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20. Compartir.


Lastimosamente, Jongdae había tenido que regresar a trabajar a la oficina. Después de un mes técnicamente solo haciendo acto de presencia en la casa, Minseok se sintió un poco sobrecargado, especialmente porque ahora tenía que empezar a avanzar con las tareas acumuladas y ni hablar sobre poner verdadero orden en ese lugar.

Intentó tomárselo con calma, justo como Jongdae había sugerido, pero aún así, había mucho que hacer. Tampoco ayudaba que por las noches, el único momento en que podía avanzar con sus tareas, Jongdae no dejara de perseguirlo por todas partes para plantarle besos apasionados y una que otra manoseada. No era que no le encantara, pero lo último que necesitaba era reprobar alguna materia. Fue por ello que llegaron al acuerdo de que Minseok se marcharía a su casa cuando necesitara hacer tareas o estudiar en paz y como tenía tanto acumulado y de paso los exámenes estaban próximos, terminó quedándose en su propia casa por el resto de la semana.

Por su parte, Jongdae estaba ansioso porque la temporada de exámenes acabara. Sentía que había vivido una muy corta luna de miel con Minseok y que luego el cruel destino se lo había arrebatado de las manos.

—¿Qué tienes?

Jongdae alzó su mirada y observó a su jefe, que lo miraba con preocupación.

—Extraño a Minseok.

—Pero lo viste en la mañana y lo verás al volver en la noche.

—Sí, pero en la mañana tenía prisa y en la noche prometí no entretenerlo para que pudiera irse a su casa a estudiar.

Junmyeon gruñó recordando sus propios días de universidad. No era una época que extrañara demasiado.

—¿Y cuánto le falta?

—Un año y la tesis.

—Bueno, tendrás que aprender a ser paciente.

Jongdae hizo un gesto de angustia.

—Me hacía ilusión que pasáramos pronto al siguiente nivel, pero creo que eso tendrá que esperar.

Junmyeon alzó una ceja.

—Pensé que ustedes ya...

—No, solo hemos jugado un poco —Jongdae explicó—. Siempre surge algo por lo que no llegamos a hacerlo.

—No te preocupes, sucederá cuando sea el momento adecuado —Junmyeon intentó animarlo y levantó la hoja de papel que había estado sosteniendo en su mano—. Ahora, pasando a temas más importantes que el fin de tu castidad. Lee esto.

—¿Qué es? —Jongdae preguntó tomando la hoja llena de caracteres.

—No lo sé, tú dime —Junmyeon respondió mal disimulando una sonrisa.

Jongdae leyó un poco y unos segundos después, levantó la mirada con asombro.

—Quiere que se reúnan para ajustar detalles... Quiere que te presentes a un evento al que él va a asistir... Y que confirmes si te presentaras.

—Sí, eso fue lo que entendí.

—¿Aceptó? ¡El maldito aceptó la fusión! —Jongdae exclamó con una enorme sonrisa.

—¡Sí! —Junmyeon exclamó sin ocultar más su enorme sonrisa—. Reserva los boletos de avión y haz una reservación en el mismo hotel que...

—¿Boletos? —Jongdae preguntó confundido, ¿por qué el plural?

—No pretenderás que vaya solo, tienes que venir conmigo, mi chino no es tan bueno como el tuyo, voy a hacerme quedar a mí mismo como un idiota.

—Bueno, solo hay que conseguirte a un intérprete, no es necesario que yo...

—No quiero a un desconocido, te quiero a ti.

—Junmyeon, no puedo. No puedo dejar a mis hijos todo el fin de semana, Minseok tiene que ir a la universidad. Además, si llego a mencionar siquiera que es para irme contigo a una playa, Minseok va a matarme.

Junmyeon se cruzó de brazos y soltó un suspiro mientras pensaba cuidadosamente.

—De acuerdo, usa mis puntos.

—Te dije que no voy.

—Claro que vendrás si tu niñero y tus hijos también vienen. Reserva para todos.

—Pero...

—Además, esta podría ser esa oportunidad que estabas buscando.

—¿De qué hablas?

—De tu asunto no resuelto con Minseok. Reserva una de esas habitaciones dobles para ti. Pones a los niños a dormir en una habitación y ocupas la otra para hacer todas las cochinadas que quieras con él, puedes incluso pedir que la llenen de pétalos de rosa, champaña o alguna estupidez parecida.

Jongdae lo miró pensativo. La idea estaba tomando forma en su cabeza. Sí, era una buena idea. Era una excelente oportunidad para su primera vez, y de paso no tendría que dejar solo a Junmyeon.

—Casi puedo ver el tren de tus pensamientos —Junmyeon dijo con una sonrisa traviesa—. Reserva eso ya y después puedes seguir fantaseando con tu chico.



Jongdae se sentó en el sofá junto a Minseok y lo codeó suavemente para llamar su atención.

Minseok levantó la mirada del reporte que completaba y miró a su jefe, quien ya había terminado de saludar a sus hijos después de regresar del trabajo.

—El fin de semana que viene tengo que trabajar —Jongdae anunció.

El gesto de Minseok se tensó un poco.

—Pues hazlo desde casa porque tienes que cuidar a tus hijos —murmuró devolviendo su atención a su portátil.

—De hecho tenemos que salir de la ciudad. El vuelo sale el sábado a las ocho de la mañana y regresa el domingo por la tarde, nos quedaremos en un hotel.

Minseok apretó los labios, pero no levantó su mirada.

—¿Quienes irán?

—Solo Junmyeon y yo.

—Pues dile a tu jefe que se consiga a alguien más, porque tú no irás —Minseok siseó, presionando sus dedos en el teclado con más fuerza de la necesaria.

—¿Por qué no? —Jongdae preguntó con un gesto de inocencia.

Minseok suspiró y cerró su portátil. Luego se giró para mirar a Jongdae, no parecía para nada feliz.

—¿Tienes muchas ganas de ir? —preguntó sonando muy enfadado.

Jongdae asintió fervientemente, como si le hubiera preguntado si quería ir a un parque de diversiones.

—De acuerdo, ve —Minseok accedió—, pero tendrás que llevar a tus hijos.

Jongdae sonrió victorioso.

—Sí, planeaba llevarlos y a su niñero también.

—¿Conseguiste uno?

—Eso estoy intentando hacer —Jongdae respondió con una sonrisa.

—Ni lo sueñes, tengo clases.

—Falta.

—Jongdae, dijiste que no me harías faltar más, voy a reprobar el semestre.

—Solo esta vez. Ven conmigo, por favor —Jongdae le pidió, arrimándose a él y haciéndole ojitos—. La empresa cubrirá todos los gastos y solo tengo que ir a un evento con Junmyeon por un par de horas, el resto del tiempo estaré con ustedes, será casi como ir de vacaciones.

—Pero no debería faltar...

—Por favor, es algo muy importante para la empresa, es una adquisición grande que aumentará mi sueldo.

—¿Qué hay de mi sueldo?

Una traviesa sonrisa se extendió por los labios de Jongdae.

—Te pagaré los días trabajados y —Jongdae se acercó todavía más para hablarle al oído—. Te daré un bono si vienes.

Minseok se estremeció al sentir su aliento golpeándole el cuello y se giró hacia él. Lo miró a los ojos con las ganas encendidas de pronto. Quiso besarlo, pero sus hijos estaban en el sofá de al lado.

—De acuerdo, iré —Minseok accedió—, pero no hagas eso.

—¿El qué?

—Eso...

—¿Seducirte? —Jongdae preguntó con total descaro.

—Sí —Minseok murmuró.

—Pero si funciona de maravilla —Jongdae susurró y sus labios le rozaron la oreja.

Minseok se levantó del sofá de un tirón y abandonó la sala.

Jongdae le echó un vistazo a sus hijos y, luego de comprobar que estaban entretenidos con la televisión, fue detrás de Minseok. Lo encontró en el comedor, intentando continuar con lo que fuera que hubiera estado haciendo antes de que él llegara. Le tomó una muñeca y lo hizo levantarse de la silla para arrastrarlo a la bodega. Cuando ambos estuvieron dentro, cerró la puerta y lo empujó suavemente hacia ella. Minseok le dio una mirada cargada de deseo.

—¿Qué estás esperando? —le preguntó tirando de su corbata para acercarlo—. Tus hijos van a llamarnos en cualquier momento.

Jongdae sonrió, últimamente sus hijos parecían vivir por la misión de no dejarlos ni un minuto a solas, así que no esperó más. Se inclinó sobre él y le plantó en los labios ese beso que había estado deseando darle todo el día.

Minseok recibió sus labios con regocijo y cruzó los antebrazos sobre su nuca de inmediato. Adoraba sus besos y deseaba tener más tiempo para disfrutarlos. Desafortunadamente, las vacaciones más próximas eran las de fin de año y aún faltaban dos meses para ello.

Jongdae pausó el beso y lo miró mientras intentaba recuperar el aliento.

—Me encanta cuando me besas así —le dijo embelesado.

—Me encanta cómo te ves de traje —Minseok replicó.

—¿Ah sí?

Minseok tenía las pupilas muy dilatadas y los labios sonrosados. Asintió y tiró de su corbata de nuevo para volver a besarlo con desbordante deseo.

Fue maravilloso, pero no duró mucho. Pronto se escucharon unos débiles golpes a la puerta.

¿Papi estás ahí?

Jongdae finalizó el beso al escuchar el llamado de su hija. Minseok lo miraba anhelante y Jongdae le regaló una pequeña sonrisa de disculpa. Deslizó los dedos sobre sus labios, para limpiar el rastro de humedad en ellos, y luego besó su frente.

—¿Qué hacían ahí? —Hana preguntó con curiosidad al verlos salir de la pequeña bodega.

—Estábamos jugando a las escondidas —Jongdae respondió—. Ya nos encontraste.

—Entonces te toca contar —Hana anunció con una sonrisa—. ¡Minseok, escóndete!

Jongdae puso su antebrazo sobre la pared y empezó a contar. Hana corrió hacia el pasillo de las habitaciones y Baekhyun corrió tras ella.

—Bueno, creo que yo me esconderé por aquí —Minseok anunció recostando su espalda en la pared sobre la que Jongdae contaba en voz alta, saltándose los números sin ningún orden.

De pronto, Jongdae dejó de contar y lo miró.

—¿No te molesta?

—¿El qué? —Minseok preguntó con una sonrisa—. ¿Jugar a las escondidas?

—No, compartirme —Jongdae murmuró y se giró para recostarse a su lado sobre la pared—. Me refiero a que no tengo mucho tiempo para dedicarme exclusivamente a ti, creo que no soy un buen novio.

—Eres un novio fantástico —Minseok aseguró acariciándole una mejilla—. Y por supuesto que no me molesta compartirte con ellos, aunque en realidad, son ellos los que te comparten conmigo.

—Si les habláramos sobre nuestra relación, no tendríamos que ocultarnos todo el tiempo —Jongdae razonó.

—¿Quieres decirles?

Jongdae asintió.

—De cualquier modo, en algún momento se van a enterar.

—Me preocupa Hana ¿no va a enojarse conmigo?

Jongdae sonrió.

—Es más probable que se enoje conmigo, soy yo quien le ha robado a la persona que quiere desposar.

"¿Papi? ¿Sigues contando?"  Hana preguntó desde una de las habitaciones.

—Ve a esconderte —Jongdae empujó a Minseok dentro de la bodega y le dio un rápido beso antes de cerrar la puerta—. ¡Listos o no, allá voy!

Jongdae marchó hacia la sala y se paró en jarras al notar a Kenji jugando con sus peluches sobre la alfombra.

—Se supone que tienes que esconderte.

Al verlo, Kenji se puso de pie y caminó hacia él. Jongdae lo alzó en sus brazos y le hizo cosquillas en la pancita.

—Voy a contar un poco más, escóndete —Jongdae dijo y lo puso de nuevo en el suelo.

Contó hasta tres y al abrir los ojos notó que Kenji estaba de pie frente a él, cubriéndose los ojos con ambas manos.

—Voy a fingir que no te veo —Jongdae murmuró y le acarició el cabello antes de ir a buscar a los otros dos.

Minseok salió de su escondite, para buscar un lugar en donde esconderse de verdad, y notó a Kenji cubriéndose el rostro en medio del pasillo. Se esforzó por sofocar la risa y lo levantó del suelo.

—Ven, escondámonos juntos —le dijo en un susurro mientras buscaba con su mirada el lugar perfecto para ocultarse.



Minseok no conocía a Junmyeon, nunca lo había visto, ni había escuchado su voz, pero una parte primitiva e irracional de su ser lo detestaba.

Y cuando lo conoció, en el aeropuerto, esa parte de su ser lo detestó todavía un poco más. Aunque, como era un adulto educado y civilizado, estrechó su mano mientras fingía su sonrisa más deslumbrante.

El desgraciado no solo era muy apuesto y adinerado, parecía perfecto, las mujeres no dejaban de mirarlo y todo el mundo le sonreía. Hana y Baekhyun habían saltado contentos al verlo e incluso Kenji se dejó cargar de buena gana y hasta besó una de sus perfectas mejillas cuando él se lo pidió.

—¿Sucede algo? —Jongdae le preguntó mientras esperaban en la sala de abordaje—. Has estado callado. ¿Te molesta volar?

—¿Hace cuánto conoces a tu jefe?

Jongdae sonrió, pero deshizo su sonrisa y adoptó un gesto de seriedad al notar el ceño fruncido de Minseok.

—Hace como diez años.

Minseok asintió y guardó silencio de nuevo, perdiéndose en sus pensamientos.

—No tienes por qué preocuparte por él —Jongdae aseguró acercándose un poco a él para que pudieran hablar con un poco de privacidad—. Es mi mejor amigo y me gustaría que te dieras la oportunidad de conocerlo. Con suerte, un día podrás considerarlo tu amigo también.

Minseok llevó su mirada hacia el susodicho, quien jugaba a ponerle sus lentes de sol a Kenji a unos pocos asientos de distancia, y asintió.

Jongdae le tomó la barbilla, lo hizo girarse de nuevo hacia él y le plantó un rápido, pero intrusivo, beso en la boca.

Minseok lo miró con los ojos redondos. Sentía que su rostro entero estaba calentándose. Había mucha gente alrededor.

—¿Qué? —Jongdae le preguntó con una seductora sonrisa—. ¿Te molestan las muestras de cariño en publico? ¿O es porque somos hombres?

Minseok apretó los labios. Un poco de las dos, pero seguro se debía más a la segunda.

Jongdae llevó una mano a una de las sonrosadas mejillas de Minseok y negó sin dejar de sonreír.

—Tendrás que acostumbrarte a esto. Quiero visitar muchos lugares contigo y ya sabes que no puedo estarme quieto.

Minseok continuó observándolo con ese gesto de sorpresa y, contrario a lo que Jongdae imaginó, asintió.

—De acuerdo —murmuró.

—¿Qué?

—Voy a acostumbrarme.

—¿Estás seguro?

Minseok se adelantó un poco y depositó un fugaz beso en sus labios.

—Estoy seguro —murmuró al retroceder, aunque parecía a punto de desmayarse.

Junmyeon fingió que no los veía y continuó jugando con Kenji, asegurándose también de que Hana y Baekhyun estaban demasiado ocupados jugando con su celular como para notar al par de tórtolos.

Hacía mucho que no veía a su amigo tan entusiasmado y se sentía realmente feliz por él, aunque de pronto se sintió excesivamente soltero.

—Tú deberías ayudarme a conseguir una cita —le dijo a Kenji, quitándole las gafas de los ojos—. Dicen que los hombres con bebés son irresistibles. Te llevaré a dar un paseo por la playa y tú me ayudarás a conquistar a algún turista con buenos sentimientos dispuesto a pasar la noche conmigo, ¿te parece un buen trato? —Kenji lo miró, obviamente sin comprender un carajo de lo que decía—. ¿No? Qué tal esto: Tú me ayudas a mí y yo te compró un helado. ¿Te parece bien? ¿Quieres helado?

—Junmyeon deja de sonsacar a mi hijo —Jongdae le dijo, sacándole al niño de los brazos.

—Oye, estábamos a punto de cerrar un trato —Junmyeon se quejó.

—El único trato que te debe preocupar cerrar es con ese escurridizo chino que veremos en la noche, porque estoy contando con mi aumento.

Junmyeon asintió.

—No te preocupes, ese pez ya está en la red, solo necesitamos uno de tus encantamientos en mandarín y el tipo habrá firmado.



Gracias por leer!

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