22. Cállate.
—Todavía no puedo creerlo —Jongdae murmuró bajando a Kenji al suelo.
—La verdad, sí es un poco difícil de creer —Minseok comentó con una divertida sonrisa, dejando la pañalera sobre el tocador—. Y él que solo buscaba con quien pasar la noche.
Jongdae rio suavemente y observó a Minseok. Ambos compartieron una mirada llena de ansiedad. Hana y Baekhyun encendieron la televisión y se acomodaron en el sofá, ninguno parecía muy ansioso por irse a dormir.
—¿Los cuidas un rato? —Minseok preguntó—. Quiero darme una ducha.
Jongdae asintió y lo observó marcharse, se miraba tan bien de traje...
—Mira, papi —Hana llamó su atención.
Antes de girarse hacia ella, Jongdae se limpió los labios, solo por si acaso había estado babeando.
—Van a dar una película de Barbie —su hija anunció.
—¡Papi, Babi! —Baekhyun también anunció.
—¡Qué bien! —Jongdae exclamó con una sonrisa—. Traeré galletas.
—Gaieta —Baekhyun dijo con ojitos brillantes.
—Eso sí lo dices bien —Jongdae protestó acercando su rostro al de Baekhyun.
Frotó su nariz contra la del niño y Baekhyun rio divertido.
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Minseok, que estaba semidesnudo en medio de la habitación, tomó el saco de Junmyeon para cubrirse, cuando alguien entró de imprevisto.
—Sí, cúbrete, solo vengo por galletas. Una película de Barbie está por empezar.
Minseok sonrió al notar cómo Jongdae se esforzaba por no mirarlo.
—Ups, se me cayó.
Jongdae lo miró de reojo. Minseok había dejado caer el saco.
—¿Has visto las galletas? —preguntó, luchando contra la tentación.
—En la otra maleta —Minseok dijo señalando el armario y fue hasta allá para dárselas.
—¿Por qué no te has metido a bañar? —Jongdae preguntó, mirando hacia cualquier cosa que no fuera el cuerpo de Minseok.
—En eso estaba cuando decidiste interrumpir —Minseok respondió, ofreciéndole el paquete de galletas y de paso uno de juguitos de caja, pero Jongdae no lo miraba—. Tómalos.
Jongdae tomó sus preciados aperitivos y se apresuró a salir de la habitación, antes de caer en el pecado.
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Cuando Minseok regresó a la sala, después de una larga ducha, encontró el lugar hecho un desastre.
Jongdae estaba desparramado sobre un sofá con Kenji bailando entre sus piernas y el respaldo. Barbie había abandonado la pantalla y su lugar lo habían tomado un puñado de tipos musculosos que conducían autos de carreras en lugares imposibles. Hana y Baekhyun estaban dormidos en el sofá más grande y había un reguero de envolturas de galletas, chocolates y jugos.
Minseok suspiró y se cruzó de brazos. Jongdae ni siquiera lo había notado, estaba muy concentrado en la película.
—¿Qué disfrutas más? —le preguntó, llamando su atención—. ¿A los tipos musculosos y sin camisa o a las mujeres semidesnudas?
Jongdae lo miró, perdiendo todo el interés en la película. Minseok llevaba puestos unos shorts negros y una camiseta sin mangas, también negra, que dejaba a la vista sus fuertes y masculinos brazos.
—Creo que ambos —respondió—. Aunque para serte honesto, no me gustan mucho las exageraciones. Ni músculos muy grandes, ni pechos excesivamente operados. ¿Y tú?
Minseok observó la pantalla que justo en ese momento enfocaba unas largas piernas femeninas y sonrió.
—Los pechos grandes están bien —dijo alzando las cejas.
—Bueno, por aquí somo planos, así las pechugonas o pechugones se quedarán en tu imaginación.
—¿Sabes? —Minseok preguntó con el ceño fruncido—. Es extraño, pero los demás hombres no me despiertan ningún mal pensamiento, solo tú, aunque no tengas pecho.
Jongdae sonrió satisfecho y sostuvo las caderas de Kenji, que bailaba al son de la música latina que acompañaba la escena de la película.
—Eso hijo, muévelo —lo alentó y cuando Kenji soltó una carcajada le llenó el rostro de besos.
Minseok negó con una sonrisa y empezó a recoger el desorden.
—¿Por qué no los llevas a la cama y vas a bañarte? —sugirió—. Yo continuaré haciendo bailar a Kenji.
Jongdae se sentó en el sofá y lo miró.
—Sí, pero si me das un beso, Ken dice que va a cerrar los ojos.
Minseok se acercó a él y le puso un casto beso en los labios.
—Hasta Kenji se sintió decepcionado —Jongdae protestó—. Dame un beso de verdad, precioso.
Minseok apoyó una rodilla en el sofá y una mano en el respaldo y volvió a besarlo, sin reprimirse demasiado esta vez. Jongdae lo sintió tirar de sus labios suavemente y suspiró satisfecho. Luego de un último tirón a su labio inferior, se relamió los labios y le pasó a su hijo.
—Tu misión es hacerlo dormir —anunció levantándose del sofá—. Si le cantas se duerme más rápido.
—Pero yo no canto en chino —Minseok estableció mientras apagaba la televisión.
—Solo cántale cualquier cosa, él se duerme con lo que sea.
Minseok observó a Jongdae marcharse a la habitación y miró a Kenji, lo acomodó en sus brazos y empezó a cantarle la primera canción que le vino a la cabeza.
—Solo, solito en la habitación, busca que busca de mi calor uh oh, no, no...
⚡
—Minseok, estaba pensando —Jongdae dijo mientras salía a la sala, secándose el cabello con la toalla—, deberíamos empezar a bañarnos juntos, ya sabes, para ahorrar agua y eso.
—¿Tú crees? —Minseok murmuró dándole una mirada traviesa.
Jongdae lo observó. El niñero estaba acostado en uno de los sofás, tenía a Kenji dormido sobre su pecho y le acariciaba el cabello distraídamente. La escena, como siempre, le resultó enternecedora. Fue hacia ellos y se arrodilló en el suelo, puso un beso en una mejilla de su hijo y luego otro en los labios de Minseok.
—Lo llevaré a la cama —anunció en un susurro.
Minseok asintió y pronto se quedó solo en la sala. Cerró sus ojos por un momento, permitiéndose divagar, y lo siguiente que supo fue que un cuerpo se posicionaba a gatas sobre el suyo. Sus labios fueron aplastados por otros que conocía muy bien y él suspiró, deleitándose con los roces.
Minseok cruzó los brazos sobre su nuca para acercarlo más y Jongdae se preguntó si sabría cuánto le encantaba que hiciera eso.
—Vamos a la habitación —murmuró sobre sus labios y se levantó del sofá. Le tomó una mano y lo ayudó a ponerse de pie.
Jongdae apagó las luces de la sala a su paso y Minseok lo siguió en silencio, aunque a su corazón le dio por ponerse extra ruidoso en ese momento.
Jongdae cerró la puerta tras ellos y la aseguró. Aprisionó a Minseok entre sus brazos y continuó ese beso que habían pausado en el sofá. No contuvieron las ganas, como tenían que hacer casi todo el tiempo. En ese momento dejaron fluir aquella necesidad que solo era completamente liberada en la oscuridad.
Jongdae se separó un instante para tomar aire y notó la respiración agitada de Minseok. Que hermoso era, así tan descolocado. Empezó a repartir besos por su mandíbula y continuó por su cuello, hasta posar los labios sobre uno de sus hombros. Minseok gemía suavemente, estremeciéndose ante sus roces. Se removía desesperado por más contacto y no tardó en despojarlo de su camiseta. Jongdae lo sintió lanzándose directo a su cuello, justo sobre su manzana de Adán. A Minseok parecía gustarle mucho esa zona. Jongdae echó la cabeza hacia atrás y soltó un ronco gemido cuando su piel fue absorbida con fervor. Volvió a tomar el rostro de Minseok y besó sus labios con ganas. Sintió las manos de su chico acariciando su pecho desnudo, en dirección al sur, descendiendo hasta rozar su miembro por sobre la delgada tela de su pijama. Jongdae, que ya estaba un poco despierto, se endureció un poco más ante los desvergonzados roces. Tomó a Minseok por las caderas, lo giró y se pegó a su espalda, atrapándolo contra la puerta.
Minseok sonrió lascivamente y apoyó los antebrazos en la madera. Lo sintió duro contra sus nalgas y se inclinó un poco, empujándose descaradamente contra su deliciosa erección.
—¿Lo quieres? —Jongdae preguntó, restregándose contra él.
—Sí —Minseok murmuró.
—Vamos, no te escuchas muy entusiasmado —Jongdae susurró sobre su oído.
—¡Yei! —Minseok exclamó con un tono recubierto de sensualidad.
Jongdae rio suavemente y estrechó el agarre a sus caderas. Minseok empujó su trasero un poco más y Jongdae simuló una suave embestida.
—Me encanta tu risa —Minseok aseguró.
—A mi me encantas todo tú —Jongdae le susurró al oído y lo hizo girarse en su estrecha prisión para poder mirarlo.
Minseok alzó una mano y con su dedo índice le acarició los labios. Jongdae buscó su mirada. Las lámparas de mesa eran la única iluminación en la habitación, pero bastó para que Minseok pudiera notar esa hirviente intensidad en la mirada de su jefe.
—Antes de continuar, quiero que sepas que...
Jongdae calló, de pronto inseguro de si debía decirlo o no.
—¿Qué? —Minseok frunció el ceño lleno de curiosidad.
Jongdae le tomó el rostro con ambas manos y miró dentro de sus grandes y bellos ojos marrones, que a falta de luz parecían casi negros.
—Que estoy muy enamorado de ti —confesó.
Minseok se tensó.
—No digas nada —Jongdae susurró—. Solo quería que supieras que eres muy importante para mí y que esto no es solo...
Minseok tragó con esfuerzo ese algo invisible y sofocante que se había atorado en su garganta y desvió su mirada.
—Cállate —siseó, completamente ruborizado, y adelantó su rostro para besarlo—. Solo cállate y hazme el amor —musitó sobre sus labios.
Hacerle el amor. Jongdae atrapó sus labios mientras un escalofrío atravesaba su pecho. De pronto, se sintió nervioso, como si fuera su primera vez. Movió lentamente sus labios entre los de Minseok y se preguntó si este se sentiría de la misma manera.
¿Existía alguna forma de sujetar a su corazón para evitar que continuara intentando escapar de su pecho?
Minseok no lo sabía. Suspiró resignado a que su cuerpo entero palpitara temblorosamente y le cedió el control de la situación a Jongdae, confiando plenamente en él y en la dulzura con la que deslizaba los labios entre los suyos. Sintió sus manos ágiles descendiendo por sus brazos, acariciándolos lentamente, y se estremeció.
Jongdae le sacó la bendita camiseta sin mangas y volvió a pegarse a él para besarlo. Deslizó sus dedos por los pezones endurecidos de Minseok y no pudo resistirse a morderlos.
Minseok hundió los dedos en los hombros de Jongdae y gimió cuando, después de ser mordidos, sus pezones empezaron a recibir lengüetazos. Jongdae se dio a la tarea de llenar su pecho de húmedos besos y sus piernas empezaron a sentirse débiles. Por suerte, Jongdae no esperó demasiado para llevarlo a la cama.
Tan pronto como su espalda tocó las sábanas, Jongdae le separó las piernas y se metió entre ellas. Gateó sobre él y volvió a besar sus labios. Minseok llevó las manos a su espalda y lo acarició de un lado a otro ansiosamente, mientras intentaba corresponder a sus invasivos besos. Le encantaba la fuerza y virilidad que Jongdae imponía cuando lo besaba de esa manera. Era un roce tan cargado de deseo que fácilmente lograba poner todos sus vellos de punta. Bajó una mano y volvió a acariciar la grandiosa erección de su novio, una sensación extrañamente agradable recorría su pecho cada vez que lo tenía entre sus manos.
—¿Quieres que lo ponga dentro de ti? —Jongdae le preguntó y mordió su cuello, con más fuerza de lo usual.
—¡Sí! —Minseok exclamó.
—De acuerdo, si insistes —Jongdae murmuró con una sonrisa ladina.
Empezó a descender, repartiendo besos por todo el pecho de Minseok, llevando sus labios cada vez más al sur. Se detuvo en su vientre, justo al límite de la ropa, y salió de la cama. Quitó las dos prendas que Minseok aún vestía y también se deshizo de las propias. Cuando volvió a meterse entre sus piernas, ambos estaban completamente desnudos por primera vez.
Jongdae continuó besando su cuerpo, pero esta vez empezó por sus muslos y continuó hacia arriba. Minseok intentó quedarse quieto, pero era difícil, su cuerpo entero vibraba por la excitación.
—¿Minseok? —Jongdae lo llamó de pronto.
Minseok abrió sus ojos y lo miró. Jongdae tomó su miembro con una mano y deslizó su lengua por toda la longitud. Minseok se estremeció, soltó un ahogado gemido y sus dedos se aferraron a las sábanas. Jongdae chupó la punta y la soltó emitiendo un chasquido. Minseok contuvo el aliento. No se trataba solo de la placentera sensación, sino de la sucia y maravillosa imagen de ese hombre que lo volvía loco dándole placer de esa forma. Jongdae se lo metió a la boca poco a poco y Minseok apretó los labios para evitar gemir.
Jongdae era bueno, muy bueno con su boca. Lo hacía sentir tan bien, que no pudo contenerse de alzar sus caderas para empujarse contra él. Jongdae le sostuvo las piernas y continuó absorbiendo su hombría completa.
Minseok continuó gimiendo, aferrándose a las sábanas. Estaba disfrutándolo plenamente, acercándose cada segundo más a su orgasmo, cuando algo rozó su zona más íntima. Carajo, su cuerpo entero se tensó.
Jongdae soltó su miembro y Minseok se quejó.
—Voy a dilatarte ahora — Jongdae anunció—. Intenta relajarte y dime si te duele o si quieres que me detenga.
Minseok asintió con la respiración agitada. Jongdae lo observó con atención y tomó su miembro de nuevo, aunque no lo metió a su boca, solo presionó el glande contra su labio inferior, de un lado a otro, como si fuera algún tipo de bálsamo labial.
—¿Confías en mí?
Minseok asintió sin dudarlo un instante.
—Bésame —le pidió y Jongdae se acercó a él para besarlo en los labios.
Minseok cruzó los brazos sobre su nuca, acercándolo todavía más, y mientras Jongdae le robaba el aliento con uno de sus besos más desordenados, él intentó relajarse.
—Separa tus piernas —Jongdae le pidió, acomodándose a su costado derecho—, ábrete para mí.
Minseok obedeció y giró su rostro hacia él, para continuar besándolo.
—Chupa mis labios —Jongdae ordenó—, me encanta cuando lo haces. Mantén tus piernas bien abiertas y tócate.
Minseok asintió. Volvió a besarlo y bajó una mano para masturbarse.
Jongdae empezó a acariciarle los testículos y Minseok notó que tenía su mano muy húmeda. Cierto, debía estar usando alguno de los lubricantes con los que había aparecido un día, mismos que le había ofrecido, junto a sus servicios sexuales, como si fuera un repartidor de pizza. Exhaló satisfecho sobre sus labios y se estremeció cuando Jongdae absorbió su lengua. Toda esa estimulación era grandiosa, se sentía como si estuviera en alguna especie de paraíso sexual creado exclusivamente para él. Y entonces lo sintió de nuevo, esa presión en su lugar más íntimo.
—¿Duele? —Jongdae preguntó mientras introducía un dedo resbaloso lentamente.
—No —Minseok murmuró sobre sus labios—. Solo es extraño.
—Pronto dejará de serlo —Jongdae aseguró y removió su dedo en círculos.
—Eso se siente bien —Minseok murmuró.
Jongdae continuó besándolo mientras sacaba y volvía a meter su dedo varias veces más. Luego fueron dos dedos, entraron muy lentamente y después de unos segundos empezaron a separarse dentro de él, estirándolo. Minseok estaba intentando no volverse loco.
—Qué paciente eres —murmuró.
Jongdae sonrió y lo miró a los ojos.
—Si me apresuro, no vas a disfrutarlo —dijo sin dejar de trabajar dentro de él.
—Mete otro —Minseok le pidió.
—¿Ya?
—Sí.
Jongdae obedeció y volvió a besarlo. Minseok empezó a mordisquear sus labios y dejó de masturbarse a sí mismo, para masturbarlo a él. Jongdae suspiró, agradecido.
—Métela ya —Minseok pidió impaciente después de un par de minutos.
Jongdae sonrió y miró sus ojos desbordantes de lujuria. Cómo lo adoraba. Quería atesorar ese maravilloso momento por el resto de su vida.
—¿Quieres montarme? —le preguntó, pensando en que así Minseok podría llevar el control de la situación.
Su chico se lo pensó por un instante y luego asintió con las mejillas aún más coloradas. Jongdae se acomodó en la cama y Minseok se puso a gatas sobre él.
—Espera un momento —Jongdae le pidió mientras lubricaba su propia erección.
Minseok observó su pene brillante en la semioscuridad y lo deseó, de verdad deseó tenerlo dentro de su cuerpo.
—Listo —Jongdae anunció—. Tómalo despacio, no hay prisa.
Minseok asintió y, cuando Jongdae alineó el pene contra su entrada, retrocedió absorbiendo poco a poco muy lentamente. Contuvo el aliento. Era muy distinto a los dedos, cuando lo tuvo dentro por completo, se sintió muy lleno. Demasiado. Bueno, debió suponerlo, su jefe estaba muy bien dotado.
—Respira, relájate —Jongdae murmuró con esfuerzo y le tomó su desatendido miembro para regalarle placer.
Minseok se removió un poco y ambos suspiraron.
—Qué bien te ves ahí —Jongdae le dijo acariciando una de sus piernas con la mano libre.
Minseok exhaló por la boca y observó a Jongdae debajo de su cuerpo, mirándolo expectante con sus ojos oscuros. Hizo rodar sus caderas, imitando ese agradable movimiento circular que Jongdae había hecho con sus dedos y sonrió, sí se sentía bien, aunque aún no se acostumbraba del todo a la intromisión.
Jongdae contuvo el aliento. Minseok tomaba confianza con rapidez, cada vez se movía más y él no podía hacer nada más que observarlo mientras luchaba contra su instinto. Cuando Minseok se detuvo, no pudo evitarlo, le tomó la cintura con ambas manos y retrocedió un poco para empujarse suavemente hacia él.
—Sí —Minseok murmuró complacido—. Hazlo de nuevo.
Jongdae continuó, saliendo lentamente de su estrechez solo para volver a hundirse con el mismo cuidado.
Minseok gimió suavemente y se echó hacia adelante, necesitando besar sus labios. Jongdae se alzó un poco, como si extrañara sus labios de la misma manera, y sus labios se encontraron a medio camino. Fue un beso lleno de necesidad y de deseo, pero también de cariño.
Cuando Jongdae había confesado estar enamorado, Minseok no lo dudó un instante, era algo que suponía. Jongdae lo cuidaba y se encargaba siempre de demostrar en cualquier instante lo mucho que le importaba, no solo con sus besos o caricias. No era algo solamente físico, como había intentado aclarar un rato atrás. Las muestras de sus sentimientos estaban impregnadas en cada cosa que hacía; en sus miradas atentas cuando le hablaba, en sus palabras cuando le ofrecía ayuda, o aliento, en sus sonrisas, en los planes que siempre lo incluían a él y a sus intereses.
Y, aunque la mayor parte del tiempo era abrumador, Minseok se sentía muy afortunado de tenerlo.
Jongdae sostuvo sus caderas con firmeza y lo ayudó a moverse sobre su cuerpo, lento y sin abandonar sus labios ni un instante.
—Cambiemos de posición —Minseok le pidió después de unos minutos—. Ve tú arriba.
Jongdae obedeció de inmediato y Minseok se preguntó hasta qué punto sería complaciente en la cama. Cuando lo tuvo encima acarició sus brazos, su rostro y su cabello y puso un dulce beso en sus labios.
Jongdae sonrió de forma acusadora.
—Me gusta cuando te pones cariñoso.
—Cállate.
—Es que me gustas tanto, de verdad, soy tan feliz si tú estás conmigo y...
—Cállate —repitió cubriéndole la boca con su mano. Y es que sus palabras tenían un efecto simplemente devastador. Minseok había descubierto que los sentimientos de Jongdae eran peligrosamente contagiosos y hacían crecer los suyos a una velocidad alarmante, tanto que daba miedo—. ¿Que no entiendes que todo lo que dices hace enloquecer a mi corazón?
—No lo sabía —Jongdae murmuró notando que los ojos de Minseok brillaban como luceros en la oscuridad.
—Pues ya lo sabes, así que cállate —Minseok musitó y tiró de él para besar sus labios una vez más—. Penétrame, maldita sea, ¿qué estás esperando?
Jongdae rio suavemente.
—Estás tan loco, cómo me encantas.
—Mira quien habla.
Jongdae le separó las piernas un poco más y se acomodó entre ellas. Volvió a penetrarlo, intentando ser cuidadoso, pero Minseok se empujó hacia él, logrando que lo hiciera de golpe.
Ambos gimieron y Jongdae volvió a sus labios.
—Intento ser cuidadoso, ¿sabes?
—Pero se sintió tan bien, vuelve a hacerlo.
—De acuerdo, pero mañana no vayas a estar quejándote.
¿Quejarse de qué?
Minseok iba a preguntar, con total inocencia, pero Jongdae lo embistió con fuerza.
—¡Ah, sí! —Minseok exclamó y se abrazó con fuerza a su espalda.
Jongdae retrocedió un poco y volvió a embestirlo. Observó su rostro e intentó grabarse su gesto a fuego en la memoria. Su ceño fruncido, sus labios ligeramente separados, que dejaban escapar entrecortados gemidos, sus preciosos ojos que lo miraban suplicantes, sus mejillas sonrosadas y sus sienes sudorosas. Era tan hermoso.
—Jongdae —Minseok suplicó al notar su inmovilidad.
Jongdae volvió a embestirlo y continuó haciéndolo, logrando un ritmo constante. Apoyó los antebrazos a los costados de Minseok y este no tardó en cruzar los brazos sobre su espalda, para mantener sus cuerpos unidos.
—Sí, así, sigue, no te detengas —Minseok suplicó y le mordió los labios.
Se sentía más excitado que nunca en su vida. Su miembro estaba atrapado entre sus cuerpos y la deliciosa fricción estaba multiplicando el placer que sentía.
—Qué rico —murmuró, chupándole un costado del cuello—, me siento tan lleno.
Jongdae gruñó y lo embistió con más fuerza, con mayor profundidad. Supo que había tocado el punto de Minseok cuando un gemido más fuerte y ronco se escapó de su boca y los dedos sobre su espalda se le clavaron en la piel como si quisieran desgarrarla.
—¿Ahí te gusta? —Jongdae preguntó y Minseok asintió fervientemente, abrazándose su espalda.
—Sí, no pares, no pares, no pares...
Jongdae, comprometido a darle todo lo que le pidiera, no se detuvo. Golpeó una y otra vez y el húmedo sonido de sus pieles al chocar y frotarse llenó la habitación. Él mismo se sintió al borde de su orgasmo, pero hizo lo imposible para contenerlo y retrasarlo, al menos hasta que Minseok lograra el suyo.
Minseok cerró los ojos, había algo presionándose sobre una de sus mejillas y sus labios, pero no pudo prestar demasiada atención a ese detalle. El placer se había reunido en su bajo vientre, su cuerpo entero se tensó y su orgasmo estalló entre su piel y la de su acompañante. Cuando los escasos pero maravillosos segundos que duraba el orgasmo estaban llegando a su fin, Minseok abrió sus ojos y se encontró con esa mirada oscura intentando llegarle al alma. Comprendió que la presión en su mejilla era la mano de Jongdae, que acunaba su rostro y le acariciaba los labios con su pulgar.
—¿Disfrutas de la vista? —Minseok preguntó y restregó la mejilla lánguidamente contra su palma.
Jongdae asintió embelesado y lo único que Minseok pudo pensar fue que quería repetir lo que acababa de suceder todas las veces que le fueran posibles. No solo esa noche, sino las que le seguían. Entonces notó que Jongdae aún lo penetraba, seguía completamente duro enterrado en él. Los músculos de sus brazos, hombros y cuello estaban muy tensos y brillantes por el sudor.
Incapaz de resistirlo, Minseok se alzó un poco para besarle las clavículas. chupó la piel húmeda con ganas y hundió los dedos entre su cabello. Jongdae gruñó y lo empujó de nuevo sobre el colchón. Tiró de sus piernas, las separó un poco más y salió de él, para luego hundirse sin ningún cuidado. Lo embistió con fuerza. Una, dos, tres veces, muchas más... y Minseok contuvo el aliento, siendo testigo de su orgasmo, de su rostro deformado por un erótico gesto, de su seductor gemido, del sudor que se deslizó por su piel y de la cálida humedad que se disparó dentro de su propio cuerpo.
Jongdae retrocedió un poco, retirándose del calor y la estrechez que lo envolvían, y se inclinó sobre Minseok. Atrapó su labio inferior con los dientes, lo mordió con suavidad, lo chupó y lo delineó con la punta de su lengua. Minseok gimió complacido y Jongdae deslizó la lengua dentro de su boca como si intentara robar de ella el aliento que le faltaba.
—¿No has tenido suficiente? —Minseok preguntó con una jadeante sonrisa.
Jongdae negó.
—¿Cómo podría tener suficiente de ti?
Minseok le acarició el cabello y Jongdae se restregó sobre su mano.
—¿No vas a decirme que me calle?
—No —Minseok musitó.
Por alguna razón, en ese momento le pareció que sus temores eran de lo más estúpidos. ¿Por qué sería malo haberse enamorado con tanta fuerza de él?
Jongdae lo miró con intensidad, como si fuera capaz de leerle el pensamiento, y Minseok le devolvió la mirada, sabiendo bien qué era lo que en realidad quería decir.
—Te amo —Jongdae dijo suavemente, vocalizando esas palabras que habían estado atrapadas en su garganta los últimos días.
—Y yo a ti —Minseok respondió en un murmullo.
—Dilo —Jongdae le pidió.
Minseok le acunó el rostro con sus manos y lo miró a los ojos.
—Te amo, Kim Jongdae.
Y, por una y mil razones, los ojos de Jongdae se llenaron de lágrimas.
—En este momento, ¿eres feliz? —Minseok preguntó, limpiando una lágrima que rodaba por una de las delgadas mejillas de su jefe, novio y amante.
—Muchísimo —Jongdae respondió.
Minseok lo atrajo para besar sus labios y dejó de preocuparse por sus lágrimas. Si eran de felicidad, entonces todo estaba bien.
⚡
Gracias por leer!
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