Capítulo 7: Cena
La cena fue tranquila, nadie alzó la voz, nadie hablo sobre mi futuro ni nada por el estilo. Tampoco hubo lágrimas o algún comentario sobre mi padre y sus hermanos.
Y todo iba bien, después de cenar nos sentamos en el living, mis tres abuelos en un sofá, mi madre y sus hermanos en otro, y en los sillones estábamos mi abuela y yo; la charla era agradable mientras bebiamos un poco de café, hasta que aproveche un pequeño silencio para encarar a mi madre, esperaba que el hecho de que toda mi familia estuviera allí fuera a mi favor y no en mi contra.
-Mamá- llame logrando que todos fijarán la vista en mi.
-¿Qué sucede cariño?- inquirió con una sonrisa.
-Quería saber, si podía quedarme un par de hora en la escuela mañana, después de clases- pedí con tranquilidad sin mirarla.
-No- respondio secamente.
-Pero mamá...- comencé a quejarme pero ella me detuvo abruptamente.
-Pero mamá, nada- advirtió poniéndose de pie- sea lo que sea que tengas que hacer lo puedes hacer aquí, donde te pueda vigilar- era exagerado de su parte pero realmente necesitaba hacer ese trabajo.
-Es mi trabajo de latín, tenemos que hacerlo en parejas y...-no pude continuar porque mi abuela y el resto de los dioses de la sala comenzaron a reírse.
-¿Qué es tan gracioso?- inquirió Mi tío Jace sin entender que estaba pasando, era un sentimiento compartido.
-Es que, recuerdo el trabajo de latín- informó mi abuela- ¿Y tú Apolo?- él nombrado de callo de repente haciendo un puchero mientras se cruzaba de brazos en el sillón.
-No fue tu culpa- aseguró Horus dandole unas palmaditas en el hombro.
-Estúpidos profesores de Latín- se quejó él haciendo caso omiso al Dios de la guerra.
-No entiendo nada de lo que esta pasando, pero realmente necesito hacer ese trabajo- reconocí frustrada.
-Dile que venga después de la escuela, Apolo seguramente los pueda ayudar- aconsejo mi abuela complicando aún más mi situación académica.
-Eso No va a pasar- asegure mientras mi abuelo se hundía más en el sofá a la vez que murmuraba.
-Otra vez no, por favor, otra vez no- realmente no entendía como un dios podía estar tan traumado por un simple informe de latín, pero no tenía tiempo para la anécdota.
-¿Por qué no?- interrogó mi madre con curiosidad; me acomode en el sillón abrazando mis piernas, al mismo tiempo que apartaba la mirada.
-No necesito ayuda de Apolo- advertí- y no quiero que él venga aquí- todos se quedaron en silencio unos segundos.
-¿ÉL?- Interrogaron mis tíos y mis abuelos con un más que claro enojo; asentí, porque temía hacer enojar a alguien más en esa habitación.
-¿Quien es él?- siguió Thor.
-Solo un idiota de mi clase, no es nadie.
-¿Y por qué no quieres que venga aquí?- apoyo Jace. Quería decir que era porque estaban todos locos en esa casa pero no me pareció una buena opción.
-Yo... esto... No... creo... que sea... buena idea- explique con mi voz temblorosa.
-¿Por qué?- volvieron a insistir al unísono. Cerre mis ojos fuertemente, tratando de controlar las emociones que recorrían mi cuerpo en ese momento, amenazando con hacerme explotar.
-Porque es un semidios- susurre lo más bajo posible, aunque eso no iba a evitar que todos en la sala lo entendieran correctamente. Mi madre fue la primera en dar un salto para ponerse de pie y comenzar a gritar.
-No, claro que no, no vas a acercarte a ese chico sin supervisión- me advirtió, los dioses estaban enojado gritando al mismo tiempo, mientras que mi abuela y mi tío estaban muy tranquilamente sentados en los sillones, ella Bebía de su taza como si nada pasará. Mientras que mi tío parecía que estaba procesando la situación.
-SILENCIO- grito secamente logrando que todos se sentará, para que él se pusiera de pie caminando hasta mi, su mirada era inexpresiva pero eso no era lo que pasaba realmente por su mente, en el instante en el que me acorralaba entre el respaldo del sillón y su cuerpo. El ligero pensamiento de que nada de esto le había pasado a mi padre a mi edad sólo logró aumentar el huracán de emociones que existía en mi interior- Tesaria, ¿Este chico, es el mismo que salió de la escuela pocos minutos después que tu, el lunes?- vieron ese conejito asustada que está por ser devorado por un león, bueno así me sentía en ese momento.
-Eh... ¿Qué chico?- inquirí en un susurro.
-Tesaria- no quería hablar, no quería que me castigaran porque las morias y quien sea que tejiera el destino allá puesto a un semidios en mi camino.
-Suficiente- ordenó Samanta, poniéndose de pie, logrando que mi tío me liberará- Tesaria, trae mañana a tu compañero para hacer el trabajo aquí- ordenó a lo que asentí, no iba a discutir- ahora ve a tu habitación- sin perder tiempo hice lo que me ordenó. Cerre la puerta detrás de mi, dejándome caer contra la puerta, por que tenía que ser tan difícil todo, algo tan simple como decirle a mi madre que tenía que quedarme un par de horas más en la escuela no tenía que ser algo grabe.
-¿Qué crees Qué haces?- interrogó mi madre.
-No puedes seguir tratandola como una niña- me defendió mi abuela por primera vez- te prometí que esperaría que Tesaria estuviera lista para el tratado y lo haré, pero no puedes seguir tratandola como una niña.
-No vas a decirme como criar a mi hija- el silencio se instaló, y no era para menos, nunca pensé que mi madre podría hablarle así a ella.
-Si puedo- sentenció con firmeza- ella tiene que prepararse para el tratado y no lo hará si nisiquiera la dejas juntarse con un semidios para hacer un estúpido trabajo- mi madre se quedó callada- ya no es una niña, y debes empezar a dejar que ella también lo crea.
Me quedé un rato más en la puerta pero ya nadie dijo nada, por lo que me puse de pie para lanzarme a la cama a descansar.
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