, pero como no pasó nada comenzaron a comer sin problema, a excepción de Wren.
-Come... Es seguro. -Dije en un tono tranquilizador animándola.
Ella me dedicó una mirada tranquila y con miedo se llevó la manzana a la boca, no podía evitar pensar en lo difícil que era para ella estar aquí. Wren no es la clase de personas que ves siendo secuestrada por los jinetes, su familia se encierra por todo el mes en casa para cuidar a sus únicos dos hijos, tanto Wren como su hermano tienen futuros planeados, vidas perfectas llenas de alegría y son personas humildes que no le hacen mal a nadie.
-Tiene cafeína... -el chico a mi lado habló.
- ¿Y qué esperabas del café? ¿Qué tenga la pócima a la vida eterna? -Graycee respondió sarcástica mientras devoraba su desayuno.
-No perra, yo no puedo consumir cafeína... -se defendió.
- ¿Cómo me llamaste? -iban a empezar a discutir y al menos que quieran una descarga eléctrica (que les vendrían muy bien), debían parar.
-Basta o van a electrocutarlos. -Cómo si Wren leyera mis pensamientos ella les advirtió.
-No puedo consumir cafeína... -susurró el chico bajando la cabeza.
Me giré hacia él sosteniendo mi cajetilla de jugo, sabía que algo andaba mal.
-Puedes quedarte con mi jugo y yo me tomaré tu café, luego les diremos que no consumes cafeína.
-Gracias. -Extendió su café y aceptó mi jugo -. Eres Arcane ¿no? Trabajas en la cafetería del pueblo.
-Así es, no creí haberte visto por ahí.
-Las personas no me ven, pero yo si a ellas. Mi nombre es Waylan. -Se presentó amablemente.
-Un gusto Waylan. -Me sonrió y la conversación murió allí.
Los cinco comimos nuestros desayunos y esperamos en silencio que nos den más órdenes, de vez en cuando miraba a Caín que solo se concentraba en su bandeja y comía con lentitud. Wren me atrapó viéndolo y me hizo una seña con la cabeza que no supe interpretar, entonces movió los labios lentamente diciendo "Edgar Allan Poe". Me costó unos segundos recordar nuestra conversación de anoche, entendiendo que Caín era del chico que habló por semanas, que tanto le atraía. Por el que estaba dispuesta a leer una novela gótica e incluso dejar de usar colores chillones.
La dulce Wren estaba interesada por el chico repleto de tatuajes que fue acusado de asesinar a sus propios padres y pasó toda su niñez en un hospital psiquiátrico, se intereso por el paciente de mi madre. Le dediqué una mirada de sorpresa y desaprobación a mi mejor amiga que bajó la vista avergonzada.
Me quedé un par de minutos asimilándolo y luego volví a devorar mi desayuno.
Haber tomado dos tazas de café no fue la mejor decisión, considerando que sufro de ansiedad por lo tanto yo también tengo prohibido consumir cafeína, aunque no había pensado en eso a la hora de ayudar a Waylan.
Ahora mismo mis manos temblaban haciéndome imposible controlarme y estaba verdaderamente ansiosa, para cuando nos separaron y a nuestro grupo lo llevaron a una especie de sala gris yo ya quería salir corriendo. Afortunadamente en el camino a la sala, Wren se acercó a mí y me ayudó a tranquilizarme un poco, pero eso no servía, no había tomado mis medicinas antes del desayuno y eso terminaba mostrando sus desventajas.
-Esta prueba es muy simple, serán sometidos a sonidos particulares para cada individuo, quien no sepa sobrellevarlo morirá por causas como paros cardíacos o acabará suicidándose -al decir lo último, el hombre que hablo en el desayuno, señaló una mesa a un costado de la sala donde se encontraban diferentes herramientas útiles para suicidarse.
Ahora mismo mi terapeuta estaría golpeándolo por incitar a que cometa ese acto que tantas veces intenté.
En la sala también había cinco chicos con trajes negros y un pañuelo mostaza en sus bolsillos, que no sobrepasaban los veintitantos años, no me había fijado en ellos hasta que una mirada me pesó, al mirar por encima de mi hombro me encontré con unos ojos azules que ni se inmutaron. No parecía muy grande, quizás solo unos años, su rostro me hipnotizó por unos segundos y luego, avergonzada, baje la mirada.
Los cinco asistentes vinieron con audífonos inalámbricos en sus manos y nos posicionaron en plataformas distribuidas por toda la habitación, el chico de ojos azules hipnóticos se encargó de acomodar correctamente el aparato electrónico en mis oídos. Y con una expresión totalmente fría se alejó para volver con los demás jinetes.
No puedo creer que me parezca atractivo un jinete, antes muerta que desarrollar síndrome de Estocolmo.
Pensé mientras la habitación permanecía en silencio, de inmediato busqué con la mirada a Wren quien se encontraba aterrada. Con una seña tranquilizadora busqué quitarle importancia a todo esto, pero lo cierto es que yo estaba igual de aterrada que ella, no sabía a qué me enfrentaba.
De repente las luces de la habitación se apagaron dejándonos en una oscuridad tan pesada que me obligó a cerrar los ojos, entonces un sonido apareció a mi derecha. Se trataba de un tintineo constante que se acercaba lentamente y mientras más cerca, podía identificarlo como el sonido de unas llaves golpeándose entre sí.
El sonido pasó por detrás de mí y a mi derecha una puerta se abrió. Se escuchaba una mujer tararear una canción y cuando me acerqué la voz de esa mujer era la de mi madre.
Sentí como mis piernas me condujeron fuera de la plataforma a través de la oscuridad para llegar donde estaba ella, lo único que logré fue chocar contra una pared.
-"Ten cuidado leoncita, llama a tu padre para comer"
Era mi madre, ella siempre me llamaba así, pero entonces entendí sus palabras, papá estaba vivo. Corrí por la habitación escuchando mis pasos sonar en una escalera hasta llegar al segundo piso donde los sonidos convirtieron a la oscuridad en imágenes y observé a mi padre en la computadora.
-Papá...
Susurré sintiendo como las lágrimas comenzaban a salir sin piedad por mis ojos. La figura de mi padre comenzó a girarse lentamente, pero tuve un mal presentimiento.
-Tu padre no puede rescatarte por siempre niña.
Era él, el mismo hombre que asesinó a mi padre en frente de mí cuando yo solo tenía diez años, su voz aterradora la reconocería en cualquier lado, pero su rostro era un borrón de luz blanca. Retrocediendo busqué escapar de allí, pero me detuve en seco cuando detrás de mi escuché un arma cargarse y todas las imágenes en mi mente se volvieron nada más que oscuridad. Yo estaba inmóvil, sintiendo como el cañón del arma me soplaba la nuca y entonces la persona jalo el gatillo, el estruendo retumbó en cada parte de mi mente y solté un sonoro grito que fue silenciado por otro. Sentí como mi cuerpo caía al suelo mientras los audífonos salían volando y al estar tirada en posición fetal, las luces se encendieron por un segundo dejándome ver a Wren gritando desesperada como si estuvieran cortándole extremidad por extremidad, pero yo no podía hacer nada... Estaba paralizada sintiendo corrientes eléctricas hacerme temblar, hasta que unos brazos me levantaron y antes de caer en un profundo sueño volví a escuchar esa voz grave diciendo:
-Quieta...
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