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Capítulo 12: Dragones

Abrí los ojos con dificultad, mientras iba tomando conciencia de cada parte de mi cuerpo, aunque la verdad me hubiera gustado no hacerlo; el dolor aún estaba en todo mi cuerpo, mis manos seguían atadas lo que me hacía pensar que eso era ilegal en un muchas partes del mundo.
La herida de mi brazo había sido vendada, mientras que en mi brazo derecho la intravenosa seguía intacta, la bolsa de sangre que llegaba a mis venas por un tubito estaba por vaciarse; lo que significaría que pronto alguien aparecería.
Mi garganta dolía, estaba áspera como una liga y cuando intente hablar mi voz no se oyó, suponía que de tanto gritar, aún así lo que más me sorprendió fue el hecho de que yo seguía con la misma ropa y que esta estaba completamente empapada y por supuesto toda rasgada.

Seguí unos minutos inspeccionando mi cuerpo, mientras esperaba que alguien dijera algo, pero al ver el tatuaje que se estaba formado en mi brazo no pude evitar gritar asustada, llamando la atención de toda mi familia que parecía que habían estado a fuera del cuarto.
-Tesaria ¿Qué sucede?- interrogó mi madre, sin recibir ninguna respuesta mía, el tatuaje estaba casi completo, era un dragón negro, de ojos azules, la cabeza del mismo estaba entre mi muñeca y la parte superior de mi mano, mientras que su cuerpo se enroscaba en todo el largo del ante brazo.
-Mamá yo no fui- asegure sin apartar la mirada de mi nuevo tatuaje.
-Lo sé- me aseguro ella, fijando la mirada en mi abuela.
-Yo no fui- advirtió con las manos alzadas en señal de rendición. Él dragón de mi brazo me giño un ojo, en el segundo anterior en el que yo comenzaba a moverme entre mis ataduras, pero nadie me presto el mayor interés, estaban muy ocupados en su discusión. Y en ese momento, el dragón se comenzó a mover para no solo quitar mis ataduras sino también liberar mi brazo de la intravenosa. Mi estomago se encogió con un gruñido, mire a mi familia que aun me ignoraban.
-Ma...- intente decir pero me vi interrumpida por la que supuse que sería la voz del dragón de mi brazo, porque la otra opción era que me estaba volviendo loca y eso no era algo que aceptara sin más pruebas. "No le digas nada" pidió su voz y era mejor callar que gritar que había una voz que pronto de convirtieron en tres, La segunda voz era femenina ligeramente parecida a la de mi abuela "Debes alimentarte" Dijo lo obvio, "Jace" apoyo en tono somnoliento la tercera voz, tal vez solo estaba reconociendo a mi tío pero yo fui más literal y me lance a él que estaba dándome la espalda, ataque su cuello sin que se diera cuenta y bebí por un par de minutos, para suertes de todos no lo mate.
-Tesaría- grito cuando me aparte.
-¿Cómo te soltaste?- inquirió Apolo confundido, y fue la primera vez en la que me prestaban atención. Limpie el pequeño rastro de sangre de la comisura de mis labios, notando un segundo dragón, en mi mano derecha con la diferencia de que este tenía los ojos de un amarillo que intentaba imitar un dorado. Estaba empezando a creer que algo raro estaba empezando a pasar, pero claro que no sabía que era exactamente.
-Yo... solo lo hice- no quería decir que el dragón me libero, sonaría loco incluso para mi familia- ¿Podemos ir a casa?- pedí desesperada, mi cabeza amenazaba con estallar.
-Claro- aseguró mi madre viniendo hasta mi para abrazarme por los hombros, mis tío vinieron hasta nosotras, Jace había recuperado mi mochila. Y dos segundos después estaba en la entrada del departamento a solas con mis tíos- ¿Te sientes bien?- interrogó preocupada.
-Si, ¿Nunca te mordieron un par de lobos?- inquirí burlona, ella se limito a rodar los ojos- Necesito darme una ducha y descasar, estaré bien- aseguré arrebatándole la mochila a mi tío antes de encerrarme en el baño de mi habitación, quería llamar a Dorian para avisarle que estaba bien, pero la verdad no estaba segura de eso. Así que me limite a abrir el agua mientras comenzaba a quitarme la camisa del uniforme, en eso pasaron dos situaciones traumáticas a la vez; en primer lugar note un tercer dragón en el mismo instante que el dragón de ojos azules se escapo de mi brazo cayendo al suelo antes de transformarse, en un chico de unos 19 años con el cabello negro y unos azules- ¿Papá?- indagué al punto de un colapso nervioso, después de eso necesitaría un psicólogo que entendiera los problemas sobrenaturales.
-Si- respondió secamente antes de abrazarme, tarde unos instantes en corresponder, sin importarme que quizas fuera una alucinación del veneno.
-¿Cómo? ¿Qué haces aquí?- interrogué antes de sentir una ligera picazón y que junto a mi apareciera un chica de ojos negros y cabello rubio, de más o menos la misma edad que mi padre.
-Nos aburrimos del inframundo- respondió ella divertida, cuando el tercer dragón se escapo de mi brazo para dejar ver a un joven muy parecido a mi hermano pero con ojos dorados, ya ni me sorprendí.
-Jace se moriría si llegara a verte- comenté al verlo, una sonrisa triste surco sus labios.
-Ellos no pueden saber que estamos aquí- me advirtió, aunque no me gustaba la idea asentí. Lo más probable era que mi madre me encerrara un mes después del ataque de los lobos.
-Mamá me va a encerrar de por vida después de lo que paso- me queje en él mismo instante que recordaba la mirada de preocupación de Dorian- Mierda, Dorian- me queje saliendo del baño para ir por mi teléfono.
-¿Quien es Dorian?- inquirió mi padre en un tono demasiado molesto, que decidí ignorar.
-¿Hola?- inquirió su voz del otro lado.
-¿Es un chico?- siguió mi padre con sus ojos negros.
-Hola- salude, mientras hacia una seña para que se callaran.
-¿Tessa estas bien?- preguntó con algo de alivio en su voz.
-Si, lamento haberte preocupado de esa manera, gracias por salvarme.
-Creo que le gusta- comentó Marcos divirtió.
-Y yo creo que le partiré la cara- aseguró mi padre.
-No fue nada, ¿Te sientes mejor?
-Si, tranquilo- unos golpes se escucharon del otro lado de la puerta.
-¿Tesaría estas ahí?- inquirió mi madre del otro lado de la puerta, los ojos de mi padre se pudieron azules y llenos de triste por un segundo antes de volver a mi brazo junto con su hermano.
-Te llamo luego- sin esperar respuesta corte, antes de abrir la puerta- ¿Si?
-¿Podemos hablar?- Les dije que odio esas palabras porque realmente las odio.
-Me dejas dar una ducha antes- Ella asintió y se fue.

Cerré la puerta y volví al baño para hacer lo que iba a hacer en un principio, darme una buena ducha de agua caliente, que calmara mis emociones y me daría fuerza para enfrentar a mi madre.

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