Capitulo 18: En casa
La pequeña Nia volvió a alzar su manita y Clere sonrió, alzando la suya y chocándola con la de la niña, para después usar su otra mano y chocarla con la otra que la niña había levantado.
-¡Eh! -Clere apartó la suya en el momento en que la niña quiso seguir el juego -¡Gane! -y sonrió a la pequeña que reía.
-Se te dan bien los niños -Isobel la observaba sonriendo -Supongo que quieres tener muchos hijos.
-Pues...-Clere se quedó pensativa -No lo había pensado.
-Pretendías casarte Clere -Isobel frunció el ceño -¿No tuviste ni un simple pensamiento a tener hijos?
-No -y su mente le dijo "Porque estabas demasiado ocupada en meter en tu cabeza a otro hombre para sustituir al que te había besado por primera vez". -Yo...-pero se interrumpió cuando vio a Nia bajar de su asiento frente a ella, donde iba sentada junto a su madre y abalanzarse sobre ella, subiéndose en su falda. Sin Dejar de sonreír, ella acomodó a la pequeña sobre sus piernas, mientras la niña la miraba embobada.
-Le gusta tu pelo -Isobel observó a su hija con una leve sonrisa -Parece que consigues mantenerla tranquila, suele ser difícil para su padre y para mí.
-Lleva el nombre de su abuela con orgullo -y Clere habló haciendo que ambas rieran, mientras la niña extendía su manita, tocando su pelo.
Lucien mantuvo la mirada puesta en el carruaje, sin siquiera notar el traqueteo de su montura, solo concentrado en esa risa, esa risa que quería escuchar solo para él.
-Deja de torturarte -Javrik avanzó con su caballo hasta pararse a su lado -No puedes hacer nada ahora mismo, deja de pensar que pasara, que decidirá, como llegaras a ella.
-¿Como lo soportaste? -Lucien le miró suspirando -Disfrutaba burlándome de tú.
-Bueno, mi esposa intento envenenarme con nueces -Javrik rió entonces frunció el ceño -¿Tienes alguna alergia? Mantenla alejada de las cocinas.
-No soy alérgico a nada -Lucien rodó los ojos -No sé como acercarme a ella.
-Muéstrale todo lo que puedes ofrecerle -Javrik se quedó pensativo -La vida que tendrá tu lado. Cortéjala, llévala a pasear, a un picnic..
-La lleve a dar un paseo en barca y no fue precisamente romántico -Lucien frunció el ceño -Y entonces no estaba tan enfadada.
-Seguro que encuentras algo a lo que ella no podrá resistirse -Javrik extendió el brazo y le palmeó el hombro -Estamos llegando -miró al frente, viendo la muralla de sus tierras y a algunos de sus hombres que les saludaban con una sonrisa.
Los aldeanos de las tierras Archivald les recibieron felices saludando y los niños corriendo junto al carruaje. Al adentrarse en el patio del castillo, el carruaje paró ante las escaleras y Lucien y Javrik desmontaron rápidamente. Lucien se apresuró en llegar a la puerta y abrirla, para extender su mano, sintiéndose defraudado cuando la mano de Isobel se apoyó en la suya y esta al salir le miró con cierta lastima. Quiso extender su mano de nuevo, pero al ver a Clere con la pequeña Niara en sus brazos, dormida con la cabeza apoyada en su hombro se quedo embobado observándola.
-¿Has conseguido dormirla? -Javrik se acercó sonriendo, extendiendo los brazos para tomar a su hija.
-Le gusta mi pelo -Clere sonrió encogiéndose de hombros, cuando él al fin tuvo a la niña en sus brazos -Se durmió sola, tocándolo.
-¿Puedes dejarnos un mechón? -el Barón la miró con cierta desesperación.
Clere rió y movió su cabeza, haciendo que su pelo se apartara de su hombro, provocando con el movimiento que sus ojos se encontraran con los de Lucien, que la miraba con intensidad. Se quedaron mirándose unos segundos, hasta que el sonido de la puerta del castillo abriéndose llamó la atención de todos.
-¡Ya estáis aquí! -Angust se paró en lo alto de las escaleras y al ver a la pequeña dormida bajó los escalones sonriendo -¿Ha caído rendida mi pequeña guerrera?
-Parece que Clere tiene esa capacidad -Isobel se acercó a abrazarle y después se apartó.
-No es de extrañar -Angust se quedó mirando a Clere y caminó hacia ella, extendiendo sus manos para tomar las de ella -Niña, me alegra tenerte de vuelta con nosotros -alzó sus manos besándolas.
-Abuelo -y ella le abrazó cerrando los ojos con fuerza, escondiendo las lagrimas bajo sus parpados.
Lucien les observó, sintiendo la presión de la culpabilidad en su pecho, preguntándose como no se dio cuenta antes de que ese era el lugar de ella. ¿Como pudo dudar? ¿Como pudo demostrarle que era una princesita? Cuando todo de ella demostraba que era una guerrera, una autentica guerrera. Su guerrera.
Con ella entre sus brazos, Angust miró a su nieto y al ver como la miraba, alzó una ceja, se apartó pero sin soltar su mano, se acercó a Lucien y colocó la mano en su hombro.
-¿Como fueron los juegos? -preguntó mirándole con una leve sonrisa.
-Eh, bien -Lucien respondió mirando a Clere de reojo.
-Entremos -y Angust Bukchaman volvió a mirarla a ella -Thalia esta desusa de verte niña.
Subieron las escaleras del castillo y cuando entraron a su interior, Clere no pudo evitar mirar a su alrededor, recordando aquellas veces que de pequeña había parado para descansar en ese castillo, de camino a las tierras MacClain.
Entraron a la sala principal y rápidamente Isobel corrió hacia Thalia que estaba sentada en el sillón con la pequeña Jannet en sus brazos.
-¡Mi niña! -Una lagrima resbaló por la mejilla de Isobel, mientras acunaba a su pequeña de un añito, en sus brazos, que reía alargando sus manitas hacia su cara.
-Se ha portado como todo un angelito -Thalia sonrió observándolas, miró entonces a Javrik que con su otra hija en sus brazos se acercaba a su esposa y alargó la mano, acariciando la mejilla de él con una sonrisa llena de cariño. Cuando su rostro se giró y vio a Clere su mirada se volvió cristalina y abrió los brazos caminando hacia ella -Al fin con nosotros.
-Abu -y Clere soltó el brazo de Angust y la abrazó escondiendo su rostro entre el pelo que se apoyaba en su hombro, oliendo su esencia de lavanda, como hacía de pequeña.
-Me alegra tenerte con nosotros cielo -Thalia movió las manos en su espalda acariciándola con cariño -Y ahora recuperaremos el tiempo que no hemos tenido juntas.
-¿Haremos noche aquí o quieres seguir el camino? -Angust miró a su nieto -Es temprano.
-Sigamos -Lucien respondió mirando fijamente como se abrazaban -Quiero llegar a casa.
Mientras Clere, Thalia e Isobel tomaban un refrigerio y charlaban en la sala, Lucien, Angust y Javrik se ocuparon con los hombres de preparar los nuevos caballos.
Lucien se apartó del grupo de hombres que estaba ensillando caballos y caminó hacia el exterior de los establos, mirando el carruaje de Clere, al que estaban atando caballos nuevos.
-La vida es curiosa -Angust se paró junto a su nieto, mirando al frente.
-¿Qué? -Lucien giró el rostro para mirarle con el ceño fruncido.
-La misma niña a la que molestabas de pequeña, esa ahora en la que no puedes dejar de pensar -sonrió, haciendo que las arrugas alrededor de su boca se hicieran más presente.
-¿Soy un mal marido para ella? -Lucien preguntó mirando al suelo.
-¿Es que di te digo que si la dejaras marchar? -Angust le miró entonces, alzando una ceja.
-No -y respondió mirando a su abuelo.
-Bien -colocó una mano en su hombro -Si la quieres, la haces feliz y la amas con toda tu alma, nunca podrás ser un mal marido Lucien.
-Todo listo -Javrik se acercó a ellos sonriendo -Te voy a echar de menos.
-Y yo a ti -y Lucien extendió el brazo apretando el de él.
Los tres observaron a las mujeres salir del castillo, dirigiéndose al patio, al lugar donde esperaba el carruaje. Lucien no pudo apartar la mirada de Clere, que sonreía hablando con la pequeña Niara, mientras la niña se agarraba a su mano, claramente no queriendo soltarla. Entonces ella se agachó y la niña se abrazó a su cuello y ella correspondió a su abrazo.
-Que ensillen un caballo mas -Lucien habló mientras caminaba hacia ella, dejando a Angust y Javrik mirándole confundidos.
-¿Para quién? -Angust miró a Javrik, que observando a Lucien alejarse, sonrió.
-Nos veremos pronto pequeña -Clere depositó un beso en su frente -Te lo prometo.
Thalia sonrió observándolas y entonces Clere se incorporó y se giro hacia el carruaje, dispuesta a subir, pero una mano sujeto su brazo.
-Tu no -La voz de Lucien sonó con seguridad, haciendo que ella después de mirar sus dedos alrededor de su brazo, le mirara a la cara confundida.
-El caballo está listo -Javrik se acercó sosteniendo las riendas del caballo con una sonrisa.
Clere observó el caballo después a Lucien de nuevo dudando.
-Te gusta cabalgar ¿no? -el sonrió levemente -Princesita.
Y ella alzó la barbilla con altanería, liberando su brazo y subiendo al caballo, tomando las riendas que Javrik le entregaba con una sonrisa. Lucien sonrió, sin girarse para mirarla, entonces miró a su abuela que asintió sonriéndole.
Y como una niña, olvidándose completamente de Clere MacClain, la hija de la duquesa, ella cabalgó, sintiendo su cabello moverse libre, riendo y acompañando a Angust, que la incitaba a disfrutarlo.
El trayecto se hizo corto y cuando se estaban terminando de cruzar las tierras MacClain, cuando ya podían vislumbrar las tierras Bukchaman. Lucien azuzó a su caballo pasando ante su abuelo y ella, dirigiéndole una mirada altanera, alzando la ceja con una sonrisa.
-Adelante -Angust la miró sonriendo, moviendo la cabeza en la dirección en la que su nieto galopaba.
-¡¡Hea!! -y ella gritó, moviendo las riendas e inclinándose hacia delante, galopando y pronto alcanzando al futuro Laird Bukchaman y logrando que los campesinos, guardias y aldeanos les observaran con curiosidad, cuando cruzaron hacia el castillo.
El sonido de los cascos de los caballos resonó en el patio Bukchaman, cuando Clere frenó su caballo, justo unos segundos después de Lucien. Soltó las riendas, pero cuando fue a bajar, las manos de él estaban en su cintura y su cuerpo se había deslizado hacia delante, entre sus brazos, hasta que sus pies tocaron el suelo. Pero él no la soltó, la sostuvo entre sus brazos, mirandola a los ojos.
-Bienvenida a casa -habló en susurro mirando los labios de ella.
Y entonces, la puerta del castillo se abrió.
-¡¡¡Clere!!! -Coira Bukchaman bajó los escalones corriendo.
-¡Clere! ¡Clere! -y Brenda Bukchaman siguió a su hermana.
Y pronto, se abalanzaron sobre ella abrazándola y gritando.
-¡Estas aquí! ¡Me alegro de verte! ¡¿Te quedaras mucho?!
-¡Saldremos a cabalgar juntas! ¡Y a bañarnos al lago!
-¡Niñas! -Ayla bajó los escalones y se acercó a su hijo, abrazándole -Me alegra que la hayas traído -y depositó un beso en su mejilla y después se acercó a Clere y la abrazo.
-¿Y tus abuelos? -Mail se acercó a su hijo y le abrazó -¿Todo bien?
-Los abuelos estarán ahora adentrándose en la aldea -Lucien miró a su padre y después a Clere que reía abrazando a su madre y sus hermanas -Lo estará. Estará mas que bien
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