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Capítulo 16

"Efecto mariposa"

Caín nos observaba completamente serio, con sus ojos negros puestos en mí, me había escuchado y mis palabras sin un contexto se podrían mal interpretar.

―Octavian quiere hablar con nosotros, con todos. ―dijo sin despegar la vista de mí.

―Está bien, vamos. ―Sin más, Graycee caminó de mala gana hacía la puerta, y nosotras la seguimos.

Todo el camino evité la mirada de Wren, sabía que ella quería indagar más sobre mi "romance" con Octavian, que claramente era inexistente y una cruel mentira para cubrir mis verdaderas intenciones aquí.
Ahora solo quedaba ver hasta donde llegaba con mi mentira, espero al menos que un día.

En cuánto llegamos a una habitación nos encontramos a Octavian hablando animadamente con Waylan. Cada uno se sentó alrededor de la mesa circular, aun así Octavian se veía superior, con un vaso de whisky y un aire despreocupado, cualquiera podría confundirlo con un general.

―Tengo noticias sobre el nuevo escape. ―Se inclinó hacia adelante apoyando los ante brazos en la mesa. ―Debido a que todos están en la mira al ser nuevos jinetes usaremos un evento especial para sacarlos.

―Y ese evento es... ―Caín lo animó a continuar.

―El baile oscuro, es un evento de máscaras en el que se presenta formalmente a los nuevos jinetes. Ustedes llevarán antifaces blancos mientras que los demás llevarán uno negro ―presté atención a cada una de sus palabras comprendiendo a donde quería llegar ―. Luego del vals con los generales ustedes se cambiarán el antifaz y los sacaré uno por uno, debemos ser cuidadosos y muy silenciosos, los detalles del plan se lo iré contando.

Wren se aclaró la garganta y observó al chico de ojos azules. ―¿Y cuándo es ese baile?

―Luego de que pasen por cada área, los generales determinarán quienes serán jinetes y quiénes serán susurros, pero no estarán aquí para pasar por esa tortura.

―¿Cómo planeas sacarnos? ―ahora fui yo la que captó la atención de todos.

―Preciosa, me ofendes, haces que parezca un completo incompetente. ―Y el Octavian de siempre, había vuelto.

Sentí un ligero rubor subir hacía mis mejillas y tuve que apartar la vista hacía mis manos en la mesa.

―Solo esperen el momento, los contactare cuándo los necesite ―se levantó acomodando su saco ―. Ahora si me disculpan, tengo trabajo que hacer, vuelvan a sus tareas, ―caminó hasta la puerta, pero allí se detuvo. ―Arcane, preciosa, ¿vienes o quieres una invitación?

Me quedé atónita sin entender que sucedía con él, observé a mi mejor amiga que reprimía una sonrisa y soltando un suspiro me levanté para pasar por enfrente de Octavian que cerró la puerta detrás de nosotros. No di un paso más y me detuve cruzando los brazos en mi pecho.

―¿Qué sucede contigo? ―lo enfrenté.

―Ven conmigo, ―me sujetó del brazo y arrastró por los pasillos hasta una habitación cercana.

― ¿Qué bicho te picó Octavian?

―Por ahora ninguno ha tenido el privilegio ―sonrió engreído mientras se giraba hacía mí. ―Necesito que hablemos.

―Tú y yo, no tenemos nada de qué hablar.

―Te enteraste que mi padre asesinó al tuyo y estoy muy seguro que Caín te prestó su compasivo hombro para llorar ―el sarcasmo se notaba de aquí a la China. ―Esto me parece hasta un buen drama de telenovela, así que comienza a hablar.

Suspiré viendo mí alrededor en busca de una salida, pero la única puerta estaba detrás de este saco de músculos engreído con problemas de bipolaridad.

―Ya te lo dije, no mataré a tu padre, si eso es lo que te preocupa.

―Muy pocas cosas me preocupan y esa ni siquiera la veo posible.

―¿Entonces qué quieres saber? ¿Cómo me siento? El cuentito de buen samaritano ya no va conmigo. ― Lo miré conteniendo las ganas de explotar. ―Y lo que suceda con Caín es mí problema.

―Tienes razón, no me importa cómo te sientas, lo que me importa es que no hagas una estupidez que nos ponga en riesgo a todos. ―dio un paso hacia mí.

―Ten por seguro que si alguien aquí tiene que caer serán los que se merezcan la muerte. ―como yo, como su padre, quizás como él.

―Así que ahora decides quien debe morir. ―Se lo veía bastante calmado, aun así, su postura engreída me enojaba.

―No dije eso, tú mismo escoges el final de tu historia, ahora si no te importa, tengo cosas que hacer. ―Quise dar un paso hacia adelante, pero Octavian se movió impidiéndome llegar a la puerta, solté un suspiro irritada.

―A Caín tampoco le importa cómo te sientes. ―Y sin decir más se marchó, dejándome parada asimilando lo que acababa de decir.

Intenté convencerme a mí misma que sus palabras no me afectaban, pero era innegable que algo dentro de mí se removió. Salí de la habitación en busca del lugar donde asistiría a la siguiente área, no podía permitir que los sentimientos nublaran mi juicio.
En cuanto entré a la habitación donde el hombre de rasgos asiáticos me esperaba junto a Waylan y Caín, tuve que reunir todo mi valor, concentrarme en ser la mejor, para poder acercarme a Caleb y entonces llevar a cabo mi venganza.

―Ha llegado a tiempo señorita Arcane, ubíquese junto a sus compañeros. ―Benjamín parecía más relajado que en el almuerzo de presentación.

Caminé segura de mi misma dedicándole una sonrisa a Waylan que acarició levemente mi espalda una vez estuve a su lado. Caín ni siquiera me miraba.

―Muy bien, ―el hombre dejó lo que estaba haciendo para vernos. ―Veremos que tal es su puntería y como se manejan con objetos filosos, no se preocupen en fallar, eso sucederá hasta que encuentren su arma blanca correcta. ―Se movió dejando ver detrás de él, una mesa llena de cuchillos, dagas, navajas, estrellas y más armas.

― ¿No usaremos armas de fuego? ―Waylan estaba casi tan asombrado como yo.

―Los jinetes no utilizan armas de fuego, al menos que sea necesario, solo confiamos en el arma que, con el tiempo se vuelve una extensión del cuerpo y muy sencilla de manejar ―sus ojos marrones nos repasaron a cada uno ―. Ahora acérquense a la mesa y tomen el primer cuchillo que llame su atención, comenzaremos por ahí.

El primero en dar un paso hacia adelante fue Caín, con su mirada indiferente fue directamente hacía una fila de cuchillas que tomó volviendo a su lugar.

Waylan me vio antes de dar un paso hacia adelante, él se tomó unos segundos para al final decidirse por un cuchillo táctico como esos que usan los militares.

Al pararse a mi lado, moví los dedos nerviosa y fui a la mesa. Esta estaba llena de artilugios tan llamativos, con sus filos brillantes que cortaban de tan solo verlos, recorrí con la mirada toda la mesa hasta que en una esquina las vi: Dos dagas de unos cuarenta centímetros, empuñadura bordó, con grabados que les daban un aspecto sobrio. Sin tardar más, las sujete identificando su peso al que podría acostumbrarme, aun así no era como sujetar mi navaja.

Al volver a mi lugar, Benjamín se paró en frente de nosotros. ―Muy bien, trabajaremos con las armas que eligieron... Waylan irás a la estación tres, Caín a la cuatro y Arcane a la dos. ―Nos fue señalando cada cuadrilátero con diversos señuelos y otros objetos.

Al llegar a mi estación, se encontraban cuatro señuelos que rodeaban el cuadrilátero. Una plataforma se elevó a mi lado dejando a la vista varias cuchillas de diferentes tamaños, todas con detalles bordó similares a los de mis dagas.

―Waylan, elegiste un arma bastante pesada, difícil de arrojar, así que te cubrirás los ojos con las venda en la plataforma, los señuelos se acercarán a ti haciendo un ruido característico, acierta en el señuelo y pasarás la prueba ―las órdenes de Benjamín parecían una locura y no me gustaría estar en el lugar de mi amigo.

Waylan dejó el cuchillo en la plataforma para poder cubrirse los ojos con la venda y una vez, completamente cegado, tomó el arma preparándose, la habitación quedó sumido en un silencio sepulcral. Pasaron unos segundos hasta que unas luces rodearon su cuadrilátero dándole vida a los cuatro señuelos que lo rodeaban.
La tensión en la habitación se rompió en cuánto el primer señuelo se deslizó hasta Waylan, quién giró lanzando un débil corte al pecho del muñeco. Estaba temblando y dudando de su propia capacidad, si no se concentraba Benjamín se lo comería vivo.
El muñeco volvió a su lugar, y rápidamente otro fue hacia mi amigo que esta vez le cortó el brazo.

―Apunta a la cabeza Waylan ―el asiático lo observaba fijamente.

Otro señuelo salió disparado a gran velocidad, cerré los ojos al ver que impactaría directamente con el cuerpo del Way, pero eso no fue lo que sucedió. Un cráneo pareció romperse y al abrir los ojos me encontré al señuelo a unos centímetros de Waylan, quien le había clavado el cuchillo en la cabeza y ahora el muñeco soltaba corto circuitos.

El chico rubio se quitó la venda y se encontró con lo que había hecho, una sonrisa se dibujó en su rostro y se giró a verme.

― ¡WAYLAN! ―grité al ver como otro señuelo se acercaba a gran velocidad, pero fue demasiado tarde para cuándo él se giró. Su cuerpo salió volando del cuadrilátero debido al impacto.

Quise bajarme a ver como estaba, pero Benjamín levantó una mano haciendo que me detenga, el hombre se acercó al chico rubio que soltaba quejidos desde el suelo.

―Una batalla no termina cuando haces algo bien ―dijo el hombre de rasgos asiáticos y volvió a su lugar dejando que Waylan se levante solo ―. Vuelve al cuadrilátero, luego podrás ir a la enfermería.

El Benjamín agradable pareció haberse esfumado y en cuánto se giró hacía Caín sus miradas crearon gran tensión en la habitación, el chico siempre se veía como una roca y no se dejaría intimidar por el general.

―Caín prueba tu puntería con los señuelos.

Una luz azul viajó por el cuadrilátero y en el rostro de Caín se formó una sonrisa torcida cargada de superioridad, no podía dejar de verlo. Arrojó tres de sus cuchillas dándoles directamente en la frente a los muñecos.

―Veamos cómo le va con señuelos en movimiento. ―Benjamín se vio bastante molesto.

Los muñecos cobraron vida comenzando a andar por todo el cuadrilátero rodeando a Caín, estos se movían con rapidez y desenfrenadamente. En el momento en que la prueba comenzó, el tiempo pareció transcurrir de forma más lenta.
Caín sonrió inclinando la cabeza hacía un lado, se desabrocho los botones del saco mientras preparaba la primer cuchilla. Pasaron unos segundos hasta que la lanzó con gran determinación hacía la cabeza de un muñeco en movimiento y así comenzó a arrojar las otras. Yo me mantenía asombrada y con cara de boba ante su destreza.

¿Dónde aprendió todo esto?

Creí que todo acabó cuando se quedó sin cuchillas, pero los muñecos parecieron enfurecerse y, con una sonrisa más grande, Caín sacó de su bolsillo unas estrellas muy filosas.
Los señuelos se precipitaron a él todos juntos, en un segundo el cuadrilátero se apagó dejando que una gran nube de polvo se disipe. Caín estaba en el centro, con la respiración agitada y su cabello despeinado, a su alrededor los señuelos yacían agujereados soltando cortocircuitos y soltaban algo parecido a arena.
Caín levantó la mirada y mientras se pasaba una mano por el cabello, sus ojos negros se plantaron en mi expresión sorprendida. Sentí como mi corazón se aceleraba en mi pecho al entender la palabra que formaban sus labios.

"Juntos"

―Gran espectáculo Caín. ―Benjamín habló rompiendo nuestra burbuja. ―Veamos si la señorita Arcane nos puede deslumbrar de igual forma.

Entonces caí en la realidad, estaba parada en la boca del lobo, rodeada por cuatro señuelos en cada esquina que me doblaban en tamaño y detrás de ellos otros más aguardaban por atacarme. A pesar de no tener rostro, estos eran espeluznantes.

―Acabe con los primeros cuatro con las dagas que eligió y podrá utilizar los elementos de la plataforma. ―No me atreví a ver al general, simplemente suspiré sosteniendo con fuerza las armas.

El cuadrilátero se tiñó de azul y los muñecos poco a poco cobraron vida, llené mis pulmones de aire, sentí todo a mi alrededor desaparecer. Necesitaba llenarme de odio, de sentimientos con los cuál desquitarme, pero lo que me inundaba era miedo, el más puro terror de fallar y volverme un susurro. Que mi única oportunidad de venganza se marche junto a mi derecho a hablar.
Los señuelos se apresuraron de a dos y soltando todo el aire acumulado, lancé una patada hacía el pecho del muñeco más cercano, así tener tiempo de atravesarle el cráneo al otro y luego encargarme del primero. No pude reaccionar cuándo los otros dos muñecos vinieron hacía mí y como una rata escurridiza me aparté de ellos haciéndolos chocar entre sí.

―Cobarde. ―Benjamín tecleó algo más en su tableta y los demás maniquíes cobraron vida precipitándose los cuatro hacía mí.

Los esquive clavando mi daga en el cráneo de uno, pero esta se quedó allí y tuve que seguir con solo una. Uno de los tres que quedaban se ganó mi otra daga en la cabeza. Ahora estaba desarmada, con dos señuelos acercándose a gran velocidad a mí, si salía del cuadrilátero perdería la prueba, pero si me quedaba posiblemente saldría con varias costillas rotas.

Observé al señuelo de mi izquierda que venía más cerca y en un intento desesperado por sobrevivir, saqué la navaja oculta clavándosela en la garganta. El muñeco cayó.
Me giré hacía la derecha encontrándome con el otro a tan solo centímetros, cerré los ojos esperando un impacto que nunca llegó.
Al volver a abrirlos el señuelo estaba inmóvil muy cerca de mi rostro y en su cráneo, el filo de una estrella brilló. Atónita me voltee a ver a Caín que bajaba el brazo con una sonrisa.

Benjamín no estaba en la habitación.

―¿Qué carajos? ―di un paso hacia atrás.

―Sacaste tu navaja idiota ―Caín corrió hacía mí ―. Debes irte antes de que lleguen los demás jinetes.

―Yo los distraeré ―Waylan se paró como pudo y buscó algo para defenderse.

―Vamos, muévete. ―Caín me tomó del brazo, pero yo me resistí.

―¿Qué? No dejaré a Waylan aquí ―negué intentando soltarme de su agarre.

― ¡Muévete! ―Caín rugió e hice lo mejor que siempre pude hacer... Huir.

Ambos corrimos fuera de la habitación atravesando pasillos vacíos y cruzando más puertas que llevaban a otros pasillos, unas fuertes pisadas coordinadas nos advirtieron de los jinetes que ahora nos seguían.

Pronto los pasillos se volvieron más oscuros, un fuerte olor a humedad penetró mis fosas nasales. Bajamos muchas escaleras y en el momento en que Caín sacó un encendedor para alumbrar, supe dónde estábamos... Los túneles. Cuerpos atados a las paredes desprendían un aroma a putrefacción mientras las ratas los devoraban, un gemido de dolor me hizo estremecer. Había alguien vivo, atado allí y las ratas se lo devoraban de dentro hacia afuera.

El chico seguía tirando de mí y yo hacía todo lo posible para no caer sobre el suelo lleno de agua color verde y extremidades humanas. Corrimos en dirección recta hasta que un grupo de jinetes nos interceptó al final del túnel, Caín tiró con fuerza de mí metiéndome a otro pasillo que olía peor. Este parecía tener fin en un montón de basura, pero ese no era el plan del chico de ojos negros.

― ¡SALTA! ―soltó mi brazo y saltó sobre una pila de muebles rotos.

No me tomó mucho tiempo pensar en mis pasos y simplemente salté extendiendo una mano creyendo que no llegaría. Pero el gélido tacto de Caín me inundó y al ver hacia arriba, él me sostenía como si su vida dependiera de ello. Luché por trepar mientras Caín me ayudaba, sentía como las patas de unas sillas rasguñaban mi abdomen y en el momento en que logré subir, Caín se tomó un momento para verme, entrelazo nuestros dedos, en ese momento entendí que él nunca me soltaría.

― ¡Se fueron por allí! ―la voz de un jinete nos alertó lo suficiente para saltar del otro lado de la pila de basura y comenzar a correr hacía el final del pasillo donde unos rayos de luz se asomaban por una puerta de metal.

Corrimos todo lo que pudimos y en cuanto Caín pateó la puerta, una oleada de viento golpeó mi rostro, aire fresco. Lo habíamos logrado...

Escapamos.


♠️♠️♠️

Juntos... Por siempre

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