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Capitulo: La Isla


Los pasos resonando en la madera llegaron hasta ella, pero no abrió los ojos, no se movió. Permaneció sentada al fondo del calabozo, con la cabeza apoyada sobre la pared, las piernas encogidas contra su pecho y sus brazos sujetándolas.

Los pasos se detuvieron y no necesitaba abrir los ojos para saber que estaba parado ante la reja del calabozo. Podría preguntarse ¿por qué? ¿Por qué sabía que era él?

-Guerrera -escucho su voz, resonando en el sótano del barco, pero no se movió, no dio ninguna muestra de escucharle. El suspiro, mirandola. Sus manos se sujetaron a los barrotes y la observo en silencio -No pretendía que sufrierais ningún daño -la culpabilidad teñía su voz, volvió a suspirar -Siento lo de tu hermana.

-Mi hermana está viva -Moira respondió, con los ojos cerrados sin moverse.

-¿Como estas tan segura? -el seguía mirandola.

-Lo sé -y ella abrió los ojos y le miro.

Frunció el ceño, inclino el rostro hacia un lado mirandola.

El sonido de unos tambores llegaron a ella, alzo la vista al techo de madera, el que era el suelo que otros estaban pisando.

-Estamos llegando a casa -El cazador alargo la mano e introdujo la llave en la cerradura, abrió la puerta, situándose en ella, con las piernas abiertas, ocupando todo el lugar, mirandola fijamente -No me lo pongas difícil preciosa. -Dio un paso adentro y cerró la puerta, echo la llave, se giro hacia ella y con una sonrisa la deslizo en el interior de su cinto.

-Si crees que no me atreveré a quitártela -ella alzo una ceja -Te equivocas.

-Oh, se que lo harás -y el amplio su sonrisa, dando un paso hacia ella.

Moira se levanto despacio deslizándose sobre la pared, analizando sus movimientos. Se lanzo hacia delante a por él, pero el Cazador fue mas rápido, y agarrándola de un brazo la hizo girar y la empujo con tras la otra pared del calabozo, sintió el golpe de ella en su costado y se inclino hacia ese lado.

La mano de ella quedo sujeta por la muñeca cuando sus dedos llegaron a rozar el cinto, muy cerca de un lugar donde no sería adecuado tocar a un hombre. Pero él no era un hombre, era un enemigo y ella estaba peleando por liberarse. Alzo la pierna, para golpearle, pero esperando ese golpe bajo, esta vez él la paralizo, empujando su pierna contra la pared, alzándola y quedando entre sus muslos.

Estaba prisionera, prisionera por su cuerpo, contra la pared.

Su cuerpo estaba entre sus piernas, con una de ellas sujetando la suya, un brazo sobre su pecho y hombros, pegándola a la pared y su otra mano sujetando la de ella, pero no apartándola, dejándola alli, cerca, muy cerca.

El aliento de él le rozo los labios, se movió suavemente, inclinándose mas sobre ella, hasta casi rozar con la boca su oreja.

-Solo tienes que soportar la tormenta, después llegara la calma -le susurro al oído -¿Crees que eres lo suficientemente fuerte para soportar la tormenta?

-Yo soy la tormenta -Respondió con convicción y sintió como el cuerpo de él se apartaba para mirarla de frente. Lo que vio en sus ojos, la dejo paralizada, no era furia, ni odio, sino una infinita ¿admiración? Sus ojos brillaban de anhelo y eso la asusto. No, se mentía, no fueron los ojos de él, ni lo que vio reflejados en ellos, ni siquiera que le gustara mirarlo tan cerca, sino lo que su propio cuerpo estaba sintiendo. Eso era lo que la asustaba.

-¡Cazador!¡Estamos atracando! -La voz del hombre mayor, el que le ayudo a incorporarse después del golpe bajo de ella, sonó desde arriba.

Pero él no se movía, seguía mirandola a los ojos. Estaba tan hipnotizada que no fue consciente de como las manos de el había capturado las suyas, hasta que sintió la cuerda deslizándose sobre sus muñecas y bajo la vista, para alzarla los ojos entrecerrados.

-Lo siento preciosa -y el sonrió de nuevo, terminando de atar sus manos -Hay prevenirse de las tormentas.

-Imbécil -Ella le insulto, viéndole dar un paso atrás.

-Si, ya lo has dicho unas cuantas veces -y el la agarro de las manos y tiro de ella. Se paro ante la verja e introdujo la mano en su cinto, se quedo así, se giro levemente hacia ella y alzo una ceja -¿Quieres cogerla tu? -Al ver que ella le atravesaba con la mirada, amplió su sonrisa -Bien, te has vuelto tímida -y saco la llave y se giro para introducirla en la puerta.

Después de abrir, tiro de Moira por todo el barco. Dándole tiempo para ver a la perfección aquella maravillosa nave. Era preciosa, no parecía un barco de unos mercenarios y tampoco uno construido por hombres sencillos. Era de madera buena, lustrada y barnizada. Tenía adornos, detalles marcados en la madera, cenefas. Cuando se estaban acercando a la puerta que daba acceso al exterior, pudo ver sobre ella el escudo. Si, el escudo del rey.

-¡Le habéis robado este barco al rey! -Moira grito antes de darse cuenta.

-El tiene muchos -y el Cazador se encogió de hombros. Empujo la puerta y los rayos del sol la cegaron por unos minutos. Sintió como el tiraba de ella hacia el exterior y cuando pudo acostumbrarse a la vista, tuvo que hacer un gran esfuerzo para que su boca no se abriera.

A la luz del día, el barco era...magnifico.

Los hombres corrían de un lado a otro.

-¡Recoged la mayor! -El Cazador grito, parado junto a ella.

-¡Recoged la mayor! -otro grito, subido al mástil del barco.

-¡Morris! -El grito, girándose para mirar a al hombre mayor con barba que estaba al timón -¡Virando!

-¡Virando! -el hombre grito la orden al tiempo que giraba el timón. El barco se movió hacia el lado y ella sintió su cuerpo desplazarse solo, hasta chocar con el pecho del Cazador, que sin inmutarse, paso la mano por su cintura sujetándola, mientras seguía mirando a su "segundo" al mando. -¡Echad amarras! -grito y giro el rostro hacia ella, entonces susurro -¿Estas cómoda?

-¡Suéltame! ¡Cerdo asqueroso! -cuando Moira grito, empujándole para apartarse, se escucharon las risas de algunos de los hombres, pero cuando él los miro, todos dejaron de reír, volviendo al trabajo.

-Vamos -la agarro de las muñecas y tiro de ella, hacia la pasarela, que en ese instante estaban deslizando hacia lo que parecía ser un embarcadero.

Fue entonces cuando Moira miro a su alrededor, cuando fue consciente del maravilloso paisaje que se extendía ante ella. Si hacía frío, bastante, pero el lugar no estaba cubierto de nieve como en las tierras del Norte. No, este maravilloso paisaje era verde, verde, con grandes montañas, rocas y acantilados. Camino sin darse cuenta, siendo tirada por él, pasando bajando por la pasarela que daba a aquel embarcadero de madera y siguió caminando, mirando a su alrededor, hasta que sintió que se caía, al bajar del embarcadero al suelo rocoso de la costa.

El la sujeto, mirandola con curiosidad.

-Bienvenida a la Isla de Skien -y señalo a su alrededor.

Moira tardo unos segundos en entender, en comprender donde estaba. Y que era imposible llegar a ella sin un barco.

-¿Isla? -su rostro se desencajo y entonces tiro de sus manos liberándose de su agarre -¡Maldito bastardo! -se lanzo hacia él, aun con las manos atadas, para golpearle -¡Mi padre me encontrara!

-¡Quieta! -el se sorprendió y fue incapaz de para los primeros golpes.

-¡Menuda fiera Cazador! -Un hombre joven se acerco a sujetarla para ayudar a su jefe.

-¡Si! ¡Soy una fiera! -y ella se giro hacia él y con las dos manos atadas le dio un puñetazo lanzándole al suelo.

-¡Mierda! -El Cazador la agarro con fuerza sujetándola contra su cuerpo -¡¡Murray!! ¡¿Estas bien?!

-¡No! ¡Joder! -el se removía en el suelo con las manos en su rostro.

-¡Bastardo! ¡Mercenario asqueroso! -ella le piso bruscamente, pero al ver que no la soltaba se removió con fuerza.

-Muy bien, tu lo has querido -y el la giro y al cargo, de nuevo como un saco.

Sintió el maro al verse con la cabeza hacia abajo tan rápido.

-¡¡Suéltame!! ¡¡Bruto!! -con las manos golpeo con fuerza su trasero -¡¡Que me sueltes!!

-No os recomiendo que sigáis con eso -El hablo sonriendo, caminando tranquilamente -En este caso no me está disgustando ser azotado.

-¡¡Aghhh!! ¡Asqueroso! ¡Bárbaro! ¡Imbécil! -estaba tan absorta en sus gritos y furia que no fue consciente de que había gente a su alrededor, todos mirándolos. -¡¡Suéltame o te arrepentirás!!

-Si por favor, sigue azotándome -el alzo los ojos al cielo. Y entonces sintió sus dientes. Le había mordido el trasero. -¡¡Ah!! ¡Joder! -la soltó bruscamente en el suelo.

-¡Ah! -Y Moira grito al caer sobre su trasero.

Se quedaron mirándose, desafiándose uno al otro. Ella sentada en el suelo, intentado disimular el dolor en su trasero y él tenso, intentando no llevar la mano al suyo para sobar donde ella había mordido.

Al escuchar susurros, Moira frunció el ceño y entonces miro a su alrededor. Había mujeres, hombres y niños, todos ellos observándola. Los recorrió con la vista, sorprendiéndose al ver tras ellos, algunas casas de adoquines y otras de madera.

-¡Vamos! -El Cazador la agarro de las manos y la levanto, tirando de ella para que caminara con él.

-Esto es... ¿una aldea? -Moira hablo pensativa.

-¿Que vas a hacer con ella? -Morris caminó a su lado-¿Donde...?

-En mi casa -y el respondio, mirando al frente caminando -No pienso perderla un momento de vista. Podría complicarnos las cosas.

Se vio arrastrada por la no tan pequeña aldea hasta llegar a una zona más apartada, vigilada por algunos hombres. Pasaron ante ellos, sin que el siquiera les dirigiera una palabra, entraron en una vieja casa de madera y Moira observo, la mesa, la chimenea, el fogón al fondo y a la derecha, una "cama" si se podía llamar así a un colchón en el suelo y una bañera de madera.

-Bienvenida a mi hogar guerrera -y el la empujo sobre uno de los bancos de la mesa, obligándola a sentarse y la amarro a la pata de esta -Espero estéis cómoda -y se giro y camino hacia la puerta.

-¡No te atrevas a dejarme aquí atada idiota! -Moira tiro de sus manos, incorporándose y pateando la mesa.

-Que Beth le traiga algo de comer y beber -el suspiro saliendo por la puerta y llevando la mano a su trasero.

-¿Tiene buena dentadura? -Morris rio.

-Bastante buena -hizo una mueca. 

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