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8. Emergencia.


—Siento que no nos vemos hace un siglo —Minseok murmuró.

Lucy sonrió sobre sus labios y lo besó un poco más.

—Es que siempre estás ocupado con los hijos del señor Kim.

Minseok sonrió al recordar lo mucho que Jongdae odiaba ser llamado señor.

Lucy se removió y su cabellera rojiza le acarició una mejilla. Minseok llevó su cabello hacia atrás y lo sostuvo con ambas manos. Ella lo empujó hacia la cama y se posicionó sobre él. No tenían prisa, tenían lo que restaba de la tarde y toda la noche para ellos.

—¿Por qué no usas pendientes? —Minseok preguntó de pronto, interrumpiendo lo que pretendía ser un seductor beso en su cuello.

Lucy se alejó un poco para mirarlo con extrañeza. ¿A qué venía esa pregunta?

—¿Qué?

—Hana sí usa.

—Seguro se los pusieron cuando aún era una bebé —Lucy comentó—. Se supone que duele menos a esa edad. Mi mamá nunca quiso hacerlo y yo he sido cobarde para hacerlo por mi cuenta. A veces me gustaría poder usar, aunque imagino que se enredan mucho en el cabello. ¿Estabas pensando regalarme unos para nuestro aniversario?

Oh, joder, ¿esa fecha se acercaba? Lo había olvidado por completo.

—Puedo comprarte unos si quieres, pero tendrás que perforarte.

Lucy sonrió cálidamente. Minseok le tomó uno de sus rizados mechones y se lo colocó detrás de la oreja.

—Mejor cómprame chocolates.

—Lo haré —Minseok prometió— y tiró suavemente de su rostro para volver a besarla.

Solo un minuto después, el sonido que hacía la vibración sobre la madera los interrumpió. Lucy se alzó para ver de cuál de los dos móviles sobre la mesita de noche se trataba.

—Es el tuyo —murmuró pasándole el celular y se bajó de su regazo para que pudiera hablar tranquilamente.

—Minseok, yo sé que debes estar ocupado, pero...

—¿Qué pasa? —Minseok interrumpió al notar la desesperación en la voz de su jefe.

Es Kenji, no sé qué tiene, no come y no ha parado de llorar, tengo que llevarlo al hospital, pero no puedo con Hana y Baekhyun —Jongdae dijo atropelladamente—. No iba a pedírtelo, pero mis papas no atienden, no están en casa y...

—Voy para allá.

Jongdae soltó un suspiro y su alivio casi fue palpable.

De acuerdo —murmuró—. Perdona que...

—Estaré ahí en unos minutos.

Minseok desconectó la llamada y salió de la cama. Buscó sus zapatillas y solo cuando se las estaba poniendo, recordó que no estaba solo. Lucy lo miraba con preocupación.

—¿Pasó algo malo?

Minseok apenas la miró. Demonios, ¿cuántas veces la había dejado plantada ya?

—Sí, es el bebé, parece que está muy enfermo, Jongdae quiere llevarlo al hospital, pero no puede llevarse a los otros con él.

—Oh —Lucy murmuró pareciendo tan preocupada como decepcionada.

—Perdóname...

—Está bien, no importa —Lucy aseguró—. Date prisa.



Los llantos se escuchaban desde afuera. Cuando Jongdae abrió la puerta, Kenji casi saltó a sus brazos. Su llanto sonaba tan desesperado que a Minseok le partió el corazón.

—Ve a cambiarte —Minseok le pidió a Jongdae y este se perdió dentro de la casa de inmediato.

—¿Qué es lo que tienes? —Minseok le preguntó al bebé y lo apretó contra su pecho, intentando consolarlo con suaves palmaditas en su espalda.

Jongdae tomó cualquier prenda del armario y se cambió lo más rápido que pudo. Tomó sus llaves y su billetera y voló a la habitación del Kenji para alistar una pequeña maleta. Tenía tanta prisa y estaba tan preocupado que no notó el silencio hasta que este fue corrompido por una risa. Una risa de bebé.

Incrédulo, abandonó la maleta en el cambiador y salió de la habitación lentamente. Minseok estaba en un sofá en medio de sus hijos, en su brazo izquierdo tenía a Kenji, acurrucado contra su pecho, y estaba jugando a hacerle cosquillas con una pluma. Su hijo reía feliz, como si de pronto todo estuviera bien.

Minseok notó que estaba siendo observado y se tensó. Jongdae fue hasta él sin decir una sola palabra e intentó tomar a su hijo, pero el pequeño escondió su rostro en el costado de Minseok y se aferró a él, como si no quisiera que lo tocara.

¿Por qué actuaba de esa manera? Él no había hecho nada malo, ni siquiera le había alzado la voz una sola vez y había soportado sus llantos y mal humor en silencio.

Kenji balbuceó algo y se abrazó todavía más al niñero. Algo hizo click en la cabeza de Jongdae.

—¿Tú eres "Isó"? —Jongdae preguntó seriamente.

Minseok lucía muy incómodo bajo la intensa mirada de su jefe. 

—Sí —murmuró. 

Había intentado enseñarle a Kenji a decir su nombre infinitas veces, pero Isó fue todo lo que consiguió del bebé.

Jongdae suspiró frustrado.

—Creo que tú eras la razón de todo el alboroto. Ha estado preguntando por ti todo el fin de semana.

—Lo siento, yo...

—Sé que sonó como un reclamo, pero no lo es, solo estoy cansado, discúlpame.

Minseok se puso de pie sosteniendo a Kenji contra su pecho y tomó a Jongdae de un brazo para llevarlo a la cocina.

—¿Por qué no te das una ducha y sales de aquí? Necesitas despejarte —Minseok ofreció en voz baja—. Llama a algún amigo y vayan a un bar... o, no sé si... sales con alguien.

Jongdae rio entre dientes, de la forma más amarga que Minseok había escuchado jamás.

Y es que la situación rayaba en lo absurdo.

—¿De verdad crees que salgo con alguien?

—No, me refería a... —Minseok murmuró cambiando el peso de su cuerpo de un lado a otro con incomodidad.

Jongdae no pareció contento al captarlo.

—No soy el tipo de hombre que usa esos servicios —Jongdae aclaró—. Si no te molesta quedarte, solo quiero dormir un rato, anoche solo dormí unas horas.

—Ve, yo me haré cargo.

—Gracias.



Minseok preparó un biberón y Kenji lo tomó con desesperación. Después de beberlo cayó noqueado. Lo llevó a su habitación y después de acomodarlo en su cuna lo arropó bien con una manta ya que el clima había empezado a ponerse muy frío.

—La próxima vez que quieras verme solo llámame, no hace falta que preocupes a tu padre de esa manera —Minseok susurró—. Yo vendré cuando me lo pidas, lo prometo.

Le acarició el cabello y se alejó. No sabía cómo sentirse al respecto, se sentía responsable por su sufrimiento aunque sabía que no era su culpa, mucho menos la del niño o la de Jongdae.

Al salir de la habitación notó que la puerta de su jefe estaba abierta. Se asomó para ver si necesitaba algo, pero Jongdae también se había quedado dormido. Estaba boca abajo sobre la cama y por alguna razón no tenía la camisa puesta. Minseok le dio una mirada cargada de desaprobación, lo último que necesitaba era que se resfriara y luego contagiara a los niños.

Entró a la habitación con el mayor sigilo del que fue capaz y tomó una cobija del armario. La extendió sobre él y retrocedió un paso para salir de ahí, pero Jongdae le tomó una mano.

—¿Y Kenji? —preguntó arrastrando la voz.

Minseok se agachó frente a él y notó que estaba más dormido que despierto.

—Se quedó dormido —respondió en un susurro y, sin ser muy consciente de ello, giró su mano para juntar su palma con la de Jongdae. La acarició brevemente y luego la puso sobre la cama—. Tú sigue durmiendo.

Jongdae suspiró.

—Gracias —musitó.



Cuando despertó ya había anochecido, su puerta estaba abierta y toda la casa parecía estar a oscuras, excepto por un tenue reflejo de colores cambiantes, lo que seguramente se trataba de la televisión. Encendió la pantalla de su móvil, eran las siete de la noche, había dormido alrededor de tres horas. Intentó levantarse inmediatamente, pero todo su cuerpo se resistía a salir de la cama.



Desde el sofá, Minseok escuchó el sonido del agua cayendo en la ducha, lo que significaba que su jefe había despertado. Hana y Baekhyun también se giraron hacia el pasillo, pero rápidamente devolvieron su atención a la película. Milagrosamente Kenji seguía dormido, el pobre debía estar agotado.

Un rato después, Jongdae apareció por el pasillo con su toalla sobre un hombro. Minseok se levantó para ir con él y lo encontró sacando el jugo de la nevera. Al verlo, Jongdae le ofreció un poco, junto a una mirada de disculpa.

—¿Qué quieres cenar? —le preguntó.

Tenía el cabello húmedo y usaba una camiseta sin mangas. Parecía de mejor humor.

Minseok alzó los hombros.

—De hecho...

—Voy a pedir una pizza —Jongdae lo interrumpió—. ¿De cuál te gusta?

... se tenía que ir. Minseok tenía que marcharse y Jongdae lo sabía, pero esa simple idea lo asustaba, aunque no estaba seguro de la razón.

De nuevo esa mirada suplicante que desvanecía su resolución.

—La hawaiana —Minseok respondió, intentando sonar animado.

—De acuerdo —Jongdae accedió de inmediato.

Personalmente creía que solo a un psicópata podría gustarle tal aberración culinaria, pero no protestó, si el precio porque se quedara era ese horrible olor a pizza con piña en su casa, lo tomaría gustoso.



—Iuk, papá, ¿qué es eso? —Hana preguntó al notar que una de las pizzas tenía cosas amarillas encima.

—Es piña —Minseok dijo, no muy contento con esa expresión, y se sirvió un par de porciones.

—Iuk, ¿en la pizza?

—¿Qué clase de educación le das a tus hijos? —Minseok le dio una mirada acusadora a Jongdae.

—¿Cómo puede gustarte? —Jongdae preguntó con un gesto de desagrado.

—¿Al menos la han probado?

Los niños negaron.

—Pruébala —Minseok le dio un pedazo a Hana—. Si no te gusta no volveré a insistir.

Después de pensarlo un segundo, Hana la tomó con valentía y se la llevó a la boca, recordando lo que Minseok siempre decía sobre la comida.

—Papi, sabe bien —Hana dijo sorprendida.

—¿Y tú, Baekhyun? —Minseok preguntó y le dio un poco.

¡Chi ica! —Baekhyun exclamó después de probarla.

Claro, pon a mis hijos en mi contra... aunque Jongdae se preguntó si él también accedería si Minseok lo alimentaba.

—Papá, pruébala —Hana le pidió.

—No, gracias —Jongdae murmuró, pero Minseok se puso de pie, con una porción en la mano y fue hacia él, le acercó la pizza a la boca y él simplemente no pudo negarse.

Ni siquiera sintió su sabor, su estómago se había revuelto de pronto. Minseok lo miraba con sus grandes y seductores ojos, esperando por una respuesta. Y de pronto, un guiño. ¿Le había guiñado? ¿Qué significaba eso?

—No está mal —Jongdae murmuró.

Minseok volvió a su asiento con aire victorioso.

—Ven, siempre hay que atrevernos a probar cosas nuevas.

Hana asintió, convencida de ello y Jongdae comprendió el significado de aquel guiño. Lastimosamente, Minseok solo había querido aleccionar a sus hijos... Y él que había pensado que tal vez el niñero estaba empezando a caer en sus redes. Tendría que esforzarse un poco más.



Cuando los niños se quedaron dormidos en el sofá, a la mitad de otra película, Jongdae cargó a Hana hasta su habitación y Minseok llevó a Baekhyun.

Salieron de las habitaciones al mismo tiempo y se encontraron completamente a solas en el pasillo.

—Creo que debería irme ya —Minseok dijo en voz baja.

—Es peligroso salir a esta hora —Jongdae replicó en el mismo tono, apoyando uno de sus hombros en la pared junto a Minseok—. Mejor acompáñame a ver una película, nunca tengo oportunidad de ver algo para adultos.

Por la mirada que le dio, Minseok empezó a cuestionarse el tipo de película que su jefe quería ver. Confío en que no sería lo que él imaginaba y asintió.

Jongdae tenía en el televisor una lista con todas las series y películas que quería ver y dejó que Minseok escogiera lo que verían. Ciertamente aliviado de que no tuviera que ver otra película infantil, el niñero escogió una de terror.

Jongdae regresó de la habitación con un par de mantas y le ofreció una. Parecía realmente emocionado y Minseok se sintió estúpidamente culpable por abandonarlo a su suerte los fines de semana.

Se acurrucaron en distintos sofás y vieron la película en relativo silencio, aunque Jongdae tenía la certeza de que ambos cabían en un solo sofá y que, de acurrucarse uno contra el otro, ambos estarían más cómodos y calentitos, pero no tuvo el valor para proponerlo.

Al final de la película Jongdae frunció su ceño, ese no era el final que esperaba. Qué decepcionante. Iba a sugerirle a su acompañante que pusieran otra para compensar, pero Minseok estaba profundamente dormido hecho bolita en el sofá.

Jongdae se sentó en el suelo a su lado y lo observó.

—Perdona que te hiciera venir en tu día libre —le dijo en un murmullo—, pero, la verdad, estoy perdido sin ti.




Minseok despertó con una mano sobre su mejilla. Al abrir los ojos, se encontró con el rostro de Jongdae.

—Ven a dormir a la cama —Jongdae le pidió suavemente.

—Pero...

—Hay suficiente espacio para los dos —Jongdae anunció—. Ven, no te molestaré.

Un poco desorientado, Minseok tomó la mano que Jongdae le ofrecía y lo siguió a su habitación.




Dios.

Era la primera vez que metía a alguien a su cama y Jongdae se sentía al borde de una taquicardia. La cama era tan grande que incluso quedaba un espacio en medio de ellos. Minseok dormía dándole la espalda y Jongdae comprendió que había cometido un error. La tentación era demasiado grande, todo lo que quería hacer era pegarse a él, confesarle lo que sentía, besarlo y si tenía que suceder algo más, que así fuera. Lo ansiaba tanto, que se sentía más como una necesidad.

No supo por cuánto tiempo sufrió con aquella tortura autoimpuesta, pero cuando Kenji empezó a llorar en su habitación, se sintió realmente aliviado. Se levantó y fue a su habitación. Lo sacó de la cuna y lo meció en sus brazos, pero el niño estaba bien despierto. Como siempre, lo llevó a su habitación.

Para su sorpresa, Minseok también había despertado, estaba sentado en la cama y se balanceaba, sus ojos parpadeaban continuamente.

—¿Quieres ayuda? —Minseok ofreció.

—No te preocupes —Jongdae respondió y acostó al bebé al centro de la cama.

Minseok se acostó de nuevo y rodeó a Kenji con un brazo.

—Duérmete —le susurró y estiró su brazo para tocar el rostro de Jongdae, quien también se había acostado de nuevo, de frente a ellos—. Tú también.

Jongdae contuvo el aliento, el latido de su corazón volvió a acelerarse. Tomó la mano de Minseok y la atrapó contra su mejilla.

Minseok cerró los ojos y se quedó dormido de nuevo, con su mano sobre el rostro de su jefe, sin tener idea del caos de emociones que su sola presencia había despertado en él.



Cuando despertó era aún muy temprano, el mundo todavía lucía de ese color gris previo al amanecer. Minseok intentó moverse, pero algunas partes de su cuerpo estaban sujetas.

¿Qué?

Giró su rostro y lo primero que notó fue una pierna pequeñita y gordita. De acuerdo, ahora sabía qué era lo que aplastaba su cabeza. Miró hacia sus piernas y notó que tenía el torso de Baekhyun sobre una de ellas. También había un pie un poco más grande metido en una de sus costillas, esa era Hana. Más allá, a al borde de la cama, se encontraba Jongdae, enterrado entre almohadas, sábanas y extremidades. Minseok suspiró y se removió, intentando salir del enredado nudo de niños y sábanas para ir al sanitario.

Con mucho esfuerzo logró salir de la cama sin despertar a ninguno. Ya fuera del enredo se detuvo para mirarlos y sonrió. Qué imagen tan extrañamente hermosa. Buscó su móvil y les sacó un par de fotografías que luego movió a la carpeta que había llamado "Kims". Dicho álbum estaba lleno de momentos cotidianos que Minseok atesoraba.

Si debía ser honesto, verse involucrado en aquella íntima situación familiar realmente lo hizo sentirse parte de algo muy especial.


Gracias por todo el apoyo que le están dando a esta historia 💛

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