Los Grimler
Recuerdo con extrañeza mi juventud, una época donde difícilmente tenías algo para comer y era muy fácil perder tu empleo. En ocasiones algo me perseguía para alimentarse de mi propia frustración. Pero no era por la época, es algo que simplemente no puedo creer.
Todo inició con la llegada de una familia de origen polaco a mi antiguo vecindario, su apellido era «Grimler». Era una familia de cuatro integrantes, madre, padre, y sus dos hijos que no rebasaban los 15 años.
Los Grimler eran una familia muy reservada, no hablaban del todo bien nuestro idioma por lo que era un poco complicado poder hablar con ellos. Pero más allá de ser una familia reservada, transmitían un aura gélida. Era como si los Grimler no fuera una familia de únicamente cuatro integrantes. En ocasiones solían cerrar todas las persianas de su casa dejando que muy poca luz entrase a su vivienda. Y eso no era todo, había ocasiones en que se escuchaba el ruido de un «animal» por las calles del vecindario. Cosa que era muy extraña porque no había manera de que fuera un animal exótico.
Hubo un momento en específico que quedaría muy bien grabado en mi memoria, la vez que había intentado charlar con los Grimler. La charla transcurría normal con la única excepción de que había ocasiones en que no nos entendíamos. Hasta que un extraño ruido provenía desde la segunda planta de la casa. No parecían ser los niños o un animal común. Tenía la respiración entre cortada y caminaba muy rápido.
-No se preocupe por el ruido, los niños están jugando arriba. -fueron las palabras de una nerviosa señora Grimler.
Aquellas palabras no me habían convencido del todo, y su reacción no parecía ser la más adecuada. Por otro lado, el señor Grimler actuaba de una manera más tranquila.
El aura de la casa se había vuelto sombría. Sin embargo, continuamos intentando charlar un poco más. Había momentos en que algo más captaba mi atención, algo solía pasar muy rápido de un lado a otro. Era como un cometa.
Las cosas no habrían terminado aquí, pues al poco tiempo era posible ver anormalidades en ciertas partes del vecindario. Por las noches se escuchaba algo merodeando y por las mañanas, algún animal aparecía sin vida. Nadie entendía con exactitud de que se trataba. Al menos hasta una noche en la madrugada, entre sueños, logre ver algo inimaginable, fantástico, y aterrador a su vez. Algo que no podía entender que era pero que de igual manera estaba frente a mis ojos.
Actualmente ese recuerdo sigue en mi memoria.
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