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Capítulo 11

"Los generales"

A duras penas pude levantarme del sofá, todo el mundo me daba vueltas y mis piernas parecían adormecidas. Salí desesperada al pasillo y ni siquiera tuve la oportunidad de levantar la vista ya que casi me desvanecí obligándome a sostenerme de la puerta.

―¡Me atraviesan la cabeza con una aguja y pretenden que vuelva sola a mi celda! ― Una voz familiar sonó por todo el pasillo.

Levanté la vista y creí que aún estaba soñando, mis amigos estaban allí, en las mismas condiciones que yo. Quedé totalmente petrificada, se supone que ellos se tendrían que haber ido, que no estarían aquí para la quinta prueba ya que sería tarde para todos.

―¿Qué hacen aquí? ―todos se giraron a verme.

―¿Creíste que te dejaríamos? ―Wren se acercó sujetándose de las paredes y como pude la abracé.

―Se supone que así sería, que Octavian no les diría que era vigilada por el general. ― Me separé de ella viendo como todos se acercaban.

―Y no lo hizo, pero en cuánto quiso convencernos de subir al barco supe que estaban planeando algo y me negué. ―Caín se acercó con las manos en los bolsillos.

No lo pensé ni un segundo y dejé que mi cuerpo actúe bajo un impulso, salté a abrazarlo, escondiendo mi rostro en el hueco de su hombro susurré:

―Eres el idiota más grande que conozco.

―Y tú la estúpida más valiente ―me respondió rodeándome con sus brazos.

―¿Y nosotros qué? Tuvimos que separar a Octavian y Caín antes que se arranquen los ojos ―Waylan comentó haciendo que me separe del chico de cabello negro, aunque él continuó sosteniéndome con una mano en mi cintura.

―Gracias... Aunque no lo creas, no habría pasado la prueba sin ti ―Le confesé y el chico sonrió de oreja a oreja.

―Y yo me gané un golpe intentando separar a las bestias, solo digo. ―Graycee interrumpió a Waylan quien estaba a punto de decir algo, a lo que yo me acerqué a ella, pero su mano me detuvo. ―No acepto abrazos.

―¿Y un sincero gracias?

―Me sirve, pero me darás tu manzana por una semana perra, este moretón tardará en irse ―señaló su rostro.

―Me parece un trato justo ―le extendí la mano y ella la estrechó.

Los cinco reímos y sujetándonos entre nosotros pudimos abandonar aquél oscuro pasillo para ir a la enfermería, allí nos ayudarían con las heridas de nuestra cabeza y podría ver a Octavian, quien había terminado allí y no fue por Caín, así que también buscaría respuestas.

Al llegar, Eira nos sentó a los cinco y nos trató al mismo tiempo.

―Nunca en la historia de las pruebas se ha visto que todo un grupo sobrevive a los cinco sentidos ―Ella parecía realmente feliz de tenernos aquí, pero no podía dejar de pensar que ya no había escapatoria.

―¿Han muerto los otros dos grupos por completo? ―Caín habló antes de llevarse el antibiótico a la boca.

―Del azul no queda ninguno, la última gemela ha quedado en estado de coma en la última prueba, el chico asiático convulsionó. Solo ha sobrevivido la niña del bordó y ustedes cinco.

Sabía que Caín conocía a aquella niña, en la primera noche ella lo abrazó como a un hermano. Pude ver en su rostro la tranquilidad que le dio saber que su pequeña aliada seguía con vida.

―Listo, han quedado como nuevos, ahora vendrán sus jinetes asignados para llevarlos a sus habitaciones y entregarles el nuevo uniforme. ―Eira comenzó a acomodar el lugar ―. La primera reunión es por la noche así que tienen todo el día para descansar.

―Entonces... ¿Somos oficialmente jinetes? ― Graycee se levantó de su silla.

―Bueno... Por ahora no, faltan concluir algunas formalidades y Arcane, ― se giró hacía mí, ― ya qué tu jinete asignado no puede venir por ti, búscalo tú, está en la habitación de al lado.

Salí del cuarto y por un segundo dudé si entrar, pero al final acabé pasando viendo a un Octavian todo golpeado con una venda en la cabeza. Estaba completamente dormido, se veía tan tranquilo que no quise despertarlo, solo me quedé sentada a su lado por unos minutos hasta que él mismo abrió los ojos sorprendiéndose de verme.

―Arcane... Has pasado la prueba. ―Dijo totalmente débil.

―Así es, al igual que mis amigos.

―Intenté subirlos al barco, pero...

―No te preocupes, ―lo interrumpí ayudándolo a incorporarse en la camilla ―, ya me han contado todo y sé que intentaste cumplir tu promesa.

―Caín puede llegar a ser muy testarudo y con él en contra, la pelirroja también lo estaba, luego el rubio y al final Graycee que parecía darle igual... Vaya grupo de amigos.

No pude evitar sonreír ante sus palabras, pero al ver detenidamente su rostro y manos vendadas caí en cuenta en la gran golpiza que le habían dado.

―¿Quién te hizo esto? ―Pregunté bajando la cabeza.

―Mi padre... Se enteró de que me metí a tu habitación anoche y no le gustó para nada.

―¿Solo por eso te golpeó así? ―Abrí los ojos de par en par intentado tomar su mano, pero él la apartó.

―Si. ―Respondió distante y supe que algo andaba mal

―¿Qué sucede?

―¿Crees que soy estúpido Arcane? ¿Qué no me di cuenta como me utilizabas para sacar a tus amigos? ―Ante sus palabras se me formaron un nudo en la garganta ―. No soy tu enemigo, pero entendí que tampoco soy tu aliado. Te mantendré con vida hasta que puedas escapar, ahí ya se acabará mi deuda.

Permanecí en silencio sorprendida por sus palabras.

―¿Qué deuda? ―pregunté alejándome cuando vi que se levantaba de la camilla.

―Te acompañaré a que te vistas. ―Me ignoró tomándose adolorido la zona de sus costillas.

En cuanto atravesó la puerta lo seguí en silencio, mientras me concentraba en memorizar el camino, este lugar parece no tener fin, hay miles de pasillos y escaleras iguales, pero al llegar a la zona de los generales dejaba de parecer una cárcel para verse más como un hotel muy costoso, las paredes de los pasillos tenían un blanco muy brillante y las puertas negras alumbradas por luces neón resaltaban mucho.

La puerta del fondo era blanca y tenía un caballo negro.

―¿Quién duerme ahí? ―pregunté a Octavian frenándome antes de entrar a la puerta del general.

―Uno de los misterios más peligrosos de la isla al que solo los generales tienen acceso. ―Su tono de voz fue muy frío y distante. ―Vamos, entremos.

Entré a la habitación del general sin despegar mi vista de aquella puerta blanca hasta que desapareció de mi campo de visión. Al ver el estudio, estaba vacío y los muebles negros estaban relucientes, todo parecía en su lugar. Excepto por una caja roja encima del sofá, esta resaltaba por encima de todo.

Octavian también la vio y cojeando se acercó a examinarla.

―Debe ser tu uniforme.

Yo también me acerqué, levanté la tapa dejando ver una camisa blanca perfectamente doblada, un pantalón de vestir negro tiro alto, unos tirantes y un par de guantes de cuero negro.

―Los novatos deben usar guantes hasta que termine la etapa de prueba, así es como los identifican. ―Aclaró Octavian al notar como me detenía a examinar la tela de los guantes. ―Dejaré que te vistas.

Tomé la caja y fui al baño donde también me daría una ducha.

Me desnude por completo y entré debajo del agua tibia sintiendo como esta se llevaba todo el sudor y suciedad, apoye ambas manos contra la pared y me permití disfrutar la estupenda presión que tenía el agua sobre mi espalda. Entonces un sabor más salado se sintió en mi boca, eran lágrimas.

Estas salían sin permiso purgando todas las emociones que me obligaba a reprimir en frente de los demás, mi cabeza era un lío, no sabía si alegrarme por pasar la prueba estaba bien. No dejaba de pensar en cuanta falta le estoy haciendo a mi madre que ahora se encuentra más sola que nunca y yo aquí, disfrutando lujos acompañados de una tortura constante.

Si, tenía a mis amigos con vida junto a mí y ahora los sentía más unidos que nunca, pero no era lo mismo, si tan solo los habría conocido en circunstancias distintas...

―Arcane... Ya es hora. ―La voz de Octavian se escuchó del otro lado de la puerta.

―Si, ya voy.

Me apresure a limpiarme el cuerpo y enjuagarme el cabello, me seque rápidamente y viendo el uniforme frente de mí, tome el valor para vestirme con él.

Las tallas eran perfectas, parecía que lo hicieron a mi medida. Luego de peinar un poco mis rizos me puse los guantes y salí descalza a la habitación.

Octavian estaba sentado en la cama vistiendo su perfecto traje negro y en sus manos sostenía unos mocasines negros perfectamente lustrados. Al verme se acercó para entregarme mis nuevos zapatos. Me senté en la cama para ponérmelos sintiendo su mirada quemándome.

―Y por último... ―se acercó a mí con un saco negro.

Viéndolo con algo de duda me giré dándole la espalda, extendí los brazos permitiendo que él me ponga el saco.

―Debemos apresurarnos para llegar a la reunión. ―Salió dejándome parada en el cuarto

―Hagamos esto de una vez ―susurré para mí misma y lo seguí fuera de la habitación.

Al salir al pasillo un muchacho de pelo azul también salía de una de las habitaciones de los generales y eso provocó que Octavian tomara una postura más erguida.

El chico no nos vio hasta que su acompañante también salió de la habitación... La niña del equipo bordó vestía un traje idéntico al mío y entonces supe que ella también había sido marcada. No me di cuenta de la particularidad de su jinete asignado hasta que hicimos contacto visual y sus iris blancos me provocaron un escalofrío, llevaba unas extrañas lentillas.

―Señor Carey. ― El chico saludó a Octavian con respeto.

―Abel... ―su expresión permaneció seria y hasta se parecía a su padre.

―Escoltare a la jovencita Clara a la reunión. ―El chico avisó, pero parecía estarle pidiendo permiso a lo que Octavian asintió y el chico se marchó dejándonos parados allí.

Una vez que se marchó pude mirarlo y hablar.

―¿Señor Carey?

―Apresúrate. ―Comenzó a caminar dejándome atrás.

Todo el camino hasta la reunión fue silencioso, la tensión en el aire podía palparse. Llegamos bastante rápido, al entrar nos encontramos con un amplio comedor blanco con una mesa en el centro donde mis amigos estaban sentados y contra las paredes, paralelos a ellos, estaban ubicados sus jinetes asignados.

Octavian me indicó mi asiento y se alejó a su puesto detrás de mí.

En frente de mí tenía a Wren, a sus lados se encontraban Waylan y Graycee. Mientras que a mi izquierda estaba Caín y a la derecha la niña que ahora conozco como Clara.

―Te queda bien el negro. ―Le susurré a Caín.

―Y a ti el blanco. ―dijo sin despegar la mirada de su copa vacía.

Antes de que pudiera decir algo más, las puertas al final de la habitación se abrieron y cinco hombres entraron provocando que los jinetes asignados se enderezaran como soldados y yo me sintiera más intimidada que nunca.

Entre esos hombres el padre de Octavian era quien los guiaba así que supuse que se trataba de los cinco generales. Todos vestían trajes negros, no parecían pasar los cuarenta años, algo en ellos te hacía temblar, quizás eran sus miradas tan oscuras o que eran muy altos y musculosos.

Ellos tomaron asiento en las sillas sobrantes del otro lado de la mesa y el padre de Octavian se ubicó en la punta.

―Como algunos ya sabrán, soy Caleb Carey, general al mando de los jinetes y ellos son los generales de las áreas en las que se desempeñarán con su estadía aquí. ―Su voz retumbaba por todo el salón, yo quería salir corriendo. ―En esta reunión cada general hablará de las áreas en las que se desempeña y se les dirán las reglas básicas de un jinete honorable. ―Aquello último lo dijo viéndome y luego a su hijo.

Intenté mantener la compostura, pero me sentía una oveja rodeada de lobos, mi pierna se movía sin parar por debajo de la mesa hasta que sentí una mano posarse sobre ella.

Levanté levemente la vista, Caín me observaba con seriedad y una media sonrisa no tardó en aparecer en su rostro. Asentí sintiendo como mi pulso se calmaba, aun así, tomé su mano y nuestros dedos estuvieron entrelazados por debajo de la mesa durante toda la reunión.

―Mi nombre es Luciel y soy el encargado del área sensorial. ―Uno de los generales se levantó presentándose, sus tatuajes lo hacían ver más aterrador que Caleb. ―En mi área trabajaremos los reflejos, las reacciones e impulsaremos a su cuerpo a volverse la mejor versión de sí mismo.

Los jinetes asignados aplaudieron con respeto y nosotros nos sumamos a ellos, a decir verdad, no se sabe cómo actuar en estas situaciones ya que un movimiento en falso puede acabar quitándote la vida.

Luciel se sentó y un hombre pelirrojo a su lado se levantó.

―Yo soy Bellamy, soy el encargado del área del pensamiento. ―Este parecía más amigable ―. Trabajaremos la memoria y el lenguaje con el que se manejan, los volveremos jinetes inteligentes, capaces de pensar de formas que un humano normal no lo haría.

¿Humano normal? ¿Qué es ese término?

Luego de que Bellamy se sentara, ahora se levantó un hombre de unos cuarenta años y con rasgos asiáticos.

―Soy Benjamín, mi área es la visual, practicarán su puntería y aprenderán a ver más allá.

Algo en el me daba muy buenas vibras, parecía un buen hombre en el lugar incorrecto, se me hacía parecido a mi profesor de literatura quien es muy amigable e incluso es muy buen padre ya que siempre lo ves siendo feliz con sus hijos.

El hombre volvió a sentarse y el último se levantó. Media como dos metros, su cabello negro estaba perfectamente peinado hacía atrás.

―Mi área es de la memoria y pueden llamarme Regulus. Lo que aprenderán conmigo lo sabrán cuando les toque.

Sin más volvió a sentarse. Si querían asustarnos estaba segura que Regulus era el hombre indicado para esa tarea. En realidad, todos los generales daban miedo, con sus impecables trajes negros, expresiones inalterables, lograban intimidar a cualquiera que se les plantara en frente.

Como si estuviera perfectamente organizado, cuando Caleb se levantó, todos lo hicieron, los jinetes a su alrededor se llevaron una mano al lado derecho de su pecho.

―Un jinete honorable guarda silencio, ― dijo fuerte y claro ― un jinete no siente, piensa ― sus ojos azules se plantaron en mi ― un jinete no duda y un jinete no teme.

Todos repitieron fuerte y claro las palabras de su líder haciéndome temblar en mi asiento. La sala permaneció en silencio unos segundos, los generales se sentaron excepto Caleb que continuó hablando.

―Se servirá el almuerzo y luego cada uno irá a las áreas que mencionaré ahora ―tomó un papel de la mesa ―. Caín Foster, área visual...

El primero fue el chico que aun sostenía mi mano con fuerza, juntando nuestros tactos helados en una sensación agradable.

―Waylan Jones, área del pensamiento. ―El rubio se removió en su silla al escuchar su nombre. ― Wren De Luca y Graycee Brown, área de la memoria con Regulus.

Pobre Wren... Le ha tocado con el que más terror da.

―Y, por último, Arcane Klein y Clara Russo... Al área sensorial.

Me volteé a ver a la niña que no parecía estar presente en la habitación, miraba la copa delante de ella como si allí se encontrara algo más interesante que nuestro alrededor.

Me había tocado con Luciel, el hombre de los tatuajes, cabello negro ondulado, y cara de pocos amigos. Sabiendo que mis reflejos y agilidad física son casi nulas, quizás Clara se encuentre igual o peor que yo y no tenga que ganarme sola la furia del general.

Antes de que sirvieran el almuerzo me giré sobre mi hombro en busca de Octavian, quien me observaba con seriedad, al notar la dirección de su mirada me di cuenta que en realidad no dejaba de ver mi mano entrelazada con la de Caín. En ese pequeño instante nuestras miradas se encontraron y la furia que cargaba la suya me hizo estremecer.

Aun así, no solté a Caín, al contrario, desafíe a Octavian y en lo que pareció una guerra de miradas, él la desvió entregándome la victoria. Volví a ver la mesa sintiéndome orgullosa y el chico a mi lado me soltó dándome una sonrisa, no podríamos comer con una sola mano.

Disfruté la comida como nunca ya que estaba especialmente deliciosa, mi estómago rugía sin parar. Pero fue un grave error cuando tuve que levantarme y me sentía muy llena. Me acerqué a Octavian quien ni se giró a verme, simplemente me escoltó a mi prueba donde me esperaría.

Cuando entramos al área de Luciel, esta era una habitación completamente roja, en el centro se encontraba una lona de pelea y palos perfectamente ordenados por tamaño.

―Sean bienvenidas. ―El general apareció por una de las puertas de la habitación ―. Por favor quítense los zapatos y entren al cuadrilátero.

Él tomó dos palos esperándonos a que nos quitáramos los zapatos y abrigos para quedar solo con la camisa y los tirantes.

―Hoy evaluare qué tan fuertes son, si tienen buenos reflejos o si sus sentidos están siempre alerta. ―Nos entregó a cada una un palo ―. Estos les servirán para luchar contra sus jinetes asignados.

No, no y no, contra Octavian por favor no.

Ante las palabras del general busqué con la mirada a mi jinete, este ya estaba quitándose el saco para tomar un palo y entrar al cuadrilátero.

―Primero Arcane contra Octavian. ―Clara bajó junto al general ―Peleen...

Lo tenía en frente de mí, con una sonrisa burlona, listo para que yo lo golpee y él tener razones para devolvérmelo peor. Estaba de más decir que esta pelea era injusta, él es un jinete desde que nació, seguramente entrenó toda su vida, sumándole que también me dobla en tamaño. Y yo... Soy un saco de puro hueso que he golpeado a hombres en las pelotas solo cuando estos me acosaban en la calle.

― ¡Dije que peleen! ―Luciel se cruzó de brazos viéndome impaciente.

Mis pulmones se llenaron de aire y concentrándome en lo poco que mi cuerpo puede hacer, avancé soltando un golpe con el palo a la mejilla de Octavian. A lo que él esquivó sin despeinarse y su sonrisa se ensanchó.

Esa estúpida sonrisa que tanto odio.

Volví a soltar otro golpe que él interceptó con su palo, aprovechó que tenía la guardia baja para golpearme no muy fuerte en el estómago.

Me adelanté soltándole golpes sin parar, pero ninguno cumplía su propósito, Octavian lograba bloquearlos o esquivarlos y yo ya me estaba cansando.

Fue su turno de golpearme, cuando lo vi dar un paso hacia mí, me paralicé, antes de poder hacer algo, Octavian enredó el palo en mis pies haciéndome caer de espaldas mientras me aprisionaba en el suelo.

―Es la última vez que Caín te toma la mano. ―Susurró cerca de mi rostro ―No me hagas advertírselo a él, no lo quiero lastimar.

―Bueno... Yo si te quiero lastimar. ―Solo fue necesario que levantara una de mis rodillas para que el chico se me quitara de encima soltando un quejido.

Que buena puntería tienes Arcane...

Me dije a mi misma mientras lo veía en el suelo retorcerse por el dolor en su entre pierna.

―Golpe ilegal. ―El general subió al cuadrilátero.

― ¿Qué? ―Me voltee a verlo totalmente sorprendida.

―En un entrenamiento los golpes a partes claramente débiles de nuestro cuerpo son ilegales.

―Fue un reflejo de autodefensa. ―Me justifique.

―No me contradiga señorita Arcane, aún puedo hacer de su estadía aquí, un infierno. ―Se giró a verme y yo me sentí pequeña. ―Es torpe, lenta e impulsiva, tendré que trabajar mucho con usted, lo único que tengo a favor es esa fuerza para seguir en la batalla.

¿Fue un halago?

Bueno, yo me sentí mayormente insultada y humillada. Simplemente bajé del cuadrilátero como a un niño que su madre lo regaña y observé la pelea de Clara.

Su jinete es como el triple que la niña y parece que con un soplido puede derribarla.

La niña se la veía completamente sería y sostenía el palo con firmeza.

―Peleen...

Luciel ordenó y la niña se abalanzó contra el chico de la misma edad que Octavian. Eso lo tomó completamente desprevenido logrando que lanzara un golpe torpe que acertó en el hombro de Clara lo que ella soltó un quejido, rápidamente se incorporó moviéndose con facilidad por el cuadrilátero.

La niña era rápida, muy ágil y ahora me estaba humillando. El jinete no podía acertarle ningún golpe ya que ella parecía volar sobre el cuadrado y con total valentía uno de los golpes de Clara acertó en la mejilla del jinete.

Oí el ego del chico destruirse, se abalanzó contra la niña derribándola de la misma forma que Octavian lo hizo conmigo y con un golpe certero, por el labio de Clara se deslizó un hilo de sangre y sus lágrimas de terror le empaparon todo el rostro.

―Muy bien señorita Clara, buena pelea. ―Luciel subió al cuadrilátero para ayudarla. ―Ha mostrado más habilidades que su compañera.

Idiota...


♠️♠️♠️

Lo sé, lo sé. Este capítulo fue un poco más largo de lo normal, pero dividirlo me dolería en el alma jsjsjs. Espero que lo hayan disfrutado ♡.

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