Capítulo 17
Aviso:
Antes de comenzar me gustaría aclarar que en el siguiente capítulo hay escenas fuertes y se tratan temas muy delicados que pueden tocar la sensibilidad, quiero aclarar que estos fueron abordados desde una perspectiva general. Se pide ante todo discreción.
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"Gélidos susurros"
Mi vista tardaba en acostumbrarse, se trataba la cegadora luz de la tarde. El viento frío me golpeaba llenando mis pulmones con un olor penetrante a playa y plantas, en ese instante, me quedé congelada, tapando el sol con una de mis manos para lograr acostumbrarme. Por un segundo toda la adrenalina se disipó y el dolor en mi abdomen cesó.
Un sonido a mis espaldas me despertó del trance, al girarme, Caín trababa la puerta con un caño oxidado. Su pecho subía y bajaba, su cabello estaba mojado gracias al sudor y el agua que nos salpicó cuando corríamos. Al verme, su expresión cambió a una completamente alterada y se acercó rápidamente.
―Estás sangrando... ―abrió mi saco dejando ver los cortes que la basura me provocó ―. No parecen muy profundos, debemos apresurarnos.
Asentí varías veces sin poder asimilar lo que estaba pasando, en cuanto tomó de nuevo mi mano, entrelazando nuestro dedos, sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo. Comenzamos a trotar encima de la arena y en ese momento no podía pensar en nada más que escapar junto a Caín. Ni Wren o la venganza cruzaba por mi mente, sabía que si nos atrapaban, iban a matarnos.
Un bote de madera vieja nos esperaba en la orilla, sentí esperanzas de un futuro prometedor. Ambos corrimos hasta la playa y mientras Caín zafaba las cuerdas yo me subí a preparar los remos. Si teníamos suerte los remolinos del cañón no nos atraparían y los tiburones estarían demasiados ocupados para darse cuenta de un pequeño bote.
No necesitábamos suerte, necesitábamos un milagro.
Caín soltó las sogas y empujó el bote. ―Mierda, el agua está helada. ―se quejó sin dejar de empujar.
Pronto los pasos fuertes y apresurados se hicieron presentes, una docena de jinetes venían hacía nosotros.
― ¡SÚBETE! ―grité desesperada mientras tomaba los remos y me apresuraba a comenzar a remar una vez Caín estuvo encima.
Sentí una gélida sensación nacer en mi tobillo y convertirse en miles de cristales clavándose en mi pierna. El agua estaba entrando al bote.
Los jinetes llegaron hasta la orilla y sin dudarlo, se metieron al mar helado para alcanzarnos. Consumida por la desesperación intenté remar, pero una mano surgió de debajo del agua y lo último que vi fue a Caín gritando mi nombre, luego todo fue oscuridad.
Frío y la más profunda oscuridad.
Sentí miles de cuchillas clavarse en mi cuerpo, luché por salir a la superficie hasta que el aire volvió a llenarme y a mi alrededor todo parecía una película de terror. Caín luchaba en el agua contra jinetes que lo intentaban capturar. Otros se apresuraban a sacarme del mar.
Entre tanto forcejeó logré verlo, la primer aleta surgió de las profundidades, con una filosa dentadura, un tiburón atrapó al jinete a mi lado. Fue tanta la fuerza que el cuerpo se desprendió del brazo que me sostenía, tiñendo el agua de un rojo brillante. Y así aparecieron más.
Me giré desesperada buscando a Caín, en el momento en que lo vi rodeado de sangre he inconsciente sentí todas mis fuerzas sucumbir ante un dolor agudo en mi pecho. Todos mis músculos se sintieron adormecidos, la gélida sensación de una posible hipotermia me consumió. Cerré los ojos, dejé de luchar, y me entregué a las manos del destino permitiéndome hundirme en el agua helada.
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Una presión en mi pecho me devolvió a la vida y rápidamente me incorporé para escupir toda el agua que había tragado, mi vista estaba borrosa, pero podía distinguir a la perfección un muro de trajes mojados rodearme y enfrente de mí, esos ojos azules. Su tacto caliente en mi espalda ayudo a que me incorpore sintiéndome sin fuerzas. Estaba en la playa y Octavian me cubría con su saco.
Su cabello castaño caía despeinado y gotas de agua descendían por los costados de su rostro.
―Caín... ―susurré girándome torpemente a ver a mi alrededor.
―Ven aquí. ―Octavian quiso ayudarme a levantarme, pero yo seguía balbuceando el nombre del chico de ojos negros ―. Tranquila, él está allí ―me señaló un cuerpo a unos metros de nosotros.
Caín estaba cubierto de sangre y varios jinetes mojados lo rodeaban mientras Eira trataba sus heridas. En cuanto vi su pecho subir y bajar sentí como un gran alivio me inundaba y junto a él, muchas lágrimas salieron sin previo aviso. Comencé a llorar mientras apretaba con fuerza la arena debajo de mí. Mi corazón cargado de impotencia no lo soportaría.
―Tienes que descansar Arcane... ―Octavian pasó un brazo por mi espalda y me cargó con gran facilidad.
Seguí llorando sin dejar de ver a Caín, al perderlo de vista me sentí impotente, sin fuerza alguna. Recosté mi cabeza en el pecho de Octavian y dejé que su calor envuelva mi cuerpo convertido en un hielo.
―Quieta... ―su voz ronca y suave opacó mis silenciosos sollozos, la luz del día quedó atrás, estábamos de vuelta en la cárcel y las palabras de Luciel no dejaban de repetirse en mi cabeza.
"O te conviertes en jinete, o mueres".
Habíamos estado cerca, por un momento me atreví a tener esperanzas, a imaginarme las cosas sucediendo de otra forma, pero fui ilusa al pensar en un futuro, mis esperanzas se agotaron en el momento en que ellos me secuestraron aquélla noche. Buscaba desesperadamente un culpable para así aliviar la presión en mi pecho, todo giraba en torno de un "quizás".
Quizás me lo busqué.
Quizás no debí salir sola por la noche.
Pero por más que busque culpables, muy en el fondo, sabía que yo no era una. No es mi culpa que el mundo sea tan retorcido, que seamos presas en un sistema donde todos luchan por el poder.
No es mi culpa vivir en un entorno donde el más fuerte sobrevive y abusa del indefenso, donde el gobierno sucumbe ante las acciones de un grupo de terrorista. Porque si no haces nada para solucionar el problema, eres parte de este.
Eso solía decir mi madre cuando defendí a una compañera y amenazaron con expulsarme si no daba brazo a torcer. Aun así no lo hice, ni me quedaría en silencio ante una injusticia, no sería parte de un sistema corrupto
Algo dentro de mí me llamaba a entender a los jinetes, querer conocer sus historias y el porqué de sus acciones. Octavian hoy me ha probado que no importa crecer rodeado de muerte, dentro de cada uno hay un poco de luz. Pero en mi caso, solo siento oscuridad, una muy pesada que me está consumiendo y no tengo intención de luchar contra ella.
―Despertaste... ―Eira entró a la enfermería con una sonrisa. ― ¿Cómo te sientes?
―Cómo si la muerte se compadeció de mí. ―Me incorporé adolorida. ― ¿Caín está bien?
―Está estable, afortunadamente los tiburones atacaron al escuadrón de jinetes que intentaban capturarlo. ―Observé como preparaba una inyección.
― ¿Cuántos murieron? ―temí de su respuesta.
―Cinco jinetes muertos, cuatro en terapia intensiva, y tres ya están estables, pero les faltan algunas extremidades ―suspiró dándome la espalda ―. Ha sido una noche difícil.
―Lo siento... ―miré mis manos, apenada.
―No te disculpes por intentar sobrevivir. ―Se acercó a mí sosteniendo en sus manos una bandeja con aguja y vendas. Levantó la manga hasta mi hombro y me inyectó lo que había en el recipiente.
― ¿Van a matarnos cierto? ―sentí un escalofrío recorrer todo mi cuerpo.
―Si no hubieran escapado de la habitación quizás ya estarían muertos, pero ambos demostraron ser peligrosos y los jinetes no desperdician tanto potencial.
¿A qué se refería? ¿Acaso nos mantendrían vivos solo para utilizarnos? Eso es bastante inteligente de parte de ellos y a mí me conviene para continuar lo que me propuse, debería jugar muy bien mis cartas.
― ¿Octavian vendrá? ―debo comenzar de a poco.
―Está resolviendo algunos asuntos con los generales.
― ¿Ya no es más un susurro? ―indague en Eira que estaba concentrada organizando unos portafolios.
―Nunca lo fue. ―Ella le quitó importancia al tema.
―Pero a mí me dijo qué...
―Octavian manipula y dice las cosas que quieres escuchar para ahorrarse explicaciones. Él no hablaba porque era parte de la terapia que su padre le obligó a hacer. ―La calmada enfermera ahora se veía irritada.
Por la forma en la que se ponía cuando le hablaba de Octavian, indague en lo que sabía sobre Eira, su cabello rubio y ojos azules. En algunas cosas se parecía a él.
¿Acaso? No puede ser...
―Conoces a Octavian bastante bien ―opine intentando conseguir más información.
―Más de lo que quisiera.
― ¿Son amigos?
―No estoy con Octavian si es eso lo que te preocupa. ―se volteó a verme con una ceja alzada.
― ¡Oh no! Octavian no me interesa en lo más mínimo ―negué rápidamente.
―Mejor, porque ese chico es uno de los tantos misterios que no valen la pena ser resueltos.
Acaba de lograr una gran ventaja sobre el hijo del general. Ya sabiendo su forma de actuar será más fácil utilizarlo para llegar hasta Caleb y desviar la atención a un "enamoramiento". Que todos crean que desarrolle síndrome de Estocolmo, así mis verdaderas intenciones estarán resguardadas.
―En el baño están tus cosas, ya te di un calmante así que puedes marcharte. ―Eira volvió a ver sus papeles.
Con algo de dificultad me levanté de la camilla para entrar en el pequeño baño y volver a vestirme con un traje idéntico al mío, el otro debe estar destrozado y empapado.
En el momento en que estaba poniéndome el saco, unas voces del otro lado me alertaron, quise acercarme para oír mejor, pero la puerta salió disparada golpeando todo mi cuerpo. Unos jinetes entraron y me sostuvieron por los brazos inmovilizándome, aun así no reunía fuerzas para luchar. En cuánto levanté la mirada me encontré con Caleb, vistiendo su perfecto traje negro y observándome con ese aire de superioridad.
―Jinete Arcane, por sus conductas contra las leyes que nos rigen, deberá pasar un día en los túneles, desnuda y sin comida. ―Caleb proclamó mi condena y pude sentir como lo disfrutaba ―luego de su liberación, será un susurro y estará bajo las órdenes del futuro general Octavian Carey.
El chico de ojos azules apareció detrás de él, sentí todo ese enojo fundirse en mí, como mi juicio se nublaba. Quería saltar y arrancarle el cuello. Pero no podía explotar, no lograría absolutamente nada.
La furia en mi mirada se fue disipando y solo acepté las consecuencias de mis actos.
Los jinetes me obligaron a caminar hasta una zona de los túneles que no podía reconocer, al llegar allí me quitaron el traje dejándome solo en ropa interior y me arrojaron al frío suelo cubierto de agua verdosa. Cerraron la puerta detrás de ellos y todo lo que me rodeó fue oscuridad, algunos rayos de luz se asomaban por rendijas.
Sentí el frío húmedo penetrar mis huesos y tuve que abrazarme a mí misma mientras recorría los túneles que al final terminaban sellados en algún punto, era una jaula de basura y aquí debía pasar todo un día.
Me senté contra una pared, abrazando mis rodillas contra el pecho me permití sentirme mal y con frustración, un pequeño sollozo abandonó mis labios.
―Si lloras ellos pueden escucharte. ―Una voz salió de la oscuridad y al levantar la cabeza me encontré con Caín sentado en frente de mí, observándome fijamente.
―Caín... ―susurré intentando acercarme a él.
―No, aléjate. ―Me detuve donde estaba.
―¿Te han hecho algo? ―pregunte con cautela.
―Me desperté en la enfermería y esos simios me arrastraron hasta aquí, antes de irse me dieron una paliza. ―Su voz se oía monótona y me era imposible verlo ya que la oscuridad lo cubría por completo.
―Yo... ―mi voz se quebró. ―Lo siento tanto.
―Yo fui el que te arrastró fuera de la cárcel.
―¿Siempre supiste cómo salir? ―me acerqué un poco más.
―No, cuando me metí en los túneles a observar los cambios de horario me encontré que Harry no estaba muerto, se alimentaba de ratas y él me enseñó la pila de basura, ambos pudimos cruzar y dejamos la puerta sin una traba por si acaso. Los jinetes aparecieron, Harry los distrajo para que no me vean, ellos lo asesinaron.
Sentí formarse otro nudo en mi garganta al pensar en el agradable chico que me habló y que quizás en ese instante contempló la posibilidad de escapar. Pero había algo más comiéndome la cabeza...
―Caín, necesito que seas sincero conmigo ―me acerqué con cuidado. ― ¿Cómo es que sabías sobre la muerte de mi padre? ¿Qué más sabes sobre mí?
La distancia entre nosotros bastó para que algunos rayos de luz me dejaran verlo, me contuve por no reaccionar abruptamente. Su rostro estaba todo golpeado, solo llevaba sus boxers y en su abdomen se dibujaban varías cicatrices. En cuanto se dio cuenta que lo estaba viendo levantó la vista y nuestros ojos se encontraron, los suyos estaban cargados de tristeza, como nunca antes lo había visto.
Me puse en cuclillas en frente de él y no dejé de mirarlo fijamente.
―Cuando volví al pueblo, lo primero que hice fue buscarte ―confesó sin dejar de verme ―. De niños habíamos formado una gran conexión y me sentí con la valentía de poder acercarme, pero no salías de tu casa y en la escuela siempre estabas con Wren, cuando descubrí que trabajabas en una cafetería fui a verte, me encontré con el capitán del equipo coqueteándote. ―A medida que me contaba, las imágenes aparecían en mi cabeza de aquél día. ―Entendí que era estúpido intentarlo así que salí y allí me encontré con Waylan quien se volvió mi mejor amigo, me ayudó a observarte, a buscar la oportunidad para hablarte. Una oportunidad que nunca llegó hasta que te vi aquí, una presa más de los jinetes.
Estaba atónita, viendo como me narraba todo con una expresión tan fría, pero un momento sentí que se rompería, que mostraría alguna clase de sentimiento. Porque al ver de la forma en que me confesaba que le gustaba, no me terminaba de convencer.
―Y sobre mi padre... ―desvíe la vista al suelo.
Él tardó unos segundos en contestar y suspirando habló. ―Octavian me lo contó.
―¿Y desde cuándo son tan amigos? ―volví a verlo.
―Eso no te importa Arcane.
―¿Qué no me importa? ―sentí el enojo acumularse en mi garganta. ―El hijo del asesino de mi padre te confesó un crimen y no es algo que se dice mientras toman whisky, por algo te lo dijo. ¡Y merezco saber la verdad! ¡Si tuviste algo que ver o... o...― mi voz se quebró y ahora fue Caín él que quiso moverse hacia mí. Sus ojos buscaron los míos y sujetó con suavidad mis manos, su tacto se sintió muy bien.
―Yo no tuve nada que ver y no sé más de lo que Octavian me contó ―su expresión se ablando ―. Te conté todo esto porque ya no puedo soportar tantos secretos y mentirle en la cara a la única persona que ha hecho sentirme humano.
Sentí mi corazón estrujarse ante sus palabras, mis defensas caían, mis sentimientos eran un tornado dentro de mí. No sabía lo que sucedería, no me importaba la situación en la que estábamos, Caín se estaba abriendo conmigo y yo no me resistiría. Podía ver a ese niño lastimado, sin padres y obligado a crecer.
Su mano se posó en mi mejilla, lentamente me atrajo hacía él, me dejé llevar hasta que nuestros labios se unieron en un suave beso. Su otra mano se posó en mi espalda creando un escalofrío y me atrajo a su cuerpo sin dejar de besarme.
Al final me separé sentándome junto a él, pasó su brazo por mis hombros atrayéndome a su cuerpo. Ambos quedamos en silencio observando el túnel.
Comencé a sentir hambre y frío, pero no quería preocupar a Caín, sabía muy bien que no había salida, solo ratas y agua podrida.
―Caín... ¿Crees que somos malas personas? ―rompí el silencio.
―Tú no lo eres Arcane, solo quieres sobrevivir ―dijo sin dejar de observar el frente.
―¿Y por qué tú si eres una mala persona? ―cuestione viéndolo directamente.
―Por qué he lastimado gente, también mentido y aun así no siento remordimiento.
―¿A quiénes lastimaste?
―A mis padres, a mis amigos y a todos los que se atrevían a acercarse ―se lo oía completamente indiferente, aun así sabía que ocultaba algo.
―Caín... Lo de tus padres no fue tu culpa.
―Eso no lo sabes ―tenía razón, no tenía ni idea como murieron exactamente el señor y señora Foster ―. Yo era tan solo un niño cuándo pasó...
Levanté mi rostro y él me observaba fijamente, quería contarme lo que sucedió esa noche. Puse mi mano en su pierna dándole seguridad.
―Quería hacerles una cena especial por su aniversario y últimamente no había sido un buen hijo, así que debía ser muy especial. Mamá se estaba duchando mientras yo encendía las velas, debí haber tenido más cuidado, pero me apresure por sacar las cosas del refrigerador y cuándo corrí a la cocina, patee una de las velas ―sentí su voz quebrarse ―. Al volver, el fuego ya había consumido toda la sala, quise correr en busca de mamá, pero tropecé en las escaleras. Papá llegó justo a tiempo para sacarme de la casa, una vecina me sostuvo y la última imagen fue la de mi padre corriendo a las llamas... El techo se desmoronó y ese día los perdí a ambos.
En todo momento lo observé contarme la historia y al final una lágrima se deslizó por su mejilla. Caín estaba hecho pedazos, se culpaba de la muerte de sus padres.
―Luego comencé a meterme en problemas, yo no merecía ser feliz, y mis abuelos me internaron en un hospital psiquiátrico, allí todo fue de mal en peor ―continuó y un gran nudo se formó en mi garganta ―. Unos niños más grandes que yo me golpeaban casi todos los días, una noche me acorralaron en el baño y bajaron mis pantalones, el más grande me tocó, yo lloraba y por más que intentara gritar, los otros me tapaban la boca. Un enfermero llegó, me hizo jurar que no diría nada, al día siguiente empujé a ese niño por las escaleras... Lo maté y no sentí ningún remordimiento, lastime a mucha gente y nunca me arrepentí.
Al oír la historia completa me dieron ganas de vomitar, Caín era solo un niño, al que culparon y violaron. Varías lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras temblaba.
―Nunca habías hablado de esto... ―dije sosteniendo su mano.
―El abogado de la familia me dijo que me muestre desesperado y arrepentido, así es como me salvé de ir a una correccional y pude volver al pueblo.
―Caín yo... ―él apartó su mano.
―No Arcane, no hay nada que debas decir, no necesito palabras de aliento. Si te conté esto, es porque confío en ti y de alguna forma te me metiste en la cabeza, contigo siento que toda esa mierda no sucedió. Así que no hables, solo quédate. ―asentí sintiéndome pequeña.
Temblorosa acaricie su rostro golpeado y en ese momento lo sentí más cerca que nunca, ahora conocía su pasado. De alguna forma lo entendía, no me importaba que no se arrepienta de matar al chico que abusó de él, porque estaba intentando sobrevivir.
Ambos estábamos rotos por dentro y la vida se volvió más difícil luego de aquél día.
Caín tomó mi mano, la apartó con suavidad, sus brazos me rodearon y atrajeron a él. Mi estómago rugió, las plantas de mis pies se sentían heladas y no tardé mucho en comenzar a temblar. El frío húmedo se metía debajo de mi piel, el olor a podredumbre me revolvía el estómago vacío.
Pasaron minutos, quizás horas, no sabía si estaba desmayándome o simplemente estaba cansada. Pero me dejé caer sobre sus piernas, mis párpados comenzaron a pesar y sintiendo las caricias en mi cabello caí en un sueño profundo, uno del que no estaba segura si despertaría.
―Arcane... ―no sabía si estaba alucinando, pero la voz de Caín parecía una mezcla de ecos en mi cabeza. ―Tienes que despertar...
Me sentía débil, temblaba y un gran dolor invadía mi cabeza. Nunca había estado tanto tiempo sin comer, sintiendo este frío húmedo penetrarme los huesos y para abrir los ojos necesitaba la mitad de mi fuerza. Aun así no me moví, solo me encontré con el escalofriante túnel y unos zapatos perfectamente lustrados en frente de mí.
―Mmmh... ―de entre mis labios salió un quejido y la persona delante de mí se agachó para tomarme por un brazo.
Sentía como si me estuviera por romper entre los brazos de los jinetes que me arrastraban fuera de los túneles. No podía ver bien y las luces intermitentes aumentaban mi dolor de cabeza, tenía unas horribles ganas de vomitar aunque mi estómago estuviese vacío. En cuánto llegamos a una habitación azul los jinetes me arrojaron con fuerza a uno de los sofás y tuve que clavar las uñas en el cuero para no caer al suelo.
Estaba sudando frío y no paraba de temblar. En cuanto esas bestias se marcharon, creí que estaba sola, pero unos rizos rubios aparecieron en mi campo visual y como si fuera una muñeca de porcelana Waylan me levantó... Aún no perdía la razón.
Todo a mi alrededor era confuso, como pude, caminé hacía algún lugar de la habitación y mi cuerpo desnudo recibió el cálido sentimiento de una tina llena de agua.
―Waylan... ―Susurré sin fuerzas mientras luchaba por mantener mi cabeza levantada.
―No hables... O ellos te castigarán.
Y en ese momento lo recordé, había sobrevivido a la noche en los túneles y ahora era un susurro.
El susurro de Octavian, mi nuevo general.
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Holis caracolis... Han pasado demasiadas cosas en este capítulo que es un poquitin más largo.
Poco a poco vamos conociendo a los personajes y hoy... Caín nos dejó ver qué hay detrás de ese chico repleto de oscuridad, la historia detrás de sus acciones. Una historia muy fuerte.
¿Qué piensan que sucederá con Arcane ahora que es un susurro?
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