La gloria
La compañía de Gloria se tornó eterna, ella no quería volver a su casa, pese a las llamadas de su madre. Nunca supe porque, pero eso me hizo salirme de estar ensimismado, a través de sus ojos aprendí a verme objetivamente y acepté que hay cosas que debía cambiar.
Ella era extraña, pero me dejaba ser yo mismo y me apoyaba, como si llenaría mi vida con una conexión especial. Estabamos coordinados, cuando trabajaba, ella cocinaba, cuando yo lavaba la ropa, ella la tendía al sol.
Después de un tiempo, nos enteramos que Elisabetta había retornado a su hogar, después de ir a visitar a su hermano Marcus, el cual vivía en otro continente con su novia. Un día que estábamos desayunando juntos en el jardín, vimos a su prima salir de su casa y caminó con una sonrisa viéndonos desde lejos.
En un santiamén escuché su voz flotando al otro lado de la vereda, en ese momento sentí que el corazón se aceleró. Ladeé mi cabeza y ví a Gloria con su barbilla hacia abajo con una mirada triste y pensativa. Un gesto bastante normal para ella.
Pero un cierto temor atravesó mis pensamientos nublados.
Gloria se había puesto de pie y comenzó a acomodarse la falda escocesa que llevaba, entonces se dio media vuelta, de tal modo que hizo retroceder a Elisabetta.
Era una sensación de amargura y se había apoderado de mi corazón. Eso significaba que estaba comenzando a olvidar a Eli y que probablemente estaba aceptando abrir mi alma a Gloria.
Me puse de pie, acomodando mis lentes sobre mis orejas y sentí la voz de Gloria que me llamaba desde la ventana de la cocina, caminé hacia ella y observe que había levantado su mano izquierda, impactándola con un golpe certero que estalló en mi mejilla derecha. Seguido de eso me empujó con todas sus fuerzas y soltó un quejido enfermizo.
—Te gusta mi prima —murmuró con el rostro enrojecido— ; ¿Por qué no me mirás así?
Con la mejilla ardiente, me senté en una butaca, la idea de que ella esté enamorada de mi me causaba un estremecimiento irremediable.
La veía que tenía los ojos entrecerrados por la ira. Sus puños estaban cerrados con firmeza. Su voz emergía con locura.
—¡Olvídate de ella!
Con una fuerza descomunal me besó y sentí el olor a pánico en su rostro. Me extendí y logré sujetarme de la silla. Ella respiraba con dificultad. Aferré mi mano a su cintura.
—¡Mierda! —mascullé, levantando su pollera. Mis dedos temblorosos habían captado la ausencia de su ropa interior.
—Sigue así —susurró ella en mi oído, intentando no lanzar un gemido. Tenía la respiración entrecortada. Me agaché a su lado, sostuve sus piernas con fuerza y reposé mi boca en su entrepierna.
....
Después de unos momentos de intimidad, los tormentos de la indecisión se habían mezclado con mi mal humor y tal vez sería la última vez que trataría de contentarla de esa manera. En otras palabras, Gloria era terriblemente tediosa y yo siempre tuve una imagen de obstinado y demente.
Ella siempre tenía un ingenioso pretexto para quedarse en mi casa, lo que siempre creí es que ella buscaba que yo la acepte como esposa o amante en el peor de los casos.
Gloria siempre estaba cuidando de las plantas, incluso había comprado un gran limonero, tres macetones de terracota con pinos y un rosal de flores rojas. Entonces el verdor de una arboleda magnífica y bien cuidada, tapaban la maravillosa vista. Con paso del tiempo fue agregando helechos y enredaderas, ya no podía observar desde mi pórtico la fachada de la casa de los Signorelli.
Una que otra vez le cuestioné sobre todo ese verde que impedía que la luz solar llegase a las ventanas, ella respondía con una siniestra histeria. Era una malhumorada compañera de vida, difícil de tratar, pero con un gran corazón.
Después de un tiempo comenzaron nuestros prolongados viajes, íbamos y veníamos con frecuencia. Visitábamos a su madre y a nuestros viejos amigos. Nos gustaba caminar durante la noche y escondernos en escondrijos, para tener un amor insaciable.
Al principio me había parecido una pésima idea, pero me gustaba ese juego que ella había ideado para tener una parodia de la intimidad y que podría tenerlos en pequeños nidos de amor sombríos. Parecía un sueño ficticio, pero había descubierto mi lado aventurero. Sin dudas Gloria había comenzado a tener carisma, su dinámica era notablemente atractiva, que me había permitido sentirme como un seductor. Había profundizado en mi, como un imán.
......
En un momento creí que la segunda parte de mi vida se iniciaría con un error. Pero al contrario de lo que siempre imaginé, parecía un nuevo despertar. El presente era ameno: soñando despierto sin ningún rumbo. Eso sucedió porque el remordimiento fue olvidado.
La esperanza tenía su propia simetría y el futuro un imperfecto déficit. Pero también sabía que los demonios de la carencia volverían a hacer una catástrofe en mi vida.
Gloria me había cuestionado sobre el matrimonio. Manifestaba el deseo de tener una familia conmigo y por mi parte había decidido trabajar para mantener la casa. No sentí esas fuerzas cósmicas, como mariposas revoloteando en mi interior.
En cambio Gloria quería una realidad tangible, buscaba un afán de superación. Era su empeño, el más ambicioso, seguramente su inquietud por el porvenir era más fuerte que pensar en ir al supermercado para comprar víveres.
Ella era una joven que cargaba una simplicidad con una dosis de misterio, conseguía calmar mis nervios, como una fuerza sobrenatural, como si estuviésemos casados en un macrocosmos.
Pero mi espíritu era diferente, no había tiempo para ponerse a cavilar. Había que traer la guita a la mesa y pagar los servicios, la comida y la gasolina.
¡Qué demonio! Estaba perdiendo la razón y el sentido.
....
La verdad que nunca me sentí seguro para amar y valorar a alguien, sin embargo nunca entendí porque tenía miedo a la inseguridad y a la soledad.
Obviamente, siempre tuve temor de culminar algo. Porque podría caerme en un pozo depresivo, entonces es mejor idea caer en un terreno llano o de cara en el asfalto.
Puede que divague y piense que estar con Gloria es pisar tierra segura, intento saberlo todo pero es la primera vez que una persona se aferra a mi con tanto ímpetu. Tal vez ella se siente segura conmigo o se siente a gusto con compartir sus días con este forastero.
Gloria pesar de ser muy callada en ocasiones me dice que me estoy llenando la cabeza con cosas inútiles que simplemente son basura; pero yo creo que el conocimiento nos hace libres y el estudio del ser humano nos permite entender el comportamiento no racional.
El lenguaje corporal ayuda bastante, aunque ella prefiere palabras vacías e impotentes. Las palabras son un mal necesario, pero los actos son lo que mueve al mundo. Mientras ella se esfuerza con sus plantas y ropa bonita, por mi parte mi mente solo se limita a pensar en como salirme con la mía.
Casi nada encaja en este vecindario, tengo a dos mujeres reprimidas. Elisabetta que intenta provocar celos con el mal parido de Ray, haciendo bulla con su estúpido Ford Fiesta y en casa con Gloria que parece que está conmigo para celar a su prima, cueste lo que cueste. En el fondo, siempre recuerdo que estoy viviendo una locura.
¿Qué puedo hacer si todos mis planes han fallado? Mis labios rozan contra la cálida boca de una mujer que no sé si realmente la amo. Entro a la dimensión de lo desconocido, mi mente se vuelve fría y despiadada.
Dejé de lado todo mi pasado, las comodidades de una casa con la familia, los amigos, un empleo que me gustaba. Mi dignidad esencial ha llegado a verse destruida por el amor, eso me recordó que «No solo de pan vive el hombre ».
....
Estaba charlando con mi patrón en la tienda, mientras bebíamos una taza de café, que por cierto sabía a agua sucia.
Él hombre desalineado y pero de buen carácter me contó que era hijo de inmigrantes, su madre vino de lo que era Yugoslavia y su padre era de Hungría.
Me había confesado que tuvo una infancia y una juventud muy complicada, cuando tenía doce años él tuvo su primer roce con la ley, había comenzado a robar a sus vecinos de las casas aledañas, saltando las medianeras, hurgando entre los autos, hurtando herramientas y todo lo que estuviese a su alcance.
Cuando en el barrio se destapó la olla, su madre enloqueció del disgusto y lo encerró en un cobertizo, aunque él siempre lograba huír. Entonces su padre lo envió a un reformatorio durante cuatro años.
—Ladislao, llora todo lo que quieras por amor —dijo el hombre con semblante serio — algunas personas tienen infancias difíciles, como esa chica Elisabetta.
—Oh, lo sé... Oh, yo... realmente pienso...
—Nada de lo pienses importa ahora —dijo; siguió bebiendo el café y se reclinó en la silla azul de camping—. Son locuras de tu mente. Le dije que no, que no es solo imaginación, que no merezco sufrir -empleó una despreocupación y se levantó apoyándose en el mostrador de madera.
—Usted tiene una diferente perspectiva de la vida.
Levantó la quijada con sintética resignación.
—Ladislao, te dedicas a emborracharte y drogarte en horario de trabajo, a espaldas de esa joven que esta en tu casa.
—Estás loco.
—Piénsalo, Ladislao. No pasarà nada si te casas y formas una familia. Ahora frente a ti hay una gran señal de humo, que te dice que madures de una vez por todas. De todos modos, aunque te rehúses admitirlo, sabés que la amas.
Me tendió sobre el mostrador unos tres mil pesos en efectivo.
—Es mejor que vayas a tu casa y te ocupes de esa alma en pena — inquirió con gran énfasis.
Me cubrí la cara con la mano y estallé de rabia.
—¿Qué quieres decir? —pregunté abochornado— ¿Estoy despedido?
1656
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro