8: Hada malvada
La biblioteca del castillo de Feoddesha contaba con decenas de estantes que llegaban hasta el techo cubiertos por libros de diferentes ciencias, desde herbología hasta la antigua historia de Feoddesha. Y es ahí donde Naefir miraba exhaustivamente sobre un escritorio de madera un libro que él mismo estaba escribiendo desde hacia algún tiempo.
El príncipe desde que era muy pequeño se interesó en la historia de su reino y su afición lo llevó a leer decenas de libros sobre aquel tema. No obstante, su curiosidad nunca terminaba de ser saciada porque aún no habían libros que contaran la historia de Feoddesha asentada en el valle Ozthäven después de que los ökrnos recibieran a las hadas. Naefir desarrolló la ambición de escribir el primer libro de historia contemporánea de Feoddesha. Para escribir el libro, Naefir tuvo que buscar en viejos archivos, entrevistar hadas aquí y allá y todo su trabajo ya estaba casi por terminar. El manuscrito era el mayor orgullo del príncipe y era lo que quería mostrarle a su hermana mayor.
Todo parecía estar en orden con el libro, o eso pensaba él hasta que vio que faltaba una fecha. Naefir comenzó a volar entre los estantes en busca de algún libro que podría usar como referencia descuidando por completo el manuscrito. Con la ausencia del príncipe, Brygwyn, quien estaba husmeando lo que su hermano hacía, se acercó al escritorio para poder ver mejor el libro.
Y aunque prometió que no lo haría, la princesa pensó que si echaba un vistazo sin que nadie se diera cuenta, no iba a pasar nada. La curiosidad de la pequeña hada la llevó a pasar de página en página, sin saber que Naefir no estaba tan lejos como ella pensaba. Él regresó con un libro gordo entre sus manos y para su sorpresa no era Daewenys quien veía el resultado de su esfuerzo.
—¡Brygwyn, ¿qué estás haciendo aquí?!
La princesa se asustó al escuchar la voz enojada de su hermano haciendo que su mano chocara contra un tintero lleno de tinta negra que se derramó sobre el libro que tanto esfuerzo le costó a Naefir en escribir.
El príncipe soltó el libro de sus manos al ver la tinta cubrir páginas de su manuscrito. La princesa también se dio cuenta que no fue buena idea escabullirse dentro de la biblioteca. De inmediato al ver la cara de su hermano supo que tenía que huir.
—¡BRYGWYN! —gritó Naefir.
La princesa estiró sus alas y salió volando de la biblioteca al ver que su hermano comenzó a volar hacía ella. Por los pasillos, la pequeña escuchaba la voz de su hermano llamando su nombre. El miedo la hizo volar sin realmente saber adónde iba y sin fijarse que se estaba acorralando en un pasillo sin salida con una antorcha colgada al final de éste.
Brygwyn chocó de cara contra la antorcha, haciéndola caer. Desde el suelo pudo ver que la antorcha estaba estaba torcida y no sintió el calor. Aquella no era un antorcha normal porque podía moverse y no emitía calor.
—¡BRYGWYN! —volvió a gritar Naefir.
El heredero del trono de Feoddesha se estaba acercando. El miedo la hizo mover más la antorcha haciendo que la pared que estaba frente a ella se abriera revelando unas escaleras que iban hacía abajo. La necesidad de esconderse la hizo bajar por las escaleras mientras que la pared se cerraba tras ella.
Las escaleras llevaron a la princesa hasta una polvorienta habitación envuelta en penumbras. Las paredes estaban hechas de roca, nada qué ver con la arquitectura de los pisos superiores del castillo. En medio de la habitación se encontraba un haz de brillante luz azul en la que flotaba una joya de un color similar al de una amatista, con el tamaño de una manzana y la forma deforme a la de un huevo.
Brygwyn se quedó mirando alrededor, nunca había estado en esa habitación antes, era como si se tratase de una habitación secreta. La joya flotante fue lo que más le llamó la atención e inevitablemente se acercó a ella y la tocó. Un ligero toque con su dedo índice derecho fue suficiente para desatar el caos y que la primera parte de la visión de Daewenys se cumpliera. La joya comenzó a romperse emitiendo un brillo violeta resplandeciente que fue aumentando conforme la joya se iba agrietando más. La pequeña retrocedió y se cubrió los ojos con los brazos cuando la habitación fue iluminada completamente por la luz violeta.
Cuando la luz desapareció, la princesa descubrió sus ojos sólo para ver que otra hada se encontraba frente a ella. Era una mujer de tez morena y edad avanzada, iba vestida de negro y su cabello oscuro era tan largo que casi podía pisarlo. Sus ojos verdes miraron a la pequeña que la había liberado de la Piedra Castigadora.
—¿Quién eres? —inquirió Brygwyn.
—Me ofende un poco que no sepas quién soy, querida, pero lo dejaré pasar porque gracias a ti soy finalmente libre.
Entonces se escuchó que la pared que daba paso a aquella habitación se abría nuevamente y comenzaron a escucharse pasos y voces.
—Creo que es hora de irme —anunció la misteriosa hada vestida de negro.
Extendió su mano izquierda hacía arriba y una rayo anaranjado salió de su palma para estrellarse contra el suelo y causar un gran escandalo. Un gran agujero se creó y la luz exterior se filtro dentro de la habitación. Con la ayuda sus alas, la misteriosa hada se escapó volando.
Los pasos sonaron más apresurados y dos segundo más tarde el rey Ronorin, la reina Miarel y la princesa Daewenys entraron a la habitación y vieron que la Piedra Castigadora no estaba y el gran hueco en el techo.
—¡¿Qué estás haciendo aquí, Brygwyn?! —exclamó la reina de las hadas.
—No estoy segura, entré y toqué una piedra flotante, luego esa luz violeta llenó la habitación y de repente apareció una anciana que se fue volando.
—Hemos llegado tarde —lamentó Ronorin.
—Presiento que estoy en problemas —dijo la menor.
—¡No tienes ni idea! —vociferó Miarel tomando a su hija del brazo para llevársela escaleras arriba.
—¿Qué hacemos ahora, padre? —cuestionó Daewenys.
—Como reina de Ogrëdge, debes regresar con Daron y advertirle del peligro que corre él y el resto de ökrnos.
La reina de Ogrëdge asintió.
—Ten cuidado, hija mía.
—Ustedes también.
Y Daewenys salió volando por donde la misteriosa hada escapó de regreso con Ogrëdge con terrible noticias para el reino.
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