Capítulo IV
Capítulo IV
—"Es hora de que terminen sus miserables vidas, ineptos guardianes"
Alpha y Delta palidecieron al ver a ese ser demoníaco frente a ellos, y no era cualquier ser, sino uno de nivel superior, se notaba eso con tan solo mirarlo.
—Así es, es hora que desaparezcas y te vayas al infierno —dijo una voz que se encontraba detrás de la criatura.
Y en cosa de segundos, ese ser fue partido a la mitad, y una luz cegadora apareció frente a los guardianes.
—Al fin los encuentro —dijo Landon sonriendo.
—¿Y este quién es? —preguntó Mario
—No me preguntes a mí, no lo conozco, nunca antes lo había visto.
—Ustedes son los guardianes, ¿no es cierto? La sacerdotisa me hablo de ustedes antes que Lilith llegará, ella no solo era un simple sacerdotisa, sino era el oráculo aquí en la tierra, sabía cada cosa que iba a suceder , fue por eso que mando un emisario al tercer cielo y este nos comunicó lo que sucedería.
—¿El tercer cielo? —dijo Victoria con cara de no entender
—El paraíso, vamos, ustedes han estado allí muchas veces.
—Lo siento señor pero eso no lo recordamos dijo Mario muy serio.
—¿De verdad conocemos el paraíso? —susurró Delta al oído de Alpha
—Si este sujeto alado lo dice, tendremos que creerle.
Landon los observaba con curiosidad. Él ya los conocía desde antes, en una de las tantas reencarnaciones que ellos habían tenido, pero ahora se veían completamente distintos, incrédulos, poco tolerantes y lo más terrible era que estaban fuera de forma, con sus pobres habilidades Lilith en cualquier momento los mataría.
—Ustedes dos déjense de tanto secretillo y escuchen. Iremos al paraíso para que recuperen de una vez sus recuerdos.
—¿Está diciendo que podemos entrar allí? — preguntaron ambos asombrados
—Vaya, eso de ser guardianes no es tan malo, ¿y nos darán alas? —bromeo Victoria
Landon trato de colocarse serio pero dejo ver una leve sonrisa en su rostro. Esa chica no había cambiado su personalidad desde la última vez que conversó con ella.
—No solo alas, ¿y ese resplandor que emanas tú, lo tendremos también?
—Yo prefiero las alas, así podemos ver la tierra desde bien alto
—Pues yo quiero brillar y verme como un ser celestial
Alpha y Delta estaban tan metidos en su conversación que no se dieron ni cuenta cuando fueron tele transportados
—Silencio chicos, y acompáñenme.
— Este lugar huele riquísimo, es como...
—Como estar en casa termino la frase Mario
—Al fin recuerdan dijo Landon y les señaló el camino para que lo siguiesen.
—Bienvenidos guardianes de la tierra. —dijo el arcángel
—Se ve imponente susurró Mario a Delta.
Él es el Arcángel Metatrón —dijo Landon
—Wow, es hermoso, míralo Alpha, se ve muy poderoso.
—Guardianes, los hemos traído aquí para encomendarles la siguiente misión. Deben encontrar al elegido, traerlo hasta aquí, y destruir a Lilith
—Perdón su...su?
—Solo llámenme Metatrón.
—Señor Metatrón. ¿Cómo puedes darnos esa misión? Ustedes deben saber que Lilith sigue ordenes de algún ser superior, y nuestras fuerzas no son lo suficiente para poder acabar con ella.
—El arcángel miro con curiosidad a los guardianes. ¿Acaso estás diciendo que ustedes no son capaces de cumplir esta misión?
Alpha y Delta se miraron y luego se encogieron de hombros.
—Dales de beber de la fuente del conocimiento, es necesario que tengan sus recuerdos pasados y puedan predecir los hechos futuros.
—¿Estás seguro que podemos hacer eso Metatrón?
—Sé que son los elegido por Dios, pero entregarles todo ese conocimiento, ¿acaso no será peligroso para nosotros si es que los captura Lilith?
—Es la única manera de liberar a Dios, lo sabes Landon.
Los guardianes escuchaban atentos la conversación.
—Señor Landon, nosotros agradeceríamos saber mucho más de la misión, y si es posible adquirir toda esa sabiduría en cosa de segundos, pues...le prometemos que Lilith y los traidores serán vencidos y traeremos a salvo al elegido. —dijo seriamente Mario
Metatrón acercó una copa dorada a los guardianes, y éstos bebieron.
—Me siento mareada.
—Lo mismo me sucede a mí. ¿Qué es esto? Las voces resuenan en mi cabeza, duele.
—¿Crees que estén bien? Comento Landon
—Su cuerpo es débil, pero su voluntad es fuerte, yo confío en ellos. Solo deben acostumbrarse a todo el conocimiento que se le obsequió. Recuerda que no es la primera vez beben de él.
En las oscuridades del inframundo
—Crédulos, insignificantes y traidores ángeles, no soy el único que le dio la espalda, ustedes cayeron más bajo que yo.
—No lo hemos traicionado, solo estamos en contra de lo que desea hacer.
—¿De qué hablas Gabriel?
—Esto lo hacemos por la humanidad. Dios se volvió loco, y tú nos vas a ayudar.
—¿Y cómo se supone que les voy a ayudar?
—¿Todavía no sabes? —espetó Gabriel mientras observaba detenidamente todo.
Caminó con los brazos atrás observando detenidamente el lugar, en esa idílica oscuridad mortecina solo se podía respirar sangre, iniquidad y muerte. Se detuvo al observar en una pared restos de algunos órganos internos.
Quedó pasmado al verlos.
—No te preocupes por eso Gabriel solo son vísceras, se las quitamos cuando estaba agonizando. —agrego aquel ser mientras veía la pared carmesí.
—No me importa lo que hagan con sus estúpidos condenados ese no es mi jodido problema.
—Para ser un arcángel te expresas muy mal de todo, ¿Qué eso no es pecado? —menciono aquel espectro misterioso, parecía que cada vez que decía algo la lengua se movía como una vil serpiente.
—No sabes todo lo que he hecho para llegar hasta este punto y sinceramente no me importa, solo me importa eso.
El arcángel Gabriel se movió de aquella pared para seguir caminando, había unos pilares que sostenían el templo, un templo lúgubre que era iluminado inverosímil por una bruma negra como antorchas.
—¿Así que estás dispuesto a sacrificar a los guardianes?
—Sí. —menciono Gabriel sin inmutarse.
—Dime que crees que tengas tú que no tenga alguno otro de mis súbditos, tengo una infinidad de entes demoníacos que podrían hacer esa labor, como Behemoth, Belfegor o Paimon.
—Porque lo más seguro es que esos ineptos morirían en un santiamén por los guardianes y los Ángeles.
Hubo un corto silencio en el recinto, un penetrante aroma a azufre saturo la atmósfera, aunque eso no incomodo al arcángel.
—Hace poco envié a un espectro a la capilla donde la sacerdotisa los mando.
—Pobre iluso ya está más que muerto. —se mofo al escuchar aquellas palabras.
El misterioso ser que tenía una túnica con capucha reprimió un arranque de cólera, no le gustaba quedar mal, ni que sus planes salieran mal.
En ese momento escucharon unas pisadas, era otro infernal ser que llegaba a su encuentro.
—Vaya, vaya, vaya, el mismo arcángel Gabriel, el mensajero de Dios padre todo poderoso haciendo gala de su presencia. —menciono con un toque irónico pero al mismo tiempo desafiándolo con cada palabra. —Y díganme a que se debe este conciliábulo tan espectral y a la vez tan angelical.
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