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Capítulo XXII


Capítulo XXII

Lo que no se esperaba Lilith y sus demonios era que al salir de las arenas del tiempo, el mismísimo jefe del ejército celestial los estuviera esperando, y no solo él, sino que a su lado habían varios de sus guerreros celestiales.

—Vaya, vaya, así que tenemos compañía dijo Astaroth con una leve mueca de enojo.

—Lo sabía, Dios no iba a dejar a los guardianes solos en esto. Es muy astuto, ¿y ahora que hacemos? Si enfrentamos a Miguel muchos de los que estamos aquí vamos a perecer bajo su espada, pero si no le hacemos frente nuestra misión será un fracaso el amo Lucifer no nos perdonará, aseveró Paimon lleno de preocupación.

Victoria que hasta ese momento no se había dado cuenta del apoyo que acababa de hacerse presente, desenfundo su espada y se lanzó con todo contra Lilith.

—¡Muere maldita bruja!

La madre de demonios con una sonrisa siniestra hizo una leve señal a sus hijos, y estos se pusieron frente a ella para protegerla.

Mario por su parte estaba siendo amenazado, y cualquier movimiento que hiciera podría ser mortal para él.

Los demonios comenzaron a moverse y a hacer frente al arcángel y sus demás aliados.

Victoria en un abrir y cerrar de ojos corto por la mitad a varios incubus que se interponían en su camino. Estaba empecinada en destruir a esa demonio si o si esta vez

—¡Mátenla! —grito Lilith mientras observaba con impotencia como la guardiana derribaba a sus demonios.

Y justo en el momento en que Delta destrozó a los últimos Incubus, Yaldabaoth y Jezabel se movieron en sigilo para atacarla.

—¡Cuidado Viki!— Mario que estaba pendiente del enfrentamiento grito con todas sus fuerzas al ver como esos malditos querían matar a Delta por la espalda. Pero esta acción que hizo Alpha ocasionó que Amdusias con su espada le rebanará un poco el cuello.

Victoria no alcanzó a voltearse, pero pudo esquivar el ataque mortal en el último segundo gracias a la advertencia de Mario.

—La mataron— preguntó Lilith intrigada.

Pero de pronto, una luz violeta envolvió a Victoria, y no solo eso, sino que Yaldabaoth y Jezabel comenzaron a desangrarse, ante la mirada atónita de Lilith

—¡Carajo!¿qué paso? Se preguntó la madre de demonios

El arcángel Zadkiel había aparecido frente a todos empuñando una espada dorada, la cual estaba manchada de sangre negra. Es que las súplicas que Victoria profirió en silencio rindieron fruto, y ahora tenía a su lado a un ser celestial muy poderoso, el cual la estaba protegiendo de sus enemigos.

Por otro lado Miguel con sus guerreros celestiales ya casi tenía controlada la situación, solo estaba quedando Paimon y Astaroth.

—¡Suéltalo maldita bruja! — Dijo en tono fuerte y enojado Victoria. Sus ojos echaban chispas, y no solo eso, sino que ver a su compañero sangrando por el cuello la tenía muy preocupada.

—¡Ataca Delta, ataca! — Grito Mario

Delta Miro a los ojos a su compañero, y se dio cuenta de que él hablaba en serio. ¿Pero cómo iba a hacer eso? Imposible, si atacaba a Lilith, esta bruja era capaz de dar la orden de que matasen a Alpha. Pero si no hacía algo ellos de igual manera lo matarían. Estaba confundida, atrapada en una encrucijada, ya que no era una decisión fácil. La misión o Mario, qué hago se preguntó en silencio. De pronto vio que Mario le hizo una leve señal con los ojos.

—Guardiana, ve y ataca a ese engendro del mal. La voz profunda del arcángel Zadkiel sacó a Victoria de sus pensamientos. Era cierto, debía atacar y hacer caso a lo que el arcángel le decía, después de todo, Dios estaba con ellos, el los protegería, así como acaba de ocurrir con ella.

Lilith vio que el rostro de la guardiana había cambiado, no solo era rabia ni enojo lo que veía en él, sino que la mujer emanaba una extraña aura dorada, como si el mismo Dios estuviera allí frente a ella, y esto hizo que la demonio temiera por su vida. Si esa guardiana perdía el miedo, entonces sería imparable, tal como aquella vez cuando la dejo herida de muerte. Aun recordaba la madre de los demonios aquel suceso. Si no hubiese sido por su amo Lucifer, Delta le habría dado muerte en aquella ocasión.

Vassago, mata al guardián

—Mi señora ¿porque tengo que hacer algo como eso? No soy como tus lacayos, además él podría enojarse muchísimo si ellos mueren...—

—¡Te ordeno que lo mates imbécil!—

Vassago sujeto con fuerza su espada del mal, y cuando iba a cortar el cuello de Alpha, siente un terrible dolor en su costado.

Mario le había enterrado la daga de la ilusión, una daga pequeña pero poderosa que siempre llevaba consigo. El demonio se retorcía de dolor ya que Alpha no solo le clavo la daga una vez, sino que varias veces.

—¡No me lo esperaba!.... Este miserable me ha atacado con su daga — dijo con voz casi agónica el demonio.

Victoria al ver la señal de Mario se lanzó contra Lilith, que comenzó a defenderse como pudo de sus ataques.

—Bruja, llegó tu hora

—¿Aun tienes resentimiento por haber sido la segunda? —Decía en tono burlesco la demonio mientras aguantaba los embates

—Piensa lo que quieras, Nosotros estamos unidos por el destino, y ni tu ni tus sucias palabras y artimañas podrán separarnos.

—Eso es lo que tú crees. Le di el beso del sueño eterno a tu preciado compañero, míralo, pronto estará en un profundo sueño del cual nunca podrá despertar, y lo mejor es que caerá en las fauces de un tormento, un sueño tan oscuro que su alma terminara por corromperse al ver tanta maldad.

Victoria miro a Mario, y este cayo de rodillas al suelo, luego se tomó la cabeza con sus manos, le dio una última mirada a ella antes de caer desmayado en medio de la batalla.

—¡Maldita! ¿Qué le hiciste?

—Si me matas nunca podrás rescatar a tu adorado compañero del sueño eterno.

—Si no me dices ahora como despertar a Alpha, te voy a destrozar bruja

—La estrella de belén— respondió Lilith asustada, al ver que en cualquier momento la espada de la guardiana podría atravesar su pecho. —La estrella de Belén señala una vertiente sagrada, una que Dios creo para que Jesús bebiera antes de ascender al cielo, la cual limpia el alma de los pecados. Si tu compañero bebe de ella antes de la primera noche de luna creciente de este mes, volverá a estar contigo, pero si no consigues esas aguas a tiempo, él se perderá en los pasadizos oscuros de la maldad. Todo depende de ti mujer —dijo la demonio en tono maléfico.

Victoria la miraba con odio, la maldita había sido capaz de dañar a su compañero, y lo peor era que no podía matarla.

—Está bien demonio, no te mataré, pero nada me impide que no te deje herida. Victoria con un movimiento rápido atravesó con su espada las piernas de Lilith. La madre de demonios bramaba de dolor mientras se revolcaba en el suelo.

Y un poco más allá, Paimon y Astaroth estaban teniendo un duro enfrentamiento contra Miguel

—Lilith ha fallado Paimon, no podemos llevar las arenas del tiempo a nuestro amo

Ambos demonios sabían que haber fracasado en esa misión les costaría no solo un brazo o una pierna, sino que sus vidas.

Astaroth miró a su alrededor, y cuando vio la oportunidad regreso a la esfera para poder escapar.

Paimon al verse solo no le quedó más remedio que también escapar, pero antes de huir maldijo a su compañero por dejarlo solo. —Me las pagarás Astaroth.—

—Delta, debes llevar las arenas del tiempo al Dragón dorado.

—Pero Miguel, no puedo, antes debo ir a buscar la estrella de Belén.

—Las arenas del tiempo no se crearon para solucionar ni salvar vidas, son para mantener el equilibrio en el mundo.

—No puedes entrar en ellas otra vez

—¡No importa lo que digas, no abandonaré a mi compañero!

Mientras tanto, en la mente de Mario.

—¿Dónde estoy? Recuerdo que estaba en las arenas del tiempo, ¿qué paso con la misión, y que es este lugar? No veo a Viki por ninguna parte, además todo está muy oscuro. Pero...esos son demonios.

—Bienvenido guardián. Hace tiempo que estábamos esperándote. — Exclamó el demonio con una amplia sonrisa.

Mario observó su alrededor, pero solo vio oscuridad y seres siniestros, por lo que presentía que en cualquier momento ellos intentarían atacarlo.

—No temas, no te haremos daño. Nunca dañaríamos a uno de los nuestros.

—Alpha al escuchar esas palabras se preguntó, ¿uno de ellos? ¿Qué estaba sucediendo con él? Donde se encontraba, Viki, ¿estaría a salvo?. Cientos de preguntas se agolpaban en su mente, pero antes de seguir preocupándose, decidió que lo mejor era inspeccionar ese lugar y tratar de encontrar la salida.

—¿Acaso no eres tú uno de los guardianes?

—¿Quién eres? — A Mario le pareció haber conocido a ese ser en otra vida.

—Lo sé, ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez, y deambular por este lugar me ha hecho cambiar un poco, es que la maldad se apropió completamente de mi corazón, pero en el fondo sigo siendo el mismo.

—Lo siento, no te conozco.

—¿No me conoces? ¡Cómo puedes negar a tu propio hijo! ¡Soy Caín, gusto en verte padre!

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