Capítulo 14
"Congelar el infierno"
Supe que desafiarlo fue una mala idea cuando de un movimiento rápido me tomó de los brazos inmovilizándome, me esposó y como me negué a caminar, terminó cargándome como un saco de papas en su hombro. Durante todo el camino me sentí una pluma, sus brazos que me sostenían con facilidad ya que el metro noventa y dos de Octavian supero mi pobre metro sesenta y ocho.
Al final me bajó en una especie de gimnasio, este lugar se hacía cada vez más grande. No me quitó las esposas hasta que prendió las luces.
―Quítate los zapatos y entra al cuadrilátero. ―Ordenó quitándose el saco y simplemente lo obedecí ―. Hoy vamos a descubrir la razón por la que has superado todas las pruebas de la forma que lo hiciste.
―¿De la forma en que lo hice?
―Así es, por alguna razón tu cerebro es más fuerte, ágil y rápido que tu cuerpo, pero necesitamos que todo ese potencial te vuelva imparable... ―me llamó exactamente como lo hizo su padre. ―Ponte en posición de pelea y atácame, nada de golpes ilegales.
Le quita lo divertido a esto.
Girando los ojos puse mi pie izquierdo delante, levanté los puños a la altura de mi rostro, él igual se preparó y clavando sus ojos azules en los míos me hizo una seña para que lo golpee.
Rápidamente me adelanté soltándole golpes en la cara que él interceptaba con sus brazos.
―Eres predecible ―dijo esquivando mis golpes, fui con más fuerza ―. Eres débil y torpe. ―Por alguna razón sus palabras tenían un gran efecto dentro de mí.
Sentía como en mi estómago se formaba un cosquilleo que subía con furia hasta acabar en mi cerebro donde se convertía en un sonido agudo que me hacía perder la cabeza y por ese instante lo sentí, sentí todo ese enojo e impotencia acumulados, como estos me hacían explotar cegándome.
Solté golpes aleatorios hacía Octavian hasta que, cegada por una extraña fuerza, algo en mí me susurró: "Observarlo, reconoce a tu víctima". En una milésima de segundos mis ojos viajaron hasta su abdomen libre de protección y el próximo puñetazo fue hasta allí, haciéndolo bajar la guardia, dándole un golpe directo en la boca. Pude sentir sus dientes impactar contra mi puño sangrante, en cuanto el chico cayó de espaldas todo ese fuego en mi interior se disipó y pude ver el daño que había causado.
Octavian sangraba, mis puños estaban llenos de moretones y cortes que sus dientes provocaron. Mi pecho subía y bajaba sin parar.
Él se mostró sorprendido, pero luego esa sorpresa fue reemplazada por una sonrisa, esa maldita sonrisa que siempre ha significado lo mismo: "Esto lo has logrado gracias a mí, yo siempre gano."
No quería necesitarlo para explotar, necesitaba hacerlo yo sola. Octavian era controlado por su padre y yo no sería el peón entre esos dos monstruos.
La puerta de la sala se abrió, Caín entró junto a Waylan. Ellos se detuvieron en seco al vernos, mientras que Octavian escupió un poco de sangre en el cuadrilátero.
Caín corrió hacía mí y con cuidado tomó mis manos lastimadas. ―¿Estás bien? ―sus ojos negros se plantaron en mí.
―Sí, estoy bien. ―Contesté observando los moretones.
―El que escupe sangre aquí soy yo y se preocupan por la princesa en peligro ―Octavian se levantó del suelo.
Pasó demasiado rápido cuando Caín me soltó para girarse hacía él y tomarlo de la camisa formando una sonrisa sádica en el rostro de Octavian.
―¿Qué querías lograr con todo esto? ¿Qué Arcane explote? ¿Qué pasa si no te lastimaba a ti y se lastima a ella? ―escupió enojado dejándome perpleja, Waylan se apresuró a calmar la situación. ―¡Sabemos lo que Caleb le hará! ¡Cómo terminará su venganza luego de asesinar a su padre!
Mi expresión cambió completamente y casi caigo allí mismo, la verdad me golpeó con fuerza en el rostro haciéndome tambalear sobre mis propios pasos. Ambos conocían al asesino de mi padre y me dejaron estar junto a él todo este tiempo, ser controlada por ese monstruo.
Atontada me di la vuelta y me dispuse a salir de allí.
―¡Arcane! ―la voz de Caín me hizo correr para alejarme lo más posible de ellos, de los que me han estado mintiendo todo este tiempo.
Sentí como mis sentidos se dormían cegándome de nuevo, haciendo nacer ese sonido agudo en mis oídos y la niebla en mis ojos. Corría por el pasillo sacando la navaja que Octavian me dio, iba con un objetivo claro, sabía perfectamente a donde mis pies me conducían. Le cortaría la garganta a ese maldito.
Corrí y corrí, solo me volteé a ver como Octavian y Waylan me perseguían, pero girando en un pasillo acabé perdiéndolos. Al volver la vista hacia adelante pude reconocer la sección de los jinetes que estaba antes a la de los generales.
En el momento en el que iba a apresurar el paso, un cuerpo salió de unas de las habitaciones e impactó conmigo, arrojándonos con fuerza dentro de otro lugar. Me incorporé sintiendo mi espalda doler, al ver donde estaba reconocí de inmediato la cama deshecha y el libro de Edgar Allan Poe sobre una mesa.
Caín cerró la puerta con llave y se giró hacía mí.
―Debes calmarte. ―Advirtió acercándose, pero yo hice todo lo contrario, me levanté del suelo sosteniendo mi navaja, sintiendo como deseaba lastimarlo, quería verlo sangrar y pagar por mentirme.
Ataca.
Un susurro me impulsó a dar un paso hacia adelante y lanzarle un corte que esquivó, sin darle tiempo mi navaja atacó contra su brazo rompiendo la tela de su camisa y una mancha carmesí se hizo visible. Él vio su herida y apretó la mandíbula girando hacía mí.
No le temería, no lo dejaría lastimarme y escapar, iba a luchar. Volví a lanzar cortes que esquivó, en un descuido tomó mis muñecas arrojándome hacía una de las paredes, sentí como mi espalda recibió el concreto que casi me deja sin aire. Forcejee hasta que su dedo pulgar se clavó en mi muñeca y la navaja se me escapó de las manos.
Levantó mis brazos arriba de mi cabeza y allí me inmovilizó, sosteniendo con su mano izquierda un cuchillo en mi garganta.
Nuestros pechos subían y bajaban, la habitación era colmada por nuestras respiraciones irregulares y yo podía sentir el frío que su cuerpo desprendía, una gélida sensación que me envolvía. Me topé con esos ojos negros como la noche, en ese momento nuestras miradas hicieron corto circuito. Cargadas de tantos sentimientos que nos adentraban en un momento de autodestrucción, dónde él me aprisionaba contra la pared y yo podía ver cuánto deseaba desquitarse conmigo.
―Hazlo... ―acerqué mi rostro hacía el suyo sintiendo el filo del cuchillo clavarse poco a poco en mi cuello. ―Corta mi garganta y acaba con esta mierda, vuélvete un jinete.
Su rostro no decía nada, tenía la mandíbula tensa, esos ojos negros amenazaban con destruir mis tropas, en ese instante me permití detallar cada facción de Caín y mirarlo con descaro. Él ya no era el niño que curaba mis heridas cuando me caía de la bicicleta y yo ya no era la niña que buscaba resolver el enigma de su oscuridad. Nuestra vida pasada aquí ya no tenía sentido, solo éramos Arcane y Caín, amenazándonos de muerte.
Él quería volverse un jinete.
Yo descubría lo que todos esos sentimientos que me empecine a ocultar, eran capaces de hacer. Cuánto daño podía hacer y si en algún momento tendría control sobre mí, porque no me bastaba lastimarme a mí misma, quería más.
Caín bajó el cuchillo sin dejar de sostenerme contra la pared.
―No te mataré. ―Su voz salió más como un débil gruñido.
―Pero quieres hacerlo, quieres matar sin piedad ―escupí mi veneno.
―Entonces no somos tan diferentes Arcane... Tú acabas de descubrirlo, yo lo hice cuándo vi mis manos manchadas de sangre por primera vez.
A pesar que me sorprendió escuchar eso, algo dentro de mí se sintió extraño, fue como una débil sensación de que por fin alguien ponía en palabras lo que oculte por tantos años. Todas esas cosas que vinieron luego de la muerte de mi padre, los ataques de pánico, el inconmensurable deseo de venganza, el enojo contenido y el odio hacía mi misma me impulsaba a odiar a los demás.
En ese instante, en que nuestras miradas creaban terremotos entendí a Caín, supe porque su tacto era tan frío, porque me molestaba pensar que él se convertiría en un jinete, porque se acabaría separando de mí y mi gélido corazón no volvería a ser abrazado por su frialdad. Ambos podemos congelar el infierno y hacer arder el cielo.
―Si matas a Caleb, te matarán a ti ―hizo una pausa suspirando ―. Y no me imagino solo en esta realidad, lo mataremos juntos, destruirás a Octavian y luego me odiaras por mentirte, pero no te alejes, porque juntos podemos...―se detuvo mientras que su mirada viajaba de mis ojos a mis labios.
―Juntos podemos congelar el infierno. ― Mi voz salió en un susurro.
Volvió a verme fijamente derribando mis defensas, en cuánto sus labios acabaron con nuestra distancia me sentí débil entre sus fuertes brazos que me soltaron para sujetar mi cintura y juntarme aún más a él, haciendo inexistente cualquier distancia entre nosotros. Nuestros labios danzaba por la melodía de la enfermiza destrucción, en una lucha por quién tenía el control. Su mano se posó en mi mandíbula para profundizar el beso y luego bajó hasta mi cuello, un gruñido se escapó de entre sus labios y este mandó una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.
Le otorgue el control del beso, me dejé llevar por su veneno, nos condujo a ambos hasta la cama donde se recostó lentamente sobre mí con cuidado de no aplastarme mientras continuaba besándome.
Sus manos se deslizaron por mi pecho comenzando a desabrochar los botones de mi camisa dejándome semidesnuda ante él. Disfruté las sensaciones que Caín me provocaba y me entregué por completo, dejé que tuviera el control sobre mí.
Un control que nos destruiría... A ambos.
♠️♠️♠️
AAAAA estos dos me van a matar.
Guarden las antorchas ¿si? Ya sé que es un capítulo corto, pero a la hora de editarlos y corregirlos, hay capítulos que no puedo unificar. Pero al menos este estuvo muy cargado, Arcane por fin conoce al asesino de su padre y se entrega a lo que siente por Caín, pero también recibe viejas emociones y las acepta.
¿Qué piensan? ¿Arcane podrá vengar la muerte de su padre? ¿Se entregará a la verdad? ¿O esta acabará destruyendola?
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