Tengo un tipo de mujer, sepan ustedes.

Siempre digo que podría acoplarme a cualquiera pero no es tan cierto.

Me gustan las mujeres pequeñitas, de miradas intensas, morenas, apiñonadas, con curvas sinuosas y la personalidad dura del diamante.

Me vuelven loca esas mujeres de piel tostada que te hacen arrodillar, te quitan el mando y te comen vivo.

A esa mujeres no se les puede amar, pero tampoco odiar, solo se les perdona, porque es su salvaje naturaleza quien las rige.

Pero son a aquellas mujeres de facciones finas y sonrisas dulces, las que dicen no matar ni una mosca pero en la cama son expertas en el arte de asesinar a sangre caliente, a las que yo les doy mi condescendencia sin chistar.

Esas mujeres dominan, y a la mayoría les gusta como dominan, pero no todos pueden hacerle frente a esa dominancia, no todos pueden rebatirles o no quieren, solo quieren complacerlas con cosas extraordinarias. Pero a aquellas mujeres eso al final les aburre, les gusta el reto y la pelea.

Y es por eso que ahora he puesto la mira a las rubias, porque no es que tengan algún defecto, sin embargo estos días necesito un respiro de mi morena guerrera personal.