Pov Serena.

Estaba caminando por nueva York como una chica cualquiera al menos por fuera mientras por dentro pensaba quien podría llegar a ser mi almuerzo. Ya había pasado 3 meses desde La muerte de Emily, y esa pequeña voz de conciencia había desaparecido hacía mucho, seguramente ya se había rendido. Y se sentía genial, bueno en realidad no sé sentía nada en absoluto.

Caminando por La ciudad llegué al bar en el que Walter me había contado su secreto y por un impulso entre descubriendo allí a mí guardián, que no tardó nada en venir hasta mí.
-Serena- dijo en tono somnoliento como si no creyera que fuera real.
-Hola Walter- saludé.
-¿Qué haces aquí?
-Solo caminaba, ¿Quieres acompañarme?- invite y él asintió, no se porque hice eso, era una locura estar a su lado, pero su sola presencia me calmaba.

Estamos caminando por central Park, en un completo silencio que para mí no era incómodo, aún así el estaba tensó esperando el momento para atacar, porque sabia que eso iba a a hacer.
-Serena- llamó de repente, lo mire curiosa pero antes de poder hacer algo él me estaba​ besando y para su sorpresa yo si se lo seguí, después de todo no estaba ciega y mi guardián no es el chocolate que se puede desperdiciar- por favor detente- Rogó cuando se separó de mi, al instante yo me aparté entendiendo a donde quería ir.
-Sabia que no movías las manos sin mover la pieza- le grite.
-Serena ¿De que hablas?
-De que quiero que te alejes de mí, no quiero....- al instante Walter estaba a mi espalda con su mano en mi boca.
-No te atrevas a despedirme, me niego a olvidarte y tú no me alejaras de tu lado- sus palabras me dieron jaquecas por qué esa voz que estaba reprimiendo comenzaba a gritar. Cuando logré apartarla un poco tomé la mano de mi guardián y lo retuve contra un árbol.
-Me niego a recibir órdenes tuyas...
-Y yo a dejarte destruir el mundo por un capricho- el tono era muy firme a pesar de la posición que estaba, aun que él nunca se dejaba intimidar y menor por mi; lo gire y quedamos frente a frente.
-El mundo ya está destruido, que importa...
-Serena no seas una nena caprichosa- regaño.
-Es lo que soy pero si quieres...
-No me iré, solo quiero que entendías que ella significaba mucho para mí, más que para ustedes... Y no estoy destruyendo el mundo.
-En primer lugar no lo estamos destruyendo solo nos alimentamos, el mundo se destruye solo porque los dioses no pueden convivir y en segundo lugar a ti te entrenaron con lógica y estrategia. A mí con impulsos, yo usaba una espada cuando tú leías... Entiendo que no estés molesto pero entiende que sí hubieras sido tú yo estaría igual- lo solté y traté de irme pero él me acorralo como yo lo hice con él.
-Sabes que ella no​ quería esto.... Van a destruir el mundo... Y sino, el mundo los destruirá a ustedes- gritó y yo solo reí.
-¿Quien crees que gane?- inquirí divertida.
-Él mundo- confirmo y sin más comenzó a irse, solo dio dos pasos antes de volver a mí lado- ¿Lo sentiste...?
-Si, Salgamos de aquí- antes de que pudiera contestar lo subí a mí espalda y corrí pero los sentía aún detrás de mi.
-Nos siguen...
-Lo sé, no se como, estoy yendo muy rápido incluso para un vampiro, no queda de otra, sostente y aguanta La respiración- ordene.
-¿Qué?
-Obedece- y sin previo aviso viajé por las sombras hasta nuestro escondite.
-Serena- gritó Anthony, cuando llegó a mi lado- ¿Qué hace aquí?
-Nos perseguían tuve que hacer un viaje por las sombras... ¿Dónde está Marcos?- inquirí.
-No lo sé, solo se fue al igual que tú.
-¿No me digas que estabas preocupado por mi?- me burlé.
-Eres una idiota- me gritó antes de irse.
-¿Cómo estás?- volví mí mirada a mí guardián.
-Mareado y con frío- estábamos en mi habitación​ así que tome una manta del Placar y se la pasé por los hombros- Serena.
-Te llevaré de vuelta a New York mañana, es mejor que descanses- me apresure a decir.
-¿Donde estamos?- inquirió mientras me dejaba ayudarlo a llegar a la cama.
-No puedo decirte- explique.
-Entonces déjame quedarme- rogó.
-No- respondí secamente antes de salir, Anthony me esperaba con los brazos cruzados del otro lado de La puerta- ¿Qué querías que hiciera que lo dejara? Nos estaban siguiendo...-Grite.
-¿Y qué?- preguntó igual que un tempano de hielo.
-No lo perderé- le aseguré, antes de pasar por su lado golpeando su brazo.
-¿Qué haces?- Estaba molesto y lo sabía.
-Voy a comer ¿Hay algo en el refrigerador?- inquirí cuando ya estaba abriendo La puerta del mismo- veo que no.
-Serena hablemos- pidió serio.
-No tengo ganas, vigílalo vender enseguida- ordene antes de tomar un arma de debajo de La mesa y salir a toda velocidad.

Era una ciudad pequeña pero con mucha inseguridad y puede que allá aumentado con nuestra presencia aunque habíamos aprendido a cazar usando esa ventaja. Una bala en el corazón dejaría salir toda La sangre, debíamos desperdiciar un poco y Evitar los colmillos pero era algo simple y rápido, además que bastaba para saciarnos un poco y Evitar masacres seguido.

Luego de alimentarme de algún adolescente que andaba por ahí medio borracho volví a nuestro escondite, sin que Anthony se diera cuenta entre a mí habitación y en mí cama como un niño bueno descansaba Walter, no pude evitar sonreír a La vez que sentía mí Cabello aclarándose hasta un castaño medio oscuro.
Aparte todo eso de mí mente antes de tomar algo de ropa para darme una ducha y cambiarme.
Al acabar me senté a su lado acariciando su cabello, se veía tan tranquilo que me llenaba de calma.
-Te amo...-  susurré sin pensar.
-También te amo- me aseguro abriendo levemente los ojos y percatándose de mi cambio de look- tu cabello está más claro...
-Esto...- dije tocándolo- es tu culpa.
-Eso me gusta- su tono era somnoliento lo que lo hacía ver más lindo- si me tengo que ir mañana, que esta noche sea la eternidad- agrego acercándome hasta él uniendo nuestros labios.
Poco a poco nos fuimos convirtiendo en uno solo guiados solo por el deseo y nuestros dos corazones que querían ser uno.