Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7: Feoddesha

Daewenys entró en el comedor. Los trabajadores del castillo estaban poniendo sobre la larga mesa deliciosos manjares que pronto serían degustados por la familia real de Feoddesha. Todos al ver a la princesa hicieron una reverencia antes de seguir con sus ocupaciones pero una de las hadas no se limitó a sólo mirar. 

Se trataba de la señora Maüdie, una de las cocineras del castillo. Siempre se ha caracterizado por su gordura y su cabello dorado. Ya llevaba varios años trabajando para la familia real, así que vio crecer a Daewenys y a sus hermanos y les tiene un especial cariño a todos ellos.

—Daewenys, qué alegría verte de nuevo —sonrió.

La señora Maüdie es la única que respeta la decisión de Daewenys de no llamarla "princesa", "Su Alteza", "Majestad" o "reina". 

—También es un gusto verla, Maüdie —replicó la princesa tomando a la vieja cocinera de las manos—. ¿Cómo está?

—Mírame, estoy perfecta, como siempre.

Daewnys rio.

—¿Cómo está todo en Ogrëdge? 

—Todo va de maravilla.

—Me da gusto escuchar eso —asintió Maüdie—. Estoy segura que al rey y a la reina les encantará verte.

Daewenys no pudo evitar pensar lo contrario porque no venía precisamente a tener un almuerzo con sus padres, probablemente los alarmaría saber que tuvo otra visión que apuntaba a que la paz sería perturbada de nuevo. La última vez que Daewenys tuvo una visión fue instantes después de que Daron le propusiera matrimonio. En su visión vio la batalla entre ökrnos y tröllitus que terminó en la muerte de los dos reyes. Las hadas no intervinieron en aquel evento, pero Daewenys temía que si su visión se cumplía la paz entre hadas, ökrnos y tröllitus correría peligro.

—Por favor, siéntate donde quieras —invitó la cocinera.

—Gracias.

La princesa tomó asiento mientras que los cocineros terminaban de poner la mesa cerciorándose de que estuviera presentable para cuando el rey Ronorin, la reina Miarel, el príncipe Naefir y la princesa Brygwyn llegaran.

Los audibles bostezos de la pequeña delataron la llegada de la familia real al comedor. Todos se quedaron sorprendidos de ver a Daewenys sentada sin siquiera haber avisado que llegaría a desayunar con ellos. La primera en ir a saludarla fue Brygwyn, con los brazos abiertos, la pequeña corrió hacía su hermana mayor quien se levantó para recibir el abrazo. Los reyes de Feoddesha fueron los siguientes en abrazar a su hija.

—¡Qué grata sorpresa, hija! —exclamó Ronorin.

—¿Por qué no nos dijiste que venías? —dijo Miarel—. Hubiéramos preparado algo especial.

—Madre, no necesito de nada especial, con poder verlos es más que suficiente. Pero en realidad, necesito hablar con ustedes urgentemente, a solas.

—Por supuesto, querida, pero tendrá que ser después del desayuno, si no te importa —manifestó el rey de las hadas saboreando los platos que se encontraba sobre la mesa.

—Claro.

Los reyes y la princesa tomaron asiento mientras que los dos hermanos mayores se encontraron.

—Reina Daewenys —saludó Naefir con una reverencia.

—¡Ven aquí, tonto! —abrazó Daewenys a su hermano.

Naefir no esperaba esa muestra de afecto, pero de pronto un calidez que lo reconfortó y le devolvió el abrazo a su hermana.

 —Qué bueno que estás aquí, Daewenys. También me gustaría conversar contigo sobre algo.

—De acuerdo, después de hablar con nuestros padres podemos conversar todo lo que quieras.

Naefir sonrió, lo cual no es muy común en él, normalmente suele tener un semblante serio o irritado cuando se trata de su hermana pequeña.

Daewenys y Naefir se sentaron para comenzar a desayunar. La conversación de la familia real giró entorno a cómo iban las cosas en Ogrëdge y en Feoddesha con algunas intervenciones graciosas por parte de la princesa Brygwyn y los regaños de Naefir hacía la pequeña. Puede que Daewenys ya no viva en el reino flotante, pero era como si nada hubiera cambiado en esa familia.

La comida se fue acabando poco a poco hasta que los reyes y los príncipes se negaron a probar un bocado más. Los cocineros se encargaron de levantar los platos sucios, las copas usadas y los cubiertos para dejar la mesa y el comedor impecable nuevamente.

—Me siento satisfecho —manifestó el rey Ronorin—. Ahora dime, hija, ¿qué es eso de lo que querías hablarnos?

—Mejor hablemos en un lugar más privado —solicitó la princesa de la hadas.

—Por supuesto —accedió su padre—. ¿El salón del trono te parece apropiado?

—Perfecto, pero adelántense ustedes, tengo que preguntarle algo a Naefir.

Ronorin y Miarel se levantaron y salieron del comedor. 

—¿Dónde quieres que nos reunamos? —preguntó Daewenys.

—En la biblioteca, te quiero mostrar algo en lo que he estado trabajando —replicó Naefir con un deje de emoción en su voz.

—¿También puedo ir? —intervino la menor—. Naefir nunca me deja ver lo que está haciendo.

—No, Brygwyn, no puedes, son cosas de adultos —negó el príncipe con aspereza.

—¡Pero si ya soy mayor! —exclamó la pequeña.

—Entiendo que tengas curiosidad, Brygwyn —habló la hermana mayor con gentileza—, pero tienes que respetar la privacidad de los demás. Si te portas bien, te prometo que jugaré contigo más tarde, ¿qué te parece?

—¡Bien, seré buena, lo prometo! 

Y la niña salió volante velozmente del comedor con una sonrisa en su rostro.

—Gracias por eso —agradeció Naefir.

—No seas tan duro con ella, ¿sí?, ella sólo quiere la atención y el afecto de su hermano mayor —explicó Daewenys levantándose de su asiento—. No puedo esperar a ver lo que quieres enseñarme.

Daewenys caminó hasta el salón del trono donde sus padres la esperaban. Los guardias que normalmente se posicionan fuera no estaban, al parecer el rey Ronorin les pidió que se retiraran de sus puestos temporalmente.

—¿Por qué tanto misterio, hija? —inquirió la reina—, ¿no será que estás embarazada?

—¡Nada de eso, madre! —negó rotundamente la princesa.

—¿Entonces?

—Tuve otra visión, hace más de un año que no tenía una —lamentó Daewenys—. Tiene que ver con la Piedra Castigadora.

—¡No puede ser posible! —gritó Ronorin—. ¡Nunca hemos tenido un incidente con ella!

—Lo sé, padre, pero en mi visión vi cómo se rompía y estoy preocupada de las consecuencias que habrán en Ogrëdge y con los tröllitus.

—Podría ser el fin de la paz entre nuestros reinos —comentó Miarel con la preocupación de que realmente fuera a suceder.

—No lo será —dijo el rey—, no si hacemos algo al respecto. Tendremos que usar algún conjuro y resguardarla en otro lugar antes de que Lami...

—¡No digas su nombre! —interrumpió la reina, escandalizada—. Si vamos a hacer algo, hay que hacerlo ahora.

El tiempo era crucial para evitar la catástrofe que se avecinaba, sin saber que ya no disponían de él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro