[3]
—Un gran peligro se acerca, si...
Esto fué lo último que dijo el sabio.
—Entonces... ¿Sabrias decirnos que peligro es? —Pregunté esperanzada.
El sabio observó más la caja...
—No, lo único que os puedo decir es que se acerca rápido —Dijo el gran sabio.
—¿Y que podríamos hacer para pararlo? —Preguntó Tir.
—No se la manera, se debe utilizar una magia muy poderosa... —Dijo el anciano señor.
—¿Y al menos habría una manera de relantizarlo? Me refiero hasta que sepamos que hacer para acabar con él, que nos de más tiempo —Dijo Ainhara.
—Podríais ir a ver a mi gran amigo, es más sabio que yo incluso, a lo mejor os da respuestas —Dijo el sabio.
—¿Donde podemos encontrarlo? —Preguntó Gema.
—Más al norte, muy al norte, en lo alto de las montañas Tierra —Dijo.
—¿Él nos dará respuestas? —Pregunté interesada.
—No lo sé con seguridad, pero seguramente os puede dar respuestas sobre cómo relantizar al enemigo, lo que no tengo tan seguro es que os pueda decir cómo pararlo —Dijo el gran sabio pensativo.
Miramos a través de la gran ventana que da al exterior, estaba anocheciendo, y nuestra pequeña posada se encontraba en la otra punta del poblado.
El sabio, al ver que mirábamos al exterior entendió lo que pensábamos.
—Debéis iros, está haciéndose tarde... —Dijo el sabio tranquilo—. Espero que tengáis suerte con vuestro camino...
—Muchas gracias, por todo —Dijo Tir colocándose las gafas.
Salimos de la casa, no con las respuestas que esperábamos, pero con respuestas. Debíamos ir al norte para encontrar al sabio amigo de este gran hombre. Ojalá le encontraramos.
Trás recorrer todo el camino hasta la posada, ya se veía en el cielo la luna llena y todas las estrellas. Teníamos mucha suerte de vivir en el bosque Hawo, al final es nuestro hogar, y no lo abandonaremos. Al llegar nos recibieron Pom pom y Midawal, a los que anteriormente habíamos dejado allí, descansando.
Saludamos a Igur y entramos en el cuarto, era muy acogedor. Ya era pasada la medianoche, y decidimos acostarnos, no sin antes comer unas galletitas que habían en una mesa. Cogí una y ví que tenía escrito algo con glaseado.
Algunas ponían:
_Para comer
_Para transformarse
_Para espantar
_Para...
En esa última no ponía nada, había varias de cada una, por lo que nos comimos unas de las que ponían "para comer". Estaban deliciosas, contando que desde hacía días no habíamos comido nada. Terminamos de comernoslas y nos metimos en la cama.
Pasó un rato, y Gema, Tir y Ainhara ya estaban dormidos, en cambio, yo solo escuchaba un ruido. Un ruido que me atormentaba. Miré a todos lados, a mi izquierda estaban Gema y Ainhara junto al cuenco de galletas... A la derecha estaba Tir cerca de la lámpara y frente a mi, estaban los animalitos sobre una almohada durmiendo profundamente.
El extraño ruido debía de venir de alguna otra parte de la posada. Normalmente hubiera esperado a que parase o me hubiese tapado los oídos, pero esta vez, sentía que debía de saber que era ese ruido.
Me asomé a la puerta del dormitorio y miré fuera. El ruido se escuchaba mejor, ya que la puerta no estaba cerrada. Salí y cerré de nuevo la puerta con mucho cuidado de no despertar a mis amigos. Me acerqué a la puerta de todas las habitaciones, pero allí no había nada raro. Solo quedaba una opción, el ruido venía de abajo.
Empecé a bajar cuidadosamente, y a la par que bajaba, lograba escuchar mejor, ¡alguien gritaba! Eso era lo que pasaba, acabé de bajar las escaleras corriendo y tropezando y ví que era Igur.
—¡Fuera! —Gritaba.
—¿Que pasa? —Le pregunté a Igur alarmada.
Igur estaba aferrado a una escoba hecha de bambú y miraba aterrado a una esquina de la habitación.
—Eso —Dijo el encargado de la posada señalando una esquina.
Miré hacia allí y pude ver qué allí había un zorro.
—¿Y qué pasa con él? —Pregunté—. Parece asustado.
—Ha entrado en la posada, ¡no puedo permitir eso! —Me dijo aún sin bajar la escoba.
—Bájala, ¿no ves que le estás asustando? —Le digo—. Habrá entrado por curiosidad, ¿es que usted no ha escuchado que los zorros son curiosos?
—Y astutos —Dijo el hombre.
Bajó la escoba y el zorro se acercó a mi lentamente.
—Fuera, bicho —Gritó Igur.
—¡Igur! —Exclamé.
—Vaaaaale... -Dijo Igur.
—Y baja la voz, que vas a despertar a toda la posada —Le aconsejé susurrando.
El zorro se escondió tras mis piernas y entonces pude ver qué tenía alas, ¿que le pasa al bosque con los animales raros?
—Creo que le has caído bien —Me dijo Igur dejando la escoba en su sitio.
Me dispuse a coger al zorro, y se dejó. Empezó a mover la cola y pude ver bien sus rasgos. Era de un color naranja brillante con algunas partes blancas, en los bigotes de la cara, parte de las orejas, en las patas y en el final de la cola. Sus orejas se movían graciosas y su cola se balanceaba sobre mis brazos. Además, sus pequeños ojitos estaban clavados en los míos.
—Quedatelo —Me dijo Igur—. Si usted quiere...
—Por mi claro, pero es él el que debe decidir —Dije mientras le miraba.
Él miró en dirección a Igur y después a mí. "¿Quieres ser mi compañero? Le pregunté" El zorro movió las orejas y la cola, según me ha enseñado Gema, cuando un animal hace alguno de esos gestos, es que está de acuerdo con algo.
Me despedí de Igur y me metí en la cama. Mi nuevo compañero se puso cauteloso cerca de los demás animalitos, a ver qué pensaban de alguien más en la familia.
Por fin conseguí conciliar el sueño y me dormí...
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En el sueño...
Me desperté en lo que parecía una parte antigua del bosque con ruinas, a lo lejos se veía una luz que se acercaba. ¿Dónde estaba la posada?
—¡Chicos! —Les llamé al darme cuenta de que me encontraba sola.
Nadie contestó, solo escuché mi propio eco, a pesar de estar en un espacio lleno de árboles.
Miré al frente, allí seguía la luz, acercándose. Cómo no sabía que era, ni si era peligroso, mi instinto me hizo correr. Corrí muchísimo, pero al mirar atrás, me dí cuenta de que seguía en el mismo sitio de antes. ¡No podía avanzar! Volví a intentar correr, pero era imposible. Me volví hacia donde antes estaba la luz, ya no se veía.
—Uff —Dije aliviada, pero mi voz sonaba con eco y se llegaba a oír mal.
Me giré de nuevo hacía atrás y me encontré cara a cara con la luz. Brillaba muchísimo, y llegaba a cegarme. Asustada, intenté retroceder, pero tenía los pies enganchados al suelo.
Empecé a ver un poco borroso y la luz me tendió un sobre.
—Cógelo, vas a despertar —Dijo una voz dulce y melodiosa.
Cada vez veía más borroso e iba retrocediendo, la luz me tendió el sobre y yo extendí mi mano...
Ya no veía casi nada y... ¡Desperté!
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Me desperté en la cama de la posada, agitada y casi sin respiración. ¿Abría sucedido de verdad?
Miré a mis lados, allí estaban mis amigos durmiendo aún. Me asomé a la pequeña ventana que tenía la habitación y ví que estaba amaneciendo. No deberíamos de irnos muy tarde. Me acerqué a los animales y ví que el zorro estaba ya despierto. Necesitaba un nombre, pero esperaré a mis amigos.
Decidí esperar un rato para despertar a mis amigos y luego, acabaron despertándose ellos por sí mismos.
—¡Un zorro! —Gritó Gema saltando de la cama para coger al zorro, nada más despertarse.
—¿Que pasa? —Gritó Ainhara asustada por el grito.
Por respuesta Gema cogió al zorro y se lo enseñó a Ainhara.
—¡Que mono! —Gritó, lo cogió de los brazos de Gema—. Que suavecito...
Tir se levantó de un salto y miró a todos lados.
—¿Que pasa? —Preguntó poniéndose las gafas—. Un zorro, ¿cómo ha entrado?
Les expliqué todo, y parecieron encantados de tenerlo con nosotros.
—Le falta un nombre —Les dije.
—FF —Dijo Ainhara al instante.
—¿Cómo? —Preguntamos el resto.
—Como tiene alas, digamos que vuela, en inglés "fly" y zorro en inglés "Fox" —Empezó—. como los dos empiezan con "f", FF.
—¡Pues claro! —Le dije abrazándola, su creatividad es muy útil siempre.
Decidimos que era hora de irse y empezaron a salir por la puerta. Tir iba el último.
—Espera Tir —Dije.
Me dirigí al cuenco de galletas y me las metí en el bolso.
—No se sabe si las necesitaremos —Dije.
Salimos todos de la sala y bajamos las escaleras.
—Gracias por todo Igur Dijo Ainhara tendiendole la llave.
—No hay de qué —Dijo.
Nos despedimos y seguimos caminando, de paso, les conté a mis amigos mi extraño sueño.
—¿Lo sentiste... real? —Preguntó Gema.
Asentí.
—Bastante —Dije.
—Capaz el contenido del sobre nos ayudaba a salvar el bosque —Dijo Tir.
—No lo sé, pero estoy segura de que me volveré a encontrar con esa luz, y me lo dará —Les dije a mis compañeros.
—Yo pienso lo mismo —Dijo Ainhara.
Seguimos caminando, ya estamos llegando al final del norte del pueblo, ya que la posada estaba al este y la casa del sabio al oeste. Esperábamos que el amigo del sabio pudiese ayudarnos, aunque sea a relantizarlos, sean lo que sean.
Ya estabamos a punto de salir del pueblo, subimos una colina y nos giramos. El pueblo nos había dado buenos momentos, y hasta un nuevo amigo. Nosotros confiamos en que lo salvaremos.
Aún así el peligro se acercaba, ya se lo hemos avisado al sabio, pero nos ha dicho que no van a huir, van a intentar protegerlo. Nosotros no vamos a proteger nuestro hogar, pero vamos a proteger algo más grande, el bosque Hawo entero.
¡Ojala lo consigamos! Ya estamos acercándonos, ya sabemos que nuestros enemigos son rápidos, puede que hábiles y fuertes, pero nosotros lo somos más, y por eso, vamos a prepararnos.
El peligro ya había tapado mi casa y la de mis amigas, pero la negrura ya habrá sobrepasado la cabaña de Tir también. No podemos perder un solo segundo, debemos avanzar.
Miramos por última vez el pueblo y nos giramos hacia el norte. Allí se veía un largo camino hasta el norte absoluto, lo más al norte que hay es una montaña. ¿El sabio viviría en la parte baja de la montaña... O en la punta? No lo sabriamos hasta que llegáramos, pero ibamos a averiguarlo. Todavía el camino era largo, pero no ibamos a parar.
—Vamos —Nos alentó Tir a seguir.
Todos nos pusimos a andar.
—¿Cuanto creeis que tardaremos en llegar a la montaña? —Preguntó Gema.
—¿Al pico o a la base? —Preguntó Ainhara.
—A la base como mínimo —Dijo Gema.
—Puede que unos días —Dijo Tir—. Probablemente dos.
—Entonces deberíamos de seguir caminando —Dije—. Cuánto antes lleguemos, más posibilidades hay de salvar al bosque.
—Estoy de acuerdo —Dijo Ainhara empezando a andar más rápido.
Gema le siguió y Tir lo mismo, yo fui la última. Al rato ya llevábamos un buen trecho recorrido y la montaña estaba más cerca, probablemente habríamos recorrido unos 2 kilómetros, 3 como mucho.
—Empiezo a tener hambre —Dijo Ainhara.
Paramos a comer unas galletas de la posada y al rato escuchamos un ruido. No se escuchó nada más, por lo que nos relajamos y charlamos.
Un minuto más tarde, Midawal empezó a alterarse y junto a él Pom pom.
—¿Que pasa? —Preguntó Gema a los animales.
Los animales intentaron comunicarse con Gema.
—Más despacio, más despacio, ¿que pasa? —Dijo Gema mientras se agachaba junto a los animales.
Un momento más tarde...
Estábamos todos corriendo en dirección a la montaña muy apurados, los animales habían detectado algo...
Podía ser cualquier cosa, pero... ¡Era una criatura enorme!
Mirábamos en la dirección donde los animales miraban, y al instante, apareció una especie de buey gigante con largos cuernos entrelazados, de por lo menos un metro. Además, también era de color amarillo radiante.
Nada más verlo, empezamos a correr hacia la montaña, y ahí estábamos, corriendo desesperados con un buey gigante detrás, del doble de alto que nosotros. Era muy llamativo, pero cuando quería, se podía mimetizar cambiando de color en un momento. Eso lo hacía muy difícil de ver.
Seguiamos escapando cuando de repente Ainhara, que iba primera gritó. ¿Que había pasado? Al instante, la segunda, Gema, también gritó. Justo después Tir y yo sentimos como el suelo desapareció bajo nuestros pies...
—¡Ahhhhh!
¡Gracias por leer! Llevo un tiempo queriendo hacer una historia como está, así que gracias.
🦊💋 Seguid leyendo
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