POV Serena.

Una semana había pasado desde la desaparición de Emily y sus dos hermanos. Mis hermanos y yo estábamos despertados, más que nada Anthony, que había recibido el mensaje de nuestra pequeña amiga.
-¿Quieres quedarte Quieto, me pones nerviosa?- le grite a mi hermano que no paraba de ir de un lado a otro de la sala.
-¿Cómo quieres que me calme? Hace una semana que Emily no aparece- se quejo mi hermano mayor.
-No lo tomen a mal, ni duden de que me preocupo por su seguridad, pero Emily sabe muchas cosas sobre nosotros. Y tal vez ella pueda confesar, ciertas cosas como, no se nuestro punto débil- comentó Marcos, mientras Anthony lo miraba muy mal. Si las miradas pudieran matar, mi hermano menor ya hubiera estado en el inframundo con nuestro abuelo.
-Pero nuestro único punto débil es ella- medite.
-No exactamente- dijo Tony, sentándose a mi lado en el sofá, al menos estaba más tranquilo- está el mar, y nuestra perdida de control... Sin contar lo impulsivos que somos- yo asentí, él tenía razón todos nuestros defectos ella los sabía a la perfección pero así como ella nos conocía, nosotros a ella.
-No dirá nada- les asegure- vamos a recorrer nuevamente la ciudad- Ordene mientras me paraba, ellos imitaron mi acción. Y los tres salimos a buscar.

POV Emily.

Una semana llevamos en aquel lugar, unas grandes ojeras decoraban mis ojos y la sangre el resto de mi cuerpo. Mi ropa estaba desgarrada, mientras tenía múltiples heridas, por todos lados.
-No diré nada- repetí ya cansada y se notaba a leguas que el estaba perdiendo la paciencia. Había intentado de todo para conseguir la información, incluso torturar a mis hermanos pero rápidamente los dejo en paz al darse cuenta que no sabían nada o al menos eso le daban a entender. Y además porque a pesar de que me dolía yo no hice nada por defenderlos o evitar que siguieran lastimándolos.
-Me estás sacando de mis casillas- confesó pasando sus manos por su cabello notablemente cansado.
-Es su talento- le confesaron mis hermanos.
-Hey!- me quejé- bueno tal vez un poco.
-Pensé que no me obligarías a esto pero no me queda de otra- sonaba desesperado aunque yo en su lugar también lo estaría, saco un frasco pequeño y me obligó a beber de él. Me resistí pero al instante el sabor metálico tan característico de la sangre llegó a mi boca y no pude evitar tragarlo. Mis heridas comenzaron a sanar pero no paso mucho antes de que rompiera mi cuello.

Me volví a despertar sobresaltada tomando una gran bocanada de aire, mi garganta estaba seca y tenía sed, de algo muy específico, de color rojo.
Tarde un poco en recordar todo, el aroma de mis hermanos llegaba a mis fosas nasales sacando el instinto animal de desgarrar sus yugulares.
-Emily ¿Estás bien?- inquirieron mis hermanos.
-Esta bien, solo con algo de sed, ¿no es así?- interrogo moviendo frente a mi, una bolsa de sangre. Mis nuevos colmillos se hicieron presente, trate de lanzarme hacia adelante pero mis manos estaban atadas con sogas, que parecían contener verbena- tranquila muñeca, si me dices lo que quiero saber, te la daré. Podrás beber hasta la última gota- hablo sin dejar de mover la bolsa frente a mi. No podía pensar, sabía que debía comer si no quería morir, pero me negaba a confesar.
-No diré nada- hable cuando por fin pude quitar la mirada de la sangre.

Él siguió insistiendo por varias horas, mientras yo no podía controlar mi hambre, a cada segundo sentía como mi estómago gruñía desesperado. Hasta que gracias a los dioses pude liberar mis manos y Mis piernas, camine hasta el hombre, tomando con mi mano su corazón.
-La respuesta siempre la tuviste ante tus ojos- le confesé.
-¿Tu eres su punto débil?- yo sonreí de una forma siniestra antes de quitarle el corazón y que su cuerpo cayera inerte al suelo.

En 15 minutos estábamos fuera de aquel lugar alejándonos muy rápido, el cielo estaba oscuro pero aún podía ver bastante bien el camino, estábamos en lo que parecía un bosque.
Llevábamos más de Media hora corriendo cuando por fin pude divisaron una carretera después de tanto bosque, pero antes de poder sentir algo de alivió oí unos pasos detrás de nosotros, así que obligue a mis hermanos a detenerse. Nos quedamos unos minutos en silenció, a la espera de un ataque pero lo que vimos, solo logro aliviarme de sobre manera.
-Anthony- grite completamente aliviada, corriendo a sus brazos. En ese momento sus hermanos aparecieron en la escena.
-Emily, estás bien- dijeron aliviados los otros dos hermanos Rivera mientras yo era incapaz de alejarme de los brazos de Anthony, en parte porque no lo desea y en parte porque parecía que el tuviera miedo de que yo desapareciera nuevamente. Iba a hablar pero en eso sentí un gran dolor en mi estómago.
-Emily- gritaron todos los presentes.
-Tengo sed- advertí antes de caer entre los brazos de Anthony y antes de quedar inconsciente dije- sangre.

POV Autora

Anthony tenía a un Emily inconsciente entre sus brazos y lo único que podía pensar era en que ella necesitaba sangre rápido, así que simplemente, dejó a todos allí, para llevar a su Amada hasta el departamento. La dejo recostada en su cama y fue rápidamente hasta la cocina en busca de sangre cuando la encontró no espero ni un segundo antes de alimentar a la pequeña.

Mientras tanto los dos pares de hermanos se quedaron mirándose unos a otros a la espera que alguien dijera algo. Pero era como si nadie quisiera hacerlo. Hasta que por fin Serena decidió hablar.
-Tenemos que salir de aquí- Marcos asintió- bien tu llevas a Jace.
-¿Por qué lo tengo que llevar yo?- inquirió molestó, mientras él nombrado hizo una mueca de disgusto.
-Porque soy tu hermana mayor y yo lo digo- respondió ella y antes de que su hermano se queja tomo al mayor de los hermanos y lo cargo en su espalda hasta el departamento, poco después llegaron los otros dos.
-Llegaron- dijo sorprendido el mayor de los Rivera.
-¿Como está?- preguntaron esta vez los hermanos de la pequeña.
-Creo que bien, ya le di sangre pero esta inconsciente, Serena será mejor que la veas- está asiento y fue a ver a su amiga.
-Alguien puede explicarme todo lo que está pasando, ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué le está pasando a mi hermana?- inquirió Jace desesperado, los dos hermanos Rivera se miraron entre ellos en busca de respuesta.
-No vamos a contarle nuestros secretos a él- Se quejo Serena saliendo de la habitación.
-Creo que debería- aconsejo Walter- el sabe tanto y a la vez nada.
-¿Y tú qué sabes?- inquirió el Rivera menor.
-Se que son trillizos pero que sus padres no son los mismos, se que hasta este año, ustedes no se conocían. También se que su madre fue criada por vampiros y que su abuelo la desterró de su territorio y sobre todo se que son los hijos del tratado- cuando acabo de hablar el silencio se hizo presenten todos mostraban sorpresa, y sobre todo confusión.
-¿Como...?- preguntaron los tres hermanos perplejos.
-Solo lo se- respondió- pero ahora mi hermano debe saber toda la historia- y así fue como los Rivera le contaron su secreto a la persona que más los odiaba, exceptuando a los monstruos su odio era un caso extremo.