Estoy tan cansada... No mentiré, no a ti cariño, jamás.

Pero es que te has vuelto un fantasma de la mujer que fuiste, de la chica que me atrajo con aquella luz y yo cual insecto. Ya no estás más ahí, sinceramente no sé en que momento esa parte de ti empezó a morir, y ni quiero escarbar en ello, no quisiera encontrarme con algunas culpas.

Sé que ahora estás más triste que nunca, por alguna razón que desconozco y que no te motivo a contarme porque ahora nos volvemos a conocer...

Pero mujer, no sé de donde estoy sacando la voluntad para seguir allí, al pie del cañón contigo, a pesar de tu apatía, a pesar de tu mal humor, incluso si te descargas conmigo; Yo estoy aquí como lo prometí hace mucho.

No me he ido, y aun no tengo intenciones de hacerlo. Es terrible lidiar con alguien que está pasando por una etapa profunda de tristeza, te lo digo por experiencia, pero no por ello voy a correr.

Después de lo que te he contado, sería muy absurda en alejarme de ti y perder de nuevo valioso tiempo con viejas heridas o simplemente con una aversión a tu nueva tú. No soy de las que abandonan, nunca lo he sido, incluso cuando creíste que si. No voy a pedirte que me eches una mano aquí, no tienes qué.

Tu me viste en mis peores momentos, y atravesaste una etapa tórrida conmigo. No me sentiría digna de decir que te amo si no estuviera aquí para ti, mandándote canciones aunque me contestes escuetamente, o que parezcas poco entusiasmada de hablar conmigo en persona (lo noto, sabes). No voy a ser invasiva pero seguro que me las ingeniaré para que me permitas darte mi hombro y que te apoyes en él ahora mismo.

Pero no mentiré, es cansado.

Sin embargo, aun sigo sosteniendo que yo quiero ser tu cielo seguro (sea lo que sea que eso signifique en estos tiempos).

Tengo mucho aguante, créeme.