Capitulo 12: Enemigos
Movió su cabeza, acomodándola sobre la suave almohada, su mano se movió sobre la suave piel a su lado, abrazándose mas a...
Abrió los ojos y vio a Bhean. La loba estaba tumbada a su lado, siendo abrazada por ella como si fuera un peluche. Frunció el ceño incorporándose levemente y entonces el animal abrió los ojos, mirandola.
Sonrió levemente y acaricio su suave pelo.
-Sabes estoy pensando seriamente en llevarte conmigo cuando me vaya -guiñó un ojo a la loba y la observo estirarse y tras levantarse, marcharse tranquilamente. Después de ver como desaparecía en el bosque, se giró hacia el lado, apoyando el brazo en el suelo y entonces su mirada se cruzó con la de él.
Kurgan MacCarty estaba a unos metros de ella, apoyado en el tronco de un árbol, observándola.
Se quedaron mirándose por unos minutos, hasta que ella frunció el ceño, mirando a su alrededor, siendo consciente de que el campamento había sido recogido, que todo estaba listo para partir. Lo más probable es que su hubieran ido hace bastante tiempo si no fuera porque ella dormía. ¡Dormía! ¡Ella que siempre se había despertado en la noche! Esa noche había dormido tan plácidamente. Volvió a mirarlo, entrecerrando los ojos. Estaba sonriendo, sabía que estaba molesta porque no la había despertado, es más, juraría que no la había despertado a posta, para molestarla.
Se levantó rápidamente y tomo su chaqueta para ponérsela y se agachó a recoger sus cosas. Fue consciente de que cada paso que daba hacia ella, su cuerpo se estremecía y eso la enfadaba aun mas.
-¿Has descansado? -escuchó su voz, al tiempo que sus botas aparecían ante ella. No respondió siguió enredando las pieles sin mirarle. Y entonces él se agachó para estar a su altura, sin borrar aquella sonrisa petulante de su cara. -¿Es que tienes mal despertar mocosa?
Inspiró aire profundamente, mirándole, cerrando la boca y tras unos segundos, tomo sus cosas y se incorporó, acercándose a su caballo.
-A lo mejor estas molesta porque hizo frio anoche. ¿Tuviste frío? -la siguió sin perderse uno de sus movimientos, parándose a su lado y dando una palmada al caballo en el trasero del caballo, mientras ella guardaba las cosas. -Si me hubieras pedido que te diera calor, lo habría hecho con gusto.
-Cierra tu gigantesca bocaza y vámonos -se giró hacia él mirándole con los ojos entrecerrados.
-¿No quieres desayunar mocosa? -seguía sonriendo, pero había algo distinto en su sonrisa, o quizás era el brillo en sus ojos, o la forma en que la estaba mirando.
-¿Ahora me preguntas lo que quiero? -alzó una ceja -¿Sabes lo que quiero MacCarty? -y al ver que el inclinaba la cabeza, animándola a seguir sonrió -Un arma. -y las carcajadas de él atrajeron la mirada de todos hacia ellos, algo que hizo que Ayleen se ofuscara mas - ¿Que te hace tanta gracia idiota?
-No estoy tan loco como para darte un arma mocosa -dio un paso acercándose a ella, inclinando su rostro, acercándolo, mientras su mano se apoyaba en la silla de montar del caballo -No arriesgare la vida de mis hombres o la mía.
-¿Y si encontramos a los mercenarios que se supone que voy a hacer? -ella habló con altivez.
-Tu quédate detrás de mí, yo te protegeré -y sonriendo de nuevo, se giró y se.
-Tu eres quien tienes que protegerte de mi idiota -se giró y sus ojos se encontraron con una servilleta anudada alrededor de algo sobre la silla del caballo. Tomo el paquete y lo desenvolvió para ver pan y queso. Apretó las manos con fuerza al mismo tiempo que apretaba los dientes.
Procuró no mirarle en toda la mañana y le resulto mas difícil de lo que había pensando. Cuando le escuchaba hablar con sus hombres estaba tentada de guiar a Demonio para que se acercara y escuchar lo que decían, cuando le escucho reír quiso saber que le causaba risa. Y eso la enfadaba mas, o no. No sabía que la tenía tan furiosa, no poder acercarse y hablarle o el querer hacerlo.
-¿Se encuentra bien? -Irvin acercó su caballo a ella, mirandola.
Giró el rostro, lo miró unos segundos.
-Tu eres algo así como su consejero -No preguntaba, no necesitaba respuesta -¿Por qué no le dices que sería una buena idea darme un arma por si tengo que ayudar en un ataque?
-Porque no creo que sea una buena idea -y cuando él respondió, ella entrecerró los ojos y el la miró con tranquilidad -No creo que tengas la intención de hacer daño a ninguno de nosotros pero eres demasiado impulsiva. En el momento en que se cruce por tu cabeza escapar, te llevaras por delante a quien sea.
-¡¡Cuidado!! -Kurgan gritó, girando a su caballo hacia atrás, mirando hacia la montaña por la que estaban bajando mercenarios.
Ayleen agarró con fuerza las riendas de su caballo, obligándolo a retroceder, mientras veía las espadas en alto acercarse a ellos. Los guerreros MacGabe desenvainaron sus espadas, bajando de sus caballos, dispuestos a pelear.
Lo extraño de todo era el silencio, los mercenarios había venido en un absoluto silencio, apenas un pequeño grupo, bajando por las montañas. Entonces ella giró el rostro mirando atrás.
-¡¡Detrás!! -gritó llevando la mano a su cinto, para encontrarlo vacio -¡Mierda!
-¡¡Nos rodean!! -Kurgan gritó saltando de su caballo.
Pronto las espadas estaban chocando y el silencio había desaparecido. Los gritos inundaban el bosque mientras los guerreros luchaban por sus vidas.
Y por primera vez, por primera vez en mucho tiempo Ayleen no sabía qué hacer. Bajó de su caballo, dispuesta a encontrar un arma con la que defenderse y una fuerte mano agarro su brazo y tiro de ella.
-¡Detrás mía! -Kurgan gritó apartándola de la trayectoria de un hacha y poniéndose ante ella, luchando.
-¡No me des ordenes idiota! -Ayleen lo miró molesta -¡Lo que tienes que hacer es darme una maldita espada! -gritó, alzando la pierna para dar una patada al otro mercenario que atacaba a Kurgan -¡Me has oído!
-¡¿No ves que estoy un poco ocupado ahora mocosa?! -Kurgan se agachó, esquivando el hacha y clavó su espada en el estomago de su contrincante.
-¡Idiota! -y furiosa ella avanzo hacia dos mercenarios que estaban consiguiendo acorralar a uno de los MacGabe. -¡¡Eh!!¡¡¿Dos contra uno?!! ¡Eso es de cobardes! -se agachó esquivando la espada y le dio una patada, para después quitarle la daga de su cinto. Pero cuando se dispuso a seguir luchando, una espada se interpuso en su camino y Kurgan MacCarty golpeó al mercenario, lanzándolo contra el árbol. Por un instante se quedó mirándole hipnotizada hasta que escuchó sus gritos.
-¡No has oído lo que te he dicho! ¡¡Que te quedes detrás mío!! -Kurgan la agarro del brazo y tiró de ella, mirandola furioso.
-¡A mí no me grites MacCarty! -ella se zafó de su agarre mirándole desafiante -¡No soy uno de tus hombres para cumplir tus ordenes! -y alzó la mano con la daga y la clavo en la espalda del hombre que iba a atacar a Irvin por la espalda. Kurgan se giró y observo a su más fiel guerrero, mirando a Ayleen y asintiendo con agradecimiento.
-¡Muy bien! ¡Te daré un maldito arma! -se giró para mirarla y entonces ella le empujo, haciéndole caer contra un árbol, mientras se agachaba y tomaba uno de los escudos que había tirado en el suelo y lo alzaba, logrando para el golpe de una espada. Y antes de que Kurgan llegara hasta ellos para ayudarla, movió el escudo con rapidez, girando y golpeando al guerrero con fuerza en la cara, haciéndole caer. Después dio un paso hacia él y alzo el escudo, golpeando de nuevo su cabeza y haciéndole desvanecerse por completo. Se agachó tomo la espada de él y miró a Kurgan -Gracias, pero ya conseguí una. -y se giró para seguir peleando.
-¡Mantente cerca mía! -Kurgan la siguió ansioso, peleando.
El gritó de Irvin hizo que ambos miraran hacia el lugar por el que estaba siendo arrastrado por varios mercenarios. Ayleen no lo pensó y corrió hacia alli.
-¡¡Ayleen!! -Kurgan gritó intentando seguirla pero varios mercenarios se abalanzaron sobre él.
No necesitaba pensar mucho para saber porque querían llevarse a Irvin. Seguramente sabrían que él era el consejero de Kurgan, le torturarían, intentarían sacarle información. Una forma de llegar al Laird, de poder entrar al castillo. Y si no lo lograban, obligarían a Kurgan a pactar con ellos, pedirían algo a cambio y él como Laird no podría ceder. Irvin terminaría muerto, fuera cual fuera la opción, ese era el final.
Saltó sobre uno de los mercenarios, tirándole al suelo. Intentó clavarle la daga, pero forcejearon, hasta que logró herirle en el estomago, escuchando su grito.
-¡¡Ayleen!! ¡¡Vete!! ¡Ve con Kurgan! -Irvin gritó unos segundos antes de ser golpeado en la cabeza.
Ella se levantó dejando al guerrero herido en el suelo y corrió hacia otro, lanzándose sobre él. Haciendo que ambos cayeran al suelo, rodando colina abajo, sintiendo las piedras golpear su cuerpo y de repente, un fuerte golpe la freno.
Escuchó el sonido legando de los gritos, del acero de las espadas golpeándose. Sus ojos se entreabrieron, mientras el dolor se incrustaba en su cabeza, viendo la tierra, las rocas. Unas botas aparecieron ante sus ojos.
Poco a poco la imagen se volvió borrosa, hasta que la oscuridad comenzó a consumirla.
Pero escuchó un ultimo grito.
-¡¡Ayleen!! -Kurgan MacCarty gritaba su nombre.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro