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Ainhara, Zac, Rena y Pom Pom comenzaron a ascender la montaña. Había un pequeño sendero, pero apenas se veía entre la vegetación. Se veían algunas especies nuevas de animales. Zorros plateados. Mariposas del tamaño de una mano entera. Lobos azules. Erizos con pinchos de cristal. Animales completamente exóticos y únicos.

—Tenemos que pasar por esa cueva —Dijo Ainhara señalando un punto.

Aceleraron el paso y se adentraron por la cueva. Sorprendentemente en ella había luz, pero no había ninguna abertura ni nada que indicara que por allí hubiese pasado nadie. Las paredes de la cueva eran de un color esmeralda brillante, al igual que el suelo.

Zac se agachó y lo tocó, era piedra, tenía esa textura.

Algo confundidos siguieron caminando. Por el camino se encontraron algunas plantas que estaban seguros de que no existían.

—Chicos... —Les llamó Rena en un momento.

Miraron hacia allí. Había un gran agujero en el suelo y un cartel.

—"Encestar" —Leyó Ainhara.

Observaron con detalle el agujero, sin ver nada raro.

—Creo que lo tengo —Dijo Ainhara sacando su arco y una de sus flechas.

Miró hacía una piedra redonda, apuntó, se aseguró y soltó la fina cuerda del arco. Le dió en el centro.

De repente todos se cayeron a causa de una gran sacudida, el suelo que no estaba comenzó a subir formando el camino.

—¡Sí! —Celebró Ainhara contenta por haber resuelto el enigma.

—Enhorabuena —Dijo Zac—. Vamos, no hay tiempo que perder.

Avanzaron con cuidado de no caer por ningún agujero o simplemente tropezar, ya casi llegarían al final de la cueva.

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Gema, Tir, Gerio, el sabio, Midawal y FF veían como la negrura cubría el suelo. Se levantaron sobresaltados.

—Queda poco tiempo... —Dijo Gerio observando el reloj de arena. Quedaba menos de un cuarto.

—¿Qué es eso? —Preguntó el sabio de repente señalando un punto en el que había una brillante luz.

Corrieron en esa dirección, esquivando gente y carros con alimentos. La luz venía de lo que parecía un edificio algo viejo. Por la fachada se notaba en que pisos vivía gente y en cuáles no. Subieron las escaleras hasta el séptimo piso. Llegaron fatigados, pero lograron abrir la puerta y vieron que la luz se había trasladado, ahora se veía cerca de una cascada que quedaba dentro de la ciudad. Con prisa volvieron a bajar los siete eternos pisos de escaleras de madera. Salieron del edificio y recorrieron media ciudad hasta aquel lugar de relajación y paz. Se respiraba aire fresco y buenas vibras.

—Está allí —Dijo Gerio trás recolocarse las gafas y recuperar el aliento.

La luz se reflejaba en unas piedras cerca de la cascada. Sin prisa pero sin pausa llegaron hasta aquel lugar. Tir se asomó entre las rocas y desapareció de la vista de todos.

—¿A dónde a ido? —Preguntó Gema asomándose también, para a continuación desaparecer.

Gerio hizo lo mismo junto a los animalitos y el sabio se quedó solo.

—Esto es una locura —Dijo entre susurros desapareciendo también del lugar.

El sabio cayó agarrado por Gema y Gerio. El único que se había llevado un buen golpe era Tir, ya que había caído el primero.

El sabio mantuvo el equilibrio y agarró de nuevo su bastón. Se limpió el polvo y volvieron a la marcha. Habían caído en una especie de pasadizo iluminado por luz mágica.

—Esto es... —Dijo el sabio con cierto aire de añorancia.

—¿A qué te refieres? No me recuerda a nada en particular —Le dijo Gerio.

Era una especie de marco de puerta, pero de piedra. Estaba de pie al fondo de la cueva, la piedra parecía tallada en el suelo. Al lado había una luz de color rojo.

—Un portal... —Dijo contento su bisabuelo.

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Mientras, en el sur, los habitantes del pueblo estaban por llegar a su destino, debían encontrar la gema del Valle Terra...

Por lo que sabían, ya estaban en el valle, pero les faltaba el pequeño detalle de... Dónde encontrar una pequeña esmeralda en un inmenso valle. Era como buscar una aguja en un pajal.

Aún así, no se dejaron desanimar y comenzaron a buscar. Se dividieron en grupos, cada uno con un líder que tendría un silbato que usaría solo en caso de encontrar la esmeralda para llamar a los demás.

Igur formaba parte del segundo grupo, la líder, que era una mujer anciana, aunque no tanto como el sabio, inició el recorrido de ese grupo. Luego, los grupos se separaban en otros más pequeños y así, hasta cubrir todo el valle.

Horas.

Horas.

Horas.

Paciencia.

Las cuatro cosas clave para encontrar la esmeralda.

Igur buscaba cuidadosamente, pero con prisa. No quería pasarse nada, pero no quería perder tiempo. Todos usaban ese ritmo, pasaron horas, se hizo de noche, volvió a amanecer...

Todos se giraron de golpe, se oía un sonido... ¡Era uno de los silbatos! Todos, sin excepción, corriendo al encuentro del líder del grupo número cinco.

—Aquí hay una cueva, creemos que dentro está la esmeralda —Dijo el joven señalando la entrada de la cueva.

Primero se asomaron los líderes de los seis grupos y comenzaron a entrar. Después pasaron los demás, con mucha emoción y determinación, vieron a lo lejos una luz. Era de color rojo.

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En el este, Ainhara, Zac y Rena estaban llegando al final de la cueva.

Pasado un rato ya habían salido, pero ya no parecía la misma isla, era completamente distinto, nuevo paisaje... Era casi de noche, por lo que el cielo estaba oscuro y todos los colores y luces de luciérnagas se veían a distancia. Algunas eran de estos animalitos, otros los daban los reflejos de la luna en los ríos, otro la luna y... Esa luz roja. ¿Qué era eso?

Bajaron la pequeña colina empinada que les separaba de aquel maravillo paisaje. Un par de rasguños, algún resbalón y ya estuvieron abajo.

Todos se miraron, Ainhara agarró a Midawal y Rena a Pom Pom, tocaba correr. Con el corazón a mil comenzaron a avanzar lo más rápido que pudieron entre las plantas, con un punto fijo, la luz roja.

Ya estaba amaneciendo cuando llegaron, debieron darse prisa o ya no la verían con tanta claridad. Desde lo alto de la colina o pequeña montaña se veía bastante más cerca, no como para horas y horas corriendo en aquella dirección. Pero con el ánimo hasta arriba y las ganas de salvar el bosque desbordadas corrieron por  el campo.

Llegaron ante un gran precipicio, la luz estaba al otro lado.

—Siempre nos pasa lo mismo —Se lamentó Zac—. ¿Alguna idea?

Buscaron por dentro del precipicio, esta vez no había ni cartel ni nada con lo pudieran pasar.

Ainhara miró arriba, lianas. Eso era, agarró una y tiró de ella hacia abajo con todas sus fuerzas. Se rompió. Sus amigos, que observaban todos sus movimientos sin entender, pillaron lo que hacía y se pusieron a pensar.

—Debería de colgarse el menos pesado —Dijo Rena.

En ese caso, era Ainhara.

Se asomó al borde. No se veía el fondo. Buscó una piedra y la tiró, comenzó a contar. Un ruido seco, la piedra había tocado fondo a los 10 segundos.

—Ufff —Dijo Ainhara.

—Tienes que tener cuidado —Le avisó Zac agarrando otra liana y dándosela.

La chica se subió a la liana verde desde allí, aguantaba.

—Voy a darme impulso —Dijo, se bajó de la liana mientras la agarraba con la mano derecha y retrocedió. Saltó, comenzó a correr y se precipitó con la liana al barranco.

Cerró los ojos, ¿seguía cayendo hacía una muerte segura, o estaba segura en la liana? Los abrió, debajo de ella se abría el enorme precipicio, pero ella estaba sobre la liana, que a toda velocidad se dirigía al otro lado. Un segundo más y saltaría. Un poco más... Y saltó. No sé lo había pensado mucho, ya que si no no saltaría.

Cayó de rodillas sobre la dura piedra del otro lado, tenía que dar apenas unos pasos para tocar la luz.

—Os toca —Les indicó Ainhara triunfante.

Y así, uno por uno se fueron avalanzando hacia el precipicio rocoso decorado con unos musgos de diversos verdes.

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—Creo que ya lo tengo —Le dije a Pols—. Eres increíble.

—No te lo niego, pero no lo entiendo —Dijo desconcertado.

Dejó de observar el cielo del bosque que había descrito como: "Todo está como si nada hubiese pasado, parece que el bosque todavía mantiene su espíritu"

—La clave es eso que has dicho, espíritu —Le dije, pero viendo su mirada seguí—. Un sinónimo de alma es espíritu.

«El alma del bosque es prácticamente lo mismo que el espíritu del bosque, o parecido.

—Entonces... —Pols se quedó pensativo—. Pero las letras no encajan.

—A ver... Hemos estado todo el rato pasando todas las palabras al inglés, por lo que si lo ponemos me inglés...

—Espíritu... Spirit ¿cierto? —Me preguntó el yeti.

Comencé a unir las letras, encajaba, pero eso no era un nombre que conociesemos.

—¿Conoces a alguien con ese nombre? —Nos preguntamos a la vez.

La respuesta ya estaba dada, desde luego que no. Pasamos más de una hora pensando. Uniendo las piezas sin tener en cuenta spirit.

Después me centré en spirit... Si lo poníamos letra sí y letra no... No tenía sentido. Primero vocales... No. ¿Consonantes? No.

De repente me vino. Se lo expliqué al yeti, escribí una carta, y junto a las letras y al libro, el yeti, con sus poderes abrió una especie de portal de agua por dónde metí todo.

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En la ciudad, se abrió un portal de agua frente a Gema, el sabio, Tir y Gerio. De dentro salieron: una caja, un libro y una carta.

Gerio se acercó a cogerlo todo.

—Vamos a leer la carta, va destinada a nosotros —Dijo algo preocupado.

Se juntaron todos en una esquina y rasgaron el sobre. Dentro había un folio escrito.

—¡Es la letra de mi hermana! —Dijo Gema.

...............

Queridos amigos:

Os escribo desde el pueblo del norte al que íbamos a dirigirnos, pero con un yeti. Bueno, no entremos en detalles, encontramos la caja que os he mandado junto con el libro, para que lo guardéis bien.

Tir, en la caja hemos descifrado que tú debes de ir al corazón del bosque, para salvarnos a todos. Pero los demás debemos de encontrar una luz... Tir, eres la llave. Eres el espíritu del bosque. Corre, corre como nunca y llega al punto medio del bosque.

................

—" Espíritu, spirit, del revés... Tirips" —Leyó Gema, recordando aquel encuentro. "Lo siento, aún no me he presentado, me llamo Tirips, pero me podéis llamar Tir".

Esas palabras resonaron como campanas enormes en su cabeza. Tir era el espíritu, era... Era la única opción de salvar el bosque.

Todos miraron a Tir.

—Corre —Le alentó el sabio—. Hazle caso a la muchacha, corre como nunca lo has hecho.

Salió de la cueva tropezando por el acelerón. Estaba amaneciendo, traspasó la ciudad y cruzó la alta muralla de piedra. Ahora sí empezaba la carrera de su vida.

Colinas, ríos, cuevas, animales... Todo era una mancha oscura corriendo a la velocidad que lo hacía. Si no llegaba... Y aceleró más.

__________

Dreadia y sus chicas y estaban cerca de su destino, no les quedaba mucho, pero pronto sería de ellas. Pero en la razón de algunas, sabían que no les dejarían el bosque tan fácil...

Los caballos galopaban veloces en dirección al norte, ese era el objetivo.

Se viene el final, no os lo perdáis. <3 Sigue leyendo.

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