El contraste entre la vida y la muerte
Tras pasar años y tribulaciones familiares, entre otras cosas, mi hermano había asistido a la universidad de medicina. Ahí conoció a una joven taiwanesa llamada Ling Su. Ambos tenían veinte cuatro años.
Ling Su había crecido rodeada de taiwaneses y Marcus era su primer amor. Mi hermano decía que para él era importante sentirse amado y necesitado. Pero ella se aferraba a la idea de que los occidentales eran más afectuosos. Pero los padres de Ling, a pesar de estar viviendo en Argentina, tenían valores marcados e ideas demasiado firmes. Para la gente de Taiwán, los hijos son la herencia más preciada, porque ellos pasan las tradiciones culturales para que cuando tengan nietos, se mantenga el linaje.
Pero los padres de la joven no aceptaban el noviazgo. Decían que si no había un compromiso serio, no podrían continuar con su legado, sus normas y sus costumbres.
En cambio Marcus, se mostró obediente e intentó transitar por el rígido sendero que los progenitores de Ling Su, le habían ordenado.
Mi hermano les había dicho que él se estaba ocupando de los negocios de papá y que ganaba demasiado dinero. Les había dicho que estaba decidido a reivindicar el honor de nuestro padre.
Pero había un secreto, la carnicería estaba cerrada, con una faja de "Clausurado" y no había forma de trabajar. Entonces Marcus comenzó a tener una relación polémica con mamá. Bastante combativa, porque los ahorros que yacían en las cajas fuertes, cada mes iban disminuyendo.
Pero mi hermano estaba planeando incluirse en esa cultura oriental, él quería ser del oriente y así poder abandonar las miserias de la vida. Pero los padres de la muchacha pensaban que Marcus venía de una familia criminal y mafiosa, entonces tenían un objetivo específico. Ellos querían que su hija termine la relación, cueste lo que cueste. Sentían que esa relación podría ser perversa.
Unas semanas después, fuí a la casa de al lado, y no estaba la ropa de mi hermano, ni los documentos. Me sentí sola y asustada, entonces corrí a decirle a mi madre. Ella soltó un suspiro profundo y me dijo que la Taiwanesa y mi hermano ya habían tomado el vuelo.
En ese momento mi corazón se estremeció. Pensé, que posiblemente solo quiso lograr su objetivo, que las acciones de Marcus siempre fueron inhumamente salvajes.
¿Qué sentido tiene hacer el amor en el oriente? Suspiré con una notable debilidad. Caminé en forma oblicua hacía su habitación, un rayo de luz iluminaba su escritorio, cuando de repente oigo unas pisadas tenues. Miré hacía atrás y lo vi.
¡Era mi papá!
.....
Cuando volteé mi cuerpo para ver a papá, sentí una evidente sensación de calma que se instaló en mi mente. Mi padre me abrazó aparentando timidez. Él traía su overol naranja, visualicé su aspecto cutre, el tejido de la tela estaba abierto, como su fueran raspones, mezcladas entre tantas manchas de tierra.
Le pregunté si había huido del penal. Levantó su rostro magullado y sombrío, se cruzó de brazos y me dijo los integrantes de "los tigres", habían tenido un gran pleito con los "violines".
Volví a indagar para que me diga la causa y razón de los asesinatos. Divagó durante unos instantes y me dijo que uno de los violines, tenía problemas de hígado, una cirrosis y por consecuencia había tenido un terrible sangrado por el recto.
Entonces el infame les había plantado una coartada. Habían declarado al médico que uno de los integrantes de los tigres, lo habían sometido sexualmente en grupo, provocándole una gran hemorragia. Pero los guardias se anticiparon y nos contaron el chisme y es así como tuvimos conocimiento del posible embaucador.
—¿Los mataron por venganza?
—Los matamos porque son unos violines — dijo, haciendo una pausa por un momento.
—¿No le temes a la muerte? —exclamé totalmente horrorizada.
Entrecerré mis ojos a medida que aceptaba lo que decía.
—Elisabetta, la muerte esta muy cerca — agitó la mano y señaló la ventana— , hasta un automóvil puede matarme en la calle.
—¿Qué hay con el petiso orejudo?
—Ese canalla no es mafioso, ni se dedica al crimen organizado —agregó papá.
—¿Por qué no te tuvo lealtad?
— Porque se cree un matón y solo es un aprendiz —dijo adquiriendo desespero en su tono de voz.
—Lo que hizo es endeble y habría que acabar con él, de todas maneras nuestra familia ya esta bañada bajo una luz sangrienta.
—Espera un minuto. Eso haré, te lo digo mansamente.
—No, espera por favor.
Papá sacudió su cabeza con vehemencia y como berraco que és, salió a buscar a Schiaretti.
Salí detrás corriendo en piyama y pantuflas por la calle, intentando persuadirlo. Pero mi padre es inhumanente rápido.
Lo perseguí caminando con dificultad, hasta que decidí correr en calcetines para ver si lo alcanzaba.
Finalmente papá llegó a la casa y había presionado el timbre del petiso. Mi padre posicionó su cuerpo hacia un costado, para que no pueda verlo por la mirilla de la puerta.
Schiaretti salió a la vereda, miró hacía el lado izquierdo y recogió el periódico, sin tener registro de que una gran sombra lo estaba por acechar; mi padre sacó una pequeña faca tumbera y le rozó el cuello.
Papá volvió a clavarle el cuchillo, pero el petiso arremetió contra él. El segundo tajo se lo provocó en la zona abdominal.
Ambos cayeron desplomados al suelo de adoquines. Papá luchaba por ponerse de pie y en cuanto el petiso gritaba fuertemente para distraernos mientras saca de su bolsillo una pistola.
Le dispara a mi padre provocando un estallido de chispas contra el metal del portón. Papá lo golpea tan fuerte como puede, a fuerza de puño.
El petiso suelta otro quejido de dolor y su ropa queda totalmente empapada de sangre, que salía a borbotones de su boca.
Los vecinos gritaban desde sus ventanas, para que llamen a las autoridades. Eventualmente todo se convirtió en un inconmensurable espectáculo.
Papá luchaba, intercambió miradas silenciosas conmigo y me había hecho señas con la mano para que me oculte detrás de una vieja camioneta.
Me sentí turbada por la situación, tenía la respiración entrecortada, mi espalda estaba embebida de sudor frío. Me sentí abrumada, pero confiaba mucho en él.
En ese momento apareció un móvil policial, escuché sirenas, gritos y luego de eso estalló todo a mi alrededor. Los sonidos de detuvieron y sentí como un vacío tangible que me erizó la piel.
.....
Ahí estaba yo, Elisabetta Signorelli, de veintitrés años, completamente sorprendida por semejante suceso. El petiso orejudo nunca supo que su macabro juego se podría voltear en su contra.
Tal vez mi padre a lo largo de su vida haya sido un tanto inescrupuloso, pero él sabia que asesinar por venganza estaba mal. Mi progenitor siempre fue un hombre muy respetado, pero también muy transparente y al parecer los policías se dieron cuenta de eso. Pero también querían matarlo para ser galardonados por atrapar al prófugo más famoso. Pero ésta vez no había salida, no había escapatoria.
Lo habían encontrado en plena vía pública con las manos en la masa. Entonces los acribillaron a balazos. Yo me acerqué al cuerpo, lo abracé y lloré. Fué el momento más desgarrador de mi vida.
Ver a mi papá morir a sangre fría, fue inconmensurable y mi mundo se derrumbó en un santiamén. Mi madre y yo, tuvimos una crisis de ansiedad y ataques de pánico crónicos. Entonces nuestro psiquiatra nos recomendó viajar y buscar refugio con mi hermano Marcus.
Entonces mamá y yo, pensamos en poner en alquiler nuestra casa, cosa que finalmente resolvimos hacer y luego de ello deambulamos por el mundo.
A veces trabajaba en galerías de arte como ayudante o hacía esculturas para vender y otras veces no hacía nada. La mala racha era el pan de cada día.
Había meses que conseguíamos mucho dinero y otras meses nada. Vivíamos la vida que muchos ansían vivir, eventualmente alquilábamos pequeñas propiedades en los suburbios de cada país en que estábamos, por tres meses, hasta que se nos venciera la visa. Así ibamos renovando nuestro estilo de vida.
Estuvimos en el Reino unido; en Irlanda del norte, vacacionando en las playas mediterráneas y en Taiwán, Taipei, República de China, visitando a Marcus y a su esposa, que ya para ese entonces Ling Su, estaba embarazada de gemelos.
Ling se había recibido de cirujana ocular y tenía estabilidad financiera, ya que su familia tenía un buen pasar. Ella nos había ofrecido solicitar la visa permanente, para que seamos ciudadanas en China. Pero mi madre negó la oportunidad, porque no quería dejar a Lorenzo solo en Argentina, también temía por la vida de él y la de sus padres, aunque no tenía mucho apego emocional con ellos. Mi madre le dijo que busca una vida honrada y familiar, lejos de la frivolidad.
Cuando retornamos a Argentina, gracias a una demanda civil le habían ordenado pagarle a mi madre, seis millones de pesos de indemnización, pero la ironía de este juego perverso es que mi madre gastó grandes cantidades de ese dinero contratando a diversos sicarios, para ultimar a cada uno de los rivales que mi padre tuvo en vida.
Es la clase de venganza más costosa que puede haber. La expresión de satisfacción en los ojos de mi madre, eran de alegría y triunfo. ¿Cuánto cuesta ser intratable?
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