Capítulo 45 - Divorcio.
Antes.
Una fuerte brisa entraba por la pequeña ventana de la cocina, que ocasionó que algunas cosas cayeran de la mesa, Vanya al sentirla, de inmediato la cerró, pues era muy bien sabido que a ella no le gusta el fresco, ama el calor y siempre lo amará, regresó a la estufa para continuar preparando la cena. La puerta principal de su pequeña casa se abrió y por ella entró su esposo Jared sosteniendo bolsas de compra, se le miraba alegre, como siempre que volvía del trabajo, el pequeño Diego corrió a recibirlo con un enorme abrazo y rápido comenzó a contarle su día de escuela como solía hacerlo siempre; la relación padre-hijo siempre había sido de las mejores, incluso se llevaba mucho mejor que con la madre y eso a Vanya la tenía sin cuidado, pues los tres eran conocidos por ser la familia perfecta, unida y amorosa como ninguna otra en todo Roma, eran la envidia de la ciudad.
Vanya dejó la cena en la estufa y salió de la cocina para saludar a su esposo con un cálido beso en los labios, luego tomó asiento junto a su familia, escuchando que Diego aún seguía contándole el día a su padre. No bastaron ni cinco segundos para que la mujer se diera cuenta que el día de hoy algo no andaba bien, pues Jared no le prestaba atención a su hijo como era de esperarse, tan sólo fingía hacerlo, algo que alarmó a la ama de casa y niñera de medio tiempo.
—Cariño, ¿Qué tal tú día en el trabajo? —cuestionó Vanya, esperanzada de que sólo fuera un mal día.
—¿Sabes, Van? Hay algo que quiero decirte, de hecho he querido decírtelo desde hace semanas —Jared se puso de pie y tomó la mano de su mujer—. Vamos a la cocina, necesito hacerlo a solas.
Por la mente del pequeño e inocente Diego pasaron un montón de cosas y al final una gran sonrisa se dibujó en su rostro, pues pensó que su padre le pediría matrimonio a su madre, lo cual lo ponía muy feliz. Agarrando su mochila, corrió a encerrarse a su habitación para preparar un dibujo del tan esperado momento que pasará en la cocina en algunos segundos.
—¿Qué es eso qué quieres decirme, amor? —sonrió Vanya, depositando un tierno beso en las mejillas de Jared.
—Es mejor que tomes asiento, no quiero que te lastimes en caso de que la noticia no te caiga bien —Jared alejó una silla de la mesa y Vanya tomó asiento.
—Ve al grano, estás asustandome.
—Necesito agarrar valor, Vanya. Perdóname, en serio.
—¿Qué pasa? —los ojos de Vanya comenzaron a cristalizarse, aún sin saber que era lo que pasaba.
—Me iré de la casa... quiero el divorcio —susurró Jared para que sólo Vanya y no su hijo escuchara lo que había dicho.
Las lágrimas que se acumulaban en los ojos de Vanya de inmediato resbalaron, la felicidad que sentía cuando entró a la cocina se había esfumado por completo, dejando en su lugar una enorme tristeza que no la hacía razonar las cosas, ni siquiera ella sabía que era lo que había hecho mal para que el amor de su vida dijera eso, quisiera dejarla.
—No eres tú, soy yo —susurró Jared poniéndose de pie—. Me enamoré de alguien más.
—Vete por favor, hazlo ya —habló Vanya con la voz entrecortada.
—Quisiera despedirme de Diego.
—No, no mereces hacerlo, vete, vete con la otra —Vanya empezó a darle empujones para que saliera de la cocina.
—No quería lastimarte, por eso debía decírtelo ya —comentó Jared, tomando su mochila y las llaves de su auto.
Vanya ya no dijo ningúna palabra, tan sólo observó como Jared, el hombre con el que había pasado más de diez años se marchaba a los brazos de otra mujer. Ella juró no volver amar, comenzó a creer que el amor ya no era para ella y ahora tan sólo le quedaba ser todo para su hijo e intentar sostener su carrera de niñera que estaba en ascenso.
Ahora.
Un caos total hacía presencia en la mansión de los Gómez Quiroga, pues el día del divorcio había llegado y aún no terminaban de mudarse por completo a la casa de alado, por lo que maletas, ropa, entre otras cosas se encontraban regadas por toda la sala principal. Candy y Jane se apresuraban para terminar de recoger todo, ya que tenían que partir cuanto antes, para dejar a la familia en paz y comenzar una nueva vida siendo sus vecinos.
—Jane date prisa, Fede y Sebastián nos esperan en el despacho —anunció Juan, tomando las llaves de su auto—. Maru, déjale el bebé a Jazz, la alegrará un poco.
—¿Puedes llevarlo con tu prima Jazz? —preguntó Maru, entregándole al pequeño Matías a Anahí.
La chica asintió con la cabeza y junto a su hermana subieron las escaleras para dirigirse a la habitación de su prima Jazmín, ellas también pasarían el día ahí, pues no querían tener ninguna pelea con Dani, Cristina o Karime como sucedió en días anteriores por un tema estúpido, como lo era el control remoto de la televisión. Viendo como Juan, Maru, Jane y Vanya salían por la puerta principal, continuaron su camino por el pasillo. Al llegar, tocaron dos veces la puerta, pero no recibían contestación.
—¡Jazmín, vamos a entrar! —gritó Anahí, señalando a su hermana que abriera la puerta.
Cristal de inmediato lo hizo, abrió la puerta y una gran oscuridad las invadió, la habitación de Jazz parecía cueva, totalmente oscura. Anahí rápido se dirigió al interruptor y lo encendió, dejándolas ver a su prima recostada en la cama, despeinada, desarreglada y con un fuerte golpe en el mentón, parecía que aun no desaparecía por completo.
—¿Qué quieren aquí? —susurró Jazz, levantando la mirada.
—La tia Maru nos envió a traerte a Matías, el bebé te alegrará el día, mientras mis padres se divorcian —añadió Anahí fingiendo sonreír.
—Lamento lo de sus padres, pero a veces es lo mejor, estar juntos sin quererse puede traer consigo un montón de problemas —Jazz se puso de pie y caminó hasta su ventana, quitando una cobija que había colocado para que no entrara nada de luz—. Justo eso me pasó, pero no sé si estoy separada definitivamente.
—Yadiel es guapo —habló Cristal viendo unas fotos que se encontraban en el tocador.
Jazz rápido se dirigió hacía allá y las tomó, caminó al bote de basura junto a su cama y estaba por romper las fotos, hasta que su prima Anahí la detuvo, tomando las fotos y regresandolas de nueva cuenta al tocador.
—No lo hagas, puedes arrepentirte luego —susurró Anahí, dejando al bebé Matías en la cama.
—¿Desde cuánto sabes tanto de amor?
—Suelo leer mucho en internet, prima —sonrió la chica, tomando asiento junto al bebé.
—Gracias, supongo —Jazz tomó las fotos y las guardó en un cajón—. Pueden quedarse a ver una película conmigo y comer helado, sólo no hagan relajo.
Anahí y Cristal se miraron entre si y aceptaron, al fin sentían que alguien en la familia de su madre las aceptaba tal cual, tomando asiento todas en la cama, Jazz colocó Netflix en su televisión y reprodujo una de las películas que se encontraban en tendencia ese día, esperando poder disfrutarla en compañía, pues ya habían pasado varios días desde la última vez que habló con su novio Yadiel y no estaba completamente segura de si volvería a hacerlo algún día.
***
Como ya era época de calor. Viki, Dani, Dylan y Karime disfrutaban del día en la piscina, los cuatro se encontraban recostados en una cama inflable flotando en el agua desde hace algunas horas, no había mejor manera de pasar el fin de semana que esa, estar acompañado de la persona a la que amas, pasando un día agradable.
—Quiero decirles ya —comentó Dani, levantando la mirada.
—¿Segura qué quieres decirles? —preguntó Viki confundida.
—Claro... creo que estoy lista, espero me apoyen en esto.
—¿Decirles qué, Dani? —cuestionó Karime, sosteniendo la mano de Dylan.
—Voy a decirles a mis padres que estoy de novia con Viki —río Dani con un poco de preocupación—. Quiero ver como lo toman.
—Esperen un momento, ¿Son pareja? Vaya, apenas me enteró —añadió Dylan sorprendido—. Que bien lo ocultan.
Las tres chicas presentes comenzaron a reír y lanzaron a Dylan al agua, rápido él salió de la piscina, lanzándose un clavado que hizo voltear la cama inflable. Así dio inicio a la guerra de agua, pareja contra pareja, hasta que los más débiles salgan de la piscina anunciando su derrota. Karime y Dylan con potencia lanzaban chorros de agua a sus contrarios.
—¡Ya basta, ya no puedo más! —gritó Viki dirigiéndose a la orilla.
—No Viki, no debemos perder —dijo Dani, tomando el brazo de su novia.
—¡Ya no puedo! —gritaba Viki llegando a la orilla, subiendo los escalones y saliendo de la piscina—. Lo siento, Dani. Me costaba respirar.
—No pasa nada, vayamos adentro —Dani tomó su toalla de la silla reclinable y le entregó otra a Viki.
Ambas se medio secaron y se dispusieron a entrar a la mansión, mientras Dylan y Karime les gritaban perdedoras desde el interior de la piscina. Viki y Dani vieron la sala principal por algunos segundos, al parecer Candy ya había terminado de empacar todo lo que se llevarían a la casa de alado, Miguel, Cristina y Diego le habían ayudado para que terminara rápido. Las chicas subieron las escaleras para ir a su habitación.
Al caminar por el pasillo, notaron que Less salía de la habitación de su mellizo con cierta preocupación e intriga, por lo que se acercó a ellas para preguntarles si habían visto a Josué por algún lado de la mansión. Obviamente la respuesta fue un rotundo no, y las chicas siguieron su camino a la habitación de Dani, en cambio Less caminó nuevamente a las escaleras, desde donde logró ver a su mellizo entrar a la oficina de su padre.
—¿Qué ocultas, Josué? —se preguntó a si misma y bajó las escaleras.
En paso lentos se acercó a la puerta de la oficina, la cual se encontraba medio abierta, dejándole fácil vista a Less, quien asomó su cabeza y vio con sus propios ojos lo que sucedía allí dentro. Josué besaba con pasión a Angie, su ex novia, al parecer habían retomado la relación, de nueva cuenta en secreto.
—¡Maldición, quedamos en que nada de relaciones en el grupo! —exclamó Less enojada.
Respiró hondo y se alejó de la oficina, no podía enfrentarlos, ya que corría peligro de que los mismos problemas que sucedieron en el pasado sucedan de nuevo y ella ya no quería perder a sus amigos, ni estar peleada con ellos. Sólo espera que su mellizo y Angie sepan hacer lo correcto para no perjudicar al resto del grupo.
***
El momento que Jane había estado esperando desde que llegó a Colmar había llegado, divorciarse de Sebastián era algo que tenía que pasar y ambos ya estaban decididos en hacerlo, ahora tan sólo faltaban las firmas de ambos para que el proceso terminara, pero como llevaba tiempo, Fede se encontraba realizando el papeleo, mientras los cinco presentes tomaban un descanso en la sala de espera del despacho jurídico.
—¿Estás bien? —preguntó Juan mirando a su hermana Jane, quien se veía muy distraída.
—Si, gracias por todo lo que estás haciendo por mi, hermano —Jane sonrió desviando su mirada a Maru—. Tú también, muchas gracias.
—No tienes que agradecer, somos familia y siempre nos apoyaremos —Maru se puso de pie y caminó un poco.
Un poco de vergüenza se apoderó de Maru, pues a pesar de que ella no tenía ningún interés en ayudar a su cuñada, Juan la convenció de hacerlo y ahora ella les agradece por todo lo que han hecho por ella. Maru caminó un poco, hasta que se detuvo, pues vio a lo lejos de la sala a Vanya hablando con Sebastián, parecía que ambos hermanos tenían una discusión acalorada, se podía notar lo furiosos que estaban.
—¿Sebastián está discutiendo con Vanya? —cuestionó Maru llamando la atención de Juan y Jane.
—Eso parece, pero no hay que meternos en asuntos de familia —susurró Jane, posando su mirada en su teléfono—. Menos con mi futuro ex esposo.
—Seguro que lo arreglaran rápido —Juan respiró hondo y le dijo a Maru que se sentara.
A lo lejos, Sebastián le restregaba todo lo que había hecho por su hermana desde que su esposo la había dejado hace algunos años, algo que a Vanya le molestaba muchísimo, pues en parte fue culpa de Sebastián que la carrera de niñera de Vanya no despegara rápido, pues siempre quería mantenerla en su sombra.
—¡Deja de echarme eso en cara, Sebastián! Cuando pueda, te voy a devolver cada centavo que me diste —dijo Vanya enojada.
—Es que no se trata de dinero... quiero que me apoyes, que dejes a esta familia y regreses conmigo a Roma, no necesitas el dinero de Juan, yo tengo dinero de sobra Vanya.
—Pero... pero yo estoy bien aquí, ellos me han brindado el apoyo que tanto necesitaba, ahora Diego acude a una de las mejores escuelas de la ciudad, gracias a ellos, mi carrera de niñera está en subida, las familias pelean por tenerme —sonrió Vanya con emoción—. Ya no quiero estar a tu sombra, necesitada de dinero y empleo.
—No digas eso, Vanya. La familia siempre se apoya, debes hacerlo conmigo, me lo...
—No, no digas que te lo debo, porque si a esas vamos, tú también me debes tanto —Vanya interrumpió las palabras de su hermano.
—Haz lo que quieras, pero si decides quedarte, olvídate de que tienes un hermano —susurró Sebastián, avanzando para firmar por fin los papeles.
—Lo siento, pero me quedo —dijo Vanya, dando por terminada la discusión con su propia sangre.
Respiró profundamente, mientras veía como todos entraban a la oficina de Fede, pues la etapa final del divorcio se llevaría acabo. Apresurando el paso para no quedarse fuera, Vanya entró y tomó asiento junto a Maru y Juan, que ya impacientes esperaban que todo esto terminara para poder regresar a casa con su bebé Matías, al que tanto extrañan cuando tienen que salir de casa.
—Dos firmas y todo estará hecho —anunció Fede entregándoles una pluma a cada uno.
Jane fue la primera en firmar, ni siquiera lo pensó de último momento, rápido tomó la hoja, destapó la pluma y su firma se plasmó allí, con una sonrisa marcando su rostro, desvió su mirada a Sebastián, quien tomó las hojas, mientras un montón de cosas pasaban por su cabeza, su hermana lo había abandonado, su mujer le pidió el divorcio, parecía que ya nada le quedaba, por lo que destapó la pluma y colocó su firma en las hojas, dando así, terminada su relación de años con Jane Gómez.
—Fue un placer estar casado contigo y esa mierda —dijo Sebastián y se puso de pie enojado.
—Adiós —susurró Jane y vio como su ex esposo se alejaba de la oficina con mucho enojo e irá en su ser.
—Está hecho, ahora estás soltera, Jane —sonrió Fede, guardando las hojas en una carpeta—. ¿Harán algo para celebrar?
—No lo sé, quiero regresar a casa con las niñas —susurró Jane, viendo la hora en su celular.
—No te preocupes por ellas, yo puedo cuidarlas, ustedes vayan a festejar, se lo merecen —Vanya se metió a la conversación.
—¿Estás bien con todo esto? —preguntó Juan confundido.
—Muy bien, no siempre el camino a un mejor futuro está con la familia —sonrió Vanya, limpiando algunas lágrimas de su rostro.
Maru rápido se acercó a darle un fuerte abrazo, Juan y Jane también se acercaron y Vanya no pudo resistirse y sacó todo lo que traía guardado desde la discusión con su hermano. Les comenzó a contar todo lo que pasó desde que su esposo Jared la dejó por otra mujer, como llegó a casa de su hermano en busca de ayuda y como siempre la mantuvo en su sombra para que ella no sobresaliera más que él.
***
Todos los adultos reunidos en la cocina de la mansión, sosteniendo una copa de vino, se disponían a brindar por Jane, quien tuvo el valor de separarse de su pareja que tanto daño le había hecho, tanto físico como psicológico. Todos levantaron la copa, a excepción de Vanya quien se mantenía un poco alejada de todos, pensando en si había hecho lo correcto, elegir a la familia Gómez Quiroga antes que a su hermano, la tenía demasíado pensativa, sin poder disfrutar del festejo que habían preparado, pues después de la fuerte discusión que tuvo con su hermano, se vio obligada a decidir rápido o perderlo todo.
—Vamos Vanya, ven. Ahora eres parte de nuestra familia —sonrió Candy, entregándole una copa—. Brinda con nosotros, aunque yo deba beber agua de uva.
Una pequeña risa por parte de los demás hizo presencia, Candy estaba recuperada y se podía notar a simple vista, pues teniendo alcohol frente a ella, no tenía ningún interés en consumir aunque sea un poco. Segundos después, Vanya se acercó al festejo y levantó con entusiasmo la copa que sostenía en sus manos, y una enorme sonrisa se dibujó con sus labios.
—Hagámoslo... por Jane, quien es una de las pocas mujeres que tuvo el valor de no quedarse callada y hablar a tiempo... por mi, que merezco más que ser una sombra en la vida de mi hermano, salud —exclamó Vanya, dándole un sorbo al vino—. Ay, está muy fuerte.
Risas provenientes de todos nuevamente hicieron presencia. Juan sirvió más vino en las copas y continuaron brindando por las cosas que habían logrado, desde el nacimiento de Matías, el libro en proceso de Juan, la sobriedad de Candy al alcohol, la carrera exitosa de niñera de Vanya, la nueva propuesta de diseñadora para Maru y en especial, el divorcio de Jane eran cosas que merecían ser festejadas y que mejor manera que hacerlo que en familia, una familia que te apoya en las decisiones que tomas, sin importar nada.
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