CAPITULO 1
La atmósfera en el teatro de Hamburgo estaba cargada de tensión, una electricidad casi palpable que recorría cada rincón. Las luces brillaban intensamente y luego se apagaron de golpe, sumiendo a la multitud en una oscuridad total. La expectación era inhumana, casi se podía escuchar cómo el aire se suspendía entre cada respiro, entre cada latido de los cientos de corazones que palpitaban al unísono. Algo grande estaba a punto de suceder.
En el centro del escenario, un tanque de agua enorme se alzaba, con paredes de vidrio cristalino que reflejaban las luces de forma deslumbrante. El agua dentro del tanque se agitaba lentamente, como si estuviera viva. Y lo estaba. En su interior, dos enormes cocodrilos nadaban con calma, sus ojos de un verde intenso brillando en la oscuridad, mientras sus enormes mandíbulas se abrían y cerraban, mostrando filas de dientes afilados como cuchillos. Un murmullo recorrió la sala, algunos en el público se sobresaltaron al ver la ferocidad latente en esos ojos.
—Damas y caballeros —la voz grave del presentador cortó el silencio, resonando por todo el teatro—, esta noche serán testigos de un acto nunca antes visto. El gran ilusionista Jeon Jungkook se enfrenta a una prueba mortal. Un acto que desafía la lógica, la razón y la vida misma.
Un parpadeo de luces, y las cortinas se abrieron, revelando a Jungkook de pie, en el centro del escenario. La multitud estalló en vítores, pero rápidamente se hizo un silencio reverente, como si el aire mismo se hubiera detenido en su respiración. Jungkook vestía su traje negro impecable, con una chaqueta de corte ajustado que brillaba bajo las luces, dándole una apariencia etérea, casi de otro mundo. Sus ojos, enfocados y llenos de determinación, no mostraban ni un atisbo de duda. Pero eso era parte del acto, ¿verdad? Nadie podía estar tan tranquilo frente a tal peligro.
Jungkook avanzó con pasos firmes hacia el borde del tanque, su mirada fija en el agua que burbujeaba alrededor de los cocodrilos. Un suspiro colectivo llenó la sala. La tensión era tan densa que cualquiera podría haber jurado que podía cortarse con un cuchillo.
—¿Están listos para presenciar lo imposible? —su voz llegó a los oídos de cada espectador, cargada de una calma casi inquietante. La respuesta fue un rugido de emoción, pero Jungkook no se inmutó. Parecía ser parte de algo más grande, algo más allá de la comprensión de los presentes.
Un crujido sordo. El agua del tanque comenzó a agitarse violentamente. Los cocodrilos, atraídos por el bullicio, se sacudían, rozando la superficie con sus colas, creando ondas que rompían la calma. La sala contenía la respiración mientras los ojos de todos se centraban en el ilusionista. Un truco. Eso tenía que ser. No podía ser real.
Jungkook dio un paso hacia el agua, no con miedo, sino con una seguridad aterradora. Con una sonrisa fugaz en sus labios, se despojó de su chaqueta y la arrojó al suelo. La multitud apenas pudo reaccionar. Con un movimiento ágil, saltó hacia el tanque.
El sonido del agua estallando bajo su cuerpo fue ensordecedor. Y entonces, lo que ocurrió después desafió todo lo que los espectadores creían conocer sobre la realidad.
Jungkook desapareció bajo la superficie. La tensión aumentó aún más, los murmullos comenzaron a recorrer la sala. Los cocodrilos seguían nadando tranquilamente, pero ¿dónde estaba Jungkook? ¿Acaso había quedado atrapado? ¿El tanque se estaba moviendo de una manera extraña?
Un minuto pasó, luego dos, y nada. Los cocodrilos seguían en sus movimientos erráticos, pero el ilusionista no aparecía. La sala se llenó de ansiedad, los ojos de todos se clavaban en el agua, buscando señales. De repente, una figura emergió del agua, pero no era Jungkook. Era uno de los cocodrilos, con su enorme boca abierta, un destello de luz reflejándose en sus ojos. Un grito recorrió la sala, pero era un grito colectivo de alivio, ¿o de terror?
La figura del cocodrilo desapareció nuevamente en el agua. Un susurro recorrió a los presentes. ¿Era parte del truco?
Pero en el momento en que la angustia comenzó a ser insostenible, un brazo emergió del agua, suave, firme, y luego la cabeza de Jungkook apareció, justo en el centro de la superficie. Nadie había visto cómo había logrado escapar de entre los cocodrilos. Nadie sabía cómo había logrado salir, pero estaba ahí. Perfectamente intacto, como si el peligro nunca hubiese existido.
La multitud estalló en vítores, en gritos e incredulidad. Pero aún había algo que no cuadraba. ¿Cómo había hecho eso? ¿Qué era lo que no podían ver? El agua estaba en calma ahora, pero el misterio seguía flotando en el aire. Un murmullo se alzó en las primeras filas. Todos se hacían la misma pregunta: *¿Cómo?*
Jungkook, con su rostro sereno y una sonrisa enigmática, nadó hasta el borde del tanque y salió con la gracia de un bailarín. El agua caía de su cuerpo con un sonido casi hipnótico mientras se acercaba al borde del escenario, donde lo esperaba una ovación ensordecedora.
—¿Han visto todo lo que ha sucedido aquí? —preguntó, mirando a la audiencia con esa sonrisa llena de secretos, como si compartiera algo más allá de las palabras. —¿Creen que lo han entendido?
La multitud se quedó en silencio, incapaz de procesar lo que acababa de ocurrir. Algunos creían haberlo visto todo, pero algo en la expresión de Jungkook sugería que había algo más en juego. Un juego con la percepción. Un truco, quizás, pero... ¿cómo había logrado escapar con tal destreza?
Con una mirada cómplice, Jungkook levantó la mano y, en un susurro bajo que solo los más cercanos pudieron oír, dijo:
—A veces, lo que vemos no es lo que creemos que vemos. Y lo que creemos saber, no siempre es suficiente para explicar lo que realmente ha sucedido.
La sala quedó en un profundo silencio, mientras él caminaba hacia las sombras. La cortina cayó. Nadie en el público podía dejar de pensar en lo que había presenciado, y en la incógnita que ahora se cernía sobre ellos. ¿Había sido magia o algo más allá de lo imaginable?
El eco de sus palabras seguía resonando, mientras los gritos de emoción de las personas se hacían presentes. Mientras el teatro se vaciaba lentamente, dejando a todos con la sensación de que, por un momento, habían sido parte de algo mucho más grande de lo que podían comprender.
.
El teatro de Múnich estaba envuelto en una atmósfera eléctrica, como si la misma ciudad hubiera dejado de respirar, esperando lo que estaba por suceder. La sala estaba a oscuras, con los murmullos de la audiencia flotando en el aire, cada espectador con el corazón latiendo más rápido, sin saber exactamente qué esperar. Y entonces, una voz en la oscuridad cortó el silencio:
—Esta noche, vivirán algo que desafiará todo lo que creen saber.
La voz era suave, pero llena de una seguridad inquietante, y la multitud se calló al instante. Unos pocos segundos después, las luces del teatro parpadearon, y la figura de Taehyung apareció en el centro del escenario, iluminado por un solo rayo de luz que parecía provenir de ninguna parte. Su presencia era magnética. No llevaba más que un traje oscuro, perfectamente ajustado, y sus ojos brillaban con una intensidad inexplicable. Estaba mirando a la audiencia, pero no con la curiosidad de un observador. No. Él sabía algo que los demás no. Algo profundo. Algo que los conectaba a todos.
—Bienvenidos al juego —dijo Taehyung, con una sonrisa misteriosa que hizo que el aire mismo pareciera vibrar. Su voz era clara, pero al mismo tiempo suave, como si hablara directamente a la mente de cada persona en el teatro. Todos los ojos estaban fijos en él, sin poder apartar la mirada. Como si de alguna forma, los estuviera controlando.
La audiencia contenía la respiración. ¿Era esto parte de un truco? ¿Un nuevo acto de ilusionismo? Nadie podía saberlo, pero todos podían sentir que algo extraordinario estaba a punto de ocurrir.
Con un gesto rápido de su mano, Taehyung hizo que las luces titilaran por un momento, y luego se apagaron por completo, sumiendo al teatro en una oscuridad absoluta. El silencio se apoderó de todos, y entonces, un susurro bajo resonó en el aire, directamente en la mente de los espectadores.
—Cierra los ojos.
Y sin pensarlo, sin cuestionarlo, cada persona en el teatro obedeció. Las luces no estaban allí, pero las órdenes de Taehyung eran claras, y sus palabras parecían tocar algo en lo profundo de la conciencia de cada uno. Nadie dijo una palabra, pero todos sentían lo mismo. ¿Era posible? ¿Cómo podía ser?
—Imagina que estás suspendido en el aire. Que ya no estás en este teatro, sino flotando en un espacio vacío, entre estrellas, rodeado por un silencio absoluto.
La audiencia, con los ojos cerrados, comenzó a sentir una extraña ligereza, como si realmente estuvieran flotando. Las sillas, el suelo, todo desapareció. Algunos incluso sintieron que sus pies ya no tocaban el suelo, como si su cuerpo hubiera perdido peso, como si la gravedad ya no existiera. La mente de cada espectador había sido transportada.
—Ahora, imagina que puedes moverte, que puedes volar —continuó la voz de Taehyung, suave y envolvente, como una melodía que se colaba en las mentes, formando una realidad propia—. Imagina que tomas control de todo lo que te rodea. Que eres libre. Que todo lo que piensas, lo puedes hacer.
Algo dentro de la sala cambió. Todos los presentes sentían que podían moverse, que podían volar. Cada persona experimentaba su propia versión de la realidad, algunos sintiendo la brisa en sus rostros, otros el peso de la ingravidez, pero todos flotaban. Todos se sentían como si estuvieran dentro de un sueño, donde el control era suyo, pero de alguna manera, la presencia de Taehyung aún estaba ahí, guiándolos.
—Ahora, abran los ojos —dijo Taehyung con un susurro que resonó en cada rincón de la mente.
De inmediato, las luces se encendieron nuevamente. La sala volvió a la normalidad. O al menos, eso parecía. Los ojos de los espectadores se abrieron, pero el ambiente había cambiado. Las sillas, las paredes, el escenario… todo parecía un poco diferente. Como si, por un segundo, hubieran estado en otro lugar. Como si lo que sentían fuera mucho más que un simple truco de ilusionismo.
El público miró a su alrededor, atónito. Nadie sabía qué había sucedido, pero todos sentían lo mismo: una sensación de desconcierto, de haber estado en dos lugares al mismo tiempo. Como si hubieran viajado por una dimensión ajena, controlada por una fuerza que no podían comprender completamente.
Y entonces, con un movimiento casi imperceptible, Taehyung se acercó al borde del escenario, mirándolos fijamente. Sus ojos brillaban con un misterio insondable.
—¿Lo han sentido? —preguntó, como si su voz fuera la última clave para entender lo que acababa de suceder.
La multitud guardó silencio. Algunos asintieron lentamente, otros se miraron entre sí, sin palabras, como si estuvieran tratando de entender lo que acababa de ocurrir. ¿Fue todo parte de un truco? ¿O de alguna forma, realmente habían flotado en el aire, viajado a otro lugar?
Taehyung dejó que el silencio se alargara, disfrutando del desconcierto, de la magia que había tejido en la mente de cada espectador. Con una sonrisa enigmática, levantó una mano, como si estuviera a punto de decir algo más.
—Recuerden, lo que han experimentado aquí no ha sido solo un juego de ilusiones. Todo lo que perciben, todo lo que sienten… puede ser manipulado. Incluso el espacio, incluso el tiempo. Y todo esto ha sido posible porque han creído en ello. Porque su mente, como mi mente, está conectada a una realidad que no siempre podemos ver.
La audiencia se quedó en silencio. La magia, la confusión y la maravilla flotaban en el aire. Nadie sabía si lo que había sucedido era parte de un truco o algo mucho más profundo, pero todos se dieron cuenta de algo: Taehyung no solo había controlado lo que vieron, había tocado sus mentes, les había mostrado que la realidad es maleable, que todo lo que creían saber era solo una ilusión.
La cortina cayó, pero la sensación de estar flotando en otro espacio permaneció con ellos, como un eco en sus mentes. ¿Había sido magia? ¿O algo más? Nadie lo sabía con certeza, pero todos, sin excepción, se dieron cuenta de que algo había cambiado, y nunca más verían el mundo de la misma manera.
.
Era una tarde gris y fría en Hamburgo, la ciudad se encontraba sumida en su habitual bullicio. El sonido de los coches, el murmullo de las personas y el repicar de los pasos sobre el pavimento mojado llenaban el aire. Jungkook caminaba por una de las calles principales, su mente alejada de la rutina diaria, cuando algo llamó su atención. Un letrero, casi imperceptible entre la multitud, colgado en una esquina, sobre una antigua librería. El texto, escrito con letras doradas y elegantes, destacaba en medio del gris de la ciudad.
"Se busca al mejor ilusionista. Gran premio. Desafío abierto. Aplica aquí."
Jungkook se detuvo en seco. Sus ojos se fijaron en las palabras, una chispa de emoción encendió algo en su pecho. Había algo irresistible en ese mensaje, como si el universo mismo lo hubiera guiado hasta allí. ¿Un desafío? ¿Un premio? El pensamiento de enfrentarse a otros ilusionistas, de poner a prueba sus habilidades en un escenario mayor, le atraía profundamente. Pero no solo eso. Algo dentro de él le decía que esta podría ser una oportunidad única, que no podía dejar pasar.
Con una sonrisa intrigada, Jungkook sacó su teléfono y tomó una foto del letrero. Sabía que su siguiente paso sería prepararse, entrenar como nunca lo había hecho. Si iba a competir, necesitaba estar en su mejor forma, dispuesto a dar todo lo que tenía.
Mientras tanto, en el otro extremo de la ciudad, Taehyung también se encontraba caminando por una zona más tranquila. La ciudad, aunque ajetreada, no lograba distraerlo. Sus pensamientos estaban en otro lugar, como si algo lo estuviera llamando, algo que aún no podía comprender. De repente, a lo lejos, una vibrante luz verde lo atrajo a una pequeña tienda. Era un letrero, también iluminado, y en letras doradas, lo mismo que había captado la atención de Jungkook.
"Se busca al mejor ilusionista. Gran premio. Desafío abierto. Aplica aquí."
Taehyung se acercó lentamente, una ligera sonrisa curvó sus labios al leer las palabras. Un escalofrío recorrió su columna vertebral, pero no de miedo. No. Era como si ese mensaje estuviera diseñado solo para él, como si fuera una señal del destino, un llamado a algo mayor. Algo dentro de él se despertó. El desafío, el juego, la competencia... no podía resistirse. Como si la oportunidad de probar su habilidad, su destreza mental, estuviera justo frente a él.
Se quedó mirando el letrero por unos momentos, el sonido del tráfico y la ciudad ya no existían. Todo lo que podía escuchar era el latido de su propio corazón, resonando con la emoción de un desafío desconocido. Sin pensarlo, Taehyung tomó una foto del letrero con su teléfono, sintiendo la familiar sensación de anticipación que siempre lo acompañaba cuando sabía que algo grande estaba por ocurrir.
Ambos, sin saberlo, estaban a punto de cruzarse en este escenario de ilusión. En sus mentes, las ideas comenzaron a tomar forma. Jungkook, ya en su casa, comenzó a practicar, revisando sus trucos más complejos, perfeccionando cada movimiento con una precisión casi militar. Sabía que no podía subestimar el desafío, pero su confianza era inquebrantable. Este era su momento. La competencia lo excitaba, y su deseo de ser el mejor lo impulsaba a prepararse con más intensidad.
Taehyung, por su parte, también se sumergió en su propio mundo. En su estudio, rodeado de libros y artefactos misteriosos, repasó mentalmente los trucos que había aprendido, pero también se preparó de una manera diferente. Se concentró en la mente, en el control, en lo que las demás personas no podían ver, pero sí sentir. Quería dejar a todos sin palabras, no solo con trucos, sino con algo más profundo, algo que desbordara las barreras de lo que la audiencia creía posible.
Ambos sabían que la competencia no sería fácil. Los mejores ilusionistas de la ciudad, posiblemente del mundo, estaban detrás de este desafío. Pero no les importaba. No venían solo por el premio. Estaban ahí porque el arte de la ilusión era algo que les pertenecía, algo que podían moldear a su voluntad. Y cada uno, en su corazón, sabía que no solo querían ganar. Querían mostrar al mundo algo que no se había visto nunca antes.
A medida que el sol comenzaba a ponerse, sumiendo la ciudad en una oscuridad que parecía perfecta para lo que estaba por venir, Jungkook y Taehyung se preparaban en silencio. Aunque estaban en extremos opuestos de la ciudad, había una conexión invisible entre ellos. El destino, con sus hilos de magia y misterio, los había llamado a ambos a este mismo lugar, a esta misma competencia. Y la pregunta ya no era si se encontrarían, sino cuándo.
La ciudad esperaba, y el desafío ya estaba en marcha.
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Bestias bienvenidos a "Los Ilusionistas", es una historia Taekook, peeeeero vienen más cosas acá. No les puedo dar spoiler.
Es una historia que los dejará en caos mental y romperá más de una vez la cuarta pared. Es mi primera vez haciendo algo así (ya saben que amo experimentar).
No he visto muchos libros que hagan eso, donde también incluyan magia, así que no tengo algo específico en que apoyarme, solo...como salga.
Espero les agrade.
Tengan buen día ✨ Fer.
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