Capítulo XVI
Capítulo XVI
—Lo logramos, Mariooo, lo hicimos! Victoria saltaba de alegría alrededor de su compañero que estaba igual de contento que ella. Luego miraron a Dios y se postraron a sus pies.
—Oh mi señor, henos aquí de rodillas para entregarte nuestra más profunda gratitud, por habernos permitido venir a rescatarte.
—Mis queridos guardianes. La voz de Dios hizo que todo el ambiente se tranquilizara, y lo que antes era un torbellino y destrucción, ahora estaba en absoluta calma.
Pero de pronto una voz fuerte y estruendosa se escuchó a lo lejos. Esto no es el final, esto recién está comenzando Dios.
—¿Qué quiso decir ese ser mi Dios?
—Lo que escucharon. Justo en estos momentos los ejércitos de la oscuridad están listos para atacar al mundo, y con la llegada de Lucifer el caos se aproxima.
—¿Cómo fue qué sucedió? Nosotros estuvimos allá en la tierra hace poco y nada de eso se veía venir— Comento Victoria inocentemente.
—Hijos míos, hay algo que ustedes no saben. Y es que...cuando tocaron las trompetas del apocalipsis todo esto inicio.
—¿Eh? Es nuestra culpa
—No hijos míos, esto era algo que tenía que suceder, ustedes no tienen culpa en esto.
—Es nuestra culpa Dios, Mario mira lo que ocasionamos.
Victoria estaba muy asustada por cómo se estaban dando las cosas.
—Calma Viki, nosotros liberamos a Dios y él pondrá todo en orden otra vez, ¿no es cierto?
—Hijos míos, ojalá fuera tan fácil, pero una vez que los demonios hayan emergido a la tierra una sangrienta batalla entre el bien y el mal se llevará a cabo.
—¡Maldita sea!
—¡Deja de maldecir Gabriel, eres un arcángel por el amor de Dios!
—Lo sé y lo siento, pero ¡maldita sea!
—Sí, no es justo para nadie esto que está sucediendo, pero estaba todo escrito, Dios muchas veces nos dijo que este momento llegaría, recuérdalo.
—Claro que lo recuerdo, pero jamás pensé que realmente sucedería, solo eran leyendas, inventos, historias, que sé yo, cuentos de los humanos. Pero saber que el ejército del mal ha despertado y es más, viene hacia acá es...es una locura. ¡Oh Dios mío protégenos, y donde quiera que estés, ven y ayúdanos!
Una luz penetrante apareció delante de los arcángeles y ángeles.
—¡Regresaste, Oh mi Dios! . La voz de Miguel sonaba trémula, estaba emocionado y feliz.
—Hijos míos lamento no haber estado antes para ustedes, y lamento haber quedado atrapado en esas benditas aguas del tiempo, que si bien es cierto, yo mismo las cree, pero...hay cosas que están sucediendo y es importante que ustedes las sepan.
—Mi Dios, gracias por escucharnos, gracias por estar aquí con nosotros. No sabes cuánta falta nos hiciste. Hermano, trae al chico.
—¿El elegido esta aquí? Preguntaron sorprendidos los guardianes que se encontraban detrás de Dios.
—¿Y ustedes Por qué llegaron junto con Dios? Dijo en tono áspero Gabriel.
—Dios, si entregamos a los guardianes los demonios no nos invadirán, eso fue lo que dijo Lilith, que hiciéramos un intercambio.
—Tu no aprendes Gabriel, Dios no nos dejara a merced del enemigo, él nos quiere mucho para sacrificarnos, ¿cierto? Profirió Victoria mientras le daba una mirada insistente a Dios.
Por otro lado Mario también no dejaba de ver a Dios, para que les aclarará a sus ángeles que ellos eran intocables.
—Hijos míos escuchen, mis guardianes me trajeron de regreso. Ellos son muy valiosos y no los voy a intercambiar o sacrificar por nada ni nadie.
Los guardianes dieron un hondo respiro y luego se dieron una mirada cómplice, tanto Mario como Victoria ahora estaban tranquilos y satisfechos al escuchar las palabras de Dios.
*
—¿Qué haces tú aquí? Pensé que nos odiabas.
—Mi padre ha vuelto a fallarme, primero me sacrifica por los seres humanos, y ahora cuando ya lo tenía encerrado y casi sin fuerzas, aparecen esos engendros, esas creaciones mal hecha y arruinan mis planes.
—¿Te refieres a los arcángeles?
—¡No! a esos inútiles guardianes, que por lo demás me han dejado sorprendido, no sé qué clase de truco usaron, pero lograron vencerme junto con mi padre esta vez.
— Tú sabes que no puedes ganarle a tu padre, cómo fue que se te cruzó por la mente desafiarlo.
—Yo amo a mi padre, el me dio la vida, el me enseño todo lo que sé, pero...el prefirió salvar al mundo antes que a su hijo. Esto no es de ahora, o no es porque yo bebí de tu sangre Lucifer y deje que insertarás un demonio dentro de mi corazón. Esto que siento es mucho más grande de lo que te imaginas. Por cierto, ¿por qué siguen preparándose para la batalla?
—¿De qué hablas? Acaso no las escuchaste
—¿Te refieres a las trompetas del apocalipsis?
—Así, es.
—Lucifer, y yo que te creía más inteligente. Eres el más poderoso de todos los demonios, eres el más bello, el que irradia más paz y a la vez maldad, ¿cómo puedes creer que Dios dio la orden para que ustedes asciendan a la tierra y destruyan su creación?
— ¡Astaroth y Paimon! Grito furioso Lucifer
A los segundos aparecieron los demonios
—Amo, amo, no es lo que parece, esto es...
—¡imbéciles, casi me hacen ir a una batalla perdida! La voz de Lucifer hacía eco en las profundidades del averno, sus ojos llameaban, su boca escupía lava, y todo a alrededor parecía estar en llamas, una furia descomunal se apoderó de él. Tanto así que de un zarpazo le cortó el brazo a Paimon, quien se retorcía de dolor y miedo al ver a su amo enojado. Por otro lado Astaroth tampoco la paso muy bien, ya que en cosa de segundos la espada de su amo le dejo una marca ardiente y profunda en la espalda, que le hizo sudar y gemir de dolor en voz baja.
—No todo está perdido, tu despertaste, y es por eso que estoy aquí! Dile a tus sirvientes que se vayan, hay algo que te voy a proponer, pero no quiero que nadie más escuche.
—Ellos son muy leales, puedes hablar.
—Lo que tengo que decirte es algo que nadie más que tú puede escuchar.
Lucifer hizo una leve señal con los ojos y todos salieron.
—¿Qué idea tan secreta se le ocurrió al hijo de Dios? Cuéntame
*
—Una fuerza muy poderosa está detrás de todo este caso, y no son los demonios los que están llevando a cabo esto, sino...
—Dinos Dios, ¿quién osa desafiarte? —Pregunto Metatrón intrigado
—Por amor al mundo yo sacrifique a alguien muy preciado para mí. Todos lo saben, no es un secreto.
El rostro de todos los presentes palideció. Ellos sabían bien que su hijo había sido la ofrenda para que el mundo entendiera el significado del amor, de la paz, de la hermandad. Y ahora El mismo Dios estaba tratando de explicarles a ellos algo que no lograban asimilar bien, aunque más bien todos estaban sospechado de lo que se trataba pero ninguno se atrevía a decir nada aun. Por otro lado, todos sabían que su hijo no estaba cerca...¿dónde estaba el hijo de Dios? Fue la pregunta que todos los presentes se hicieron en silencio.
*
—Eso es imposible, no tengo tal poder.
—Tú no, pero con mi ayuda lo tendrás.
—Cambiar todo lo que hay, iniciar desde cero, reducir todo a cenizas, y sembrar la maldad desde los inicios.
—quiero llegar cuando Adán y Eva aparecieron en la tierra, y cuando, la primera esposa Lilith aún estaba en el paraíso.
—Imposible, Adán y Eva nunca cayeron en la maldad, ellos obedecían a Dios ciegamente.
—Le obedecieron hasta que comieron del árbol del conocimiento. Pero eso no fue malo ante los ojos de Dios, ya que si bien es cierto, los expulso del paraíso, pues aun así los estuvo cuidando y protegiendo a través de los siglos.
—¿Adán y Eva están aun vivos?
—Ese es el secreto mejor guardado de Dios, ni siquiera los arcángeles ni ángeles lo saben. Si ellos caen en nuestras manos, seremos más poderosos que mi padre, ya que Adán y Eva son una parte de mi padre.
*
—Lamento decirles esto, pero mi hijo, mí adorado hijo es el traidor—Dijo Dios avergonzado y triste.
—¡No puede ser! Mi Dios, él es tú hijo, ¿cómo pudo traicionarnos?
—Ni yo mismo lo sé Miguel, ya no sé lo que hay dentro de la mente de mi hijo. Lo único que sé es que él fue capaz de encerrarme en las aguas del tiempo y de...de luchar contra mí.— Dijo en tono triste Dios.
*
—Robar el reloj de las arenas del tiempo, borrar la existencia humana, viajar al pasado, y engañar a Dios y a sus ángeles
—Samael, ¿tú que piensas?
Samael había estado oculto escuchando atento toda la conversación.
—Si ya una vez hice que Eva comiera del árbol del conocimiento, puedo hacer que eso suceda otra vez. Solo que esta vez Dios no me descubrirá ni expulsará del quinto cielo, no si usamos las arenas del tiempo y nos movemos sigilosamente dentro de ellas, ni el mismo Dios será capaz de saber lo haremos allí.
—Tiempo sin verte arcángel Samael.
—Lo mismo digo hijo de Dios. ¿Acaso estas tan dolido con tu padre que no eres capaz de obedecerle?
—Mi padre nunca me quiso, yo di todo por él, sufrí, seguí su palabra, camine por el sendero de la luz y el amor, pero para él nunca fue suficiente, el prefirió a sus guardianes.
—Esos guardianes de los que hablas, me están causando intriga, no me digas que son los mismos humanos que Dios ha hecho renacer una y otra vez.
—Si sabes quienes son, entonces para qué me preguntas.
—Esto no es para ayudarnos Lucifer, el hijo de Dios nos está utilizando por envidia.
—¡No es envidia! Es justicia divina.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro