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Capitulo: El dolor

Abrió los ojos, encontrando el movimiento del fuego de la hoguera a unos metros de ella, iluminando la leve oscuridad que anunciaba un pronto amanecer.

Sentía el fuerte brazo de Aidan sobre su cintura, con la mano descansando en su vientre, tenía la espalda apoyada en su pecho. Estaba acurrucada contra él, sintiendo su aliento en su hombro.

Su brazo se movió, apretándola levemente, como si quisiera hacerle saber que también estaba despierto.

-¿Que viste? -pregunto en la oscuridad, con la mirada perdida en el bosque. Al ver que él no respondía, giro su cuerpo, para tumbarse de cara a él. Las mantas se movieron sobre su cuerpo, pero el brazo de él no. Sigue sobre su cintura, sujetándola, dejando la mano en su espalda. -En el acantilado. -le miró -¿Que viste?

-A ti -y cuando respondió, ella pudo ver como la furia inundaba sus ojos. Se removió, acercándose a él, instándole a seguir -No quiero dejarte sola.

Kristal contuvo el aliento. Dejarla sola.

-Pues no lo hagas -y su respuesta salió de sus labios demasiado rápido, como si tuviera miedo de que eso se hiciera realidad. Su mano se movió bajo las mantas, alzándose hasta llegar a su rostro, sus dedos tocaron su mejilla, moviéndose hasta su barba. -Recuerdo ese día. Recuerdo tu voz, ese cantico. -sintió su mano acariciando su espalda -Cuando te vi... cuando... -cerró los ojos, recordando ese dia. Cuando solo eran unos niños, cuando La Bruja acababa de llegar a sus vidas. Aquel día que la guerra entre la luz y la oscuridad se llevó la vida de Sienna y que todos los Meigas unidos la trajeron de vuelta. Todos incluyendo a Aidan MacCarty, que oculto en aquella habitación, sintió la magia por primera vez. 

-Entraste y cerraste la puerta -Aidan la miró con una intensidad que la sobrecogía -Te quedaste allí, conmigo.

-Éramos solo unos niños -Kristal habló pensativa.

-Pero te quedaste -al escucharle volvió a mirarle.

-Estabas asustado -la mano de ella se poso en su pecho.

-Y tu también -y Aidan libero su cintura, para colocar la mano sobre la de ella -Y te quedaste a mi lado.

Y entonces el ambiente cambió. El aullido del lobo llego hasta el campamento, haciendo que los guerreros se incorporaran rápidamente, tomando sus espadas.

Antes de que Kristal pudiera moverse, Aidan se había incorporado y tomado su machete, que estaba a su lado y la había levantado y colocado tras él.

El silenció del amanecer se rompió, cuando un grupo de guerreros salió del bosque, rodeándolos, atacándolos.

En cuestión de segundos, los gritos y sonido de las espadas chocando inundo el campamento.

-¡Ah! -Kristal gritó cuando se vio empujada por el cuerpo de Aidan contra un árbol, interponiéndose él, en el ataque. Le vió retener la espada del otro con su machete y cortar la piel de su contrincante, derribándole rápidamente.

-¡¡Quédate detrás mía!! -Aidan gritó, mirandola por encima de su hombro. Vio a otro hombre lanzarse hacia él, pero Deigh apareció de la nada, saltando sobre el hombre y arrastrándolo hacia el bosque.

Kristal observó a su alrededor, el caos que en minutos había sumido aquel lugar. Vio a Kerten caer al suelo con un guerrero sobre él, ambos luchando. Él por sobrevivir y el enemigo, que claramente iba en ventaja, por matarle.

Cuando quiso darse cuenta sus pies se movían solos, corriendo hacia ellos.

-¡¡Kristaaaaaal!! -el grito de Aidan recorrió cada parte de su ser, pero no miró atrás. Tomo un tronco que había en su camino y con toda su fuerza golpeo al hombre que estaba a punto de matar a Kerten, que se derrumbo a un lado. Vio como Kerten la miraba sorprendido, para segundos después, arrebatar el arma al enemigo caído e incorporarse, volviendo a la lucha.

 -¡Agh! -gritó al sentir que la agarraban del pelo.

-¡Pero que tenemos aquí! -escucho la voz junto a su oído.

-¡Suéltala! -Kerten se lanzo hacia ellos, pero otros dos guerreros le interceptaron.

-¡Que cosita más bonita! -y él que la sostenía tiró más de su pelo -Uhm hueles bien -y ella alzo la pierna hacia atrás, golpeándole y al sentir su cabello libre, se aparto -¡¡¿Donde crees que vas?!! -pero la agarro del brazo y la tiró al suelo.

Kristal gimió al sentir el dolor en su espalda. Se incorporó sobre los codos y mirando al rostro de ese hombre, se arrastro hacia atrás, llevando la mano al cinto donde estaba su daga.

Él dio un paso hacia ella, sonriendo y entonces su sonrisa desapareció. El machete sobresalía por su estomago, para después desaparecer. Con los ojos abiertos, el hombre se giró y Aidan se impuso sobre él. Su mano manchada de sangre le agarro por el cuello, apretándolo y mirándole a los ojos, de una manera que helaría al mis mismo infierno, sus dientes se apretaron, para susurrar.

-La has tocado -y le clavo el machete de nuevo, para después soltarle y que el cuerpo se derrumbara ante él. Cuando se giró hacia Kristal, su rostro era el de un guerrero, un salvaje sediento de sangre -Te dije que quedaras detrás mía. -se inclinó sobre ella, tendiéndole la mano.

Kristal le observo, miró su mano manchada de sangre y al volver a mirarle a los ojos, vio que él miraba su propia mano y con cierto dolor reflejado en su rostro, comenzó a apartarla. Y entonces ella se incorporo hacia delante rápidamente, colocando la mano sobre la de él.

De nuevo, sus manos unidas. La de él manchada de sangre, la de ella manchada de tierra.

-¡Señor! ¡¿Están bien?! -Kerten se acercó a ellos, mirando a Kristal preocupado.

De nuevo rodeados por el silenció del bosque, Aidan la ayudo a levantarse, sin soltar su mano, miró a su hombre y asintió.

-¿Alguna baja? -miró a su alrededor, evaluando la atención.

-No, señor -Kerten dio un paso atrás, dándoles mas espacio -Heridas leves.

-Debería echarle un vistazo -Kristal habló, viendo como Kerten observaba sus manos unidas, manchadas de sangre.

Deigh apareció en ese momento, acercándose a ella, gimió, rozándose contra el bajo de su vestido.

-¿Que ocurre? -miró al lobo que no dejaba de llorar.

-Estas herida -Aidan la miraba fijamente.

-No es nada ....-pero él ya estaba tirando de su mano, obligándola a seguirle. Se paró junto a su caballo y tomo la bolsa de ella, después volvió a caminar, llevándola hacia el interior del bosque, hacia el pequeño lago que había.-Estoy bien, Aidan.

Se pararon junto al lago y él dejó caer la bolsa en el suelo, entonces soltó su mano y se agacho, para sumergir las manos en el agua. Parecía perdido, perdido en sí mismo y una parte de Kristal se rompió al verle así.

Miró su propia mano, manchada con la sangre del hombre que él había matado y después miró las de él. Sus manos se movían bruscamente, una sobre otra. Se acercó y se agacho a su lado. Pero en lugar lavar sus manos, las sumergió en el agua, sobre las de él.

Aidan dejo las manos quietas, girando el rostro para mirarla y ella deslizo sus manos despacio sobre las de él, lavándolas con delicadeza. Cuando acabó, se arrodilló, mirándole y sus manos se alzaron a su rostro, limpiándolo con delicadeza, quitando la sangre. Cuando terminó, lavo sus propias manos y al acabar, vio como él tomaba sus manos y las cubría con las suyas, secándolas, dándoles calor. Se quedaron mirándose, con las manos unidas, hasta que el parpadeo y frunció el ceño.

-Tu herida -el Frío se incorporo, ayudándola.

-No es nada, de verdad -Crista le miró incomoda. Pero al ver que él esperaba, ella suspiró. Con delicadeza apartó sus manos y se giró. Su mano deslizo el tirante de uno de sus hombros y sujetando el vestido pegado a su cuerpo, con sus brazos, después deslizó el otro. Cuando giró el rostro para mirarle, él tenía los ojos puesto en su hombro, en su piel y su mirada brillaba de una forma que debería hacer que ella corriera, que huyera de él. Sin embargó, no quería hacerlo. El alzo sus ojos, para mírala a la cara y entonces ella se giró, dejando que parte de su vestido se deslizara en su espalda, mostrando los arañazos que en la caída una piedra había provocado en su piel.

Esperó unos segundos y cuando iba a girarse de nuevo, sintió la mano de él, en su piel, en su espalda. Cerró los ojos, conteniendo la respiración, sintiendo sus dedos acariciar esos leves centímetros de piel. Escuchó el agua y miró de reojo, viendo que Aidan se avía agachado para tomar algo de agua y su bolsa.

Él lavó su herida y coloco un poco de su ungüento, curándola. Después cuando ella introdujo las manos en los tirantes del vestido, sintió de nuevo las manos tocando su piel, deslizando los tirantes por sus brazos, hasta sus hombros. Cuando terminó, las dejó allí, en sus hombros.

El sol comenzó a alzarse, mostrando un hermoso amanecer.

Inconscientemente, ella dio un paso atrás, dejando su cuerpo caer sobre el de él, sintiendo su espalda recostarse contra su pecho y su cabeza acomodándose sobre su hombro, mientras sentía sus manos acariciando sus brazos despacio.

-Tenemos que irnos -Kristal hablo cerrando los ojos -Pero sería bueno que pudiera curar las heridas a tus hombres -al ver que no respondía, se apartó, para mirarle -Y no puedo hacerlo si no me dejan acercarme a ellos -él la miraba -Aidan, necesito que me dejen atenderlos.

El solo alzó la mano y acarició su mejilla, después tomó su mano y tiro de ella, regresando al campamento.

Cuando llegaron allí, caminó hasta pararse ante el grupo de guerreros, que los miraba con cierta curiosidad.

-Dejad que ella cure vuestras heridas -y entonces soltó su mano despacio -¡Los que no estéis heridos id a lavaros y comenzad a organizar todo para irnos!

Kristal atendió a hombre por hombre, todos aceptando sus curas, pero sin apenas hablar y evitando tocarla o mirarla. Cuando llegó el turno de revisar a Kerten, estaba decidida. Acabo de curarle y cuando él se iba a marchar, le agarró del brazo, sorprendiéndole y obligándole a permanecer sentado frente a ella.

-¿Por qué no me miran, no me hablan y procuran que no les toque? -lo miró fijamente y al ver que el apretaba sus labios, como si estuviera sellándolos suspiro. Frunció el ceño -¿Tienen miedo a Aidan?

-No -y respondio rápidamente -No tememos a nuestro señor, le respetamos.

-Le respetáis -ella hablo pensativa -Pero evitáis tocarle, hablar o estar demasiado cerca.

-Al señor...-la miró a los ojos -Respetamos su espacio, lo necesita.

-Lo necesita -y Kristal comenzó a entender muchas cosas -No le tocáis

-No le gusta que le toquen -y cuando Kerten contestó, la miró de una forma peculiar, como diciendo, o no le gustaban -Evitamos causarle dolor.

Ese día, Kristal tuvo tiempo suficiente de pensar en todo lo que acababa de saber, todo lo que ahora entendía de Aidan MacCarty y también en todo lo que quería saber.

Inspeccionaron dos acantilados y acamparon al resguardo de una gigantesca montaña con una cascada que daba a un riachuelo.

Como cada día, cenaron, ella se alejó acompañada por Deigh y al regresar, se tumbo cubriéndose con las pieles y acariciando el pelaje del lobo. Pero esa noche, había algo distinto, Kristal no se durmió. Espero despierta, acariciando el pelaje del animal, hasta que vio que este, alzaba la cabeza, y se incorporaba marchándose. Se mantuvo quieta, esperando y sintió el cuerpo de Aidan deslizándose bajo las mantas, tras ella. Esperó unos segundos y entonces se giró hacia él y se deslizó hasta apoyar la cabeza y la mano en su pecho.

En silenció, Aidan la rodeo con su brazo, apretándola contra él. 

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