
16. Cumpleaños (Parte II).
—¿Qué te sucede? —Minseok preguntó con preocupación al subirse al auto—. Has estado raro de forma intermitente todo el día. ¿Eres de esos a los que no les gusta su cumpleaños?
Jongdae negó y se ató el cinturón de seguridad. Notó que Minseok batallaba con el suyo y le ayudó a abrocharlo también.
—Si no quieres ir, está bien —Minseok dijo con un toque de desilusión.
—Sí quiero ir —Jongdae murmuró.
Minseok lo miró con incredulidad, había sonado como un zombi. ¿Qué le pasaba?
Llegaron a la sala de cine y Jongdae notó que Minseok canjeaba una factura electrónica en lugar de ir a la caja.
—Esto estaba planeado —acusó.
—Sí, tu mamá me obligó a aceptar antes de engatusarte a ti, así que si no te gusta quéjate con ella.
—Oh —Jongdae murmuró—. ¿Entonces no querías venir?
—Solo no quiero darme el crédito por esto —Minseok aclaró—. Sí me hacía ilusión venir contigo, hace ya un tiempo que no venía al cine, pero no pareces querer estar aquí.
—Es que a veces no quiero... —Jongdae guardó silencio intentando ordenar sus ideas—. ¿Nunca has sentido que no quieres estar en ninguna parte, como si no pertenecieras al universo?
—La verdad, no —Minseok respondió, dándole una mirada llena de preocupación—. Oye, no lo tomes a mal, pero ¿alguna vez has ido a terapia?
—Como si tuviera tiempo para eso...
—Siempre debería haber tiempo para nosotros mismos.
—Sí, bueno, estoy ocupado criando a tres hijos todo el tiempo que no estoy durmiendo o trabajando —Jongdae murmuró con cierto cansancio.
Minseok lo miró.
—¿Quieres que vayamos a otra parte? —ofreció en un murmullo—. Podemos hablar, si quieres.
Jongdae negó.
—No te preocupes, no hace falta que nos vayamos.
—De acuerdo —Minseok murmuró, no muy convencido, y echó a andar hacia la dulcería—. ¿Qué quieres? —preguntó señalando el menú.
—Acabamos de cenar —Jongdae le recordó.
Minseok rio entre dientes.
—¿A quién intentas engañar? Los dos sabemos que aunque hubieras cenado dos veces, si te lo permitieran, te comerías toda la tienda.
—¿Por qué me expones así frente a ella? —Jongdae señaló a la chica detrás del mostrador, quien parecía divertida con su interacción—. Quiero nachos.
—¿Solo eso?
—Y palomitas... y una barra de chocolate.
Sí, ese era su chico. Oh, Dios, no. ¿Por qué tenía pensamientos tan estúpidos? Seguro la idiotez era contagiosa.
—Ya lo escuchó. Que sean unas palomitas grandes, agregue un hotdog y dos sodas, por favor.
—De acuerdo —la chica digitó la orden en la pantalla—. ¿Su apellido?
—Kim —dijeron los dos al mismo tiempo.
—Compartimos apellido —Jongdae anunció con orgullo y rodeó con su brazo los hombros de Minseok.
—Pero no estamos casados —Minseok aclaró con las mejillas rojas.
—Todavía —Jongdae murmuró.
Minseok le dio una mirada molesta, aunque la verdad es que estaba feliz de ver a Jongdae esforzándose por ser el idiota de siempre.
—Puede darse el lujo de escupir en los nachos si quiere —Minseok dijo mientras pagaba y señaló a Jongdae—. Es su cumpleaños.
—Felicidades —ella dijo con una sonrisa—. Y no se preocupe, la empresa no nos permite hacer eso, pero por ser su cumpleaños puedo regalarle queso extra para sus nachos.
Jongdae le sonrió a la empleada y Minseok se tragó sus estúpidos celos.
Tomaron sus alimentos y echaron a andar hacia la sala en un silencio que no duró mucho.
—¿En qué fila? —Jongdae preguntó.
—La última —Minseok anunció.
—¿Por qué me llevas hasta atrás? ¿Estás planeando propasarse conmigo?
—Cállate, no empieces.
—Tienes razón, hay que esperar a que apaguen las luces.
—Oye ya estamos muy grandes para eso, si el plan fuera tener sexo simplemente iríamos a un motel y ya. Además fue tu madre quien eligió los asientos, no yo.
—¿Iremos después entonces?
—¿Y si calmas tu calentura eterna y te callas?
⚡
Minseok sabía que debía ignorarlo, Jongdae solo estaba molestándolo, como siempre.
—Deja de mirarme —le susurró y continuó mirando la pantalla grande, en donde los protagonistas de la película se comían a besos.
—¿Por qué? —Jongdae susurró sobre su oído.
—Porque se supone que venimos a ver una película —Minseok le recordó, girándose para mirarlo. Qué cerca estaban.
—Pero, eres como magnético, no puedo dejar de mirarte.
Minseok le tomó la barbilla y lo obligó a apuntar la mirada hacia la pantalla.
Jongdae puso una mano sobre su muslo y lo acarició desde afuera hacia el centro, en donde se unían sus piernas. Minseok soltó su barbilla para golpearle la mano.
—Deja de manosearme —siseó—. Van a sacarnos de aquí.
—¿Puedo al menos besarte? —Jongdae preguntó, rozando los labios sobre su mejilla.
—No —Minseok respondió terminantemente, sin atreverse a mirarlo.
La respuesta correcta era "aquí no", pero era una respuesta peligrosa.
⚡
—Oye, esa película estuvo interesante, pero no entendí bien que pasó al final.
—Si hubieras prestado atención, la hubieras entendido —Minseok dijo mientras revisaba el mapa en la aplicación—. Toma esa calle.
—¿A dónde me llevas? —Jongdae preguntó mientras se desviaba hacia la calle poco iluminada—. ¿Quieres que lo hagamos al aire libre?
—¿Hacer qué, Jongdae?
—El amor.
Minseok rio suavemente.
—¿Esta técnica tuya tan poco sutil, ha funcionado antes?
—Con mi esposa —Jongdae murmuró y se arrepintió de inmediato, solo debió haber dicho sí o no y continuar con el juego.
Minseok lo miró, muy tentado a preguntarle un par de cosas, pero guardó silencio, excepto para indicarle el camino. El repentino silencio pesaba y Jongdae supo que había cometido un error. Se estacionó al lado del pequeño mirador, pero ninguno de los dos intentó bajarse del auto.
—Disculpa que mencionara a...
—¿Por qué todas las fotos de tu esposa están ocultas?
Jongdae bajó su mirada y apretó el volante.
—No quiero hablar de eso.
Minseok asintió.
—¿Y cuándo querrás hacerlo?
Jongdae negó, intentando no pensar, ni recordar.
—Lucy y yo terminamos, ¿sabes?
Jongdae se giró para mirarlo sorprendido.
—¿Por qué? —murmuró.
—Por varias razones, tú fuiste una de ellas.
—Lo siento —Jongdae murmuró sin saber qué decir—, yo...
—¿De verdad lo sientes? ¿No te alegra?
Jongdae negó. Minseok sonaba molesto.
—Todo este coqueteo... ¿estás jugando todo el tiempo? ¿O de verdad sientes algo por mí?
—No es un juego —Jongdae aseguró, inseguro de que tanto debía admitir.
—Sé que empezar una relación cuando otra acaba de terminar nunca es buena idea, pero la verdad es que no quiero esperar. Me gustas, Jongdae, mucho más de lo que crees.
Jongdae contuvo el aliento y parpadeó repetidas veces. ¿Realmente estaba pasando? O... bueno, a veces tenía fantasías.
—Pero hay algo que me detiene —Minseok se giró para mirarlo y puso una mano en su mejilla para obligarlo a girar su rostro—. Estás siendo deshonesto.
Jongdae frunció el ceño.
—Sabes de lo que hablo —Minseok aseguró—, siempre estás fingiendo que no pasa nada, cuando es evidente que sí pasa. ¿Por qué no me dices lo que sientes? ¿No confías en mí?
Jongdae lo miró por largo rato. ¿Esa era su condición? Era justo, aunque pedía demasiado. Soltó su cinturón y aunque quiso huir, descartó la idea e intentó ordenar su cabeza. Miró a través del parabrisas. Estaban en un punto muy alto de la ciudad y abajo las luces de la civilización parecían estrellas, regadas por ahí sin ningún orden o secuencia, al igual que sus pensamientos. Suspiró y se echó hacia atrás en su asiento.
—¿Quieres saber cómo me siento ? —murmuró cerrando los ojos, armándose de valor para decir algo que nunca había dicho en voz alta, ni siquiera a Junmyeon—. Me siento como alguien que está vivo por error. Desde que ella murió no he dejado preguntarme por qué ella y no yo. Si tuviera la capacidad de hacerlo, daría mi vida a cambio de la suya sin dudar, porque estoy seguro de que ella no querría darse por vencida, y yo muchas veces sí. Guardé todas sus fotografías porque Hana y Baekhyun se aferraban a ellas, las miraban y abrazaban por horas, preguntándose a qué hora ella iría a volver, y ya que estoy siendo honesto, yo también lo hice. Cuando pienso en los primeros meses, cuando Kenji lloraba todo el maldito día, y yo me planteé la posibilidad de abandonarlos para acompañar a su madre, estoy seguro de que no merezco ni la vida, ni a ellos. Frecuentemente no sé qué mierda estoy haciendo, solo continúo porque no tengo otra opción. A veces tengo miedo del futuro, a veces del pasado, frecuentemente del presente. A veces me aterra entrar a casa, a veces duermo en el sofá porque no me gusta estar solo en mi habitación y, la verdad, no estoy seguro de qué tan cuerdo estoy. ¿Sabes qué es lo peor? Tener que ser fuerte, tener que aguantar, no tener tiempo para quebrarme, porque debo sostenerlos aunque nadie me sostenga a mí y porque, de todos modos, llorar o quejarme no va a servir de nada.
Jongdae tomó la caja con pañuelos de la guantera y le ofreció uno a Minseok. Tomó uno para sí y luego de limpiar sus mejillas y su nariz continuó, con más calma.
—Es demasiado —Jongdae murmuró—, pero siempre y cuando cumpla con mis responsabilidades, todo estará bien. Normalmente nadie le importa cómo me siento, si me preguntan, la mayor parte del tiempo es por mera cortesía, a nadie le gusta ver a un hombre adulto llorar.
—A tu familia le importas y a mí también —Minseok aseguró limpiándose las mejillas.
—Sí, tú —Jongdae limpió sus mejillas de nuevo y sonrió—. En medio de todo ese caos, un día apareciste tú y te apiadaste de mi patética existencia. Inexplicablemente te quedaste, determinado a poner orden. Poco a poco, el peso sobre mis hombros fue disminuyendo y la casa dejó de estar tan desordenada. Eras lo mejor que nos había sucedido en mucho tiempo, así que empezamos a aferrarnos a ti, pero cada vez que te marchas, el vacío se vuelve enorme... Por cierto, hemos estado trabajando en equipo para hacer que te quedes.
Minseok sonrió y sorbió.
—Lo sé.
—¿En serio?
—Han sido bastante obvios —Minseok respondió y tomó su mano—. Gracias por decirme todo esto, ¿te sientes mejor?
Jongdae asintió, giró su cuerpo, apoyó su mejilla en el respaldo y lo miró con sus ojos llorosos.
—No sé mucho de duelos y tal vez soy parcial, pero para mí eres una persona admirable —Minseok alzó la mano para acariciarle una mejilla—. Sé que estás roto por dentro, pero sigues aquí y yo soy testigo de tu esfuerzo a diario. Te despiertas antes que todos y eres el último en ir a dormir y aún así casi siempre estás sonriendo con tu sonrisa real, esa que le robaste a un gato. Eres un padre amoroso y divertido. Además preparas los mejores panqueques que he comido en mi vida.
Jongdae sonrió conmovido por sus palabras.
—Quiero que sepas que cuentas conmigo, no solo para cuidar a tus hijos, también quiero cuidar de ti, pero para poder hacerlo tienes que deja de ocultar lo que sientes —Minseok alzó una mano y le acarició una mejilla—. El tiempo también te ayudará a sanar.
Jongdae asintió. Limpió sus insistentes lágrimas y salió del auto. Fue a la puerta de Minseok y lo ayudó a salir también. Lo envolvió en un apretado abrazo e inspiró profundamente. Era tan reconfortante tenerlo contra su pecho que se negó a liberarlo hasta pasados unos minutos. Le habría gustado quedarse así para siempre, sintiendo su respiración y los arrebatados latidos de su corazón.
Cuando se separaron, compartieron una breve mirada llena de complicidad. Minseok, decidiendo existir en lugar de pensar, llevó su mano a la nuca de Jongdae y lo acercó para juntar sus labios, pero una mano en medio de sus bocas lo impidió.
—He esperado mucho por nuestro primer beso, me rehúso a que esté lleno de lágrimas y mocos —Jongdae declaró.
Minseok sonrió y le besó la mano.
—Tienes razón —concedió y abrió la puerta trasera del auto para buscar algo bajo el asiento trasero—, pero es buen momento para darte tu regalo.
Jongdae tomó la caja alargada que Minseok le ofrecía.
—Feliz cumpleaños.
—¿Entonces no eres tú el regalo? —Jongdae preguntó con un tono de decepción. No es que de verdad lo hubiera creído, pero lo último que debe perderse es la esperanza.
Minseok negó y Jongdae empezó a quitar el envoltorio con mucho cuidado.
—¿Por qué tardas tanto?
—No quiero dañar el envoltorio, es bonito —Jongdae murmuró.
Minseok observó las flores en el estampado del papel y frunció el ceño. ¿De verdad le gustaba? Solo había sido una broma tonta.
—Solo rómpelo, esa es la única razón por la que existe el papel de regalo.
—Eso no sonó muy ecológico de tu parte.
—Ábrelo.
Jongdae se detuvo y lo miró con los ojos entrecerrados.
—Donde esto sea una serpiente, Minseok...
Minseok sonrió divertido y levantó su mano enyesada.
—Te prometo que no tiene nada que ver con serpientes.
Jongdae no confiaba del todo en que no fuera una broma, pero continuó desenvolviendo su regalo. Puso el papel sobre el capó del auto observó la caja con el ceño fruncido.
—Me compraste chocolates —murmuró.
—Dijiste que eso querías.
Jongdae no respondió y, contrario a lo que Minseok había imaginado, no parecía muy feliz.
—Hace un par de semanas estaba en el centro comercial y cuando vi esta tienda que vende chocolates, inmediatamente pensé en ti —Minseok explicó—. Cuando tu mamá me dijo que pronto sería tu cumpleaños, yo... supe que debía comprártelos... este es el encargo por el que fui el sábado pasado... por eso no quería que vieras mi mochila...
Minseok dejó de balbucear y notó que Jongdae miraba la caja en sus manos con el ceño fruncido todavía.
—Iba a dártelos cuando despertaras, pero cuando llegué ya estabas despierto y luego Hana despertó y no sé si tus hijos puedan comer eso...
—Ya no hables —Jongdae le pidió abrazando la caja contra su pecho. Levantó la mirada y sus ojos, que brillaban como dos Antares, atraparon a Minseok—. ¿Por qué te esfuerzas por hacerme feliz?
—Porque mereces que ser feliz —Minseok aseguró—. Tienes que seguir brillando siempre, como la poderosa estrella que eres. Tus hijos y yo te necesitamos.
⚡
—¿Les fue bien?
Minseok asintió fervientemente, sintiéndose muy agradecido con la madre de Jongdae por haberles regalado esa noche. Jongdae también asintió, abrazando contra su pecho la caja de chocolates medio vacía.
—Fue una noche muy agradable. Gracias por cuidar a los niños, mamá.
—Qué bueno. Nosotros no vamos ya, los niños están dormidos todos juntos en tu cama.
Los señores Kim abrazaron y besaron a Jongdae y Minseok sonrió. ¿Cómo no iba a ser un padre amoroso si venía de una familia amorosa?
Cuando se marcharon, Jongdae cerró la puerta. Minseok intentó continuar de paso, pero Jongdae le tomó la mano y de un tirón lo hizo volver y detenerse sobre su pecho. Minseok sonrió, feliz de estar entre sus brazos, y alzó la mirada para encontrarse con la suya, pero esos ojos tan oscuros como el chocolate negro observaban sus labios con desbordante deseo.
—¿No teníamos algo pendiente?
⚡
Gracias por leer!
P.D.: No me linchen, falta la parte tres.
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