Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5. Dudas.


Para el final de la semana, Minseok se sentía mucho más seguro de sí mismo. Por supuesto que ser niñero seguía siendo un trabajo agotador, y todavía odiaba limpiar cacas, pero con el paso de los días todo se volvía rutinario. Comer, jugar, llorar, cagar. Siempre lo mismo.

Además, tenía su primera paga.


Desafortunadamente, el fin de semana no estaba destinado al descanso o la vagancia, sino a la universidad; el sábado desde las ocho de la mañana hasta las siete de la noche y el domingo desde las seis de la mañana hasta la una de la tarde.

Genial.

Lo peor de su horario en la universidad era que por mucho que lo odiara, había sido él mismo quien lo había escogido, con la esperanza de conseguir un trabajo con un horario de oficina.


—Es que no puedo imaginarte haciéndote cargo de tres pequeños demonios.

Ese comentario había salido de la boca de Kyungsoo, su mejor amigo, otra desafortunada alma con la que compartía ese horrible horario de fin de semana.

—Creí que aún tenías pesadillas con tu breve encuentro con ellos en la guardería —Kyungsoo continuó.

Minseok medio sonrió al recordar algunos momentos de la semana anterior.

—No es tan malo después de todo, excepto cuando perdí a uno de ellos y llegué a cuestionarme si los extraterrestres lo habrían abducido.

Kyungsoo rio mientras negaba.

—Qué bueno que lo veas así —lo animó—. Y como un agregado, cuando tengas a tus propios hijos ya tendrás experiencia, serás el padre del año.

Minseok torció el gesto.

—¿O planeas no tener? Pensé que ibas en serio con Lucy, recuerdo haberte escuchado hablar de tener hijos alguna vez... ¿o lo dijo ese raro que se sienta hasta adelante y aún así no ve?

—Deja de molestar a Jimin, tú estás más ciego que él además.

—Bueno, pero no soy el rarito del salón —Kyungsoo se defendió, ajustándose las gafas al puente de la nariz—. Volviendo al punto, ¿quieres hijos o no?

—Sí pero, no quiero pensar en eso ahora. Todavía tengo que terminar la carrera, especializarme en algo y conseguir un buen trabajo. Todos asumen que Lucy y yo queremos formar una familia, pero no estoy seguro de que ella quiera casarse con un fracasado.

—¿Cómo que fracasado? —Kyungsoo le dio una mirada reprobatoria—. No seas tan duro contigo, al menos ya tienes un empleo, no el que deseabas, pero al menos servirá para cubrir tus gastos y dejar de prestarte del fondo para la graduación.

Minseok asintió distraídamente.

—¿Sabes que me dijo la mamá de mi jefe? —Kyungsoo lo miró con curiosidad y alzó sus espesas cejas instándole a continuar—. Prometió que si me quedaba al menos seis meses como niñero ella me ayudaría a conseguir una vacante con algún arquitecto de renombre.

El rostro de Kyungsoo se iluminó. Rodeó los hombros de Minseok con uno de sus brazos y lo sacudió.

—¿Ves? Es el destino, esos niños vinieron a salvar tu trasero. No más entrevistas, solo sobrevive a ellos por un tiempo y tu futuro estará resuelto.

Minseok asintió.

—¿Por qué no vamos a comer? —Kyungsoo propuso de repente—. Ya me dio hambre.

—La clase está por empezar, además ¿que no habías comido ya?

—Eso fue hace más de dos horas y además me da ansiedad pensar en tres horas seguidas de ética.



El siguiente lunes, cuando los niños corrieron a abrazarlo, Minseok tuvo una revelación: él también los había echado de menos. Devolvió sus abrazos y levantó a Kenji, que gateaba hacia él a toda velocidad, no pudo resistirse y terminó llenando de besos sus regordetas mejillas. Mientras lo hacía, se percató del ligero olor a Jongdae que el bebé llevaba encima, como siempre.

—Han estado preguntando por ti todo el fin de semana —Jongdae anunció mientras luchaba por atarse la corbata.

Minseok lo miró.

—Espero que no te hayan dado mucho trabajo... ¿Qué haces? —preguntó al ver que Jongdae rodeaba la cabeza de su hija con la corbata.

—Por alguna razón no logro hacerlas cuando las llevo puestas. Normalmente las anudo sobre la cabeza de Hana después de lavarlas y las guardo así, eso me evita batallar con ellas por las mañanas.

—Dámela, yo te ayudo —Minseok ofreció y le pasó a Kenji.

—Gracias —Jongdae murmuró aliviado ya que su maniquí había empezado a girar.

—Disculpa por lo de tus corbatas, Hana quería organizar tus cojones y para cuando yo me enteré ella ya había sacado todo.

—No te preocupes, lo hicieron bien.

Minseok le ajustó el nudo al cuello en silencio, concentrándose en dejarlo perfecto, y solo cuando hubo terminado levantó la mirada para verlo a los ojos.

Su jefe lo miraba de forma extraña.

—Yo normalmente solo meto todo sin doblar, pero se ve bien, las cosas son más fáciles de encontrar ahora.



El tiempo siguió su marcha, creando una nueva rutina, volviendo los días apenas un suspiro que el viento se llevaba. Los papeles en su escritorio no dejaban de acumularse; cuando terminaba con una carpeta, otras dos eran puestas sobre la pila de pendientes.

A eso había que sumarle su labor como vigilante.

A veces pensaba que debía dejar de estresarse con eso, especialmente en horas laborales, pero la verdad era que así se sentía más tranquilo. Esas cámaras estaban ahí para asegurarse de que nadie lastimaría a sus hijos de nuevo. Aunque Minseok nunca le hubiera despertado alguna alarma, no quería confiarse, al menos no todavía, había pasado a penas un mes, aún debía considerarlo un recién conocido.

Jongdae observó su calendario y suspiró, además de los pendientes en la oficina, tenía un pendiente en el que no quería ni pensar. En algunos días tenía que asistir a una reunión en el jardín de niños, recoger todos sus libros y cuadernos y empezar a rotular todo.

Exhaló, no le gustaba forrar cuadernos, todo le quedaba chueco y no quería que sus hijos pasaran vergüenzas, o peor, que las maestras lo mandaran a llamar para decirle que era un al padre... y de paso ahora el trabajo sería doble, porque Baekhyun también empezaría a asistir.

Ojalá su madre no estuviera muy ocupada con su club de señoras que no tienen nada que hacer y estuviera dispuesta a echarle una mano.

Se echó hacia atrás en su silla y soltó un suspiro. Su mirada viajó por sí misma hacia el monitor de la vigilancia. Minseok caminaba encorvado sosteniendo las manos de Ken, ayudándolo a caminar por la casa.

De pronto, lo asaltó un recuerdo: su esposa sosteniendo las manos de Baekhyun, mientras este intentaba correr hacia el oso de peluche que ella le ofreció a cambio de sus primeros pasos. El mismo oso de peluche que Baekhyun apretaba contra su pecho en ese instante, mientras observaba a Minseok atentamente desde el sofá.

Jongdae se preguntó si de alguna manera Baekhyun sería capaz de recordar de quién había obtenido ese oso y por eso no era capaz de dejarlo ir.



—Nos vemos mañana —Minseok anunció con una sonrisa y echó a andar hacia la puerta.

Era viernes, por fin podía ir a descansar.

Sin que Minseok lo notara, Hana y Jongdae estaban teniendo una discusión silenciosa.

Cuando el niñero se acercaba a la puerta exterior, Hana, quien aparentemente había ganado la discusión, alzó la voz desde la entrada principal.

—¿Tequieresquedaracenar? —preguntó apresuradamente.

Minseok se giró para mirarla. A su lado estaba Baekhyun, mirándolo expectante. Jongdae estaba atrás de ellos.

—¿Por favor? —Hana insistió.

—Si tienes planes está bien, no es nada importante —Jongdae aclaró luciendo avergonzado.

Minseok iba a decirles que esa noche no podía, había quedado con Lucy, pero los niños suplicaban con sus miradas mientras esperaban por una respuesta y él no tuvo el valor que se necesitaba para acabar con la más pura ilusión de un par de niños.

—Claro.

—¡Sí! —Hana exclamó, dando un salto y empujó a su padre hacia el interior de la casa—. Ahora, ve a cocinar.

¡Chi, comé! —gritó Baekhyun y marchó al interior también.

Minseok dejó su mochila en un sofá y Kenji gateó de nuevo hacia él y se aferró a sus pantalones para ponerse de pie. Hana y Baekhyun volvieron a ver televisión y Minseok ayudó a Kenji a caminar hacia la cocina.

—¿Es alguna fecha especial? —le preguntó a Jongdae mientras iba de un lado a otro sosteniendo a Kenji.

—Ya no tienes que cuidarlos —su jefe murmuró mientras sacaba cosas del refrigerador.

—No estoy cuidándolo, estoy enseñándole a caminar —Minseok aclaró y continuó marchando con el bebé—, pero no me has dicho, ¿qué sucede?

—Nada, solo no les gusta que te vayas y llevan un tiempo pidiéndome que te diga que te quedes hasta más tarde. Sé que debes estar cansado y además debes tener más cosas que hacer, disculpa.

—No tengo problema con quedarme un rato más, siempre que a ti no te incomode.

—Para nada —Jongdae aseguró—. A veces es agradable conversar con otro adulto, para variar.

—Bueno... ¿y qué vamos a cenar?

—Quieren pulpos de salchicha.

—¿¡Escuchaste eso!? —Minseok exclamó de pronto, alzando al bebé del suelo para enterrar el rostro en su pancita—. ¡Vamos a comer SAL-CHI-CHAS!

Kenji soltó una serie de ruidosas carcajadas y continuó haciéndolo mientras Minseok lo cargaba hacia la sala.

También era agradable cocinar sin que un bebé intentara sacar la despensa entera a sus pies.




La caótica cena sucedió en un parpadeo. Al parecer, cuando cenaban con Jongdae hablaban más de lo que comían, pero entre risas y ocurrencias los platos fueron quedando vacíos. 

Por supuesto, Minseok sabía que lo de quedarse a cenar no era más que una vil excusa para entretenerlo toda la noche, así que cuando los niños propusieron ver una película, que ya había visto con ellos por lo menos tres veces esa semana, no protestó. Para el final de la película, los tres estaban dormidos. Jongdae había escapado de una película que también había sido obligado a ver en repetidas ocasiones, así que Minseok se encargó de llevarlos a la cama. Casi saltó de la alegría cuando todos se quedaron en sus camas sin protestar. 

Apagó las luces, cerró sus puertas y se despidió silenciosamente. 

Al acercarse a la cocina, notó que su jefe guardaba los trastos que ya había lavado. Qué diferente se veía cuando cambiaba los trajes y las corbatas por un delantal y una toalla de cocina. Minseok tomó una toalla también y le ayudó.

—No tienes que hacerlo —Jongdae protestó.

Pero Minseok hizo un gesto de desacuerdo y lo ignoró.

—Gracias por la cena —dijo suavemente, como si no quisiera perturbar la calma del hogar Kim.

—Gracias por quedarte, no tenías que hacerlo —Jongdae murmuró observándolo poner los platos en la alacena. 

A veces, Minseok le recordaba a su difunta esposa y entonces la echaba tanto de menos. La vida pesaba demasiado sin ella.

—¿Sucede algo?

Jongdae negó y se negó a mirarlo, pero Minseok había notado su mirada cristalizada.

—¿Hay algo de lo que quieras hablar?

Jongdae negó de nuevo, sin mirarlo, y sorbió mientras abría el refrigerador. ¿Estaba llorando? Demonios. 

—¿Quieres una cerveza? —Jongdae ofreció entonces.

Minseok lo miró y por un instante vio en él los ojitos suplicantes de Hana. ¿Por qué le suplicaba? Con lo que le costaba decir que no...

—Claro.

Jongdae le dio una lata de las que guardaba en el fondo de la nevera y tomó una para él.

—¿Quieres ver algo? —Jongdae preguntó mientras caminaba hacia la sala. Tomó el remoto y lo primero que hizo fue bajar el volumen al mínimo.

Minseok apagó la luz de la cocina y lo siguió. Lo único que iluminaba su camino era la luz del televisor.  Se sentó en la otra punta del sofá que Jongdae ocupaba y esperó a que este escogiera algo que ver. Realmente no le importaba lo que pusiera, se sentía incluso más perdido estando a solas con él que en su primer día con los niños. 

Su relación era estrictamente laboral, las pocas palabras que cruzaban al día no eran más que ordenes, reportes y cordialidad, nunca habían conversado y ahora no sabía qué decir, aunque, pensándolo mejor, sabía mucho de él, lo conocía a través de sus hijos.


—Quería agradecerte por cuidar bien de mis hijos —Jongdae dijo suavemente.

—Prometí hacerlo, es mi trabajo —Minseok respondió en un tono igual de bajo.

Jongdae bufó.

—La gente no suele tomarse en serio su trabajo.

—Tal vez es porque no les gusta.

—¿Y a ti? ¿Siempre te ha gustado cuidar niños? —Jongdae preguntó con curiosidad.

Minseok dio un largo trago a su cerveza y lo miró.

—¿Puedo ser honesto contigo?

Jongdae asintió con seriedad.

—En realidad, yo nunca trabajé en la guardería. No sé qué le dijo mi mamá a la tuya acerca de eso, pero...

—¿Qué?

—Es que necesitaba un empleo y un amigo que trabaja con ellos me recomendó. Lo intenté el primer día, pero no fui capaz ni de completar el turno.

—¿Por qué?

Minseok pensó en ello por un par de segundos.

—Creo que me asustan los niños, son... demasiado.

Jongdae rio suavemente.

—Sí que lo son —coincidió, no parecía molesto por la mentira y Minseok se sintió aliviado—. ¿Y por qué no me lo dijiste?

—Lo intenté, pero no me dejaste hablar y después...

Jongdae recordaba bien ese día. De nuevo, el recuerdo de su esposa afloró.

—¿Lo hiciste por lástima?

—Saber que su madre había muerto fue una de las razones —Minseok admitió—, la otra fue que confiaras en que yo podría hacerlo.

Jongdae lo miró.

—Bueno, has demostrado que sí podías, ahora incluso parece que te prefieren a ti.

Minseok rio suavemente mientras negaba.

—No te pongas demasiado celoso, cuando tú te vas, ellos se ponen muy tristes. Después del almuerzo empiezan a preguntarme si falta mucho para que vuelvas. Se la pasan todo el día diciendo "papá esto, papá lo otro, hay que decirle a papá, hay que preguntarle a papá" —dijo imitando sus voces—. Realmente no me prefieren a mí.

—Eso espero.

No lo mencionó, pero no le gustaba mucho la idea de que sus hijos se encariñaran tanto con él. No sabía por cuánto más Minseok iría a quedarse, pero entre más lo quisieran, más doloroso sería cuando decidiera marcharse.


—Traeré otra cerveza —Jongdae murmuró después de un momento de silencio y se levantó, no tardó en volver con dos más, le ofreció una a su acompañante y lo miró con curiosidad—. Háblame de ti, Minseok, ¿quién eres cuando no estás aquí?

—Soy, mayormente, un estudiante universitario.

Jongdae asintió, lo había visto en su hoja de vida, era un estudiante de arquitectura que cursaba su cuarto año. Hablar de ello parecía más fácil para Minseok, así la conversación siguió ese rumbo por largo rato y luego otro tanto en temas al azar, que habían ido surgiendo con naturalidad. 



—...Fue una broma, pero desde ese entonces, todo el mundo me regala corbatas —Jongdae dijo con una sonrisa—. Ya tengo treinta y seis

—Lo sé —Minseok aseguró con una lánguida sonrisa, él se había encargado de desenredarlas y organizarlas—. ¿Y entonces qué te gustaría que te regalaran?

—Chocolates —Jongdae respondió de inmediato.

Minseok se giró hacia él para mirarlo, quedando con su mejilla pegada al respaldo del sofá. Acababa de sonar como su novia.

—¿Te gustan mucho?

—Me encantan, pero casi nunca los como —Jongdae dijo haciendo un puchero igual a los que hacía Baekhyun.

—¿Algún tipo en especial?

Jongdae se lo pensó por un instante

—Creo que los mejores que he probado son unos que vienen rellenos de licor.

Minseok murmuró un asentimiento y se perdió un poco en los gestos de Jongdae, que continuó hablando sobre bombones. Descubrió, mientras divagaba, que todos sus hijos tenían algo de él, pero Hana era como un vivo retrato. Algún otro pensamiento cruzó por su cabeza, pero no sabría decir con exactitud qué fue. Solo recordaba haber bebido tres cervezas, pero se sentía adormilado, tal vez solo estaba muy cansado.

—Hana es quien más se parece a ti —comentó de repente, interrumpiendo alguna historia sobre chocolates.

—Lo sé, es como verme de pequeño —Jongdae murmuró y después empezó a imitar la vocecita que su hija hacía al quejarse de sus hermanos.

Minseok sonrió y empezó a imitarla también, sin mover su cabeza del respaldar. Jongdae esbozó una sonrisa, la más grande que Minseok había tenido la oportunidad de ver.

—¡Oh! Ahí está —Minseok lo señaló—. La sonrisa de gato... es muy graciosa... también tus ojos... cuando se cierran.

—¿Tú crees? —Jongdae murmuró.

Minseok asintió perezosamente y en un segundo se quedó dormido. Jongdae lo observó con atención, no había tenido la oportunidad de verlo tan de cerca por tanto tiempo, así que no se apresuró. Dejó que su mirada vagara lentamente por cada uno de sus rasgos, desde el mechón, que se había desprendido de su ordenada cabellera negra, hasta su barbilla. Se entretuvo en sus cejas, en sus mejillas redondas y ligeramente rosáceas y en sus pequeños labios.

Y quiso tocar cada uno de esos atractivos lugares, especialmente deseó tocar sus labios... o tal vez besarlos.

Jongdae suspiró lentamente. A la última persona a la que besó fue a su esposa, justo antes de que la llevaran a la sala de partos de la que ya no saldría con vida. Había sido todo tan inesperado, ella había estado relativamente saludable y el embarazo de Kenji no había tenido ninguna complicación, pero, justo después de dar a luz, su corazón falló. Todo este tiempo Jongdae había estado tan concentrado en sus hijos y en no perder su empleo que no había prestado atención a ninguna de las mujeres que lo rodeaban, especialmente en la oficina. También habían hombres a su alrededor y, aunque desde joven su gusto también se inclinó hacia ellos, él simplemente no los había mirado de esa manera.

Pero Minseok era distinto a los demás, era como un imán para su mirada, el único rostro cuyos rasgos eran distinguibles en medio de una marea de rostros desenfocados. ¿Por qué? ¿Y por qué al mirarlo despertaba la curiosidad por un beso que en todo ese tiempo nadie había despertado? ¿Por qué fijarse justamente en la última persona en la que debería poner sus ojos? ¿O era justamente porque de forma inconsciente su mente pensaba en él como la persona ideal para sus hijos? ¿Le gustaba él o solo la forma en la que trataba a sus hijos? Jongdae no lo sabía, de pronto pensó que tal vez solo estaba desesperado por un poco de afecto. ¿Habría ya sido tiempo suficiente para el luto o todavía era muy apresurado? Dios... Tenía tantas dudas. 

Y entonces, mientras intentaba no enloquecer con su marea de pensamientos, sucedió algo que silenció por completo su cabeza.

Minseok se le echó encima y terminó recostado sobre su pecho. Por un instante, Jongdae creyó que había despertado, que había percibido la atracción y que por una de esas casualidades del destino, no le importaría atreverse a algo con él. Pero Minseok simplemente se acomodó sobre él y murmuró algo incoherente acerca de 'una colonia con aroma a bebé'. Cuando habló, su aliento le acarició el cuello, provocándole un estremecimiento, y cuando volvió a quedarse tranquilamente dormido soltó un suspiro y que calentó su rostro entero. 

Jongdae se quedó pasmado. Sus hijos se dormían sobre su pecho con frecuencia, pero la sensación era completamente distinta. En ese momento, su corazón latía de forma tan ruidosa que temió que fuera a despertarlo. Sus manos temblaban y una avalancha de emociones se mezcló con sus deseos más primitivos cuando notó lo cerca que estaba de acariciar sus labios. Lo miró, hipnotizado por su belleza, y tuvo que recolectar toda su fuerza de voluntad para no traspasar esa invisible y débil barrera de la moral. 




Gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro