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—¡Ahhhhh!

Esos éramos Tir y yo cuando sentimos que el suelo desaparecía bajo nuestros pies. Al caer, nos dimos un buen golpe y además, no se veía nada. El suelo temblaba, probablemente porque el gran animal estaría cerca. Al rato se dejó de escuchar al animal e intenté acostumbrarme a la luz del lugar. Pasado un rato, seguía sin ver nada, así que saqué de mi bolso una lamparita. La encendí y ví que estaba en una especie de cueva, pero estaba sola.

Pensé unos minutos que hacer, estaba sola y todos habíamos caído casi al mismo momento, lo único que podía haber pasado era que no fuese una cueva, sino túneles.

—¿Chicos? —Oí la voz de Gema a lo lejos, más bien su eco.

—¡Gema! —Grité, el eco era enorme en la cueva, sonó mi voz por lo menos diez segundos.

—Estoy aquí —Gritó Gema aún desde lejos.

Empezé a pensar en cómo encontrarnos, estaba claro que Gema no veía nada tampoco, en cambio, yo tenía la lámpara.

—Quedate quieta y sigue hablando, capaz si sigo tu voz podría encontrarte —Le dije.

Siendo la frase tan larga, se mezcló y no se escuchó nada, así que la repetí pero más despacio.

—Vale —Contestó Gema.

Iluminé mi alrededor e intenté seguir el "vale" de Gema. Giré dos veces a la izquierda. A la siguiente, Gema llamó a Tir y Ainhara, por lo que me dió para girar una a la derecha y seguir recto. Iba avanzando hacia delante cautelosa de no caer en ningún agujero o tropezar con alguna rama.

Así seguí, hacia delante, hasta que Gema habló y yo sentí la voz por el camino por el que había vuelto.

—Esto no funciona —Grité.

—¿Y que hacemos? —Preguntó Gema.

Derrotada me senté en el suelo y dejé el farolillo cerca de la pared.

—Esto que es... —Susurré, aunque mi eco hizo que se escuchará fuerte.

—¿Has encontrado algo? —Preguntó Gema.

—Un momento... —Dije examinando la pared.

¡Eso era un mapa! Era cuadrangular y habían algunos símbolos... Una bellota, una fuente...

Pero una voz me sacó de mis pensamientos, ¡era Tir!

—¡Tir! —Grité.

Su voz estaba más lejos que la de Gema, por lo que no lo escuchaba.

—¡Muevete! —Exclamé.

Al rato pude escucharle perfectamente.

—¿Cómo nos vamos a encontrar? —Preguntó.

—Tengo un plan, pero primero debemos localizar a Ainhara —Dije.

—Esta conmigo —Dijo Tir—. Estuve un rato caminando y la encontré.

—Sí, estoy aquí —Dijo mi amiga.

Les expliqué que había un mapa cerca de donde estaba yo, justo donde estaba yo, estaba dibujado un mapa.

—¿Alguno de vosotros se encuentra cerca de una bellota? —Pregunté.

Nadie contestó.

—¿Y cerca de una fuente? —Pregunté esperanzada.

—Yo estoy al lado de una especie de cascada —Dijo Gema.

Miré el mapa y ví una cascada.

—Vale, estamos cerca.

—Nosotros estamos cerca de una zona con tierra —Dijo Ainhara.

Observé el mapa, ni rastro de tierra.

—¿Hay algo más allí? —Pregunté.

Mi eco resonó por los túneles.

—Unas lianas en las paredes —Escuché decir a Tir.

En el mapa si habían unas lianas.

—Estais un poco más alejados de nosotras dos, pero cerca de la salida —Les dije despacio para que se oyera.

Pienso en cómo hacerlo, pensando que Gema no tiene nada de luz.

—Gema, voy a por tí —Dije después de copiar el mapa en un papel que tenía en mi bolso.

Levanté la lámpara y miré el mapa, debía seguir recto y torcer un par de veces. Pasaron aproximadamente 10 minutos cuando ya solo me faltaba un cruce para llegar a Gema. Cada giro que yo daba me daba miedo, a saber que podría haber allí. Lo último que debía hacer era ir a la derecha, me armé de valor y...

—¡Gema! —Grité.

Mi hermana vino corriendo hacia mí.

Desde el punto donde estaba Gema, solo debíamos avanzar un poco hasta la otra parte del grupo. Le enseñé el mapa a Gema y seguimos caminando. Ahora me sentía mejor, porque no estaba sola inmersa en la oscuridad de los túneles.

La gran pregunta era... ¿Por dónde saldremos cuando encontremos a Tir y Ainhara?

Nos faltaban apenas dos minutos para llegar hasta nuestros amigos y de repente vimos que algunas ropas bloqueaban el paso.

—No podemos pasar —Dijo Gema.

—Estais justo detrás de las rocas —Dijo Tir.

—Hay otro camino, vamos —Dije.

El camino era bastante más largo, pero teníamos que hacerlo. Fuimos recto, luego a la derecha... En esa parte de la cueva hacía muchísimo más frío, estábamos acercándonos al norte, y se notaba. A la izquierda de nuevo... Recto, otro giro...

Ya estaba cansada, el camino estaba escarpado y lleno de piedras, y llevábamos unas hora andando.

Otro giro...

—Por fin —Gritó Ainhara.

Alumbré sus caras con el farolillo y nos quedamos allí a descansar un momento. El descanso solo duró unos minutos y empezamos a buscar la salida, ya todos juntos.

—Me parece increíble que todo estuviera pintado en la pared de la cueva —Dijo Tir cuando le enseñé el mapa.

—Al menos nos ha salvado —Le dije.

El eco seguía sonando, pero como estábamos todos juntos, no hacía falta gritar.
20 minutos más tarde...

Ya estábamos saliendo de la cueva, no sabíamos cuánto tiempo habíamos estado allí dentro, pero el sol nos deslumbró y nos costó acostumbrarnos a la luz. Respiramos aire fresco, ya que en la cueva era muy húmedo.

—¡Mirad! Ya estamos cerca de la montaña, los túneles han acortado el camino —Dijo Gema sonriente.

Era cierto, nos quedaba muy poco para llegar. Los pájaros piaban y algunos animales pasaban. ¡Los animales! Ellos no habían caído en los túneles. ¿Dónde estaban?

—Pom pom —Gritó Ainhara cuando vio a su conejo con cuernos.

—Midawal —Cogió Gema al gamo de cuernos brillantes.

Justo delante de ellos iba FF.

—Pom pom me dice que FF les ha guiado —Dijo Gema mirandome.

—Muy bien —Le dije mientas acariciaba al zorrito con alas.

Descansamos allí un rato y comimos unas bayas que había encontrado Ainhara en los alrededores.

Al rato, ya estábamos de nuevo caminando hacia la gran montaña del norte.

No se veía ningún poblado por allí, gracias al frío gélido que estábamos pasando. Cada vez que nos acercabamos más a la montaña, más frío hacía.

—Nos queda aproximadamente una hora para llegar —Dijo Tir.

Estaba anocheciendo, así que acampamos bajo un árbol más grande que los demás, era uno de los únicos que quedaban por allí.

Nos dormimos súper rápido, yo esperaba volver a ver a la luz... Pero no fue así.

—Chicas -—Nos llamó Tir.

Nos despertamos y miramos a Tir, él miraba al cielo. Miramos y vimos montones de luciérnagas alumbrando el cielo nocturno de aquella zona. Formaban un patrón abstracto, hasta que de repente se alinearon y formaron figuras.

—Espera... —Dijo Gema acercándose un poco.

Yo estaba interesada, ¿que habría visto?

—Creo que intentan decir algo... —Dijo mi hermana.

Miramos con atención y vimos que formaban números. Apresurada saqué un papel y un lápiz de bambú y las apunté.

5 8 0 4 2

De repente las luciérnagas desaparecieron, pero me dió tiempo a apuntar los números.

—5, 8, 0, 4 y 2... ¿Que significará? —Pregunté.

—No lo sé, pero no deberíamos de olvidarnos de los números —Dijo Ainhara—. Capaz es algún tipo de combinación o un patrón de números..

Dejamos el tema y nos dormimos con esos números en la mente.

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Ya eran pasadas las 3 de la tarde cuando llegamos ante la montaña, en aquella zona no había vegetación, y la montaña estaba un poco nevada. El cielo estaba cubierto por nubes sobre la montaña, esperábamos que no hubiese tormenta.

—Vamos a dar la vuelta a la montaña a ver si la casa está por aquí —Dijo Gema.

Empezamos a dar la vuelta, ojalá no tener que subir la montaña. Íbamos concentrados en nuestro objetivo por el camino, hacía mucho viento, y casi no podía ver.

—Allí hay algo —Dijo Ainhara agarrando a su conejo.

Gema agarraba fuertemente al pequeño gamo.

Miré en la dirección que indicaba nuestra amiga y vimos que ciertamente había un pequeño resplandor, probablemente una luz.

Nos apresuramos y de repente tropecé, no sé que sería.

Mis amigos no se acercaban y dejé de ver nada.

Miré a mi alrededor, todo estaba blanco, solo era nieve.

Espera, allí había algo...

Me acerqué hacia allí, iba guiada por una luz.

—Toma —Dijo la luz dándome un sobre.

—Eres la de mi sueño —Dije admirada.

Fuí a coger el sobre y lo traspasé con la mano.

—No puedo cogerlo &Dije mirando a la luz, era muy brillante y me cegaba.

—Mmm... Tengo que cogerte en una realidad más cercana... —Dijo la pequeña luz.

—¿Cómo? ¿Otra realidad? —Pregunté.

—Claro, hay muchas realidades, pero según el tamaño de lo que quieres pasar, hay que acercarse más o menos —Dijo la luz, su voz transmitía tranquilidad.

—¿Que contiene? —Pregunté refiriéndome al sobre.

—Probablemente una carta —Dijo la luz—. O tal vez una tarjeta.

—Pero... ¿Que dice? —Le pregunté.

—¿Que? No te escucho —Dijo la luz.

Su voz se oía distante.

—¡Que que dice! —Grité.

—Estamos perdiendo conexión, te buscaré, lo prometo —Dijo, pero las últimas palabras que dijo después de eso no me llegaron.

De repente estaba sumida en la oscuridad, la luz daba vida al lugar. Sobre podía sentir muchísimo viento y la nieve. Todo estaba muy silencioso.

—Nerea -Me llamó alguien, pero estaba cerca, muy cerca, espera...

Me desperté, allí estaban mis amigos.

—¿Que ha pasado? —Preguntó Ainhara.

—La luz... —Dije.

Hablamos del tema mientras nos acercabamos a la casa.

—No hay timbre —Dijo Tir.

Ciertamente, no había ninguna especie de timbre, solo... ¿¡Una cola de gato!?

—Tocala —Dijo Gema.

—¿Cómo? —Pregunté.

—Tira de ella —Dijo Ainhara.

Dudosa me acerqué y tiré de la cola, solo podíamos ver la puerta y la luz de las ventanas a causa del viento y la nieve.

De repente sonó un enorme maullido que hizo que alguna de la nieve acumulada en el tejado cayera sobre nosotros.

—Buenos días —Dijo un joven.

Seguiamos llenos de nieve.

—Vamos compañeros yetis, pasad —Dijo el chico chistoso.

Pasamos y nos entró una enorme sensación de calidez, no éramos conscientes del frío que hacía fuera.

—¡Bisa! —Gritó el chico.

¡Pum!

—¿Estás bien? —Preguntó Ainhara.

—Sí, es costumbre —Dijo el chico—. Ahora vendrá.

Ya le habíamos dicho que veníamos en su busca.

Pasó un rato y por la puerta entró el sabio amigo del sabio del pueblo.

—Buenos días, ¿Son yetis? —Preguntó el hombre.

—No, no bisabuelo, solo van hasta arriba de nieve —Dijo el chico llamado Gerio.

—Perdonen, es que tengo mal la vista —Dijo el hombre mayor que llevaba un bastón.

Nos sentamos en unos sillones, no antes de limpiarnos la nieve del cuerpo y la ropa y le explicamos la situación.

—Sí, ya llegó otro joven preguntando por lo mismo —Dijo el sabio supremo.

—¿Así? —Preguntó Gema.

—Sí, ya os digo, que para relantizar al enemigo hay que conseguir hojas de Grill.

—Yo sé que son, ¿nacen por aquí? —Preguntó Tir.

—Sí, buscadlas y traedmelas, así podré hacer la poción de relantizar.

Salimos de la casa e investigamos el perímetro.

Durante los primero 15 minutos no encontramos más que nieve y nieve.

—¿Que ha sido eso? —Preguntó Ainhara.

—Eso me suena a lobo —Dijo Gema, como experta en sonidos de animales.

—¿De lobo? —Preguntó Ainhara.

—Yo creo que sí, por el ruido de los pasos —Dijo Gema.

Cogimos a las mascotas, FF ya no estaba tras de mí.

—Nerea... —Dijo Gema señalando hacia delante.

Allí estaba el lobo, con enormes fauces y pezuñas afiladas, enseñando colmillos a mi zorro.

Al momento aparecieron por lo menos 20 más, FF estaba rodeado.

—Son los macho alfa —Dijo Tir.

No podíamos dejarlo ahí, me acerqué y al instante uno de ellos se giró hacia mí.

Instantáneamente me alejé. Teníamos que hacer un plan.

—A algunos lobos de estás zonas se les puede desbloquear —Dijo Tir—. Con un código.

Después sonrió.

—¡El código! —Dije—. Pues claro.

Saqué la libreta y busqué los números, el código, ¿estaría en orden?

—58.042 —Grité.

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