Capítulo X
Capítulo X
Astaroth y Paimon arribaron al lugar indicado, parecía que no había nada, como si este estuviera desolado, sin embargo el lobo olfateaba algo.
—¿Lo sientes?
—Sí, es un tenue residuo que se logra apreciar a la perfección. —menciono el demonio Paimon tocando la tierra con nieve y dejándola caer.
—Si Dios estuvo aquí, nos dejó una sutil pista.
El lobo seguía olfateando y rastreando el lugar, como si pudiera percatarse de aquella extraña dimensión pero que no lograba a comprenderla.
—En ese caso ¿qué es lo que debemos de hacer? no podemos seguir el rastro, es como si hubiera cortado el otro extremo y nos dejara a la vil deriva.
—Al parecer se teletransportaron a un lugar adimensional, a uno en el que no podemos llegar. —el demonio Astaroth expandió sus alas, eso lo hacía ver más imponente de lo que era. La serpiente negra salió de su mano izquierda siseando incontrolablemente.
—¿Y ahora que debemos de hacer amo? —indagó Paimon con sed de venganza ante aquellos seres que le hicieron frente.
—Iremos tras esos traidores, sacrificaremos al elegido y abriremos las puertas del averno. —dijo Astaroth volviendo a montar al lobo azabache. —Tal vez no podamos localizar a esos ineptos y fastidiosos de los guardianes, pero si podemos localizar a los arcángeles.
—En ese caso pido al afeminado de Gabriel. —agrego Paimon saboreando ese lúgubre encuentro.
—Bueno, creo que yo me haré cargo de Miguel. —el pérfido demonio levanto el vuelo y estaba dispuesto a ir a cualquier lugar. —Desde hace tiempo tengo pendiente un encuentro contigo, jefe del ejército celestial.
Paimon siguió el vuelo de aquel lobo, las últimas palabras que dijo Astaroth se perdieron con el viento.
—¡En marcha!
*
En un desolado lugar se encontraban los guardianes, no sabían que tenían que hacer ni a quien buscar, las palabras de Dios habían sido muy claras..."El los encontrará"
—¿Es ese el dragón dorado?
—No.
—¿Es ese?
—No.
—¿Entonces ese?
—No por enésima vez Delta. —dijo Mario un poco mareado por la insistencia de su compañera. Estuvo a nada de recriminarle pero comprendió que al igual que él ella también quería encontrarlo.
—¿Y qué pasa si no lo encontramos a tiempo? —preguntó temerosa Victoria tomando a Mario del brazo.
Él se aproximó a ella y levanto el mentón para que lo viera a los ojos.
—Lo encontraremos. Lo encontraremos. Confiemos en Dios.
No hubo respuesta de uno u otro, dejaron que el silencio los envolviera, sabían que el tiempo no estaba de su lado, pero la esperanza, la fe era la que moriría hasta el último segundo.
Esa era su misión, seguir al dragón dorado. Y fue en ese momento que un haz de luz los tomó por sorpresa, y pensaron al mismo tiempo.
No todo está perdido...
—Salvemos al mundo Delta.
—Salvemos a la humanidad Alpha.
—Esa es nuestra misión.
—Hola
—¿Y este quién es? Dijo Delta mientras observaba con curiosidad al extraño que estaba frente a ellos, pero que emanaba una rara luz
—No tengo idea. ¿De dónde saliste? — Preguntó Alpha. Algo dentro de él le decía que pronto encontrarían al dragón dorado, pero no estaba seguro aun si era eso cierto.
—Ustedes solo pueden creer en lo que ven, miren nada más lo que encontré ,a un par de jovencitos inexpertos y debiluchos
—Hey se más respetuoso mocoso, no ves que estás frente a los salvadores del mundo
—Si Claro — Dijo el hombrecillo pequeño con sonrisa burlona
—Mira que insolente es.— susurró Viki a Mario. Y esa mirada que nos da, no me agrada
El hombre bajito los observó con cuidado, y luego camino alrededor de los guardianes. Miro al cielo, dio un largo respiro, murmuró un par de palabras en un extraño dialecto, luego se quedó en silencio.
—Este hombrecillo me puso nerviosa, pero no percibo maldad en él.
—Sí, lo mismo me sucede a mí, me incomoda esa mirada que nos da.
El hombre bajito se dio la media vuelta y comenzó a alejarse de ellos.
—Creo que se va, bueno mejor así, nosotros continuemos con la búsqueda del dragón.
—Ustedes dos, síganme.
—¿Qué dijo?
—Hay que seguirlo, eso dijo. —Oye Alpha, yo no voy a seguir a ese hombrecillo, ¿y si nos quiere engañar? ya bastante nos han mentido desde que volvimos a despertar, no creo que sea seguro creer en...¿ Mario, adónde vas?
—Lo voy a seguir.
—Es que no me estás escuchando, ¡y si es una maldita trampa!
—Tranquila Viki, si es una trampa yo te defenderé.
—Ustedes dos, dejen de parlotear y apresúrense, que tengo cosas más importantes que hacer.
—Está bien vamos, pero si algo malo sucede será por tu culpa Alpha.
—Miren, hacia allá queda el valle de las sombras, nunca un humano ha puesto un pie en ese lugar, y los ángeles no se atreven a venir por temor a quedar atrapados en el viento del olvido.
—¿De qué hablas hombrecito?
—El señor dragón los está esperando.
—Eres un emisario del dragón dorado? Porque no lo dijiste antes, mira que ya estaba desconfiando de ti jaja —Dijo Viki con voz nerviosa y al mismo tiempo aliviada por haber logrado encontrar al que los llevaría con el Dragón.
—Mario, ¿te diste cuenta de cómo nos está mirando la gente alrededor?
—Es que solo ustedes pueden verme, por eso las demás personas piensan que están locos , porque le hablan al aire jajaja
—Este hombrecito me desespera
—Pero de verdad parecemos dos locos ante la mirada de la gente Viki jajaja así que no te enojes, y es mejor no hablar en voz tan alta.
—O sea, que ese lugar que estamos observando y que nos estás señalando, ¿solo podemos verlo nosotros?
—Así es.
—¿Y si hacemos algo estúpido ellos nos verán?
—Eso les iba a decir, es mejor que los cubra con el manto de la invisibilidad, así podremos andar sin problemas por este lugar.
—Bien me parece, pero debiste hacer eso desde el inicio, y no dejar que la gente nos viera hacer el loco— Dijo Viki algo molesta.
—¿No sabía que los guardianes fueran así?
—¿Así cómo? Que quieres decir con esas palabras
—Nada, mejor síganme que el señor dragón los está esperando desde hace rato.
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