Capítulo XX
Capítulo XX
En algún enigmático lugar...
—¿Estás seguro de esto? —indagó Paimon con desconfianza al estar a punto de entrar en las misteriosas arenas del tiempo.
—Claro que sí, no tenemos otra opción. —siseo Astaroth observando el panorama que tenía enfrente.
—En ese caso como digas amo.
Frente a ellos estaba una gran esfera que emitía un sutil destello dorado, se encontraba revestida por una tenue y fina arena que se podía apreciar conforme se iban aproximando.
—Gracias a la información de Sargasso estamos aquí.
—¿Amo esto no interferirá con el plan de Samael? —preguntó trémulo de nuevo Paimon que caminaba más rezagado que su compañero.
—Ellos tienen una misión y nosotros la misma pero con un plus.
Sin mencionar más se adentraron en aquella esfera, pronto sus cuerpos se fueron fusionando con la arena y cada célula de su cuerpo se fue desmaterializando para finalmente desintegrarse por completos.
—¿Dónde?, ¿dónde estamos?
—Silencio inepto que nos pueden descubrir. —recrimino Astaroth poniéndose de cuclillas y haciendo que su fiel juez hiciera lo mismo para que no los vieran.
—Allí esta...
Las palabras de Paimon quedaron a la deriva, no podía creer que esas indescifrables arenas del tiempo pudieran funcionar.
—Así es.
Fueron las únicas palabras que pronunció en aquel lugar. Después de unos segundos de incertidumbre volvió a retomar la palabra.
—Estamos en el monte Tabor. —musitó y seguía observando a su alrededor, pero presintió que algo no estaba bien en el ambiente.
—Es Jesús con tres de sus apóstoles, Pedro, Santiago y Juan. —agrego Paimon incrédulo por lo que estaba observando.
—Ese engreído de Emanuel piensa que puedo subestimarnos. ¿Sentiste eso?
—¿A qué te refieres? No he sentido nada.
Viendo como Jesús oraba con sus apóstoles en la cima del monte tabor, una luz iluminó todo el lugar, fue un resplandor que parecía que bajaba del cielo.
—Esto es increíble...
—Así que esto fue lo que paso. —susurro Astaroth sintiendo una extraña presencia, la serpiente de su mano izquierda estaba intranquila y empezó a salir de su brazo.
—El rostro de Jesús está cambiando... se está...
—Transfigurando. —finiquito el comentario por el incrédulo Paimon.
Pero eso no era todo, en el monte, no era solo que la cara del hijo de Dios cambiará, a un lado apareció un ser de luz, uno que esos dos demonios sabían perfectamente de quién se trataba, y apenas escucharon algunas palabras.
—Señor Jesús tú en el futuro nos has mandado hasta aquí...
—Si esa fue mi voluntad que así sea...
—Todo está pasando como tú lo has ordenado...
—Muy bien ahora terminen lo que comenzaron...
—Lo que usted ordene señor...
—Adelante hijo mío, adelante Samael...
—Mierda esto es peor de lo que pensaba Paimon tenemos que irnos antes que nos descubran, larguémonos de aquí. —sentencio mientras se alejaban de aquel lugar, después de un momento volvieron entrar a esa esfera de arena dorada para seguir en el tiempo.
Nunca se percataron que la madre de los demonios los veía a la distancia.
*
—¿Alpha dónde estamos?
—No lo sé Delta pero esto parece un desierto.
Ambos guardianes levantaron la vista después de ver crucificado a Jesús, ahora estaban en medio de un lugar árido y desolado.
—¿Qué crees que quiso decirnos el hijo de Dios antes de morir?
—Que lo salvemos Alpha, que lo salvemos de su inminente muerte. —aquellas palabras salieron de Victoria como si tuviera un nudo en la garganta, parecía que sentía todo el dolor que había sentido Jesús por solo verlo unos segundos. Era un dolor que sobrepasaba la comprensión humana.
—No me imagino todo el dolor que sintió.
—Él se sacrificó por todos nosotros y la humanidad no valora su acto. —ahora fue Mario el que sentía esa impotencia en hablar, también experimento la agonía y la valentía del hijo de Dios.
—Y ahora lo tenemos que...
—Tranquila Delta que si hablamos con él tal vez lo podamos hacer entender que su sacrificio no será en vano y que nosotros los seres humanos tarde que temprano cambiaremos y comprenderemos la palabra humanidad.
—Si pero hasta cuando, hasta cuándo Alpha.
Aquellas palabras quedaron al aire cuando a lo lejos en el desierto vieron que estaban caminando dos personas.
—¿Acaso es Jesús? —preguntó Delta incrédula de verlo ahora un poco más joven y sin esas cruentas laceraciones.
—Así es pero no está solo, esta con Lucifer...
Mario quedó estático al ver como ellos caminaban desprovistos de pena, como si fueran dos personas que se conocían y fueran amigos.
—Así que estamos en el desierto de Judea, aquí fue donde Jesús fue tentado por el demonio tenemos que acabar con el mal y decirle a Jesús que su sacrificio es necesario y si no hacer lo que dijo Dios...
—No creo que lo esté tentando Delta y esto no me está gustando para nada.
—Y si los enfrentamos, somos dos contra dos, ya lo vencimos una vez, podemos vencerlos. —intervino entusiasmada Viki era una gran oportunidad que no podían desperdiciar, sin mencionar el factor sorpresa.
—Es el hijo de Dios y el amo de las tinieblas. —respondió su compañero con cierta impotencia mientras empuñaba ambas manos. —Creo que ni nosotros podríamos con ellos.
No había nada más que hacer en ese lugar, después de un momento el cielo se nublo, unos rayos empezaron a retumbar en el lugar, Lucifer empezó a proferir una extraña lengua.
—Es...
—Enoquiano. —ahora terminó Victoria de hablar por él. —Parece un conjuro.
—No parece es...
Observaron a la distancia como le dieron a Jesús una copa negra, él hizo una reverencia, el ambiente era un completo caos, relámpagos por todos lados, el cielo estaba completamente negro, Lucifer flotando, su cuerpo llenándose de marcas negras y de esas marcar negras emanaba una sustancia negra que se iba depositando en la copa.
Después de un tiempo Jesús tomó la copa y bebió ese extraño líquido.
—Así que fue aquí donde obtuvo ese gran poder. —siseo Mario al ver como bebía de la sangre maldita de Lucifer.
—Si es así es mejor que nos larguemos de aquí.
—Tienes razón Delta, si estamos en las arenas del tiempo y nos trajo el dragón dorado aquí es por algo, así que sigamos.
Sin decir nada los guardianes dejaron ese desierto para entrar de nuevo en la esfera, sus cuerpos se evaporaron y emergieron en otro lugar.
—¿Ahora donde estamos Alpha?
—Esto parece un valle. —levanto Mario la vista para ver bien el lugar donde se encontraban, parecía como los anteriores, desértico, pero a lo lejos vieron algunas humildes casas que se vislumbraban.
Era de noche y el firmamento era pletórico
—Esto es hermoso mira las estrellas, se pueden ver todas como ni una noche en la actualidad.
—Eso es delta porque no hay contaminación ni luces que opaquen el brío de ellas.
—Esto, esto es hermoso. —Victoria a pesar de todo lo que habían visto, de todo lo que estaban pasando se tomó unos segundos para contemplar el cielo mientras recostaba la cabeza en el hombro de su compañero.
—Mira una estrella fugaz.
—Ya sabes lo que tienes que hacer Alpha pide un deseo. —le dio un codazo en tono de juego alentándolo a que pidiera un deseo.
—Yo pido que...
—Espera no tienes que decirlo sino no se cumple. —lo interrumpió abruptamente poniéndose enfrente de él y observándolo detenidamente a los ojos. Esos ojos que tanto le gustaba ver pero que disimulaba cuando lo hacía.
—Tranquila Delta. Tranquila. —Mario la vio detenidamente y retomó la palabra. —En ese caso pensare en el deseo. —cerro los ojos y cuando los abrió acaricio con delicadeza la mejilla de Victoria y le sonrió.
—Así está mucho mejor. —Ella también le sonrió, no sabía que más hacer o que decir, así que retrocedió un poco para romper la tensión que se había creado entre ellos.
—Volvamos a la esfera. —agrego Mario tomándola de la mano y desmaterializándose en ella.
Dejaron atrás ese valle entre las estrellas, pero entre todas esas estrellas había una que resplandecía ante todas, tenía un color azulado que señalaba un lugar.
*
—¿Esto no es lo que deberíamos de hacer? amo.
—Claro que no Paimon, claro que no pero esto es el plus que te dije, esto es infalible. —mencionó Astaroth caminando con sigilo entre algunos animales, entre ellos vacas, becerros, chivos, gallinas, y puercos.
—Aquí huele a incienso, ¿no lo notas?
—Cierra el hocico que yo solo huelo a la mierda de estos estúpidos animales.
Astaroth con un movimiento de manos hizo que los animales que estaban a su alrededor se infectaran con una sustancia negra y murieran al instante.
—Pensé que el plan era llevarle los guardianes a Lucifer, él sabrá qué hacer con ellos.
—Si Paimon pero si nos podemos deshacer del entrometido del hijo de Jesús, nuestro amo estará más que contento por nuestro desempeño.
Sin pensarlo Astaroth dejó salir la serpiente negra que tenía en el brazo, esta se arrastró con cautela entre el pesebre para acabar con su objetivo.
—Ahora es momento de derramar la sangre del hijo de Dios. —dijo Astaroth sintiéndose victorioso por lo que estaba a punto de acontecer.
A lo lejos se escuchó un gran grito de una mujer.
—Está hecho. —agregó Paimon dándole una sonrisa a su compañero por el trabajo que había hecho.
—Claro. —sonrió alegre Astaroth, sin embargo la sonrisa rápidamente se le quitó al ver que una misteriosa persona salía de entre las sombras.
—No tan rápido querido Astaroth, no tan rápido...
Esa persona tiró la serpiente negra que había matado y salió de la penumbra.
Paimon retomó la palabra asombrado por aquel encuentro.
—Lilith, la madre de los demonios, ¿cómo puedes ser tú?.
*
—Alpha este lugar parece diferente a los otros. —cuestionó viendo el sitio donde se encontraban, parecía que había pasado un huracán.
—Tienes razón, es un escenario caótico.
—Caótico. —se mofo por esa palabra. —Yo diría apocalíptico.
Frente a ellos se encontraban edificios colapsados, basura, aviones y transbordadores espaciales estrellados, trenes descarrilados, estaban sobre una extraña plataforma en el cielo.
—Parece que estamos flotando en algo.
—En que era o año estamos delta.
—No lo sé. —caminaron con cuidado por el lugar, no había ni un ser vivo a su alrededor, solo muerte y calamidad.
La plataforma se inclinó hacia un extremo y esto hizo que se abrazaran para que no cayeran. Mario tomó con fuerza a su compañera y ella a él. Ahora Victoria estaba sobre Mario.
Rápidamente se incorporaron sin embargo por alguna extraña razón empezaron a desaparecer.
—¿Que nos está pasando?
—No lo sé, será mejor que regresemos a la esfera.
Los guardianes intentaron tocarse pero se estaban desvaneciendo, parecían fantasmas intentando tocar lo material, ellos no lo sabían pero se encontraban en el año 8.154.
La plataforma se volvió a inclinar y ahora los azotó hacia otro extremo.
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