#9:
Pov.narrador/ra
Darío no dijo nada, solo miraba impresionado al Shakay pantera preguntándose una y otra vez como es que le había sacado del amuleto.
—¿como es que tu...?
—conozco algunos trucos.— le guiño un ojo al de pelaje morado, se volteó a ver a su Kyumari y con determinación dijo —Zero, algo malo esta pasando, ve a avisarle a Fox, no han de estar muy lejos de la Aldea, yo mientras les llevaré con Baird para informarle, seguro el tendrá alguna idea de que hacer.
Zero asintió con la cabeza, le dio un rápido beso a Eli para luego despeinar el pelaje de Kay a modo de despedida para luego salir de aquel lugar y acatar las órdenes de su pareja.
Eli suspiro cual colegiala enamorada después de aquel beso, vaya que amaba a ese estupido lobo.
—bien, en marcha— ordenó mientras salía del lugar pero se detuvo al ver que no le seguían —¿ocurre algo?.
—emmm Papá, Jano no puede caminar, está muy cansado y yo honestamente tampoco tengo muchas fuerzas que digamos...
—yo me quedo donde este Jano.
Hablo Darío levantando su mano para así llamar la atención de los otros tres, el lobo no se apartaría de su Kyumari... y es que, literalmente no podía pues su alma iría a donde fuera el amuleto y este estaba en posesión de Ja... oh, había olvidado que la pantera aún lo tenía.
—¿puedes regresarle el amuleto a Jano? No me siento seguro si no es él el que lo tenga.
—perdona.— Eli sonrió apenado, había olvidado que aún tenía el colgante en la mano, se acercó al hibrido y se lo entregó —ten, gracias por prestarmelo. Jano solo asintió alegre al ver que su amuleto había vuelto a sus manos, se lo puso en el cuello y sonrió feliz. —bien, ustedes quédense aquí y descansen, yo seré quien le informe de esto al Líder Baird.
Se despidió de los presentes para luego salir de la enfermería dejándoles solos, tenía que apurar el paso pues estaban contra reloj, si esa bestia de la que hablaban los adolescentes estaba tan cerca como decían, tenían que idear algo rápido si no querían que la Aldea terminara destruida.
—puedo preguntar... ¿quién coño era ese tipo?.— pregunto Darío aún sorprendido.
—el es mi papá... bueno, en realidad es como mi mamá... es algo raro de explicar.— hablo Kay.
—¿no escuchaste nuestra conversación mientras estabas en el amuleto?.— esta vez quien habló había sido Jano.
—no pude, estaba recargando energía, después de que ustedes se fueron mi alma vago buscando el amuleto, fue algo doloroso y agotador.— suspiro con cansando recordando lo pasado —así que no escuché nada, hasta que el me saco, lo cual aún no entiendo como, se supone que el controlar las animas es uno de los hechizos más difíciles que hay.
Una pequeña risa se escuchó en el lugar, la parejita; Jano y Darío miraron algo confundidos a Kay el cual se había puesto a reír de la nada.
—p-perdonen es solo que me da algo de gracia.— hablo al notar las miradas confundidas que le regalaban —mi padre es conocido por ser capaz de ir al "otro mundo" y hablar con espíritus, es su magia central o algo así, si hay alguien que sepa sobre como controlar espíritus y así es él.
—woow, eso es sorprendente.— Jano miraba a la pantera sorprendido —¿no sabes si es capaz de darle un cuerpo a un alma?.
En sus ojos podía verse una pequeña chispa de esperanza, si el padre de Kay era tan bueno con la magia y los espíritus, tal vez este conociera una manera de revivir a su amado Darío, si era así, haría cualquiera cosa para que la pantera lo hiciera.
Quería a su Darío de vuelta, poder abrazarlo, poder tocarlo, poder besarlo.
Kay miró la emoción del chico, bajo las orejas algo apenado, no sabía si su padre era capaz de hacer tal cosa, sabía que hablaba con espíritus y era capaz de ir al mundo de los muertos y regresar, después de todo, él era el guardián y maestro del balance espiritual, título que se ganó después de un arduo entrenamiento mágico donde pudo controlar habilidades que dormían en su interior heredadas de viejos espíritus y antepasados. Pero el revivir a los muertos... no sabia si su padre podía hacerlo, ni siquiera sabía si aquello estaba permitido.
—yo, no lo sé, tendría que preguntarle.
—Kay, no le des falsas esperanzas.— dijo Darío soltando un pesado suspiro, el no sabía mucho de la magia espiritual, es decir, era una de las más difíciles de manejar y el en verdad era fatal en la magia, lo único que sabía era aquel hechizo para atar las almas a los objetos, sin embargo, sabía un poco de las reglas a las que esta magia estaba liada y una de ellas decía claramente que; —esta prohibido revivir a los muertos.
Continuará...
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