Lo primero que hice cuando llegue a la escuela fue buscar a Dorian para avisarle que haríamos el trabajo en la tarde. Para mi desgracia no lo encontré, sino hasta el ultimo receso, cuando se me ocurrió la brillante idea de buscarlo en la piscina, y adivinen. Si estaba allí, sentado como la segunda vez que casi me mata.
-Hola- Salude cerrando la puerta, pero sin avanzar mucho más de allí- Te estaba buscando.
-¿Para matarme?- inquirió divertido.
-Casi, venía a decirte que vengas a mi casa después de clases, así hacemos el trabajo de latín- respondí tranquilamente. Él sonrió saliendo del agua para caminar hasta donde estaba.
-¿Moriré si voy?
-Posiblemente, pero sino vas no aprobaremos Latín y aparte de que sería muy humillante para ambos, dudo que quieras ir a la escuela de verano- él se lo pensó unos instantes antes de asentir.
-Buena decisión- tome rápidamente un papel y un bolígrafo de mi mochila y escribí la dirección antes de entregársela- Te espero en la tarde- y sin esperar su respuesta me encamine a clases.

La ultima clase termino y estaba junto a mi amiga juntando nuestras cosas en silencio, hasta que tuvo que abrir su gran bocotá, en el instante en que guardaba mi ultimo libro de matemáticas.
-¿Encontraste al idiota que buscabas?- interrogó, mientras salíamos del aula.
-Si- respondí secamente.
-¿Quieres apoyo moral?
-Estaré bien no te preocupes- Ella asintió no muy convencida, pero la verdad prefería hacer este trabajo sin tener que medir mis palabras por la presencia de mi amiga, aunque hubiera sido una buena opción para asegurarme de que mi compañero no muriera, pero la verdad que no quería meterla en eso, aunque realmente no se iba a enterar de nada.
-Bien, pero me avisas si me necesitas, Estare en diez minutos, quince si hay mucho tráfico- aseguró cuando llegamos a la puerta, mi tío me esperaba en el auto.
-Nos vemos mañana- le dije a mi amiga para despedirme antes de ir con mi tío para que me llevará a casa.

Lo primero que hice cuando llegue fue quitarme el uniforme, para ponerme unos jeans ajustados y una remera un par de talles más grandes; además de unas pantuflas negras que para nada eran sexy, no deseaba que mi familia pensará que tenía algún interés por el semidios que llegaría en cualquier segundo.
-Tesaria- grito mi madre desde la cocina, cosa innecesaria teniendo en cuenta que podía escucharla perfectamente.
-¿Qué sucede?- interrogue llegando a su lado, ella me miro de arriba abajo arqueando una ceja- ¿Qué tengo?
-Nada, ¿De donde sacaste esa remera?- ahora que lo mencionaba no estaba muy segura.
-Estaba en mi armario, ¿Tiene algo de malo?- ella negó, apartando lo que sea que pasará por su mente.
-Voy a salir- me avisó, ahora la que estaba sorprendida era yo. Mi madre nunca salía de casa si yo estaba ahí, sobre todo si vendría un semidios y no estaban ninguno de mis tíos en casa.
-¿A dónde?- interrogue curiosa.
-Jace, llegará en una hora, ¿Sabes las reglas?- rodee los ojos antes de salir.
-No voy a ir a ningún lado- asegure cansada, ella asintió secando sus manos. Llevaba unos jeans negros ajustados, y una camisa blanca combinada con una blazer también negro, además de unas botas altas de cuero negro, se veía muy bien.
-Volveré tarde, duerme temprano- advirtió comenzando a irse, tomo su cartera del perchero de la entrada y estaba lista para abrir la puerta, pero se detuvo de golpe, sacando su billetera de la cartera antes de entregarmelo- no dejes que tu tío se acerque a la cocina, pide lo que quieras, te quiero- y sin más dejó un beso en mi frente y se fue.

Estaba más que dispuesta a llamar a toda mi familia esperando que alguien me explicará que le había pasado a mi madre, nunca supe realmente si ella trabaja o si su único trabajo en la vida era protegerme, lo cual teniendo en cuenta que su deber era proteger el tratado y yo aparte de ser su hija, era el tratado, sería algo normal. La verdad nunca pregunte, me parecía inapropiado, pero ahora si me estaba dando curiosidad.
El punto es que estaba por armar un gran alboroto pero no tuve tiempo para eso, ya que, el timbre sono. Solté un pequeño suspiro antes de tomar las llaves y bajar a abrirle al idiota de ojos verdes.

Ni bien puso un pie en el apartamento se tenso, estaba alerta como si lo pudieran atacar en cualquier segundo. Al verlo reí mientras cerraba la puerta.
-No hay nadie- informe divertida- pero mi tío vendrá en una hora, pero tranquilo Es casi seguro que él no te hará nada.
-¿Y quién si lo haría?- indagó interesado.
-¿Recuerdas tu profesor de literatura?- él asintió- yo me cuidaria de él...
-Lo tendré presente- sonreí divertida antes de tirar de él hasta la cocina.
-¿Quiere beber algo?- él arqueo una ceja confundido- me refería a una taza de café o algo así- él asintió.
-Café está bien.
-Bien, siéntate- invite mientras servía dos tazas de café y me sentaba a la mesa frente a él en el mismo segundo.
-Espera ¿Qué?- reí ante su mirada llena de sorpresa.
-Olvidas que soy un vampiro- él sonrió divertido y asintió. Me quedé unos segundos pensando, antes de darme cuenta que no había llevado mis cosas, le sonreí antes de volver a usar mi velocidad para ir por mi mochila y mi laptop que estaban en la habitación.
-Podrías evitar hacer eso, por favor- suplico con una mano en el corazón.
-¿Por qué?- inquirí con inocencia.
-Porque vas a darme un infarto- aseguró algo histérico.
-Bien, como quieras- acorde rodeando los ojos antes de abrir el libro y la laptop para empezar.
-¿Y por dónde quieres empezar?- pregunto sacando sus cosas de su mochila, me encoji de hombros bebiendo un trago de mi café antes de hablar.
-¿Cuál fue tu primer mounstro?- él rió divertido.
-Un Minotauro- sonreí divertida.
-Empecemos por ahí entonces.