Capitulo 19: La ayuda
Permanecía en silencio, observando a su abuela cuidar el jardín, ese que parecía haber significado tanto para su madre.
No pudo ignorar su rostro de lleno de tristeza mientras sus ojos recorrían las rosas, los colores llenos de vida, dejándola a ella apagada, oscura.
Caminó hacia ella, internándose en el jardín de flores, sin poder dejar de sentir esa tensión que se apoderaba de su cuerpo con su presencia. Se paró a unos pasos, sabiendo en el momento exacto en que Lady Addrich noto su presencia, por como su espalda se irguió con esa postura recta y regia, pero con los ojos bajados, derrotados.
-Ya termino -su abuela tomó el cubo y se apartó, con intención de marcharse.
-¿Lo leíste? -preguntó mirando a su espalda, viendo como sus hombros bajaban aun mas.
-Si -su respuesta sonó llena de tristeza, dejó el cubo en el suelo y se giró hacia ella para mirarla, con los ojos llenos de una inmensa tristeza -Estaba enamorada, él la hacía feliz.
-Y aun así no le permitisteis ser feliz a su lado -habló conteniendo su rabia.
-No lo sabía, no hasta que nos dijo que estaba embarazada -Lady Addrich cerró los ojos -Mi hija nunca confió en mí. Me esforcé tanto en ser la perfecta esposa, la perfecta madre, la digna Baronesa. Y no fui la madre que ella necesitaba. -abrió los ojos y las lagrimas descendieron de ellos, la miro con la agonía de la culpa en sus ojos -Debí haberle preguntado por tu padre, debí haber querido saber más. Pero pensé que lo mejor para ella, era casarse y que tu nacieras en ese matrimonio. Creí que Ernest cuidaría de ella y de ti, que podrían formar una familia.
-Pero él quería deshacerse de mi -contuvo las ganas de llorar, vió la sorpresa en el rostro de su abuela -Mi padre vino por nosotras, vino a buscarnos porque mi madre le mandó una carta. El Marqués quería deshacerse de mí. Durante años habéis creído a ese hombre, por encima de vuestra hija, pensasteis que ella le traicionó, os traicionó y quería marcharse con su amante. Pero no, mi madre estuvo dispuesta a sacrificar su felicidad por vosotros, por el maldito honor de vuestro apellido. Ella estuvo dispuesta a pertenecer a ese hombre, a formar una familia con él, a olvidar al único hombre al que había amado. Pero tuvo que huir, huyó para salvarme a mí, hizo lo necesario por su hija, algo que vosotros no fuisteis capaces de hacer.
-Yo....-Simone alzó las manos a su rostro, cubriéndolo mientras las lagrimas lo mojaban, negó con la cabeza -Cuando ese muchacho apareció aquí, con su madre, diciendo que os quería, que quería a su mujer y a su hija, pensé que destruiría todo lo que mi hija había conseguido. Callé, callé cuando William avisó a Ernest que él estaba aquí, pensé que era lo mejor.-apartó las manos de su rostro, bajándolas a la falda de su vestido, empuñándola en sus manos -Cuando el Marques avisó a mi esposo que Alexandra había escapado con él, le supliqué que la ayudara, que fuera en vuestra búsqueda, que intercediera por mi hija para que Ernest no la castigara, para que no la ajusticiara. Pero William se negó a interceder, diciendo que nos había traicionado, que escapaba con su amante. -negó con la cabeza, mientras las lagrimas seguían bajando por su rostro -Me dijeron que mi niña estaba muerta, que la habían ajusticiado escapando con su amante y que tu, que los hombres de ese hombre te habían llevado lejos.
-Los mataron escapando, mi abuela me salvo la vida -alzó las manos, limpiando las lagrimas que recorrían su rostro -Vio a su hijo morir, escondida, protegiéndome. Me llevó hasta su clan y murió alli, entregándome a Alastair Ferguson para que me cuidara. -sonrió con tristeza -Todos estos años, me escondí de vosotros, para que no me condenarais como lo hicisteis con ella.
-Nunca pude perdonar a tu abuelo y creo que él tampoco pudo perdonarse. -dio un paso hacia ella -Quise buscarte, quise traerte a mi lado, tenerte conmigo, pero William no lo permitió. Dijo que estarías mejor lejos.
-A ese hombre nunca le importo ni su hija, ni yo -respondió llena de odio -Pero por lo menos hizo algo bueno por mí, dejarme con la gente que me cuido y dio amor.
-Se que nada de lo que te diga puede cambiar lo que sientes por nosotros Yo también siento esa rabia hacia mí y durante años, la sentí por mi marido. Me pregunté cómo era capaz de apoyar a ese hombre en la corte, como le cedía cada vez más poder sobre nuestras tierras. Al principió pensé que no lo culpaba, que culpaba a nuestra hija por escapar con su amante, después pensé que ya no le importaba nada, ni siquiera sus tierras y su gente. -la miró a los ojos -Fue cuando estaba a punto de morir, que me pidió perdón y me dijo la verdad. Había cedido ante el Marques en todo lo que quisiera, a cambio de que no te buscara, que no te reclamara como su hija. Le hizo la promesa de que todo esto sería suyo. -alzó la barbilla -Una promesa que rompió cuando firmó el documento que te dejaba todo a ti y a tu marido.
-¿Por qué lo hizo? -la miró desconcertada -¿Por que rompió la promesa al Marques?
-Yo se lo pedí -dio un último paso hacia ella quedando muy cerca, frente a frente -Durante todos estos años, este jardín, es lo único que me ha quedado de mi hija, lo he cuidado, para recordarla. Cuando encontré ese diario, cuando lo ley, fue entonces cuando verdaderamente conocí a mi niña. Vi la oportunidad de tenerte a mi lado, de conocerte, de saber si la vería en ti, de entregarte lo que le perteneció, tu derecho. Y de alguna manera quitarle algo a él, algo que tanto ansiaba, eso por lo que fue capaz de arrebatarme a mi hija. Yo acudí a la corte, pedí al rey que te encontrara. Cuando ese Laird, se presentó aquí, los documentos estaban listos, William firmó.
-No sé si pueda mirarte y olvidar lo que ella sufrió -Lexia habló mirandola a los ojos.
-Yo lo veo cada vez que me miró al espejo -sonrió con tristeza -Me conformo con saber que eres feliz, que estas casada con un buen hombre, que tendrás tu propia familia. Que tienes lo que te corresponde por derecho. Que al menos pude hacer eso por tú y por el recuerdo de mi hija. -alzó la mano, dudando unos segundos y finalmente acarició su mejilla -Si algún día eres madre, se también amiga, que confié en ti.
-Ya soy madre -Lexia habló y vio como ella la miraba sorprendida -Tenemos una hija, Juliet.
-Tienes una vida maravillosa Lexia -apartó la mano, mirandola con lagrimas en los ojos -Y dio gracias por poder verlo. -dio un paso atrás, con la intención de marcharse.
-Me gustaría que formaras parte de esa vida -le costó decir esas palabras -Pero aun no sé cómo.
-Solo déjame estar ahí -Simone sonrió levemente -Verte feliz.
-¡¡Señora!! ¡¡Señora!! -Tahita llegó corriendo al jardín y las observó sorprendida.
-¿Que ocurre? -Lady Addrich la miró con el ceño fruncido.
-¡Hombres señoras! ¡Muchos hombres! ¡Caballos! ¡Ganado! ¡Carretas con comida, con cultivos, madera! -nerviosa ella gesticulaba con las manos sonriendo -¡En el patio!
-¿De que estás hablando? -Lexia caminó hacia ella limpiando su rostro cualquier resto de lagrimas.
-¡De las Highlands! ¡Son guerreros! ¡Y nobles! -ella miró a Lexia -¡Buscan a su esposo!
Lexia corrió, agarrando la falda de su vestido y alzándola, para salir del jardín y rodear el castillo, cruzando el lateral del patio para al girar, pararse ante el patio lleno de gente. Guerreros en sus caballos, carretas cargadas con alimentos y barriles, con armas, madera, utensilios, telas. El sonido de animales la hizo mirar tras las murallas derrumbadas del patio, donde pudo ver a varios guerreros rodeando los caballos y al otro lado guerreros Ferguson, manteniendo el ganado reunido.
Sus ojos recorrieron a los hombres, sus escudos, MacClain, Ferguson, MacPearson, MacLairs, Bukchaman, Bedford y Winston.
-¡¡Lexia!! -Coira Bukchaman desmontó su caballo corrió hacia ella abrazándola -¿Y mi hermano?
-Hola -Keith MacClain desmonto su caballo y le sonrió.
-Cuidado preciosa -Lucien Bukchaman ayudó a su esposa a bajar del carruaje y con ella tomada de su brazo caminó hacia ella. -Hola Baronesa.
-Lexia -Clere la abrazó sonriente -¿Donde está Connor?
-¿Que estáis haciendo aquí? -ella preguntó mirando a su alrededor.
-Este sitió necesita mucha ayuda -Ewan habló mirando la muralla, mientras guiaba a su esposa del brazo.
-¡Las cuadras parecen estar en buen estado! -Kirk habló mirando hacia el establo.
-¡¡Tu no las toques!! -Ewan giró el rostro mirándole mientras seguía caminando con su esposa.
-Hola Lexia, me alegra que nos volvamos a ver -Helen la abrazo -¿Todo bien?
-Venimos a ayudar -Eder MacPearson la miró y sonrió -Así que tu eres la esposa de mis sobrino -tomó su mano y la apretó con cariño -Yo soy Eder MacPearson.
-Lexia -Alexander Algart se paró ante ella y miró a su alrededor -Menos mal que Javrik nos avisó.
-Hemos venido para ayudar -Eara la miró sonriendo -Traemos todo lo necesario.
-Esto es...-sintió las lagrimas en sus ojos.
-Para eso está la familia ¿no? -y Coira enganchó su brazo al suyo.
-Buenas -Lachlan MacLairs se paró ante ella y asintió -Soy Lachlan.
-Es increíble -Tahita habló, parada junto a Lady Addrich, ambas mirando el patio lleno de vida, como nunca antes había estado.
-Connor -Ted habló mirando al frente, hacia el castillo con el ceño fruncido.
-¿Que? -el lo miró y después miró al frente, viendo lo caballos, rodeados por hombres y al otro lado el ganado, también custodiado. Sus ojos se entrecerraron mirando el patio lleno de gente -No puede ser -y azuzó a su caballo haciendo que corriera hacia alli.
Una sonrisa se instaló en su rostro mientras pasaba entre los guerreros Bukchaman, que custodiaban los caballos, que lo saludaron con una sonrisa y los Ferguson que vigilaban el ganado que le asentían. Entró al patio y le pareció demasiado pequeño para la cantidad de hombres con sus caballos y las carretas que había allí. Saltó de su caballo y en zancadas se dirigió hacia su mujer que estaba rodeada. Sus ojos se cruzaron primero con los de Lachlan MacLairs que le miró y asintió.
-¡Al fin! ¡¿Donde estabas metido?! -Kirk le golpeó el brazo al verle aparecer.
-¿Pensabas que te librarías de nosotros tan fácilmente? -Lucien abrazó a su hermano sonriendo, para después apartarse y mirar a su alrededor -Parece que tienes mucho trabajo por delante.
-¡Hermanito! -Coira se lanzó a los brazos de su hermano -Papa mandó caballos.
-Los cuales deberíamos ir guardando en las cuadras -Alexander miró hacia los caballos, amontonados junto a la ruinosa muralla que rodeaba el patio.
-Has aprovechado para escapar de casa enana -Connor guiñó un ojo a su hermana y se acercó a Ewan -Felicidades por la boda tío -y sonrió al escuchar como el Duque gruñía. Se acercó a su mujer y la abrazó contra su cuerpo, frunció el ceño mirandola y le susurró al oído -Tienes los ojos rojos. ¿Por que has llorado?
-Conocí mas de mis raíces -ella le miró y apoyó la cabeza en su hombro.
-Bueno veo que habéis traído de todo -Connor miró a su alrededor.
-Caballos de los Bukchaman, ganado de los Ferguson, materiales y útiles, cultivos, víveres -Alexander asintió sonriendo.
-Y telas y todo lo necesario para adecentar el castillo -Eara habló mirando a Lexia con una sonrisa.
-Pues bienvenidos a las tierras Addington -Connor asintió.
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