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Capitulo: El enemigo


Sus ojos estaban fijos en el techo.

El sol ya se adentraba por las ventanas, anunciando el inicio de un nuevo día. Y ella estaba alli, tumbada en el colchón, como había estado toda la noche. Esperando a que volviera.

Pero no volvió.

Y algo dentro de ella se retorcía, pensando que habría pasado la noche con Antia, en su cama, tomándola entre sus brazos y besándola, besándola como la había besado a ella.

Necesitaba volver a casa, tenía que apartarse de él. Si le dejaba que siguiera acerándose tanto, seria ella la que perdería y no estaba dispuesta a perder. Moira MacClain nunca perdía.

Se incorporo y se quedo sentada en el colchón, suspirando.

Paso las manos por su rostro. ¿Y ahora qué? ¿Que se suponía que iba a hacer?

Se levanto y caminó hacia la mesa, observo la fruta sobre esta y tomo una uva, llevándola a su boca.

Como echaba de menos a sus hermanas, a su madre, a sus primos. Como necesitaba a Marga a su lado, ella la apoyaría, le diría que hacer, le aconsejaría. Aunque probablemente su hermana no llegaría a soltar palabra alguna, simplemente clavaria su espada en la garganta del Cazador y sonreiría feliz.

Sí, eso sería lo que pasaría.

Y si era sincera, era lo que ella había pensado hacer en más de una ocasión.

Pero ahora sabia, que no permitiría que ocurriera. Aunque su cabeza le dijera que estaba loca, que era una idiota, se interpondría entre la espada de su hermana y el. Es más, se interpondría entre la espada de su padre y el.

Aunque eso no quisiera decir que dejara que le dieran una paliza, solo por el placer de verle sufrir, un poquito.

La puerta se abrió y ella se negó a girarse, apretando la mandíbula y los puños.

-Vaya, el gran Cazador se digna a pisar su casa -alzo la cabeza con orgullo, aun sin mirarle -¿Has dormido bien?

-Me temo que no soy quien pensáis -escucho la voz de un hombre y se giro para mirarle. Frunció el ceño y el sonrió, cerrando la puerta despacio y para ella no paso desapercibido que echó el cerrojo -Y no, no he dormido nada bien. Pero eso tiene remedio -y dio un paso hacia ella.

-¿Quien eres? -Inconscientemente dio un paso atrás.

-Soy un amigo -y el avanzo muy despacio, mirandola de arriba abajo -Un buen amigo que viene a solucionar el problema que nos estas causando.

-¿Y por que algo me dice que tus verdaderos problemas van a empezar ahora? -no se achanto, entrecerró los ojos y se preparo, sabiendo que tendría que pelear.

-Voy a disfrutar mucho de esto -y cuando vio como el sacaba un cuchillo, maldijo al Cazador por dejarla desprovista de armas, sin un arco, sin una espada. Miro a su lado y vio el candelabro. El que sería de nuevo su gran aliado. -¿Por qué no lo pones fácil y eres buena chica?

-¿Fácil? ¿Buena chica? -se movió alrededor de la mesa, acercándose al candelabro -No conozco esas palabras. -sonrió, quedando junto al candelabro -¿Quieres saber cuáles conozco?

-Ilumíname preciosa -y ese apelativo le hizo arder por dentro, había empezado a soportar que el Cazador la llamara así, incluso le estaba empezando a gusta. Pero que este idiota la llamara así, le hacía querer arrancarle la lengua.

-Cerdo, asqueroso, imbécil, son algunas de las que si conozco -separo las piernas sabiendo que pronto se lanzaría por ella. -Ah sí, y la mejor. Hombre muerto.

El rio mirandola divertido y de repente se lanzo sobre ella. Moira giro su cuerpo, esquivándole y dedole una patada en el tomado y un codazo en la espalda haciendo que aterrizara sobre la mesa. Tomo el candelabro y lo alzo para golpearle en la cabeza. Pero el extendió la pierna y golpeo su rodilla, desestabilizándola.

-¡Esperaba que me lo pusieras difícil! ¡Sera más divertido! -la golpeo en la cara, haciéndola caer sobre la mesa, pero ella rodo sobre esta rápidamente y agarro la mano de él, en la que sostenía el cuchillo, sujetándola, mientras alzaba la otra mano, donde estaba el candelabro y le golpeaba en la cabeza, logrando que cayera a un lado. -¡Ahg! ¡Puta!

Extendió el pie, empujando el puñal lego de la mano de él y le dio una patada en la cara, haciendo que gimiera. Corrió hacia la puerta y cuando estaba a punto de abrir el cerrojo, sintió como la agarraban del pelo y tiraban de ella.

-¡Ah! -se vio arrojada sobre la mesa y su cabeza golpeo el filo de esta, sintiendo un punzante dolor en la nuca. Todo empezó a dar vueltas, intento enfocar la vista pero todo se veía borroso. Le vio acercándose.

La agarro de la garganta y la levanto. Sintió como le faltaba el aire y llevo las manos a los brazos de él, golpeo dos veces y al ver que no conseguía liberarse le dio un puñetazo, dándole en la nariz.

-¡Joder! -la soltó, haciendo que cayera sobre la mesa, respirando bruscamente, intentando lograr que el aire entrara en sus pulmones.

-¡Moira! -Beth grito al otro lado de la puerta, empujándola -¡Moira! ¡Abre! -golpeo la puerta. -¡Moira! ¡¿Que pasa?!

Gimió queriendo hablar, pero su garganta ardía. Sintió como la agarraba del pelo e ignorando el dolor lacerante en su nuca y el mareo que sentía, se movió, golpeando su estomago y se giro, esquivando el cuchillo.

-Me parece que voy a disfrutar un poco de ti antes de acabar mi misión -y el apretó el cuchillo en su mano y se abalanzo sobre ella. Moira toma la bandeja de comida y la alzo, golpeándole en la cara, aunque el cuchillo rozo su cintura, haciendo un corte en ella.

Por un instante se balanceo, sintiendo la inestabilidad y como todo empezaba a volverse oscuro. Llevo la mano a su nuca, sintiendo la sangre en sus dedos. Quiso reaccionar cuando le vio sobre ella, pero su cuerpo había perdido fuerza.

-¡Ahg! -Grito cuando él le giro el brazo, empujándola sobre la mesa y con la cara pegada a la madera. -¡Suéltame! -se removió al sentir su cuerpo sobre ella

-¡¡Moira!! -Beth golpeaba la puerta -¡¡Ayuda!!

-Esto lo voy a disfrutar -y el llevo la mano al pantalón de ella.

-Te matara -quiso retener las lagrimas que se acumulaban en sus ojos.

-Lo sé -y el lucho intentando bajar el pantalón -Pero no habrá podido evitar esto.

Cerró los ojos con fuerza, ignoro el dolor en su nuca y movió la cabeza bruscamente, golpeándole en la cara. Todo se volvió negro. Escucho el sonido de la puerta hacerse trizas, sintió como era liberada de los brazos que la mantenían prisionera, los gritos de furia.

-¡¡Moira!! -escucho la voz de Beth, mientras esta la sostenía, incorporándola.

Y la última imagen que vio, fue la espada del cazador atravesando el cuello de su atacante, salpicando el rostro de él con sangre. Vio sus ojos, con la rabia y el miedo reflejado en ellos.

Y la oscuridad la consumió.




-¡Moira! -Beth se tambaleo con ella.

-¡Muchacha! -Murray corrió a ayudar a su hija, sosteniéndola en sus brazos.

EL Cazador dejo caer el cuerpo al suelo, aun con su espada clavada y los miró. Se lanzo hacia delante, arrodillándose en el suelo junto a Moira.

-Preciosa -llevo las manos a su rostro y alzo la vista mirando a Beth, con el miedo reflejado en su rostro.

-Tiene un golpe en la cabeza -Vete aparto la mano mirando la sangre -Necesito mirarlo bien.

Y en la cargo en sus brazos, la llevo al colchón y la tumbo sobre él, quedando sentado a su lado.

-Traeré agua y tus cosas -Murray salió corriendo de la casa

-Necesito apartar su pelo, ayúdame -Beth empezó a apartar los mechones de ella, mirando su cabeza.

Sin hablar, con cuidado en la ayudo, apartando los mechones. Miro sus manos, que temblaban.

-Va a estar bien -Beth le miro con tristeza.

-Me lo advertiste -el no apartaba la vista de la sangre en la cabeza de ella -Me dijiste que la querían muerta. Y yo la deje sola.

-Ya estoy aquí -Murray se acerco, dejando una bolsa junto a su hija y un cubo con agua.

Beth tomo un trozo de tela y tras mojarlo en el cubo, se dispuso a limpiar la cabeza de ella, observándola concentrada.

-No es profunda -La limpio bien y después rebusco en su bolsa -Cicatrizara rápido, pero es probable que tenga algunos mareos.

-Lucho como toda una guerrera -Murray miro a su hombre, que yacía muerto, con asco.

-Ya esta -Beth miro al Cazador -Necesito que la gires, ponte detrás y sujétale la cabeza, para que no roce la almohada, examinare las heridas de su rostro, cuello y vi un corte en su cintura. Después la tumbaremos de nuevo bocabajo para que duerma.

El obedeció, se tumbo a su lado y con cuidado la giro, dejándola tumbada de lado, con la espalda apoyada en su pecho y sujetando su cabeza. Cerró los ojos, inspirando el aroma de ella y acerco la boca a su oído.

-No vas a dejarme preciosa, aun tienes que reformar el castillo -le susurro al oído, mientras su mano tomaba la de ella. 

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