Capitulo: El lobo
Sintió la calidez de unos dedos acariciando su rostro, sentía su cabeza moverse con la respiración de el. Abrió los ojos, con la cabeza apoyada en su pecho, un brazo protegiéndola, abrazándola, Movió la cabeza, sintiendo la calidez de su pecho bajo su mejilla, inclino el rostro hacia arriba, para mirarle. Aidan la estaba mirando, aun con los dedos en su mejilla acariciándola. Se miraron en silencio, por unos segundos.
-Hemos llegado -su voz sonó en un susurro, con su tono grave.
Kristal se removió, incorporándose, viendo el imponente castillo ante ella. Sus ojos recorrieron la maravillosa construcción, sintió que él se movía tras ella y frunció el ceño, bajando la vista hacia las pieles que la cubrían. Eran las pieles que él había llevado. Entonces miró al cielo, estaba amaneciendo, habían cabalgado durante toda la noche.
Aidan MacCarty la había arropado contra su cuerpo y sostenido durante toda la noche. Sintió que él bajaba del caballo y giró el rostro para mirarle. Cuando vio sus brazos, extendidos hacia ella, se deslizo entre ellos bajando del animal y sintiendo como las pieles resbalaban de su cuerpo. Sus pies no llegaron a tocar el suelo, él la sostenía, lo que le hizo apreciar de nuevo, cuan alto era. La deslizo suavemente, hasta que estuvo en el suelo y de nuevo, tomo su mano.
Cuando dieron un paso hacia el castillo, Kristal fue consciente de que el patio estaba lleno, guerreros, mujeres y niños. Todos se amontonaban alli, todos en silencio, todos mirandola.
Las grandes puertas del castillo se abrieron e Iona MacCarty junto a su hermano Kyle se pararon en lo alto de los escalones, mirandola. Aidan no soltó su mano, siguió sosteniéndola, subiendo los escalones, hasta pararse ante sus hermanos.
-Tus hombres se pondrán bien -Iona habló mirandola con seguridad -Llegaran en unos días, hay algunos malheridos que no pueden ser trasladados aun.
-Gracias -Kristal suspiró aliviada.
-Gracias a ti Kristal -Iona la miró a los ojos.
Ella asintió, miró entonces a Kyle, que se mantenía imperturbable, con la mirada al frente.
-Kyle -ella dijo su nombre y el la miró, asintió y Kristal le correspondió.
-Padre te espera -Iona se hizo a un lado, dejando que Aidan la guiara al interior del castillo, no sin mirar de reojo sus manos unidas.
Kristal observo la inmensa entrada del castillo, subió las escaleras a la planta superior, miraba todo a su alrededor maravillada. Era consciente de la presencia de Iona y Kyle tras ellos, siguiéndoles en silencio y también de la mirada de Aidan sobre ella. Parecía analizar su reacción, su forma de mirar el castillo. Se pararon ante la puerta de una habitación y los ojos de ella bajaron a sus manos unidas, al sentir el dedo pulgar de el, deslizarse suavemente sobre su mano, dibujando círculos. Alzo la vista y le miró. Aidan la estaba mirando, de una forma tan intensa que sentía como si pudiera atravesarla. Por un instante, pudo ver algo de miedo en sus ojos y no pudo evitar que la necesidad de abrazarle surgiera en ella.
La puerta de la habitación se abrió y ella se sobresaltó, mirando al frente y encontrando a Freya que la miró esperanzada.
-Kristal -y Freya la abrazo, ante lo cual ella tuvo que soltar la mano de el Frío, no sin notar la reticencia de él a dejarla. -Gracias por venir.
-¿Como esta? -inclino el rostro a un lado, mirando al interior de la habitación.
-No muy bien -la preocupación tiñó el rostro de Freya, que se hizo a un lado para que pasara. -Hemos estado limpiando la herida, le suministre algunas plantas contra veneno pero no funcionaron, ha empezado a tener fiebre, procuramos controlarla pero cada vez es mas difícil.
-Necesito ver la herida -Kristal habló, atravesando la habitación, se paró, viendo al lobo que acostado en el suelo, a los pies de la cama. El animal alzo la cabeza, mirandola y después volvió a recostarla. Caminó hasta llegar a la cama, donde Aclair MacCarty permanecía tumbado, con el rostro contraído, los ojos cerrados y una respiración algo acelerada. Freya se paro junto a ella y aparto las mantas de su pecho, dejándole ver la herida en el estomago. Frunció el ceño, inclinándose, colocando las manos suavemente a ambos lados del corte, viendo la oscuridad que teñía la piel alrededor del mismo. Se incorporo y se acerco al rostro del Laird, tiro de su barbilla mirando el interior de sus labios -Mathair Dubh -colocó la mano en su frente.
-¿Madre negra? -Freya tomo la mano de su marido, apretándola.
-Es muy difícil de encontrar -Kristal la miró, aun con la mano sobre la frente -Y el único antídoto es ella misma. Sabiendo suministrarla adecuadamente. Se encuentra en acantilados, en salientes, cerca del mar, donde las olas rompen.
-En un acantilado desde el que no se ve tierra -Iona habló, llamando la atención de Kristal. -Te vi tomándola, un saliente de una cueva, con rocas abajo y la inmensidad del mar frente a ti.
-Hay demasiados acantilados -Freya sintió la fuerza de su marido apretando su mano y miro su rostro. Aclair estaba despierto, la miraba. Entonces giró el rostro y miró a Kristal.
-Laird MacCarty -Kristal le miró con dulcera -Os pondréis bien, encontrare esa planta.
-Se que lo harás -y Aclair tomo la mano de ella, apretándola también.
Kristal siguió mirándole, observando cómo sus ojos volvían a cerrarse, sumidos en el cansancio, giro el rostro para encontrarse con la mirada de Aidan.
-Querrás darte un baño, comer, descansar -Freya la miró con tristeza.
-Ya descanse -y Kristal respondió sin apartar la mirada del Frió, después la miró -Pero agradeceré el baño y algo de comida. Después partiremos. -y no dudó, miró a Aidan, sabiendo que él, Iria con ella.
Iona la acompañó hasta la habitación dispuesta para ella, donde la bañera la estaba esperando. Su cuerpo se relajó al sentir el agua caliente acariciar su piel, pero no se permitió relajarse, salió del baño secando su cuerpo y una sirvienta entro, tras llamar a la puerta, para disponer una bandeja sobre la mesa, con fruta, carne, pan y queso.
Sintió su estomagó gruñir, pero sus ojos se posaron primero en el vestido que Iona le había mandado. Un vestido sencillo, cómodo para el viaje en el que se iba a embarcar.
Tomo algo de queso y pan y se acerco a la ventana, frunció el ceño, observando distintos grupos de guerreros organizados, Kyle y Aidan se dirigían a ellos y después los grupos partieron, tomando diferentes direcciones. Ambos hermanos se miraron y tras verles asentir, Kyle subió a su caballo y también partió.
Solo quedó el Frió, en mitad de aquel patio, sumido en sus propios pensamientos, pero cómodo con ello. Cómodo estando solo.
Pero en un instante, el alzó la vista hacia la ventana, hacia ella y se quedo mirandola. Estaba demasiado lejos, pero su corazón le decía que podía ver el anhelo en él, el anhelo de no estar solo, o por lo menos, no cuando ella estaba cerca. Escuchó el aullido de un lobo y se sobresalto, el pan cayó al suelo y dio un paso atrás. Se agacho para recogerlo y al incorporarse frunció el ceño. El lobo estaba en la habitación, junto a la cama del Laird, protegiéndolo. Pero había más, ellos tenían mas lobos, sus hijos, Aidan, Kurgan, Kyle, Iona. Todos ellos tenían lobos.
Terminó de comer y se vistió. En el camino hacia la planta baja, varias sirvientas se cruzaron con ella y asintieron inclinándose levemente, bajo las escaleras y abrió las puertas del castillo, los dos guerreros apostados alli, inclinaron el rostro. Pudo ver la mirada curiosa de ellos, pero se inclinaron rápidamente.
-¿Donde esta... Aidan? -no sabía si debía llamarle por su nombre, quizás no, pero se sentía cómoda haciéndolo.
-En las caballerizas señora -uno de los hombres señalo hacia el lugar -Están preparando a los caballos para partir.
Kristal asintió y bajo los escalones del castillo, atravesó el patio, consciente de las miradas enfocadas en ella. Cuando llego a los establos se paró en la entrada, todo estaba en silencio, no parecía haber nadie. Entró al lugar y su vista se poso en la última cuadra, donde el caballo negro, el que era de Aidan se encontraba. El animal la estaba mirando, la miraba como si la conociera, como si la llamara. Se acerco a él, y alzo la mano para acariciar su hocico. Escuchó el sonido de pasos tras ellas y se giró, al ver al lobo negro dio un paso atrás, haciendo que su espalda chocara con la madera de la cuadra.
El lobo estaba parado ante ella mirandola fijamente. Ella miró sus ojos, vio la libertad reflejada en ellos, la libertad de un animal salvaje, pero vio algo más. Sin saber porque, se aparto de la madera, dando un paso adelante, vacilando, se agacho, alargando la mano.
El lobo la miró, unos segundos más, finalmente avanzo hasta ella, parándose cerca, estiro su cuello y la mano de Kristal tocó su hocico.
-Eres el lobo de Aidan -sus dedos se movieron acariciándolo, subiendo por su cabeza hasta acariciarle el pelaje. -Eres hermoso.
De momento el lobo mostro sus dientes, gruñendo a algo tras ella. Kristal giro el rostro para ver a uno de los guerreros, mirandola con los ojos abiertos y dando un paso atrás. Volvió a mirar al lobo, que observaba de forma amenazante al hombre.
-No pasa nada -hablo en voz baja, acariciándole -Tranquilo -y las orejas del animal se movieron, agachándose. Dejó de gruñir y sus dientes se ocultaron bajo sus labios. Giró el rostro hacia el hombre y le vio mirandola con la boca abierta. Sintió su mirada, su intensidad en ella, como si la llamara y su cabeza se movió hasta que sus ojos le encontraron, en la puerta, apoyando el hombro contra esta, mirandola. Acarició una última vez al lobo y se levantó, caminando hacia el. -¿Nos vamos ya?
Aidan la observo en silencio, asintió casi imperceptiblemente. Ella frunció el ceño, sintiendo algo contra su vestido, miró al suelo y vio al lobo caminando junto a ella, volvió a mirar al Frío y el ya se había apartado de la puerta. Cuando llegó a su lado, él volvió a tomar su mano y salieron al patio, donde los guerreros esperaban con sus caballos.
Todos los observaron, miraron sus manos unidas y al lobo, junto a Kristal.
-Algunos guerreros partieron -Iona se acerco a ellos -Se han hecho partidas para que os limpien los caminos, se encargaran de libraros de ataques, par que podar ir lo más rápido posible.
Kristal asintió, vió al guerrero que estaba en el establo salir, guiando al caballo de Aidan, frunció el ceño mirando a su alrededor.
-¿Y mi caballo? -Pregunto desconcertada.
-Cabalgaras conmigo -Aidan habló, con decisión, pasando el brazo por su cintura y alzándola, sentándola sobre su caballo. Después subió tras ella, la mano volvió a posarse en su cintura.
Iniciaron su marcha, con guerreros rodeándoles, protegiéndoles y el lobo junto a ellos, caminando junto al caballo. Kristal se inclinó, mirando al fiero animal, este alzo la cabeza, mirandola también. Volvió la vista al frente y de nuevo, su cuerpo se relajo contra el pecho de Aidan MacCarty.
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