[5] (Especial)
Buenos días, tardes o noches, este capítulo va a ser relatado por mí, pero desde el punto de vista de Gema. Pronto es un día especial para ella y me apetece mucho hacerlo.
—58.042 —Gritó mi hermana.
No sé desbloqueó, siguieron en su sitio. Alrededor de FF. La situación era bastante horrible, no sabía cómo reaccionar.
—Intentaré hablar con ellos —Dije.
Me acerqué cautelosa a uno de ellos, tenía los ojos azules y era de un color gris oscuro, casi negro. Me miraba directamente a los ojos, estos me imponían, pero me intenté comunicar con él.
Intentando comunicarme...
Por si no sabías aún, yo al comunicarme con cualquier animal, aparecía en cualquier otra parte, excepto el lugar donde me encontraba.
Todo el mundo me veía allí, junto a ellos, pero mi mente y la del animal viajabamos al lugar del último. Suele ser una madriguera o cueva, pero esta vez había algo diferente.
Miré hacia delante, allí aún estaba el lobo, imponente. Sus grandes y potentes ojos azules seguían mirandome.
Dirigí la mirada hacia otra parte, esta vez no me encontraba en algún lugar típico como una cueva, me encontraba frente a un gran árbol nevado que tenía un hueco en el interior.
El árbol parecía tener muchísimos años, incluso siglos, y estaba nevado. Algo en él resaltaba aparte de su gran altura y tamaño, sus hojas estaban cubiertas de un verde intenso. Aquella parte del bosque no debía de haber sido atacada aún, debía estar más al norte de nosotros.
Aunque la nieve cubriese buena parte de la superficie del tronco del árbol centenario, pude ver qué el tronco estaba cubierto de grietas.
Observé mejor mi alrededor, algo fallaba en aquel árbol. Al mirar con atención caí en un detalle, el árbol, probablemente el más antiguo de todo el bosque, estaba cayendo enfermo.
Mis amigas y yo los hubiésemos marcado, pero no tenemos una cura.
De repente me acordé de que debíamos buscar hojas de Grill, yo las había visto alguna vez, eran unas hojas amarillas con toques blancos en los bordes, la hoja era de bordes dentados y soltaba pequeñas chispas por el aire.
Yo estaba inmersa en mis pensamientos hasta que dirigí la mirada al suelo y mis ojos se volvieron a encontrar con los del lobo, seguía mirándome fijamente, y no nos habíamos movido ninguno de los dos en todo el rato.
—Sigueme —Me dijo una voz melodiosa, parecía la brisa del viento.
Me giré, la voz provenía de detrás de mí, al escuchar la voz, pude ver por el rabillo del ojos, que el lobo se puso a la defensiva, agachó la cabeza y levantó el rabo. Enseñaba los dientes y lo oía respirar fuertemente trás de mí.
Me volví hacia el lobo, y por sorpresa comprendí que no estaba gruñendome a mí, sino en la dirección a la voz.
Esperamos durante unos minutos que pasaría. 1 minuto, 2 minutos... Estaba claro que la voz no volvería.
De repente, una luz que iba como un trueno me sorprendió al salir de entre la copa de unos árboles. Creo viento e hizo que mi pelo y ropa se moviese.
—Sigueme —Dijo de nuevo.
El lobo se puso en tensión. Por la descripción que me dió mi hermana, pude intuir que era la luz que le atormentaba en sueños.
Llevaba algo en la mano.
El lobo volvió a su posición inicial, frente al árbol, y la luz hacia el bosque. Yo estaba en el medio, entendí lo que pasaba, debía de elegir entre seguir a la luz o prestar atención al lobo.
—No puedo elegir... —Dije.
Al hablar de nuevo, me percaté de que tenía muchísimo frío, ya que el baho que salió de mí me lo indicaba.
El lobo se sentó impaciente, y la luz seguía allí, a la altura de mi cabeza, tentandome a ir.
Si seguía a la luz, dejaría en paz a mi hermana, pero si no seguía al lobo, probablemente la vida del zorrito estaría en peligro. Debía elegir rápido.
Trás un rato de reflexión me incliné por la opción del lobo, la luz no ponía en peligro a nadie.
—Me voy con el lobo —Dije.
La luz se me acercó y brilló intensamente. Al instante sentí tentación por seguir a la luz, pero sabía que no debía, debía de ser fuerte, la luz me estaba haciendo algo.
Miré arriba y ví que sobre mi cabeza caían chispitas brillantes, me estaba obligando con una especie de magia.
Instantáneamente me alejé, la luz se alejó también.
—No puedo ir contigo, la vida de FF está en peligro —Le dije a la luz como explicación.
La luz brilló más, pero no le hize caso, me giré hacia el lobo y avancé.
El lobo seguía mirándome, pero se ve que entendió mis intenciones y se metió en el árbol, me estaba guiando.
Empecé a correr detrás y justo cuando iba a desaparecer por el inmenso tronco, miré a la luz, ya no estaba.
Pensando si habría hecho lo correcto observé el interior del tronco. Era más grande de lo que parecía, además, también se podía subir por unas escaleras. En el centro de la estancia habían restos de comida y algunas hojas amontonadas.
El lobo comenzó a subir sin siquiera esperarme y de repente lo escuché, el lobo me llamaba. Pero no con voz, sino mentalmente. Corrí en su dirección y empece a subir las cuidadas escaleras de madera natural. En las paredes habían algunos dibujos del gran árbol, los lobos no podían haberlas hecho.
Llegué al piso de arriba guiada por el lobo, nada más entrar en la luminosa sala, me encontré cara a cara con un chico. No tenía claridad, era una figura de luz y hojas. No tenía una forma determinada, pero pude intuir que intentaba comunicarse. El lobo se sentó en una esquina de la habitación y siguió mirándome impactante.
No sé cómo explicar lo que sentí en ese momento, pero mentalmente, la figura se comunicaba conmigo.
—Coge esto...—Dijo una voz lejana.
Me tendió un reloj de arena.
Lo cogí, como me dijo.
—No lo pierdas de vista, ese reloj indica el tiempo que tienes para salvar el bosque, tú y tus amigos —Dijo.
—¿Cómo? ¿Quien eres? —Dije.
—Da igual quien sea, salvad el bosque —Dijo la figura.
Al instante todo se volvió oscuro, como todas las comunicaciones que tengo con los animales, así finalizan.
Fuera de la comunicación.
Allí me encontraba, de nuevo en el bosque helado, FF estaba bien, los lobos se habían marchado.
—¡Bien! —Gritó Nerea.
—¡Lo has salvado! —Dijo Tir.
Yo nunca le he contado nunca a ninguna nada sobre mis comunicaciones, para no complicarles la vida, pero se lo debo de contar.
—Abre tu bolso —Le dije a Nerea—. Hazme caso.
Abrió el bolso exhausta y sacó el reloj de arena.
—¿Cómo? —Preguntó.
Ainhara me miró y me preguntó sobre el asunto, obviamente les conté todo, desde la nueva aparición de la luz hasta la figura del segundo piso del tronco...
—¡¿Porque no nos lo has dicho antes?! —Preguntó Ainhara maravillada.
En cambio, mi hermana observaba el reloj con atención.
—¿Esto es lo que le queda de vida al bosque? —Dijo pálida—. Queda menos de la mitad...
—Es cierto —Dijo Tir.
—Debemos de encontrar las hojas Grill cuanto antes —Dije.
Empezamos a buscar de nuevo las hojas y trás un buen rato, oí un grito de auxilio.
_Ayuda por favor —Gritó alguien desconocido.
Seguimos los gritos y nos encontramos ante un enorme y profundo agujero.
—¿Hay alguien ahí? —Preguntó Ainhara.
Esperamos un momento.
—Sí, por favor, sacadme —Dijo.
La voz parecía la de un joven.
—¿Cómo lo sacamos? —Pregunté.
Nerea rebuscó algo en su bolsa. Al instante sacó una especie de cuerda, que recuerdos me trae, estuvimos las tres haciéndola durante días.
La cogí y la estiré, era muy resistente, la colamos por el agujero y cogimos un extremo.
—¿Llega la cuerda? —Preguntó Ainhara al chico.
—Sí —Se oyó.
De repente notamos como alguien se subía a la cuerda y comenzamos a tirar hacia arriba. Estaba muy profundo, y a veces se nos cansaban las manos.
Un rato después...
-Muchisimas gracias -Dijo el joven dándonos la mano, estaba despeinado y lleno de manchas de barro y hierba.
Pude observar que llevaba un botecito colgado del cuello.
—No se cuento tiempo llevo ahí abajo —Continuó el chico.
—¿Cómo te llamas? —Le preguntó Ainhara.
—Soy Zac —Dijo—. encantado, y vosotros sois...
—Yo soy Gema —Dije.
—Yo Tir, y estás son Nerea y Ainhara —Dijo nuestro amigo.
De repente llegó un viento gélido que hizo que nos estremecieramos. Los animalitos, estaban todos acurrucados uno pegado al otro a causa del frío.
—¿Que te trae por aquí? —Preguntó mi hermana limpiándo la nieve que habían caído sobre sus gafas.
—No sé si lo sabréis, pero vengo en busca de respuestas, ¡nuestro bosque está muriendo! —Exclamó Zac abatido.
—Sí, lo sabemos, por eso estamos aquí también —Dijo Ainhara.
Otra ráfaga de viento nos alcanzó.
—Deberíamos de volver a la cabaña del sabio —Dijo Tir intentado entrar en calor con los brazos.
Todos de acuerdo decidimos volver hacia la cabaña. Por el camino, yo no paraba de fijarme en el botecito que tenía Zac en el cuello, el contenido de dentro eran unas chispitas amarillas y blancas que brillaban intensamente.
Nerea nos iba iluminando el camino con su lamparita.
—¿Seguro que vamos por el camino correcto? —Pregunté pasado un rato.
—La cabaña debería de estar por aquí cerca —Dijo Ainhara mirando a su alrededor.
—Mirad, hay huellas, capaz Gerio había salido a buscarnos —Dijo Tir señalando unas huellas en el suelo, al hablar, el calor salía por su boca.
Cada vez hacía más frío, y ya estaba anocheciendo.
Seguimos las huellas un rato, hasta que estás dejaron de ser huellas de botas, ahora habían otros tipos de huellas. Eran mucho más pequeñas, me agaché y las observé con atención.
—Estas huellas son de...
—¿De que? —Preguntó Zac.
Al darme cuenta palidecí, eso eran huellas de algún animal.
—Estas huellas no las conozco... —Dije.
—¿Estás diciendo que estamos cerca de alguien que se transforma en animal y que además no sabes de qué animal es? —Preguntó Ainhara.
—Gema... —Dijo Nerea.
Yo asentí, y por primera vez desde que estamos allí, sentí un mal presentimiento, algo malo se acercaba, pero no sabía el que.
—¿Vosotros escucháis eso? —Preguntó Zac.
Nos callamos y paramos de caminar un momento, no se escuchaba nada más aparte del movimiento de las hojas de los pocos pinos que habían cerca.
—No será nada —Dijo Tir.
Seguimos caminando, ahora el ruido de nuestras pisadas se unieron también a la sinfonía de sonidos del bosque. Cada vez que dábamos un paso mi mal presentimiento crecía.
—Creo que deberíamos ir por otro lado —Dije—. Tengo un mal presentimiento.
—Tienes razón, yo creo que vinimos por allí —Dijo Ainhara señalando hacía la izquierda.
Aún así seguimos por dónde íbamos y un rato después escuchamos un ruido sordo. Alguno de nosotros había resbalado.
—¡Ay! —Exclamó mi hermana.
Estaba claro que había sido ella, la luz se había caído al suelo e iluminaba un hermoso lago helado.
Ainhara le ayudó a levantarse.
—¡Que golpe! —Dijo Tir.
Zac llevaba un rato callado.
—Creo que por aquí vamos mal, insisto —Dijo este último.
—Yo digo lo mismo —Dije—. Encuentro algo raro en este camino.
Seguimos caminando y cada vez era más de noche, hacía luna llena y el cielo estaba despejado y lleno de estrellas.
—¿Qu - que- que es eso? —Preguntó Ainhara señalando la copa de uno de los pinos cubiertos de nieve, la luna estaba justo detrás.
Nos giramos.
Al instante sentí como el corazón se me aceleraba...
Había una gran figura oscura sobre la copa del árbol, y gracias a la luna no veíamos ninguna característica de ella.
Desplegó las alas, era una especie de pájaro o búho, por la forma del cuerpo.
Nuestro instinto nos hizo quedarnos quietos, normalmente los búhos van trás de tí si te mueves.
Esperamos con una mueca de terror llenándonos la cara. Teníamos los ojos bien abiertos e intentábamos hacer el mínimo ruido posible.
Solo se oía nuestra respiración, era como si todo el bosque se hubiese silenciado por ese momento.
El animal seguía con las alas desplegadas, enseñándonos que era mucho más grande y probablemente fuerte que nosotros.
Con un movimiento rápido y veloz el animal, 3 veces más grande que nosotros se abalanzó sobre nuestras cabezas y de repente...
Te espero en el próximo capítulo. En el siguiente capítulo volvemos a estar en la mente de Nerea, decidme que otro personaje queréis que haga este experimento.
🥰
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