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REPASO DE LA SITUACIÓN
Durante el camino, hemos corrido muchos peligros, hemos encontrado un código "58.042" pero aún no sabemos para que sirve. Tenemos un tiempo limitado para salvar al bosque y hemos descubierto una flecha de plumas moradas con el don de matar a los árboles. Además, también hemos encontrado un libro antiguo que nos dice a que nos enfrentamos... Y el poder que tiene.
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El sabio se acercó a nosotros al ver nuestras caras de preocupación.
—Eso es un Grize —Dijo el sabio— Hacía bastante que no veía uno de esos.
Un Grize era una especie de monstruo de grandes ojos amarillos, que no suele acercarse a la sociedad ni a ningún punto de vivienda y que puede ser controlado por otra persona.
—"Los Grizes pueden estar controlados por otras personas o incluso otro animal con capacidad de domarlo, a esta persona le llaman Kala." —Leyó Ainhara del libro.
Leí un poco por mi cuenta.
—Pone que tiene ojos grandes y amarillos... —Dije.
El sabio y Gerio no entendían, pero los demás si que lo entendíamos...
—Creo que tenemos que deciros algo... —Dijo Gema.
—Adelante —Dijo Gerio.
—Antes... Creemos que vimos por la ventana un Grize —Dijo Tir un tanto nervioso.
—¡Un Grize! -Dijo el sabio soltando algo que tenía en la mano, era la primera vez que le veíamos tan alterado.
A una especie de caja de oro cayó el bote que tenía el sabio en la mano.
Eso era una especie de caja que usaba como caldero.
—Debemos huir de aquí —Dijo el sabio.
—¿Porque? —Preguntó Gerio.
—Si un Grize se acerca a cualquier tipo de vivienda, significa que alguien o algo lo domina... Y si ha venido aquí, es porque se lo han indicado... —Dijo—. No puede ser casualidad.
Nos estábamos poniendo muy nerviosos.
—Entonces... ¿Alguien nos está vigilando? —Pregunté pálida.
-Desde luego, al menos no habéis visto nada más raro como enormes criaturas, animales salvajes ni nada por el estilo -Dijo el sabio aliviado- Vamos, tenemos que empezar a movernos, tendremos dos días para escapar del Grize.
Nos miramos aturdidos. Si que habíamos visto grandes criaturas como era el caso del búho, y también habíamos visto al grupo de lobos.
El sabio estaba junto a la caja de oro removiendo el contenido.
—Ahora le echaré la flor —Dijo cogiendo algo de un botecito— Es poco, pero espero que valga.
Nosotros nos mirábamos. ¿Quien se lo diría? Gerio había vuelto a la parte principal de la casa para recoger un poco el comedor.
—Señor... —Empezó Ainhara.
—Dime —Dijo el sabio aún removiendo el contenido amarillo de la cajita.
—Creo que no le hemos contado toda la historia... —Dijo Ainhara entre un susurro.
—Contadme, me gustan las historias —Dijo señalando todos los libros de su alrededor.
—Bueno... Si nos hemos encontrado alguna otra criatura —Dijo Tir.
El sabio paró de remover. En ese mismo instante entró Gerio.
—¿Que pasa? ¿Porque esas caras? -Preguntó extrañado.
Entonces empezamos a contarles toda la historia, sin ningún detalle en falta. Nos íbamos turnando, todos no nos acordábamos de todos los detalles a la perfección.
—Y por eso se lo hemos dicho... —Dije como final.
Hubo un gran silencio, en realidad duró poco, pero se nos hizo eterno.
—¿Que tipo de criaturas? —Preguntó Gerio.
El sabio se dirigió a una estantería y buscó un libro en concreto.
"Criaturas peligrosas", era su nombre.
-Buscad aquí las criaturas, si es el caso, no tendremos dos días, tendremos como mucho hasta la mañana por la mañana -Dijo el sabio sentándose en un sillón.
Zac cogió el libro y Gema iba pasando las páginas.
—¿Se parecía a esto? —Pregunté en un momento, trás pasar un par de páginas.
—No, recordad que era más grande y parecía un búho —Dijo Ainhara.
Seguimos pasando páginas y encontramos una tal criatura llamada Owlse.
—Creo que era está... —Dijo Tir leyendo la información que ponía en el borde.
Zac le pasó el libro y leyó en voz alta. También era para que el sabio y Gerio estuvieran al tanto.
—" Owlse, criatura grande, fuerte y rápida, aunque ligera y ágil. Esta especie de animal mítico habita en las zonas de baja montaña, normalmente en montaña nevada. Sus refugios/cuevas suelen estar ocultas entre la nieve, por lo que la persona que encuentre alguna de estas cuevas puede ser muy afortunada o desafortunada, ya que nunca se ha registrado ningún caso en el que alguna persona, ni animal haya entrado y haya salido de allí, excepto la enorme criatura. No se sabe si el interior es maravilloso o puede llegar a causar la muerte, ya que no se sabe si la gente se queda o se ve obligada a quedarse" —Leyó Tir, pero a cada palabra que decía más se le atragantaban las palabras.
Todos estábamos atacados en ese momento, mi corazón iba a mil por hora.
El sabio no parecía estar mejor.
—Un Owlse... —Dijo aún sentado.
Cerramos el libro con un sonoro golpe, de lo pesado que era.
—¡Un Owlse...! —Dijo el sabio cada vez más atacado.
Se levantó de un salto del sillón y abrió un botecito, metió en él el contenido de la especie de caldero y nos la dió.
—Esa es la poción, cógela —Me la puso en la mano—. Nos vamos mañana por la mañana, recoged todo.
—Pero... —Dijo Gerio.
—¡No podemos seguir aquí, es muy peligroso! —Dijo el sabio—. Por lo menos aún no han llegado los lobos... ¡Menos mal!
Nos miró. Nuestras caras no expresaban nada bueno.
—¡¿En serio?! —Preguntó alterado—. Vaya suerte que tenemos.
Metí el bote en mi bolso. Allí encontré también el reloj de arena. Lo saqué, quedaba más de la mitad, pero el tiempo pasaba rápido.
—¿Que son esos lobos? —Preguntó Zac.
—Lobos alfa —Dijo el sabio—. Si ellos están aquí, el dueño del Grize está más que cerca.
—¿A dónde iremos, bisabuelo? —Preguntó Gerio preocupado.
—Podemos ir al pueblo más cercano, o más lejano, según la situación —Dijo—. Os lo repito, partimos por la mañana.
Empezamos a salir de la sala en silencio, pero mi cabeza no paraba porque...
~ Estábamos en un grave peligro.
~ Habían montones de criaturas acechando.
~ ¿Dónde estaría ese pueblo?
~ ¿Porque el reloj de arena iba tan rápido?
~ ¿Porque esto estaba siendo tan complicado?
~ El bote, ¿dónde debíamos echarlo?
Mi cabeza no paraba de dar vueltas y vueltas, hasta que la voz del sabio me devolvió a la realidad.
—Pasareis la noche aquí —Dijo.
No me había dado cuenta de que mientras pensaba, habíamos recorrido media casa. Habíamos subido un tramo de escaleras y el sabio acababa de abrir una puerta de madera de roble.
La habitación tenía tres colchones. Las paredes estaban decoradas con montones de cuadros de hermosos paisajes nevados, y habia una ventana con marco blanco que daba al exterior.
—Andaros con mil ojos —Nos dijo.
—Pasaré la noche con ellos —Dijo Gerio entrando en la habitación.
El sabio cerró la puerta y nos quedamos dentro, sin saber que decir.
—Deberíamos de dormir por turnos, así al menos sabemos que nada nos atacará por la noche —Dijo Gema.
Todos de acuerdo nos dividimos en dos partes.
_Gema, Tir y Zac dormirían a la vez.
_Ainhara, Gerio y yo haríamos el primer turno.
—Nos cambiaremos cada hora —Dijo Gerio.
Obviamente FF, Midawal y Pon Pon no harían vigilancia.
Empezamos la tarea, estábamos todos intranquilos y hasta que no pasó una media hora, no sentíamos la respiración de los demás...
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Mientras en el primer pueblo en el que estuvimos...
Hacía un día un poco nublado, pero eso no disgustaba a las gentes de ese pueblo.
Las últimas semanas la posada de Igur estaba repleta, estaba yendo bien el negocio.
Igur se asomó a la ventana, observando como las nubes se movían a un ritmo despacio pero constante.
Todo estaba tranquilo. Decidió ir a hacer unas compras a la plaza central del pueblo. Abrió la puerta de la posada y salió, no antes de poner un cartel en el mostrador como en la puerta de que salia un rato.
Pasó calles y calles y llegó al centro, el sabio estaba subido a una especie de escenario y hablaba preocupado.
—Como todos sabemos, ya que un grupo de viajeros nos informó, el pueblo estaba en peligro. Lo que no sabíamos es cuanto tardaría en llegar, y esta cerquísima —Dijo el sabio con pesadez en la voz—. Por eso, solo nos quedan dos opciones, velar por nuestro pueblo, o escapar como gallinas sin cabeza.
Algunos ciudadanos tenían cara de preocupados y probablemente ganas de escapar, pero la gran mayoría del pueblo decidió proteger su hogar.
—Pues decidido —Dijo el sabio con gesto resuelto—. El peligro llegará al amanecer, descansad y preparaos para esta guerra.
Todos se fueron a sus casas, algunos iban decidimos a hacer el equipaje, por si acaso. En cambio, los que amaban su hogar con muchísimas ganas, lucharían.
Igur se fue hacia la posada, sin sus compras y con un temor horrible en el pecho. ¿Y si no podían con ellos?
Después de tanto tiempo, se acordó fuertemente de sus amigos, Tir, Gema, Nerea y Ainhara. ¿Que habría sido de ellos? Él no lo sabía, pero lucharía por el pueblo.
Igur esperó a que todos los huéspedes de la posada fueran llegando, y cuando al fin entró el último por la puerta, Igur cerró con llave y se metió en la trastienda, o lo que en otras palabras, sería su habitación. La habitación tenía una única cama, una lamparita sobre una pequeña mesa tallada en bambú y una cómoda del mismo material, pero más amarillento. En las paredes habían varios cuadros y fotos, por ejemplo el primer día que Igur abrió la posada.
Todos esos recuerdos revoloteaban en su mente como mariposas despreocupadas hasta que se durmió.
Alguna gente del pueblo no llegó a dormir aquella noche, tal vez fuera el temor a perder al amanecer, o tal vez, simplemente el miedo a que el peligro llegase antes de tiempo...
Al final, el sabio calculó bien el tiempo, todo el mundo amaneció esa mañana, nada había cambiado, solo que la preocupación en el interior de las personas incrementaba a cada paso que daban para llegar a la plaza. Eran las 6 de la mañana, y los enemigos llegarían aproximadamente a las 7 u 8 de la mañana.
En la plaza iniciaron un plan:
•Los hombres y mujeres más fuertes estarían en primera fila.
•Los habitantes buenos con el arco estarían en el punto más alto de la ciudad, que eran los tejados de las casas más alejadas.
•Los niños estarían escondidos en una casa bastante grande de la zona más alejada del pueblo.
•Los ancianos y ancianas que pudieran combatir estarían trás un pequeño muro cargados con una especie de tirachinas muy potentes y bastante más grandes de lo habitual.
•Cada uno podría elegir donde estar, solamente los dos primeros puntos del plan.
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—¿Quien irá por cada lado? —Preguntó el sabio.
Alguna gente quiso estar en primera fila, y otra, decidió estar tras el arco.
Igur eligió ser uno de los del arco, porque se sentía más seguro y además le recordaba a Ainhara, la experta con el arco.
En ese momento le vino una fuerte añoranza, pero la tuvo que dejar atrás, porque ya estaba tras su arco y el sabio, que se había subido a una alta torre de vigilancia estaba avisando de que el enemigo llegaba, armado, montado en caballos, con capuchas negras y que eran muchísimos más que ellos...
Se prepararon, los que se habían puesto los primeros se armaron de valor, aquella zona estaba formada sobre todo por hombres, pero también habían bastantes mujeres dispuestas a luchar.
Igur, desde donde estaba, comenzaba a avistar un poco al enemigo, algunos llevaban palos con fuego en las manos, estaban dispuestos a quemar la ciudad. A la cabeza iba uno, unos metros más adelantados, con un caballo negro como el carbón y una capucha que no dejaba que se le viera el rostro. Estaba empezando a salir el sol poco a poco, y cuando el enemigo ya estaba cerca de las puertas de la ciudad, ¡se abalanzaron sobre los primeros!
¡Gracias por leer! 💋
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