Ya había caído la noche y esperé pacientemente que Gloria se vaya a acostar. Espíe de momento para ir a revisar las cintas de la cámara de seguridad que estaba situada arriba de la reja, en la entrada de mi casa.

Observé agotado durante cuarenta minutos y no pude ver nada comprometedor, pero si logré ver el ford Fiesta de Ray estacionado frente a mi casa. Hasta que encontré una imagen curiosa del hombre discutiendo con Elisabetta, eso me hizo reír notablemente a pesar de no tener un audio.

Ray siempre la engatusaba con su labia y su salvaje magnificencia. Fueron tantas las jugadas que ya no lo recuerdo, aunque siempre estube buscando mi desquite.

—¿Qué estás viendo? —preguntó Gloria, bostezando perezosamente.

Me puse de pie con increíble velocidad, me había inmutado del susto.

—¿Por qué no vuelves a la cama ahora?
—dije sacarronicamente.

—Me levanté de la cama por las náuseas y la acidez estomacal —dijo Gloria con los brazos cruzados.

—Muy bien —contesté—. Podrías haberme llamado para que te lleve el medicamento. Respondí con un cierto grado de culpa.

—Me estás impacientando —dijo, volteando su mirada hacía el monitor. Gloria se inclinó para ver la filmación que estaba en pausa. Intenté mantener la firmeza de mi voz, pero percibí cierto temblor en ella.

Gloria no lo duda. Se sienta en el escritorio con los ojos puestos en la imagen.

—Acércate, mi amor —dijo Gloria con la voz seca.

En ese momento ella comienza a llorar, demasiado asustada como para soltar palabra. Las imágenes que consiguió congelar eran recientes. Simplemente me quedé estupefacto viendo a mi mismo, charlando con Elisabetta. Cada imagen era una pieza de un rompecabezas que Gloria quería armar.

—¿Qué hacés ahí? —preguntó con estrépito.

No sabía que decir, el riesgo y la contingencia podría desatarse en un gran pleito. Sentía que debía ser almibarado y suave, antes de escupir la sopa.

—Solo hablaba con tu prima del tiempo — dije intentando mitigar la situación.

—¿Le fuiste a decir que estuve con Ray? ¿Verdad? —preguntó abochornada.

Moví mi cabeza, negando.

—Eres un cuentista, un embustero — respondió simplemente, esperando una respuesta irónica.

—Es lo que quiero explicarte, Gloria. Tu prima sembró una duda en mí. Dijo que tal vez, el bebé que estas gestando podría ser hijo de Ray. Me interesa saber la verdad. Entonces...

—¡Eres un ladino! —gritó furiosa— ustedes dos aprovechan, tan prudentemente cada oportunidad tratando inconscientemente de volver a estar juntos.

—Perdona, en verdad es mi culpa — murmuré, mientras la abrazaba.

Se río. Su risa sonó macabra. Después se marchó rápidamente.

—Cuando estás en problemas te vuelves un lisonjero —objetó—. En verdad eres un mequetrefe y un delirante maniático.

Me sentí un verdadero pusilánime. Minúsculo, diminuto e invisible. Mientras Gloria dormia, tuve que ahogar mis penas con una petaca de tequila y unas pastillas para la felicidad.

......

Como todos los días, salí del trabajo para ir a casa a almorzar, pero ésta vez encontré a Gloria sentada en la mesa del comedor, con Elisabetta. Lo que parecía que había pasado era que Eli había venido a hablar con mi mujer sobre Ray. Cuando la castaña me vió entrar por la puerta, me miró ojiplática, ella sabía que ya no había tiempo para huir.

En ese momento pensé que algo estaba mal, entonces Eli se puso de pie y me dijo que Ray había muerto durante la madrugada. Yo solté mi bolso y grité con estrépito, no lo podía comprender.

La noticia de la muerte de Ray se esparció rápidamente y también las sospechas. Yo quería decirle a todas las personas que iban a ir a su velorio, incluída Elisabetta y Gloria; que no vayan. Nunca, jamás y nunca, supe que Ray moriría de un paro cardíaco, mientras corría por la calle. ¿Pero por qué hacer ejercicio durante la madrugada? Es cierto que muchos lo hacen, porque el clima es mas fresco, pero me resultaba un poco extraño.

Todos sabemos que era un bohemio estrafalario, que no movía ni un dedo, ni por él, ni por nadie. Que no era un hombre que cuidase su cuerpo.

Al pasar las horas los médicos e investigadores revisaron el óbito, empezaron a tener sus propias dudas. El forense que realizó la autopsia, concluyó que la causa real de su fallecimiento repentino, fue una asfixia lenta, lo que hizo que los periodistas de los noticieros televisivos, presumieran que alguién pudo haberlo asesinado en la vía pública, mientras corría. Solo alguien podía ejercer una fuerza tan profunda y mortal. Sabía y presentía que la policía iría a indagar entre familiares y amigos sobre un posible enemigo. Supe que en algún punto del día, alguién golpearía mi puerta para preguntarme cosas superfluas.

La primera en ser prestarse a dar declaración, fue la adorable Elisabetta. Lo negativo sucedió al fin, cuando la interrogan admitió que las relaciones entre Ray y sus allegados, no eran perfectas. Que siempre había una dosis de violencia oculta.

Cuando la policía puso atención en la ubicación de todos los conocidos de Ray, supe que ya estaría fuera del juego, ya que ese día había estado en la casa trabajando como un loco, apilando cajas en una habitación vacía, para tener todo organizado a la hora de mudarme de casa.

Pero al paso de los días, los investigadores comenzaron a desenterrar una verdad oculta y hacen un certero descubrimiento. La policía había puesto el ojo en los registros telefónicos del celular de Ray y descubrieron que había enviado más de trescientos mensajes a un número no registrado. Si Ray estuvo mintiendo durante todos estos años sobre su turbio e inestable romance con Elisabetta ¿Que más podría suceder?

.......

Llegó un momento de duda, todos se pusieron a preguntar si Ray tenía una amante y si esa misteriosa mujer sería unas de las seguidoras de su culto espiritual.

Tal vez el asesino de Ray era solo un novio o un marido, de alguna de estas mujeres que solían enloquecer al ver al ojiverde embelecar o profetizar, sobre esos singulares y estrambóticos asuntos del sexo mágico. ¿Pero que se decían en esos mensajes? ¿Qué se decían el uno al otro? 

Claramente, era lo que todos queríamos saber, todo el pueblo y toda la ciudad. Para Eli, era muy difícil asimilar que Ray podría haber sido tan frío, ella dijo que él no tenía respeto por nada, solo le importaba tenerla y no perderla. Que ya no le importaba, ni sus deseos, ni sus necesidades... Pero ahora había que preguntarse ¿Que hay detrás de este misterio? ¿A quién llamaba?

Eventualmente, Elisabetta quedó afuera de toda sospecha, pero los oficiales habían declarado para la televisión, que todavía seguían encontrando incongruencias y muchos hoyos vacíos.

Al otro día los oficiales llegaron a mi casa, me sentí absurdamente calmado y pacífico. Uno de los policías era rechoncho y petiso y el otro era calvo y bigotudo.

El primero me dijo que necesitaban revisar las cámaras de seguridad de mi casa, accedí muy confiado. Abrieron la bandeja del dvd, pero no tenía disco, entonces el calvo resolvió llamar a la compañía de seguridad, pero les dije que no era necesario puesto que el sistema tenía una memoria interna.

Yo sabía desde lo profundo de mi ser, que irían a encontrar alguna imagen que involucrara a Gloria con Ray. Pero afortunadamente para mí, solo querían verme a mí, a la hora del crimen. Cuando los dos policías observaron las imágenes en mi monitor, no lo podía creer... Puesto que solo querían corroborar la hora exacta de mi silueta en una imagen. Entonces tomaron unas cuantas fotografías y se fueron. Confío que eso me dejó fuera del caso, pero también me sentí vulnerable.

Creo que hay una razón porque Ray no pudo escapar de cruel destino, era un individuo muy codicioso y nunca supo amar a Elisabetta, como yo un día la amé.

.....

El último paso en el caso, era ubicar a la misteriosa mujer de las llamadas telefónicas. Se sabía que era una mujer, pero no habían datos fehacientes y era un secreto de sumario.

Lo que se supo primero, era que la fémina vivía en el campo, en el mismo lugar donde crecimos Gloria y yo. Estaba preso de la duda, entonces fuí a conversar con Lorenzo, el tío de Eli.

El muchacho manifestó no tener ni siquiera una vaga idea, pero se le ocurrió que podríamos tocarle el timbre al tío de Ray, el cual vivía en la misma calle. Esa idea me agradó en demasía, entonces fuímos a preguntar si tenía nueva información.

El hombre había salido a la puerta de calle vistiendo una bata blanca de baño y unas desgastadas pantuflas. Nos dijo que la naturaleza de Ray lo convirtió en alguien pedante, que él amor tenía por la castaña, le invadía por carne y alma, y que era una pena que haya fallecido antes de conocer a su único hijo. En ese momento, el despertamiento de mi personalidad se tornó terriblemente egoísta. Sentí en mi mente una devastación profunda.

El hombre nos invitó a que pasaramos a la cocina, para poder mostrarnos unos documentos que había recibido recientemente. Él tomó asiento en una silla de mimbre y abrió la solapa de una carpeta de cartón color negro.

—Este es su certificado de muerte —dijo el tío de Ray, sollozando— causa de muerte: Ataque al corazón.

Lorenzo se levantó de la silla y le dió el sentido pésame, luego tomó asiento tembloroso y colapsado.

— Manera de la muerte: Natural —agregó — ; y por no tener ningún indicio alguno, la causa se cerró.

—Es difícil saber que nadie va a ser procesado por el asesinato de su sobrino, es incongruente —dijo Lorenzo.

El hombre tomó la realidad, mejor de lo que se esperara. Al parecer, los investigadores decidieron desistir por falta de pruebas y entusiasmo. Sin embargo, no podía olvidar lo que el hombre había dicho sobre el futuro hijo de Ray.