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Capitulo: Una historia

Abrió los ojos despacio, lentamente y volvió a cerrarlos con fuerza, al mismo tiempo que apretaba la mandíbula.

¿Y ahora?

Era ella la que estaba acurrucada contra él, contra su espalda, buscando su calor. Incluso su mano estaba sobre el brazo de él. La retiro despacio, tratando de no hacer ningún movimiento brusco, se retiro despacio y sus ojos se quedaron fijos, observando la piel de la espalda. Una hermosa piel, marcada. Con una marcas que delataban las cosas horribles que él habría vivido, a manos de su propio padre.

Alzo la mano, despacio y la sostuvo suspendida, con sus dedos a apenas milimitetros de una de aquellas cicatrices, probablemente provocada por un latigazo, un latigazo demasiado fuerte. Sus dedos recorrieron cada una, fijándose en un corte, diferenciándolo de los demás, era el corte de un cuchillo, desde su hombro, cruzando hasta la mitad de su espalda.

Sus dedos se posaron sobre la marca y despacio la recorrieron, dibujándola, sintiendo su tacto bajo las yemas y por extraño que pareciera, sintiendo el dolor que le habría provocado. La palma de su mano se apoyó en la espalda.

-No pares, realmente lo estoy disfrutando -Escucho la voz de él, detectando la sonrisa en su rostro, a pesar de no poder verle.

-¡Serás ...! -no aparto la mano, sino que le empujo para tirarle del colchón, como en la vez anterior.

-¡Ah no! -y el se gro rápidamente, agarrando su muñeca y lanzándose sobre ella, aprisionándola bajo su cuerpo -No me echaras de nuevo de mi cama, preciosa.

-¡Quítate de encima! -le grito, pero no forcejeo, ni pataleo, simplemente le miraba como si quisiera asesinarle.

-Tu has tocado, ahora me toca a mí -sonrió, mirandola a los ojos, mientras levantaba sus brazos, sosteniéndolos contra el colchón sobre su cabeza.

-Te cortare las manos -Hablo con voz nerviosa, con el corazón acelerado y entrecerró los ojos al escuchar la risa de él.

-Estoy dispuesto a correr ese riesgo, preciosa -él le susurro al oído, mientras una de sus manos bajaba a su cuello y se deslizaba por su escote. Moira contuvo el aliento, con lo que su pecho se alzo, hinchandose con el aire. La mano de el recorrió la unión de sus senos, bajando por sus costillas, hasta su vientre. La miro a los ojos, al tiempo que introducía la mano bajo la camisa de ella, acariciando la suave piel de la cintura. -Me provocas demasiado, guerrera.

-No. Aun no has visto lo que puedo provocar -había respondido sin pensar, guiada por las sensaciones del momento. Por los dedos de el acariciando su piel, por el peso de su cuerpo sobre el de ella, por su aliento rozando su mejilla. Escucho el gruñido retumbar en el pecho de él, mientras su mano rodeaba su cintura, deslizándose hacia su espalda.

-Tienes razón -se inclino más sobre ella, llevando los labios al lóbulo de su oreja para susurrar con voz grave, la mano bajo hasta el trasero de ella y lo apretó con fuerza, alzándolo hasta hacer que su pelvis se ajustara contra la de el -Eres la tormenta.

Moira no pudo contener el gemido que broto de su garganta, mientras luchaba por respirar. Sentía la presión de su excitación contra ella y tenía que luchar contra la necesidad de moverse contra él. Cerró los ojos con fuerza, mientras apretaba los puños, sujetos sobre su cabeza por la mano de él.

Y de repente se vio libre.

El frio que sintió su cuerpo hizo que la recorriera un escalofrió y desconcertada se incorporo, viendo el perfecto trasero de él, alejarse mientras caminaba hacia la silla donde estaba su ropa.

Ambos se mantuvieron en silencio, mientras él se vestía de espaldas a ella y Moira miraba hacia otro lado, tratando de relajar su respiración.

-Tengo entrenamiento, desayuna algo -y el salió de la casa y la dejo alli, confundida y enfadada, con él, consigo misma, con todo.




-Buenos días -Beth entro a la casa y frunció el ceño al verla sentada a la mesa ante el plato del desayuno. -¿Hola? -camino hacia ella -¡Moira!

-¿Qué? -se incorporo bruscamente, empujando la mesa y tirando lo que había sobre esta. -Mierda.

-¿Estas bien? -Beth frunció el ceño.

-¡No! ¡No estoy bien! ¡Quiero irme! ¡Quiero patear el trasero de es odioso petulante! ¡Quiero que se mee encima cuando ve al Diablo venir hacia él con toda su rabia! ¡Quiero respuestas! -dio una patada a la mesa y camino nerviosa por la casa -Quiero saber que planea hacer. Como se supone que ayudare a esta gente a ser un clan. Cuando vamos a salir de esta Isla. Porque yo...

-¿Por qué tu? -Ella frunció el ceño.

-Nada -y Moira cerró los ojos con fuerza.

-¿Por qué tú sientes algo por él? -Beth sonrió levemente al ver como ella abría los ojos mirandola sorprendida -Supongo que es lo mismo que él se pregunta. ¿Por qué siente eso por ti?

-Yo no siento....-frunció el ceño -¿El?

-Oh vamos -ella rodo los ojos suspirando.

-Necesito un poco de aire -y caminó hacia la puerta y la abrió, antes de salir se giro para mirarla.

-No, ya no tienes que estar atada, ni vigilada -Beth se encogió de hombros -Confía en ti. -sonrió -Pero si quieres que te acompañe, me encantara. No tengo nada que hacer.

-Bien, porque me vendría bien una guía -y ella camino, sabiendo que la seguía.

-¿Una guía? -Beth la observo caminando aprisa para lograr alcanzarla -¿Y a donde piensas ir?

-Ayer vi un castillo, hacia el norte del bosque ...-Moira hablo mientras seguía caminando -Está en ruinas, bastante descuidado...

-Ah no -y Beth paro de golpe -No es buena idea.

-¿Por? -giro el rostro para mirarla

-Ese castillo... Bueno... allí. Alli vivía el padre de El Cazador -Beth negó con la cabeza -Son recuerdos enterrados y es mejor dejarlos así.

-Bien, pues no me acompañes -y Moira siguió su camino

-Pero...-Beth la observo y cando la vio bastante lejos, bufo molesta -¡Espera! ¡Moira!

-Cuéntame -Moira la miro de reojo, saltando el tronco seco de un árbol -Vivian allí. El, su padre y...¿Su madre?

-Cuando llegaron a esta Isla, exiliados, el castillo ya estaba. Y bueno, el jefe pensó que sería el hogar perfecto para él. -Beth hablaba pensativa -Era un castillo hermoso pero se convirtió en un sitio frío y lúgubre. El Cazador estaba fuera de alli todo el tiempo que podía, que no era mucho.

-¿por? -Moira no pudo evitar mirarla preocupada.

-Le encerraba, en la torre o en las mazmorras, para castigarle, por no cumplir sus ordenes o simplemente para educarle como el decía -Beth cerró los ojos, evitando que las lagrimas salieran de ellos -Cuando su padre murió, salió de alli y nunca ha vuelto a pisar ese lugar.

-¿Y su madre? -Moira se quedo pensativa.

-Su madre murió cuando el tenia unos cinco años -Beth suspiro -No sé nada de ella, nadie habla de su historia. Es como si estuviera prohibido. Solo sé que desde que ella murió, el castillo se volvió un lugar maldito o por lo menos eso pensaban todos. Nadie quería ir.

Moira siguió caminando en silencio, pensando en todo lo que acababa de descubrir, tanto del pasado de él, como del de este pueblo.

Sin darse cuenta había salido del amparo del bosque y se encontró frente a la imagen del lugar que todos creían embrujado.


En su tiempo debió haber sido un precioso castillo. Se alzaba en una pequeña isla, rodeado por el agua del lago, con el acceso por un poete. Caminó hacia él, como si la estuviera llamando.

Cuando estaba cruzando el puente, sus ojos recorrieron las piedras que lo formaban y su mirada quedo fija en el escudo tallado en una de ellas. Se acerco y su mano recorrió el escudo despacio, frunció el ceño y giro el rostro hacia Beth.

-En los tiempos en que el rey no tenia problema alguno con Las Highlands, se le cedió la Isla de Skye, un obsequió a su hijo el príncipe para continuar con el tratado de paz -Beth miro el escudo y después el castillo -La guarida de un rey.

-Se sabía que el rey escapaba con su amada, que desaparecían y Vivian su amor en tierras alejadas de la nobleza -Moira miro el castillo -El rey venia aquí con Margarette Sthorth para vivir su amor. La madre de Eara.

-Antes de ser rey y casarse con la reina. -Beth asintió mirando con tristeza el castillo -Yo creo que este lugar esta maldito, porque nadie puede ser feliz en el.

-Ellos lo fueron -Moira habló, caminando hacia el castillo -Mientras pudieron, lo fueron.

-Deberíamos regresar -Beth miró hacia atrás -Si se entera, no le gustara.

Pero Moira siguió su camino hasta llegar a la puerta principal, frunció el ceño mirando el suelo, viendo las marcas en este, la tierra removida.

-Dijiste que nadie viene -Apoyo las manos en la puerta y la empujo.

-Y así es -Ella se acerco frunciendo el ceño.

-Pues te equivocas -terminó de empujar la puerta, ignorando el chirrido de esta y miro el interior. Un palacio, un pequeño palacio. Eso había sido en su tiempo.

-Moira vámonos -Beth entro tras ella mirando a su alrededor -No me gusta estar aquí.

El sonido desde la derecha hizo que ambas se giraran y se quedaron mirando a la mujer que estaba alli parada.

-¿Es que piensas estar en todo lados? -Antia la miro molesta.

-¿Algún problema? -Moira alzo la barbilla desafiándola.

-Pues si -y ella camino despacio, mirandola amenazante -Molestas.

-Él no opina lo mismo -y Moira sonrió -Mas bien diría que le molestas tu.

-Te voy a arrancar la lengua estúpida -Antia apretó los puños

-¿Enserio? -Moira dio un paso adelante -¿A qué esperas?

-¡Basta! -Beth se puso ante Moira, mirando molesta a Antia -¿Que estas haciendo aquí? Sabes que está prohibido venir.

-¡Exacto! ¡Está prohibido y aquí estas tu! -señalo a Moira -¡Trayendo a esta rata! ¡Y seguro que contándole los secretos de mi Cazador!

-¿Tu Cazador? -Moira rio -Despierta de una vez guapa.

-¡Le diré que habéis estado aquí! -Furiosa Antia entrecerró los ojos

-Adelante -Moira se encogió de hombros.

-¡No te quedaras con él! -Antia la señalo de nuevo.

-Si vuelves a señalarme te corto el dedo y lo pongo de adorno en la sala de mi castillo -Moira la miro fijamente -A mi no me interesa Tu Cazador, por mi puedes revolcarte con el por toda la aldea.

-¡Ya! ¡Antia! ¡Lárgate! -Beth se acerco y la empujo hacia la puerta.

-¡Le contare que estabais aquí! -pataleo arrastrada hacia afuera.

-¡¡Ahh!! ¡Que miedo! -Moira rodo los ojos. 

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