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✧ Capítulo 15 ✧

«I could have showed you all the scars at the start». Dermot Kennedy. Outnumbered.


PANDORA

Probablemente, para alguien como yo: nueva, solitaria, sin amigos y siendo la compañera de habitación de la chica desaparecida, tener a alguien invadiendo mi espacio personal veinticuatro horas al día no era lo ideal.

Hacíamos turnos para leer y analizar todos y cada uno de los documentos que Emma había escondido en su colchón, también todos sus libros y cuadernos.

No tardamos en darnos cuenta de una realidad sorprendente: Emma había ido a clases todos los días, manteniendo sus notas a flote, pero no parecía haber asistido ni a una sola clase ese curso. O al menos no de verdad. Su cuerpo había estado allí, sí, tal y como demostraban todos los cuadernos y libros de las distintas asignaturas, pero su mente había estado en otra parte, como podíamos comprobar en las anotaciones compulsivas en cada uno de sus cuadernos, en cada margen de sus libros, en el modo en el que Emma parecía no pensar en otra cosa: Dios, los ángeles, la mitología, el Cielo, el Infierno... esos eran los únicos temas que parecían haber poblado la mente de mi compañera durante meses.

Y yo no me había dado cuenta, en absoluto. En mi defensa diré que yo no conocía a Emma, que no entendía cuáles eran sus intereses, sus hobbies, la música que le gustaba o qué quería estudiar después de terminar el instituto. Lo único que yo había conocido a una chica suficientemente amable, suficientemente aplicada en sus estudios y, también, suficientemente normal. Podría haber deducido mucho tiempo antes que ocultaba algo.

Hunter tocaba la puerta de mi habitación en cualquier momento del día o de la noche y entraba como si estuviera en su propia casa. Estaba fijado en encontrar una dirección, una hora o una simple nota que le llevara hasta Emma.

Esa misma noche, una vez más, tocó mi puerta a las diez de la noche. Marco, que se encontraba sentado en el suelo con la cabeza enterrada en uno de los libros de Emma, se sobresaltó. Santos, tumbada bocabajo sobre el colchón, solo lanzó una mirada de soslayo a la puerta.

—No os peleéis, ya abro yo —bufé sarcásticamente.

Acudí a la puerta y no me sorprendí al ver a Hunter. Por un instante, él me miró. Mi piel se puso de gallina, pero no dije nada. Me hice a un lado para que entrara a la habitación.

Mis tres nuevos «amigos» no me dejaban sola ni un minuto, pero mentiría si dijera que no me resultaba reconfortante. No quería dormir sola, no en ese cuarto.

—¿Algo? —preguntó Hunter.

Marco negó con la cabeza y yo hice lo propio. Al cabo de un momento, Marco bostezó y cerró el libro que tenía en la mano.

—Será mejor que me vaya. Tengo examen de geografía mañana a primera hora,

Santos también se desperezó y dejó los papeles que estaba revisando sobre la mesita de noche de Emma.

—Me va a explotar la cabeza —comentó—. ¿Sabíais que hay distintas divisiones de ángeles y de demonios? Joder, qué miedo.

Toda esa charla de seres sobrenaturales me daba escalofríos.

—Y que se supone que están entre nosotros, que vienen a la tierra y se camuflan entre los humanos —añadió Marco.

Hunter bufó desde donde se encontraba. Puso los ojos en blanco.

—Menudo montón de gilipolleces.

—Para creer que son gilipolleces, tú sabes bastante del tema —dijo Santos—. Parece que te sabes toda la Biblia.

Hunter se encogió de hombros.

—Cosas que he oído por ahí.

—¿Me puedo llevar este libro? —preguntó Marco—. Mañana podría echarle otro vistazo.

—No creo que sea una buena idea —opinó Santos—, creo que deberíamos dejarlo todo aquí. Lo último que necesitamos es sacar a relucir toda esta locura.

Pareció arrepentirse al instante de haber dicho eso, pues se llevó una mano a la boca. Después suspiró y yo asentí con la cabeza.

—Es una locura —dije en voz baja—, tienes razón.

Todo lo que habíamos encontrado era tan extraño, tan confuso... yo comenzaba a pensar que alguien le había lavado la cabeza a Emma y que se había metido en algún tipo de secta. No lo había dicho en voz alta para no herir los sentimientos de sus amigos, pero a esas alturas no se me ocurrían muchas más ideas.

—Espero que la policía haga algo, que vengan a investigar...

Hunter bufó.

—La policía no va a hacer nada. Nadie parece estar al tanto de lo que está sucediendo y... después de lo que dijo tu padre, Santos. —Se quedó en silencio un momento—. Si Emma estuviera bien, a salvo, lo sabríamos.

—¿Y si contactamos con sus padres directamente? —propuse.

Hunter frunció los labios un momento. Después negó con la cabeza.

—Sigamos buscando información por nuestra cuenta, será lo mejor.

Tanto Santos como Marco se mostraron de acuerdo y ambos se dirigieron a la puerta de la habitación. Se despidieron con sendos gestos y después salieron. Me quedé a solas con Hunter.

—¿Tú no te vas? —pregunté al cabo de unos segundos de silencio.

—¿Me estás echando?

Odiaba que me lo preguntara directamente, pero la realidad era que sí, en cierto modo lo estaba haciendo. Hunter Alexandre era demasiado complicado como para enfrentarlo yo sola.

—Prefiero quedarme, si no te importa. Al fin y al cabo, este es nuestro centro de operaciones, ¿no?

Si pretendía ser divertido, a mí no me hizo gracia.

—También es mi espacio personal.

Hunter se encogió de hombros y caminó hasta la cama de Emma. Se sentó sobre el colchón.

Habíamos tomado todos y cada uno de los documentos y libros y los habíamos clasificado —más bien, Marco, que era el más organizado, los había clasificado— en distintas carpetas y pilas que guardábamos dentro del armario de Emma. Las estanterías de Emma, antes repletas de libros, ahora estaban vacías y ahora toda nuestra información había sido agrupada por la temática que trataba: distintas religiones, criaturas, mitos... Emma tenía seis versiones distintas de la Biblia y todas ellas estaban repletas de anotaciones y apuntes.

—No sabía que Emma fuera tan creyente —dije, sentándome yo también sobre mi cama y tomando una de esas Biblias de mi almohada, ahí donde la había dejado antes de que Hunter entrara.

—No lo es —me dijo él.

Hunter tomó entre sus dedos los documentos que Santos había estado leyendo antes de marcharse.

Levanté la cabeza y me fijé en él con disimulo. Sus ojos azules viajaban de un lado a otro del papel y, de vez en cuanto, se apartaba un mechón de cabello rubio y húmedo cayendo sobre su frente. Hunter se había quitado el uniforme del colegio y llevaba una sudadera negra y unos pantalones informales. Incluso desde mi cama podía percibir el aroma de su piel, sabía que acababa de ducharse.

—Hunter...

—¿Ajá?

—¿Qué pasó la otra noche? —pregunté—. Cuando te encontré en los jardines, ¿a dónde ibas?

Hunter apretó la mandíbula. Tardó un momento en mirarme, quizás porque se estaba planteando si mentirme o si decirme la verdad.

—Iba a mi cuarto —respondió al final.

Yo tomé aire.

—¿Y de dónde venías?

Esta vez él dejó escapar una pequeña sonrisa que no sonó en absoluto como si estuviera divertido.

—Venía de dar un paseo —contestó—, un paseo muy largo.

Cerré la Biblia y la dejé a mi derecha. Solo entonces lo miré de verdad, esta vez sin nada que ocultar.

—Hunter, quiero la verdad —dije con firmeza—, la verdad en serio, no quiero medias verdades. Santos y tú nos tenéis aquí, buscando y buscando entre este montón de papeles... y ni siquiera sabemos qué demonios es lo que se supone que tenemos que encontrar. Pero una cosa es segura: Emma no está dentro de esta Biblia.

Él suspiró, cerrando los ojos un momento. Después habló con un susurro casi inaudible.

—No sé si puedo confiar en ti.

Fue tan tenue, tan suave, que no supe si lo había oído de verdad. Me hizo entornar los ojos, observarlo en silencio durante un momento.

—¿Y cómo sé que yo sí puedo confiar en ti? —pregunté.

—Esa es una buena pregunta. Hagamos un trato: tenemos tres preguntas cada uno. ¿De acuerdo? Los dos contestamos con la verdad.

—De acuerdo.

Hunter sonrió ligeramente.

—De acuerdo —dijo también.

Era la primera vez que lo veía sonreír. Tenía una sonrisa perfecta, por supuesto, ¿acaso habría esperado otra cosa? Y, para mí sorpresa, esa sonrisa sí le llegó a los ojos. Mi corazón se agitó ligeramente, como si un montón de mariposas acabaran de ser liberadas en mi estómago.

Me coloqué bien recta en la cama y lo miré a los ojos. Estaba dispuesta a descubrir qué era aquello que escondía Hunter Alexandre.

⚜︎

¡Hola, reinas!

Mañana me voy de vacaciones a la República Dominicana ♡♡♡ Tengo muchíiiiisimas ganas. Subiré un montón de cosas a mi instagram (vmcameron213) así que si me seguís, podréis ver qué estoy haciendo por allí :). Dejaré los capítulos programados, así que el miércoles tendréis el siguiente capítulo.

¡Mil gracias por pasar a leerme! No os vayais sin votar y comentar ;)

Mil besos

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