Capitulo: Juntos
Se removió bajo la suave sabana, su brazo se deslizo sobre el colchón, buscando el calor del cuerpo que la había arropado durante la noche. Sus ojos se abrieron, viendo el lugar a su lado vacio.
Se incorporó, llevando las manos a su pecho para sujetar la sabana que a ciertas horas de la noche, Aidan había extendido sobre ellos, protegiéndoles del frío. Hizo una mueca al sentir la leve punzada de dolor entre sus muslos, sus rodillas se alzaron, pegándose a su pecho y sus manos rodearon sus piernas. Su melena se deslizó en cascada por sus hombros, mientras ella parpadeaba, apartando la neblina del sueño de sus ojos y buscando por la casa.
Y sus ojos se encontraron.
Aidan MacCarty estaba sentado a la mesa, con los codos apoyados en esta y su mirada clavada en ella, observándola, viendo cada movimiento.
Entonces él se incorporó y caminó hacia ella, sin dejar de mirarla, se paró junto a la cama, se inclinó sobre ella, al tiempo que su mano acariciaba su pelo, hasta pararse en la nuca. Y sujetando su nuca, junto sus labios, besándolos despacio, pasando la lengua por ellos.
Cuando dejó de besarla, su mano se deslizó por su espalda, hasta para en su cintura y su brazo la afianzó, mientras el otro brazo, se deslizaba bajo sus rodillas. Y la levantó, cargándola en sus brazos.
Kristal jadeo sorprendida, rodeando el cuello de él con uno de sus brazos, pegándose a su pecho, mientras con el otro sujetaba la sabana contra su cuerpo.
-Cuidado, tu herida -ella le miró preocupada.
-No pasa nada -Aidan caminó por la casa, en dirección a la bañera, de la que el vapor emanaba, señal de que el agua estaba caliente. -Hice que te prepararan un baño.
Se paró junto a la bañera, moviéndola hasta dejarla suspendida sobre el agua, con delicadeza la dejo caer suavemente, sujetándola por la cintura. Sus pies se sumergieron en el agua y su brazo se deslizó por el cuello de Aidan, hasta que su mano se quedó sobre su hombro. Se miraron durante unos segundos, hasta que ella le sonrió dulcemente. Su mano tiró, apartando la sabana de su cuerpo y se agachó sumergiéndose en el agua mientras sus ojos se cerraban.
El agua caliente acarició su piel y su cuerpo se relajo, a pesar de sentir cierta molestia entre sus muslos. Suspiró, mientras su mano se movía sobre el agua y su cabeza se reclinaba hacia atrás, relajándose. Y entonces el agua se deslizó suavemente sobre su pelo y sintió las manos del Frio en su pelo.
Debería extrañarle, sorprenderle. Era Aidan MacCarty, El Frio. Un guerrero fuerte, duró e imperturbable.
Pero había tenido tantas muestras dulces con ella, que sentir sus grandes manos, deslizándose por los mechones de su cabello, lavando su pelo, era solo una muestra más. Una muestra de lo que ese hombre podía darle y de lo que ella estaba dispuesta a tomar.
Se relajó sintiendo sus dedos acariciar su cabeza con delicadeza. Un acto tan intimo, uno más. Pues desde que Aidan MacCarty se había cruzado en su vida, había compartido con él, muchos momentos propios de un marido y su esposa. Había dormido en sus brazos, se habían besado, abrazado, acariciado, le había bañado, lavado el pelo. Y se había entregado a él. Había decidido que quería ser su mujer. Había descubierto que ya era suya, justo en el instante en que Kurgan le había contado lo que él había estado dispuesto a hacer por ella. Flores.
Sus ojos se abrieron, viendo el techo de madera sobre ella.
-Intentaste plantar flores -hablo en apenas un susurro, sintiendo los dedos de él moverse por su pelo.
-Adoras las flores -Aidan respondió, apartando una mano de su pelo y tomando un cubo con agua -Disfrutas cuidándolas -vertió el agua en su pelo, pasando los dedos con cuidado.
-¿Por qué? -cuando el agua dejo de mojar su pelo, alzo la mano y tomo la de él, inclinándose hacia delante y tirando de él para que se moviera hasta estar a su lado, para poder verle la cara -¿Crees que no me quedaría porque esta tierra es diferente?
-No, se que te quedaras conmigo -y Aidan respondió, quedando arrodillado a su lado, mirandola a los ojos -Pero esta tierra es fría y tu eres cálida. -la mano de él se alzó, acariciando su mejilla -Las flores te hacen sonreír, te hacen feliz. Yo quiero que seas feliz.
-¿Y tu Aidan? -coloco la mano sobre la de él, en su propia mejilla -¿Me harás feliz?
-Si -la seguridad con la que respondió, la forma en que la miraba, la calidez de la palma de su mano en su mejilla, todo eso, eran más que pruebas suficientes, de que su felicidad estaba aquí.
-Entonces no necesito flores -y respondió mirándole a los ojos.
Aidan se incorporó, tomando una toalla y abriéndola ante la bañera, sujetándola con los brazos abiertos. Quizás ella debería sentirse avergonzada de estar desnuda ante él, quizás él debía apartar la mirada. Sin embargo, Kristal se incorporo, sintiendo el agua chorrear por su piel, y su pierna salió, para seguirla la otra.
Sintió la toalla envolverla y se vió encerrada entre los fuertes brazos de él, apoyada contra su pecho.
-Tu hermano se llevó a tus hombres -habló sintiendo las manos de él deslizarse sobre la toalla, secándola. -¿Cuando partiremos?
-Todavía no -él respondió estrechándola contra su cuerpo.
-¿Por qué? -Kristal preguntó, alzando el rostro para mirarle.
-Porque no quiero que acabe -y respondió mirandola -Quiero más tiempo aquí, contigo. -su brazo se afianzó en la cintura de ella, mientras su mano se alzaba, acariciando su mejilla -Quiero más tiempo solos.
Kristal le observo, sintiendo su corazón latir con fuerza. Sus manos se apoyaron en su pecho, moviéndose, acariciándole hasta llegar a los hombros. Entonces Aidan la besó, sus labios se unieron, en una demanda constante de ambos.
Presionada contra su cuerpo, sus manos se movieron tirando de la tela que cubría sus brazos, sus dedos recorrieron el filo de esta, por su pecho, hasta lograr apartarla, deslizándola sobre su piel, dejando su pecho desnudo. Acarició su piel con los dedos, mientras los besos de él se esparcían por su cuello, por sus hombros. Gimió, presionándose mas contra él, agarrándose a sus hombros con fuerza.
Entonces el Frio la tomo en sus brazos, cargándola contra su pecho, sin dejar de besarla. Y pronto Kristal sintió el mullido colchón bajo su cuerpo. Observó, esta vez, sin vergüenza alguna como se desnudaba y como se unía a ella en la cama.
Su peso hundió el colchón y pronto sintió el roce de su piel contra la suya. El cuerpo de él quedó suspendido sobre el de ella, con los brazos apoyados, Aidan sostenía la mayor parte de su cuerpo, encerrándola bajo él. Sus labios volvieron a unirse y sus lenguas se entrelazaron, mientras las manos de ella se movían por su espalda, abrazándole.
Las caricias y besos se sucedieron hasta que la leve incomodidad de tenerle en su interior llegó. Se sujeto con fuerza a sus hombros, jadeando ante la invasión, sintiendo como despacio se deslizaba en su interior. Y pronto su cuerpo se había amoldado a él y se movía en su busca, mientras Aidan MacCarty apretaba las sabanas en sus puños.
Castillo MacCarty
-Estas totalmente recuperado -Niara observaba a Aclair, sentado a la cabeza de la gran mesa, con la mano de su esposa sostenida por la suya.
-Y todo gracias a tu hija -el Invencible la miró asintiendo.
-Que ya tendría que estar de regreso con nosotros en casa -Duncan hablo con los ojos entrecerrados, mirando a Aclair.
-Y volvemos a empezar -Ewan tomó su copa de vino y bebió.
-Los caminos son seguros, ya deberían haber regresado -Duncan miró a Logan y Sloan -¿Lo son no?
-Si -Logan asintió rápidamente -Mis hombres se están encargando.
-Y los míos -Sloan miró de reojo a su mujer que estaba hablando en voz baja con su hermana.
-No vuelve -Moira negó con la cabeza.
-Claro que vuelve tonta -Marga sonrió -Pero no a casa.
-Papa está muy cabreado -Javrik bajó la voz uniéndose a la conversación -Si no se lleva a Kristal a casa, va a matar a alguien.
-Papa siempre parece que va a matar a alguien -Moira se inclinó hacia su sobrino Dun y sonrió divertida -Tu tienes que llamarle mucho abuelo y que pedirle que te entrene.
-Eso no servirá eternamente -Sloan habló a su mujer en voz baja, mirando al niño.
-Pero nos dará algo de tiempo -Marga miró a su hijo y asintió.
-Mi hijo está herido -Freya habló mirando a Duncan.
-¡¡Pues que se quede donde sea!! ¡Mi hija no tiene porque quedarse con él! -El Diablo miró a su mujer molesto, al sentir que ella le daba una patada por debajo de la mesa.
-No le alces la voz a mi mujer Diablo -Aclair le miró fijamente.
-Kristal no dejara a mi hermano -Y cuando Iona habló, todos la miraron.
Y entonces la puerta de la sala se abrió y Kurgan MacCarty se adentró en el lugar, mirando al frente, a su padre.
-Padre -inclinó la cabeza, parándose ante la mesa -Traigo conmigo a los hombres de mi hermano.
-¿Y Aidan? -Freya miró a su hijo preocupada.
-Recuperándose -y Kurgan miró de reojo al Diablo -Pero se pondrá bien. Kristal le está cuidando. Regresaran pronto.
-¡¡Y un cuerno!! ¡¡¿Donde están?!! -Duncan se incorporó bruscamente -¡¡¿Donde está mi niña?!!
-Ya basta Duncan -Niara se incorporó, mirando a su marido molesta -Nuestra hija sabe perfectamente lo que hace. Esta cuidando de Aidan, que está herido, regresaran cuando él esté recuperado, todo está bien.
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