Capítulo XVIII
Capítulo XVIII
voces en el infierno...
—Mierda como duele. —se retorcía Astaroth por aquella herida que tenía en la espalda.
—Dímelo a mí que no tengo un jodido brazo. —respondió Paimon sulfúrico viendo como emanaba una sustancia gelatinosa negra del brazo. Se estaba atendiendo la herida pero no había parado de sangrar.
—Tu bien sabes que los golpes que da nuestro señor Lucifer son heridas que nunca cicatrizan y aumentan de dolor.
—Lo se Astaroth pero al menos tú tienes ambos brazos, dime que voy hacer sin un jodido brazo. Espetó el demonio escupiendo saliva por el dolor que sentía.
—¡Mierda como duele!
Se encontraban en una habitación hecha de huesos, huesos que fueron donados por aquellos condenados que nunca quisieron cambiar, al final esos jueces les buscaron una buena opción para quedarse sin alterar lo que en verdad había en sus almas.
—Y pensar que nosotros éramos la mano derecha del amo Lucifer. —agregó Paimon levantando lo que le quedaba de brazo.
—Ahora el hijo de Dios está de su parte. —se encogió de hombros su compañero mientras caminaba y tomaba un cráneo lo volteó para usarlo como copa. —Si quieres yo te puedo regenerar ese brazo.
—No creo que tengas ese poder. —dudo de aquellas palabras.
—Claro que puedo y sería mejor que una de esas ilusiones tuyas. —vertió un extraño líquido que extrajo de su túnica.
—¿Y cómo piensas hacerlo?, si todo lo que corta Lucifer nunca vuelve a crecer más, tu bien lo sabes.
—Solo ve y espera...
Astaroth hizo que saliera la serpiente de su brazo izquierdo y con un movimiento certero con la espada la cabeza de este cayo a aquel extraño recipiente que era un cráneo.
—Ahora bebe de esto.
Paimon no pensaba que fuera a servir aquella bebida, pensaba que era solo un truco barato, sin embargo no soportaba el dolor y no le quedó más que aceptar la pócima que le extendía su compañero.
Bebió con inseguridad, la cabeza del animal se había deshecho cuando se mezcló con el líquido, del brazo de Astaroth la serpiente se había regenerado y se había escondido de nuevo.
—Vamos bébelo todo.
Después de unos segundos Paimon tiro el cráneo con asco mientras trastabillaba un par de pasos.
—Que...que mierda me diste de beber...
Paimon se retorcía de dolor, un dolor que se expandía por todas las células malignas de su cuerpo, un dolor que le hacía como si estuvieran explotando las entrañas. Caminaba hacia Astaroth intentando matarlo, aunque estaba mal coordinado, cayó de bruces entre los huesos que había en todas partes, el sonido retumbó en la sala.
—Solo te hice eso. —respondió Astaroth viendo cómo se retorcía espasmódicamente su compañero a sus pies intentando en vano dañarlo con algún golpe.
Después de unos segundos, el brazo de Paimon renació como si fuera el mismo de antes, el dolor que estaba en su cuerpo se evaporó y se incorporó con suspicacia al poder mover el brazo y moviendo la mano.
—Te dije que recuperarías el brazo no. Ahora sé que dejaste una ilusión para espiar en la habitación. —se aproximó el demonio siseando como una vil serpiente que se arrastra por el lugar.
Después de escuchar todo lo que habían hablado en secreto volvió a retomar la palabra.
—Si queremos recuperar la confianza de milord Lucifer tenemos que robar primero las arenas del tiempo, ahora en marcha...— voltea, luego llama su acólito.
—Continúa... veré algo en breves minutos. —
Y antes de retirarse, Astaroth les da indicaciones a sus fieles súbditos Murbas y Sargasso.
—Murbas ve a halicarnassus y verifica si los jinetes (Ereshkigal, Adad, Nergal y Ninazu) han despertado, quédate ahí hasta nuevas instrucciones mientras llega Belial.—
—como ordene mi señor.—
—Y tú, Sargasso... ve con Vassago, que te dará un informe detallado de los movimientos del círculo interno, y luego se los entregas a Belfegor que se encuentra organizando el pandemónium junto a Leviathan.
—en el acto milord.—
Mientras tanto Lilith en sus siniestros aposentos, furibunda da vueltas y vueltas sin poder dar crédito a lo sucedido, manoteando y dando golpes a sus súbditos, uno tras otro puestos en fila por orden suya.
—¡LOS MALDIGO A TODOS!...¡No puede ser, es que demonios no puedo creerlo!... Sri dime ¿por qué si tenía todo en mis manos, el plan se me escurre como arenas del desierto?— le propina un fuerte golpe en el brazo al grandullón, quién en silencio aguanta sin queja alguna.
— Te dije Dolly que verificaras si todo estaba en orden y ¿qué me respondiste?— la señala con el dedo al tiempo que se acerca, su larga y puntiaguda uña comienza a encajarse en el hombro de su acólita.—
—Mi..mi señora (auch) soy Sully, ella es Dilly mi gemela.—
—¡¡ES IGUAL!! Par de ineptas... ¡Arrgh! ¡menudo grupo de imbéciles me han tocado!—
—Ya tranquila, no hagas bilis mujer, ya tendremos oportunidad para llevar a cabo el plan.— dijo el musculoso y bien parecido sujeto con su característica galantería.
—¿Qué demo..?— voltea para verificar de quién es esa seductora y varonil voz. —Yaldabaoth, querido no te reconocí— baja su tono de voz, prosigue —¡Je! Disculpa el exabrupto pero es que me hacen enojar, sabes como soy de temperamental.. aunque no esperaba verte por aquí, pasa mi querido amante Incubus y cuéntame a qué has venido luego de amarme como sólo tú sabes hacerlo.. quítame este mal sabor.— Sin mediar palabra, se desnudaron ambos en segundos, entre besos y caricias cada vez más atrevidas a la vista de todos los súbditos, sin tener otra cosa más que guardar silencio y esperar, la pareja fue avanzando hasta la cama de la fogosa dama.
Luego de hora y media de arte amatorio que parecía no tener fin, entre gemidos, procacidades y maldiciones, exhaustos cayeron rendidos, el Incubus se levantó y cínicamente con su sonrisa socarrona frente a ella, profirió:
— Entre mas te conozco más deseo siento, mi hermosa Lilith.—
—¡Adulador!...a eso te dedicas, si fueras humano, serías catalogado de gigoló, pero como amante no tengo queja alguna...Anda, dime a qué has venido, ¿hay noticias de nuestro señor?— se incorpora, chasquea los dedos y su súbdito le trae una bata y se la coloca con delicadeza.
— Lo que Ananda me ha informado, es que sí, nuestro amado líder despertó de su letargo, y no solo eso sino que el mismísimo Emanuel estuvo con él dialogando.—
—¿Vino el hijo de Dios?— con visible sorpresa en el rostro de la madre de demonios.
—Sí, y de lo que Murmur supo gracias a su súbdito Orias es que planean una alianza estratégica para de una vez terminar con todo, los guardiancitos , el elegido, los estúpidos ángeles tan creídos que son y hasta con su padre Elohim... ¡A ese nivel!
—Interesante... muy interesante sin duda.— expresó en lo que ella frente al espejo, dos súbditos la peinan y maquillan alternadamente.
—En tanto vengo a decirte que me facilites a tus mejores súbditos, los más diestros, porque tengo un fabuloso plan para hacer que caigan los guardianes.—
—Okay, continúa... quiero saber de qué se trata.—
—Necesito al menos seis de ellos con distintas habilidades como rastreadores, expertos en sigilo, artefactos explosivos de todo uso, junto a un grupo de guerreros menores pero nutrido en número, para distraer al guardián humano masculino, dividirlos, en tanto llega Jezabel mi leal colega y hermana (sucubus), en tanto tu orgulloso servidor y una porción mas pequeña de mis súbditos, vamos tras la guardiana femenina, para seducirla y de ese modo robarle la razón, quitarle sus poderes, absorber su energía vital, ya sabes lo que solemos hacer nosotros los demonios lascivos.
—Por eso me agradas Yalda, por orgulloso, galante, atento y porque sabes como hacer las cosas, como agradar a un fémina, porque piensas con la cabeza no como tus descerebrados hermanos.
—Sin olvidar a los débiles humanos... Jajajaja.. okay, procederé entonces, adiós mi querida — le da un beso tronado a Lilith en la boca, impaciente como es, se dispone a partir ante la afirmativa y contundente respuesta de ella.
En tanto Samael escuchó parte de la conversación, cauteloso se acerca a la madre de todos los demonios, ya que su fama la precede, y porque no hay necesidad de esconderse, puesto que ella lo vio con antelación por el espejo.
—Ya puedes salir, no pasa nada, pues te he visto mi querido y orgulloso hijo Samael.— sonriendo con toda calma voltea en dirección al amplio espacio dedicado a la observación que es su balcón.
—Mi señora, tú siempre sabes cuando estoy por aproximarme a tus aposentos.—
—Desde luego y por que te conozco como la palma de mi sepulcral mano...dime ¿a qué has venido?—
—Milord Lucifer me mandó a informarte que nosotros tenemos la misión de ir a buscar las arenas del tiempo.— dijo resuelto Samael.
—¿Y no me vas a presentar a tu amigo, el amo y señor de todas las murmuraciones ?— sarcásticamente viendo al ventanal en lo que le indica con el índice a su súbdito que descorra las cortinas de color purpura, en tanto el hijo prodigo guarda silencio prudencial.—
—No te se te escapa ninguna, mi querida Lilith... vaya ni siquiera yo puedo ocultarme para....— y la temperamental fémina interrumpe al delgado y demacrado Murmur.
—Desde luego que no, es parte de mi deber y lo sabes muy bien... ¡Querido! De otro modo no sería la madre de todos los demonios, que no se te olvide ese detalle, y claro que estoy por encima de ti.—
—¡Jerarquías!... no hay nada que se pueda hacer. — con evidente sonrisa fingida.
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